sábado, 21 de septiembre de 2019

Hugo Wast y la democracia

Hugo Wast y la democracia - Antonio Caponnetto

                 


        Junto con el de Castellani, el otro nombre desacertadamente invocado para justificar la inserción democrática, es el de Hugo Wast. Es la eterna apelación a los personajes prestigiosos, de la que ya hemos hablado en ocasiones. Apelación abusiva, unilateral, capciosa y reduccionista, y por eso mismo criticable. Puesto que, por lo demás, nada tendría de malo, acudir al ejemplo de lo paradigmas.
          Lo que reproducimos a continuación también es un fragmento del volumen II de nuestra obra: La democracia: un debate pendiente, Buenos Aires, Katejon, 2016.

ººººººººº


          Se dice, por ejemplo, que “nuestro gran Gustavo Martínez Zuviría hizo también incursiones en la política dentro del conservadorismo, pero siempre con un matiz católico bien definido’. Con Carlos Ibarguren, frente a la imposibilidad de seguir con los conservadores, se afilió a la Democracia Progresista en 1915.  Fue candidato a Vicegobernador en Santa Fe en fórmula con el Dr. Thedy y perdió las elecciones, pero fue elegido diputado nacional por esa provincia en el período 1916-1920. Renunció al partido en 1922 por la orientación anticatólica hegemónica de Lisandro De la Torre. Y nos dejó en Prosa Parlamentaria, 1921, constancia de su actuación en el Parlamento (Zuleta,t.1,p. 184)”

          A este ejemplo en particular lo calificamos de insólito. Porque es como si alguien, para probarnos lo equivocado del cristianismo, nos remitiera al ejemplo de las persecuciones a los cristianos ejecutadas por Pablo de Tarso antes de su conversión. O como si algún otro, para demostrarnos la falsedad de los milagros de Lourdes, nos remitiera a los juicios de Alexis Carrel, previos a su entrada a la vida de la gracia.

          Lo que procuramos decir es lo que todo lector informado ya sabe; Eso que todo lector informado sabe es que Hugo Wast rectificó su concepción política liberal demócrata y progresista; así como  modificó su visión historiográfica en general, sobre todo tras escribir a propósito de la Revolución de Mayo el famoso libro Año X.

          Frutos de esa rectificación se encuentran a lo largo de su valiosa y proficua obra; que no pasó inadvertida para los enemigos, quienes no perdieron ocasión de señalarle sus tendencias aristocratizantes, militaristas y antipopulistas, como si todo esto fuese un demérito. Defendiendo a los hombres de Mayo, por ejemplo, sostiene de ellos que “no eran partidarios del sufragio universal sino del voto calificado”; acotando con sarcasmo: “¡Horrenda blasfemia”!  Y hasta de la mano de Mitre se permite aseverar elogiosamente que esos hombres trataban de “impedir que el populacho tomase en la gestión de los negocios públicos una participación activa y directa”[1]. “Donde hay elecciones hay democracia –sigue satirizando-.La libertad electoral encierra todas las libertades. La democracia es una religión y su iglesia el Congreso o Parlamento, donde se juntan los representantes elegidos por el pueblo para manifestar concretamente su voluntad [...]; y se supone que una cosa que sufraga la mitad más uno de todos los electores del país debe ser sagrada como un dogma”[2]. Como se ve, no se le escapaba a Hugo Wast la íntima y última razón teológica que subyace en la perversión democrática.

           Pero es imposible no mencionar aquí la celebérrima novela 666, aparecida originalmente en 1942. En sus páginas es explícitamente demoledora la crítica a la democracia, al sufragio universal, a la soberanía del pueblo, a las mafias comiteriles propias de la partidocracia y a todo cuanto lleve el signo ominoso del poder de las multitudes y sus demagogos. Hasta su personaje Monseñor Fochito– símbolo vivo de una iglesia apóstata- es presentado como un pastor infiel, cuya prueba visible más escandalosa de la deslealtad a la Fe Verdadera, es que lleva ufano sobre su cabeza una tiara con cuatro brillantes, correspondiendo el cuarto a la Democracia.

           Otro personaje repelente, aunque menor, Aspasia Pérez, se gloría de poder decir: “Yo soy como mi padre; no creo en Dios; creo en la soberanía de los pueblos”; creencia que, por otra parte era común entre los miembros del anarco-marxismo, a quienes Hugo Wast presenta en batalla con el viril sector de los Nacionalistas. “Para los nacionalistas mil túnicas valían menos que una espada y mil votos menos que una túnica. Una espada, pues, valía para ellos más que un millón de votos. El populacho rojo horripilábase de esa horrenda aritmética del acero. La urna electoral era su arca de la alianza. Todos[..] gozaban del más sacrosanto de los derechos humanos, el verdadero rasgo distintivo del hombre en la escala zoológica: la facultad de votar, elegir y ser elegidos”[3].

          No debería ignorarse tampoco que Gustavo Martínez Zuviría escribió 39 artículos políticos en el periódico Combate, que dirigía Jordán Bruno Genta. Artículos en total sintonía con la línea editorial de la publicación, y que es la misma que inspira y sostiene nuestra tesis.

          Esos 39 artículos se prolongan entre el nº 8, de 1956: “Alicia en el país de las tentaciones” y el nº 42, de 1957: “Y el pueblo eligió a Barrabás”[4]; y si bien todos son críticos del demoliberalismo y de sus perfidias inherentes, hay algunos que se destacan por la especificidad de las críticas, en la misma línea argumental que, salvando las distancia, hemos tratado de mantener en nuestros propios escritos. Mencionamos en tal sentido: a) “Después de las elecciones de presidente que ocurrirán en el año 2000 de la era cristiana” [n. 32,1957,p.4]; b) “Este asado con cuero en que lo han convertido”[n.9,1956,p.2]; c)“Frutos podridos de la democracia”    [n.5,1956.p.1];  d) “Hartazgo de democracia” [n. 33, 1957,p.1-2]; e) “Lo que será el primer zarpazo del futuro gobierno” [n.32,1957,p.2-3];f) “La mayoría nunca se equivoca” [n.34,1957,p. 1-2]; g) “Una nueva arma para defender la democracia”[n.21,1956,p.3-4];h)“Los pantalones del muerto” [n.18,1956,p.3]; i)“Preparando las petacas” [n.33,1957,p.4]; j)“Qué es la democracia” [n.12,1956,p.1];  k) “Y el pueblo eligió a Barrabás” [n.42,1957,p.2-3].

          Sirvanos de muestra dos botones, pues es imposible transcribir la totalidad de estas formidables notas. “Nosotros, los argentinos, hemos tenido ocasión de conocerlo [al hartazgo de la democracia]. Todavía estamos con náuseas[...].¡Ganar elecciones! ¡El único ideal de ustedes [el de los demócratas]. El pueblo no les interesa sino para ganar elecciones, y están dispuestos a todos los servilismos y a todas las injusticias para sonsacarle el voto. Y que reviente después[...]. Tal es la democracia que nos ofrecen, no fundada en la Verdad sino en la mitad más uno”[5].

          Con su habitual sentido del humor candoroso pero efectivo, se pone después en la piel y en la boca de un demócrata, y ridiculizándolo le hace decir: “La democracia suple los sacramentos. Creer en la soberanía del pueblo, en el sufragio universal y en que el pueblo no se equivoca cuando se expresa por mayoría de votos, vale tanto como creer en Dios, porque es la voz de Dios [...]. Una elección es como un sacramento. Dichosos los pueblos donde hay muchas y frecuentes elecciones”[6].

          Reiteramos la conclusión ya otras veces formulada. No se puede mentar la soga en casa del ahorcado, sin el riesgo de que quien así la mente termine colgado. La conversión, el giro y el punto de llegada político de Hugo Wast, no les da la razón a los nacionalistas democráticos. Se las niega.

Antonio Caponnetto






[1] Hugo Wast, Año X, Buenos Aires, Goncourt, 1970,p.34-35.
[2] Ibidem, p. 173.
[3] Hugo Wast,666. Usamos la versión de Editorial Aocra, Buenos Aires, 1975 (p.230-231),que contiene asimismo su otra obra clásica, Juana Tabor.Es imposible transcribir aquí y ahora el texto íntegro de esta profética novela –profética incluso en sentido estricto, puesto que los desbarres políticos más calamitosos cometidos democráticamente, son encabezados por una presidenta- pero recomendamos al lector que repase o revise el capítulo IV denominado “La Argentina en guerra”. Recomendamos asimismo el análisis que hace Juan Bautista Magaldi, En torno a Hugo Wast, Buenos Aires, Ediciones del Peregrino, 1995, capítulo IV, “Palabras proféticas”.
[4] La nómina completa, el resumen de cada uno y la localización exacta en cada ejemplar, puede verse en Mario Caponnetto, Combate. Estudio e Índice, Buenos Aires, Instituto Bibliográfico Antonio Zinny,1999,p.155-160. Asimismo, el lector interesado, puede consultar la colección de Combate,en la Hemeroteca del Nacionalismo que alberga el precitado Instituto Zinny.
[5] Cfr. Hartazgo de democraciaCombate, n.33, Buenos Aires, 18 de julio de 1957, p. 1-2.
[6] Cfr. La mayoría nunca se equivocaCombate,n.34, Buenos Aires, 1 de agosto de 1957, p. 1.