sábado, 20 de julio de 2019
La influencia judía en la Francmasonería – Por León de Poncins (parte 1 de 2)
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¿Quién inspira, quién dirige a la Francmasonería? Muchos afirman sin titubear: la influencia judía. Porque la cuestión judía está
indisolublemente ligada a la cuestión
masónica. Actualmente, judíos y francmasones trabajan en colaboración para obtener el triunfo de la revolución universal.
Muchos de los altos cargos masónicos
están ocupados por judíos en todos los países. *Recordemos que durante el
importantísimo período de la guerra, Nathan era Gran Maestre de la francmasonería italiana, y Khon, Gran Maestre de la francmasonería alemana, por no citar más
que estos dos nombres harto conocidos.
Existen logias exclusivamente judías, como las célebres de las Bnai-Brith, cuyo asiento está en
Chicago.
El espíritu
judío domina a la Masonería y le imprime ese odio anticristiano; sin eso,
difícilmente se explicaría su rigor. La Masonería sostiene y defiende en todas
partes los intereses judíos. ¿Desde
cuándo data esta alianza?
EL ORIGEN DE LA ALIANZA DE FRANCMASONES Y
JUDÍOS.
Existen dos teorías. Una de Gougenot des Mousseaux y de Copin Albancelli, que dice: Los judíos crea ron en todas partes la
Francmasonería para corromper a los pueblos de la civilización cristiana, y
propagar, a cubierto de esta máscara, la revolución universal, que había de
traer la dominación de Israel. Esta no
es más que un instrumento y un medio en manos de los judíos.
Para confirmar esta teoría, podemos citar el
artículo del Dr. Isaac Wise publicado en la revista El Israelita, del 3 de
agosto de 1866.
La Masonería es
una institución judía, cuya historia y cuyos deberes, contraseñas y explicaciones
son judíos desde el principio hasta el fin, excepto un solo grado secundario y
algunas palabras de la fórmula del juramento.
La otra teoría, de Webster
y de Wichtl, dice: “La Francmasonería
era en principio una institución buena y sana; pero agitadores revolucionarios,
principalmente judíos, aprovechando su organización secreta, se introdujeron
poco a poco en ella. Corrompieron y desviaron su fin moralizador y
filantrópico, llevando su acción a fines revolucionarios. Esto se prueba porque
parte de ella conserva su primitiva finalidad, como sucede con la Francmasonería
inglesa. Podemos citar lo que dijo el judío Bernardo Lazare en el Antisemitismo:
¿Cuáles fueron las relaciones de los judíos
y de las sociedades secretas?
Es difícil dilucidar esta cuestión, por
falta de documentos de Incontrastable valor. Evidentemente, no dominaron en
estas asociaciones, como pretenden los escritores que acabo de citar, ni fueron
él alma, el Jefe, él Gran Maestre de la Masonería, como afirma Gougenot. Sin embargo, es evidente que no hubo más que judíos en la cuna de la
Masonería, judíos cabalistas, como lo prueban ciertos ritos que se conservan; y
muy probablemente, en los años que precedieron a la Revolución francesa
entraron en mayor número todavía en los consejos de esta sociedad y fundaron
sociedades secretas. Hubo judíos en
torno de Weishaupt; y Martínez de Pascualís, un judío de origen
portugués, organizó numerosos grupos de iluministas en Francia y reclutó muchos
adeptos, que iniciaba en el dogma de la reintegración. Las logias Martinecistas fueron místicas; mientras las demás órdenes de
la Masonería eran más bien racionalistas; asi, que se puede decir que las
sociedades secretas representaron los dos lados del espíritu judío, o sea, el
racionalismo práctico y el panteísmo, ese panteísmo que, siendo reflejo
metafísico de la creencia en Dios uno, viene a parar en la teúrgia cabalística.
Fácilmente se demostraría la armonía de estas dos tendencias, la alianza de Cazotte, de
Cagliostro, de Martínez, de Saint Martín, del conde de Saint Germain y
de Eckartshausen,
con los enciclopedistas y los Jacobinos, y la manera con que llegaron al mismo
resultado, a pesar de sus notables diferencias, es decir, al debilitamiento del Cristianismo.
Esto, una vez más, serviría únicamente para probar que
los judíos pudieron ser buenos agentes de las sociedades secretas
porque las doctrinas de estas sociedades concordaban con
sus propias doctrinas; pero esto no quiere decir que fueran
los iniciadores.
“LAS
FUERZAS SECRETAS DE LA REVOLUCIÓN”