OTRA VEZ EL PERONISMO
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9 sept. 2019
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OTRA VEZ EL PERONISMO
Es
seguro que solo con leer el título me saltarán a la yugular aquellos
que pertenecen a esa especie política, sentimental y desorientada, que
se mueve por los intersticios
de la política sin que nadie los tome en serio, y menos en su partido, y
que se autodenominan “los verdaderos peronistas de Perón”.
Esos que podríamos denominar los NyC (nacidos y criados) del movimiento, los que su canción de cuna fue “la marchita”
y que aprendieron a leer diciendo “Perón me ama”.
Hombres y mujeres con un linaje peronista impoluto y que, quizás por
esto, jamás pudieron tomar parte en la decisiones, traiciones y
ruindades que en nombre del “general”,
cometen casi a diario sus seguidores sea cual sea el nombre de fantasía que en ese momento tenga el movimiento nac & pop.
Es
que es bastante probable que el peronismo vuelva al gobierno y sin duda
alguna me dirán los NyC, por enésima vez, que ni los Fernández, ni
Kicillof, ni la Magario ni ninguno
que se monte al circo actual que hoy se llama “Frente de Todos”
son peronistas. Probablemente sea cierto, pero eso refuerza mi tesis
que “los verdaderos peronistas de Perón”, si es que existen, solo han
quedado para derramar una lágrima recordando como sus abuelos se
refrescaron las patas en las fuentes de la Plaza de
Mayo.
Creo que nadie ha entendido cual era la bellaquería intrínseca del peronismo. Quizás
habría que buscarla en la manera en que “El
Lider”
reclutó a su gente y en la versatilidad ética que le impuso a su
movimiento. No hablemos de los que vislumbraron con sincera honestidad
que- mejoras pero
también dádivas mediantes- su vida cambiaría; al fin y al cabo quienes
poblaron la plaza el 17 de octubre eran solo eso, ilusionada carne de
plaza que esperaba una reivindicación ineludible y decididos a entregar
con amor y lealtad, cual una virgen de barrio,
su himen al “seductor”.
En
realidad no es de estos de quienes debemos hablar; sobre quienes
debemos poner la mirada es sobre aquellos que- un día de mago, varita
mágica y conejo en la galera-
despertaron como “dirigentes peronistas”.
Una inmensa runfla de interesados en canonjías baratas y de ocasión,
mangantes desvergonzados del erario, que intuían que el nuevo movimiento
era algo más que un salvavidas, porque en él, al igual que en un Arca
de Noé de trueque y cambalache, había lugar
para cualquiera, junto a unos pocos, poquísimos, “verdaderos peronistas de Perón”.
Había
hombres de la diáspora conservadora, nacionalistas a los que el suicida
de la cancillería de Berlín había dejado huérfanos, radicales
desencantados, socialistas de barrio,
republicanos españoles que tapándose la nariz adherían a un proyecto
fascista y hasta un joven intelectual conservador a quien la
bolilla negra de un club exclusivo lo depositó en las playas Nac & Pop.
Esta
ralea de vivillos, logreros y tahúres fue el magisterio donde se
formaron las sucesivas camadas de “dirigentes peronistas” que hasta el
día de hoy se delatan, traicionan
y hasta se matan, pero que a la hora de asaltar el poder y hacerse con
el dinero del pueblo, se juntan como pirañas.
Es
un triste pero necesario ejercicio analizar la genealogía de muchos
peronistas. ¿Podía negarle alguien, en 1971, una partida de nacimiento
peronista a Firmenich?, en esa
época
él era, según “El Lider”
el jefe de “la juventud maravillosa”,
¿y John William Cooke, era un importador de habanos “Partagas” o era el
cartero que llevaba los mensajes de Perón a Castro y a la OLAS? Y así
podríamos llegar a hechos verdaderamente trágicos como fue el asesinato
de uno de los pocos “peronistas de Perón”,
José Ignacio Rucci. ¿De dónde venían sus asesinos?, casi ninguno era de
cuna peronista, pero todos eran, o se decían, peronistas; Albertina Paz
de Saavedra Lamas, venía de una familia conservadora y antiperonista,
Miguel Bonasso de la General Motors, Julio
Roqué del partido comunista, Norberto Habegger de la Acción Católica y
así, en todas las acciones del “movimiento”,
desde 1943 en adelante, esto ha sido la regla y no la excepción.
Es
bastante probable que el peronismo vuelva al gobierno; solo podría
salvarnos un milagro, pero tengo para mí que Dios Nuestro Señor está
bastante harto de nosotros. La historia
de los argentinos de los últimos setenta años- salvo aquellas
excepciones donde primó un
espíritu
de grandeza, 1982 fue la última- es la historia de un pueblo que,
enmarcado en una frivolidad absoluta y en una obscena flaqueza moral ha
preferido
la adoración del becerro de oro por sobre la construcción de una
Patria.
JOSE LUIS MILIA