Santiago Abascal se va del PP
“Ha “llovido” demasiado. Hasta aquí hemos llegado.” Lo decía Santiago Abascal esta noche en su Twitter. Hace una hora enlazó desde él una carta que publica en su web personal, en la que le comunica a Rajoy “la dolorosa determinación de poner fin a mi militancia de casi dos décadas en el Partido Popular”, al que se afilió con 18 años y del que llegó a ser miembro de su junta directiva nacional.
¿Qué ha hecho la dirección del PP para merecer el enfado de las víctimas de ETA?
El ‘cambio’ que prometió Rajoy se ha quedado en nada dos años después
Tras citar a algunas de las personas del PP con las que aún se siente identificado -“José María Aznar, Esperanza Aguirre, Alejo Vidal Quadras, Jaime Mayor Oreja, o Santiago Abascal Escuza, mi propio padre”-, Abascal expone lo que algunos llevamos pensando desde hace tiempo: “me voy porque, a diferencia de ellos, he llegado a la conclusión definitiva de que no hay ninguna posibilidad de cambiar las cosas desde dentro,
y de que el Partido Popular, su estructura, sus abnegados militantes, y
su generosa y patriota base social, a la que no os merecéis, están
secuestrados por la inamovible cúpula dirigente a la que representas, cúpula que ha traicionado nuestros valores y nuestras ideas.”
Santiago reconoce que su decisión no ha sido repentina: “Una
decisión así no se toma en dos días. Acumulo meses de penosas
reflexiones, e incluso años, desde el Congreso de Valencia de 2008. Hoy,
24 de noviembre de 2013, traspasado el ecuador de la legislatura, ya no me reconozco en las políticas de Gobierno del PP, del Gobierno que lideras;
y no me reconozco, precisamente, porque yo sí sigo creyendo en los
mismos principios que inspiraron nuestros mejores días y los mejores
días de la España contemporánea.”
Así mismo, Abascal explica los motivos que le llevan a abandonar el PP, que coinciden casi en su totalidad con los que me han llevado a mí a dejar de votar a ese partido:
“La actitud de la cúpula del partido ante la suelta de terroristas ha sido la gota que ha colmado el vaso. La excarcelación de terribles criminales ha marcado, sin duda, un antes y un después en mis sentimientos y mi percepción de la dirección que representas, pero mentiría si adujera a esta única razón para explicar este distanciamiento que ha terminado en ruptura. Llueve, Presidente. Llueve sobre mojado. La continuación de la política sobre terrorismo heredada del gobierno anterior, el trato indigno dado a las víctimas del terrorismo y a sus manifestaciones, la actitud pasmada y pasmosa ante el desafío de los dirigentes separatistas, la torpe decisión de sumarse al desconcierto que trajo la ola de reformas estatutarias, la negativa radical a abordar una reforma profunda del modelo autonómico, el abandono de la defensa de la lengua común en la educación y en la administración en algunas regiones, la insólita y suicida posición política del partido en Cataluña y País Vasco, la consolidación por inacción de toda la legislación ideológica de Zapatero, el aumento de la presión fiscal en contra de nuestros principios sobre política económica, la pasividad ante la legislación que ataca la vida del no nacido, la actitud acrítica y la falta de medidas ante la corrupción que ha afectado al Partido Popular, la negativa a democratizar internamente nuestro partido o el pisoteo de nuestros propios estatutos internos. Todo constituye un incumplimiento flagrante de nuestro programa electoral, del contrato que firmamos con los ciudadanos que nos dieron la mayoría absoluta y, en definitiva, de la misión política histórica que correspondía al Partido Popular.”
Considero a Santiago una de las personas más admirables que aún quedaban en el PP,
y confieso que la decisión de su marcha me entristece un poco, porque
no hace más que confirmar que ese partido ya no tiene remedio y que a
los españoles nos toca una larga travesía por el desierto antes de que
vuelva a aparecer una alternativa liberal-conservadora con opciones de
gobernar, y que se tome en serio la misión de llevar a cabo las reformas
que la dirección del PP se niega a llevar a cabo. Pero mi tristeza no
es desánimo. Hace ya tiempo que di por perdida la posibilidad de una
regeneración desde el ámbito parlamentario, en el que se halla una clase
política que es, en buena medida, la causa de este estado de cosas.
Mantengo mi esperanza en la sociedad civil, en el empeño de los
ciudadanos por hacernos oír y por trabajar por aquello que han decidido
traicionar los políticos que dicen representarnos.
Mi abrazo desde aquí a Santi Abascal y a todos los que, como él, se han quedado a la intemperie. Una intemperie que, con todo, es libertad y resulta preferible a tener que comulgar con ruedas de molino.
