BANDERA Y BANDA
Hay quienes sugieren trastornos mentales. Entre otras pruebas, aducen la “carta” al Romano Pontífice, especie de soliloquio psicoanalítico en borrador, que ha motivado diversas “respuestas” en solfa (de “Pancho” a “Cris”), que corren por Internet. Dado que no somos profesionales de la psiquiatría, no nos corresponde emitir opinión al respecto.
Sí, lo haremos en dos planos políticos de notorio conocimiento. Asuntos dispares, pero que, a nuestro entender, se aúnan en pos de una misma finalidad: erosionar la identidad y la defensa nacionales. Uno, referente a un nuevo ultraje a los símbolos patrios, en este caso el Himno. El otro, apuntado a la indefensión generada en el país a partir de la derrota del 14 de junio de 1982, ahora aplicada al relevo de la cúpula militar.
De ambos sucesos pasamos a ocuparnos.
Bandera e himno
En ocasiones anteriores hemos aludido a las reiteradas violaciones al artículo 222, cuarto párrafo del Código Penal, que pena el ultraje a los símbolos patrios. En alguna oportunidad —el 9 de diciembre de 2012— la afrenta fue cometida con la abierta complicidad de las autoridades castrenses, que permitieron la ejecución del Himno Nacional por la banda del regimiento de Granaderos a Caballo, en tiempo de cumbia.
Eso, sin mentar los meneos presidenciales que, de momento, han concluido en el uso directo de un redoblante en público, con el consiguiente contoneo de la jefa del Poder Ejecutivo, sin perjuicio de su riguroso y extenso luto. Como esto afecta sólo al respeto debido a la investidura presidencial, en el contexto actual lo consideramos “peccata minuta”.
Pues, ese atentado se ha repetido una vez más, adoptando ribetes alocados.
El hecho ocurrió el día 20 de junio del corriente año, al celebrarse en Rosario un nuevo aniversario del primer izamiento de la bandera argentina por el General Manuel Belgrano. Los diarios “serios” han comentado el suceso, pero concediendo más atención al discurso presidencial posterior por su carácter de proclama totalitaria. Tal aspecto, para nosotros es secundario. Sin negar la peligrosidad institucional que supone, creemos que por atacar sólo al sistema de Gobierno constitucional, es de inferior categoría al ultraje de los símbolos nacionales, emblemas de la Patria, principio de nuestro ser, conforme lo enseñara Santo Tomás de Aquino. Porque acá se ha ofendido al ser nacional, en consonancia con la campaña desatada después del fracaso malvinero.
Recordemos la circunstancia.
La banda de guerra del Regimiento escolta debía ejecutar el Himno Nacional, según la pauta fijada por el Decreto del 24 de abril de 1944, esto es, ajustándose al arreglo elaborado por Pedro Esnaola en 1860. Porque, aunque muchos no lo sepan, hay una única manera de tocar nuestra canción patria. En razón de lo cual, cualquier otra forma supone la comisión, de puro derecho, del ilícito previsto y castigado por el Código Penal.
Pues bien, el 20 de junio del 2013, la banda regimental tuvo que aceptar la “colaboración” del conjunto Choque Urbano, ubicado en unos de los dos costados del frente del Monumento rosarino. La referida murga dividió su ejecución, tocando una parte en tiempo de cumbia o salsa y la otra de malambo, con los respectivos bailarines zapateadores en el escenario. Ni qué decir que la Sra. Presidente se entusiasmó con ese espectáculo, acompañándolo con movimientos rítmicos de su cuerpo, siempre estrictamente enlutado (ver diario “La Nación”, editorial del día 29 de junio, pág. 26).
No se ha sabido que las Jefaturas castrenses exigieran al director de la banda regimental una rendición de cuentas por aquel acontecimiento bochornoso. Y si eso no se ha planteado, puede deberse a la otra circunstancia que enfocamos en este artículo y glosamos a continuación.
Relevos
Sin decir “¡agua va!”, el miércoles 26 de junio del presente año, la Presidente Cristina Fernández de Kirchner, con el refrendo de su Ministro de Defensa Agustín Rossi, decretó el relevo de toda la cúpula de las Fuerzas Armadas. Asunto que en otras épocas hubiera provocado gran conmoción y que al presente apenas si mereció un título de media página en los diarios. Muestra patente de la irrelevancia en que han caído los problemas defensivos.
De esa suerte, un joven general de brigada, Luis María Carena, cuyos destinos anteriores habían sido la Dirección General de Material y la de Remonta y Veterinaria, pasó a desempeñarse nada menos que en el más alto cargo castrense, el de la jefatura del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas. Reemplazó así al brigadier general Jorge Alberto Chevalier. Y quedó a cargo de la conducción estratégica de la Defensa Nacional, en particular, en situaciones bélicas.
En la jefatura del Ejército cesó el teniente general Luis Alberto Pozzi, quien fue reemplazado por el general de división César Milani, formado en el arma de ingenieros y especializado en la tarea de inteligencia.
También en la Armada y en la Fuerza Aérea se produjeron cambios de altos mandos. Sin embargo, los personajes que concitaron toda la atención fueron Milani y Carena, por su pertenencia a ciertas armas y sus vinculaciones políticas. A raíz de lo cual, el diario “La Nación” encabezaba su noticia con este parágrafo: “Tanto Milani como Carena se especializaron en el área de inteligencia y tejieron vínculos con la Secretaría de Inteligencia (ex SIDE) y con el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), que conduce Horacio Verbitsky y que ha influido en la definición de los ascensos militares en los últimos años” (jueves 27 de junio de 2013, pág. 1).
Respecto de la figura central, César Milani, el mismo matutino porteño, anotaba lo siguiente: “El ascenso de Milani, que fortaleció su posición en el Ejército durante los cinco años en que Garré condujo el Ministerio de Defensa, generó fuerte impacto entre los oficiales de la fuerza” (op. cit., pág. 8).
Se lo fotografiaba junto a Nilda Garré, con la aclaración que estaba “vinculado” a ella. Tal uso verbal podía despertar alguna suspicacia. La Sra. Garré, ex esposa de Copello, ex diputada nacional expulsada en 1974 del Congreso Nacional por el Presidente Juan Domingo Perón, y asilada entonces en México, estuvo “vinculada” antes y después con Juan Manuel Abal Medina (padre), con quien convivió en el exilio. De regreso al país estuvo “vinculada” a los ex dirigentes Montoneros Jorge Luis Bernetti y Ernesto Jauretche, a quienes designó como funcionarios en Defensa, en los tiempos de Kirchner.
Además, Garré se asesora con Horacio Verbitsky, ex directivo de la inteligencia Montonera. Verbitsky recibió el CELS, un sello de goma en la época de su fundador Fermín Mignone, y lo transformó en la ONG mayor de la Argentina pos-malvinera. Organización aplicada a tareas de inteligencia y contrainteligencia internas. Carlos Manuel Acuña en el libro que dedicó a su estudio, documentó el hecho de la recepción de un millón de dólares anuales de la Fundación Ford (“Verbitsky. De La Habana a la Fundación Ford”, Bs. As., Pórtico, 2003). Ese dato no sólo nunca fue desmentido, sino que el CEO de tal organismo, Gastón Chillier, admitió que sus únicas fuentes de financiación era el NED (National Endowment for Democracy) del Partido Demócrata de los Estados Unidos, la Embajada inglesa en Buenos Aires y el Foreing Office en Londres, además de la citada Fundación Ford. En total, una suma cercana a los cinco millones de dólares (“La Nación”, Bs. As., 12 de setiembre de 2010, sección “Enfoques”, pág. 4). Prueba acabada de la colusión imperialista-marxista en la Argentina.
Volviendo a la citada Sra. Nilda Garré, digamos que en junio del corriente año, al postularse para Embajadora en la OEA, no obtuvo el voto aprobatorio en el Senado. En cambio, fue denunciada por los senadores Gerardo Morales y José Cano por los presuntos delitos de defraudación a la administración pública, incumplimiento de los deberes de funcionario público, estafa y enriquecimiento ilícito. Todo esto, en razón de que en el Registro del Automotor donde antes de asumir sus cargos estatales se había desempeñado, había seguido cobrando sus emolumentos a pesar de la licencia que le fue concedida.
La indicada Garré había nombrado en una secretaría del Ministerio de Defensa a Natalia Federman, sobrina de Horacio Verbitsky, de nacionalidad británica, cuyo padre Andrés Federman seguía empleado en la Embajada del Reino Unido, aparentemente como “residente” del MI6. Luego Garré trasladó con ella a Natalia Federman al Ministerio de Seguridad. Con la designación de Arturo Puricelli en este último ente, la aludida renunció. Hecho que fue entendido como una pérdida de influencia de Verbitsky en esa área. Ahora, se aprecia que, por modo alguno, el “Perro” ha amenguado su influjo en el Gobierno de Fernández de Kirchner.
En tal sentido, el diario “La Nación” describe los conflictos internos suscitados entre Puricelli y el general Milani, y acota: “En noviembre pasado, el propio Puricelli denunció ante el juez Norberto Oyarbide la existencia de irregularidades en compras directas, sin licitación, por parte del Ejército en el Mercado Central, lo que salpicaba a Milani, que tenía bajo su mando el área de intendencia. A raíz de otra denuncia del diputado Federico Pinedo (Pro), la Justicia comenzó a investigar el supuesto pago con facturas truchas por $ 150 millones en el Mercado Central” (ibídem).
Acerca del otro experto en espionaje, Luis Carena, el citado matutino expone: “Fuentes castrenses indicaron a La Nación que el nuevo jefe del Estado Mayor (Carena) tiene una relación cercana con Zannini y desde hacía tiempo se lo mencionaba como posible candidato a un alto cargo militar” (ibídem).
Como es sabido, el secretario de Legal y Técnica de la Presidencia, Carlos Zannini, estuvo cuatro años preso en tiempos del Gobierno Militar por su pertenencia a la Vanguardia Comunista, movimiento guerrillero de corte maoísta.
Por si existieran dudas sobre el significado genuino de las designaciones castrenses, el General César Milani, al ser puesto en funciones por la Sra. Presidente, afirmó que: quería una fuerza que “acompañe el proyecto nacional”, que aseguró “se encuentra vivo e instalado en el corazón y la mente de los argentinos”.
Dijo también que pretendía una fuerza “madura, mirándose al futuro, con clara esperanza” y un ejército “sanmartiniano comprometido con la democracia y los derechos humanos” (“Los Andes”, Mendoza, 4 de julio de 2013, pág. 4-A).
Madurez, entre cuyos reflejos se halla el de pertenecer a un país que destina el porcentaje más bajo del PBI a la Defensa en la región americana (0,8%), sin que sus Fuerzas Armadas chisten, salvo por los rubros en negro de los salarios. Como observa Rosendo Fraga, esa declaración políticamente implica: “la intención de alinear a la estructura militar con el proyecto del kirchnerismo… Pero, al mismo tiempo, este giro en la política militar se da cuando la Presidenta acentúa su adhesión al modelo chavizta, tanto en la política económica como en la exterior, así como en lo cultural y en la interpretación de la historia, como bien lo evidencia la estatura de Colón ya tumbada” (“La Nación”, 6 de julio de 2013, pág. 10).
Lo cierto es que: “Los medios de las Fuerzas Armadas se degradaron en los últimos años. Sólo la inteligencia militar recibió más fondos y equipos que en el pasado. Además. más mandos de esa especialidad fueron promovidos” (Ibidem).
En suma, los mandos castrenses son ahora especialistas en espionaje político interior, vinculados a ex guerrilleros que trabajan en el espionaje castrense financiado foráneamente y están directamente relacionados con el poder kirchnerista.
De ese modo se completa el círculo del infortunio que se iniciara el 14 de junio con la derrota de Puerto Argentino.
Eso sí, en marcha, a los sones de bandera y banda, que puede ser ejecutada en tiempo de cumbia, si así se prefiere.
Enrique Díaz Araujo
Sí, lo haremos en dos planos políticos de notorio conocimiento. Asuntos dispares, pero que, a nuestro entender, se aúnan en pos de una misma finalidad: erosionar la identidad y la defensa nacionales. Uno, referente a un nuevo ultraje a los símbolos patrios, en este caso el Himno. El otro, apuntado a la indefensión generada en el país a partir de la derrota del 14 de junio de 1982, ahora aplicada al relevo de la cúpula militar.
De ambos sucesos pasamos a ocuparnos.
Bandera e himno
En ocasiones anteriores hemos aludido a las reiteradas violaciones al artículo 222, cuarto párrafo del Código Penal, que pena el ultraje a los símbolos patrios. En alguna oportunidad —el 9 de diciembre de 2012— la afrenta fue cometida con la abierta complicidad de las autoridades castrenses, que permitieron la ejecución del Himno Nacional por la banda del regimiento de Granaderos a Caballo, en tiempo de cumbia.
Eso, sin mentar los meneos presidenciales que, de momento, han concluido en el uso directo de un redoblante en público, con el consiguiente contoneo de la jefa del Poder Ejecutivo, sin perjuicio de su riguroso y extenso luto. Como esto afecta sólo al respeto debido a la investidura presidencial, en el contexto actual lo consideramos “peccata minuta”.
Pues, ese atentado se ha repetido una vez más, adoptando ribetes alocados.
El hecho ocurrió el día 20 de junio del corriente año, al celebrarse en Rosario un nuevo aniversario del primer izamiento de la bandera argentina por el General Manuel Belgrano. Los diarios “serios” han comentado el suceso, pero concediendo más atención al discurso presidencial posterior por su carácter de proclama totalitaria. Tal aspecto, para nosotros es secundario. Sin negar la peligrosidad institucional que supone, creemos que por atacar sólo al sistema de Gobierno constitucional, es de inferior categoría al ultraje de los símbolos nacionales, emblemas de la Patria, principio de nuestro ser, conforme lo enseñara Santo Tomás de Aquino. Porque acá se ha ofendido al ser nacional, en consonancia con la campaña desatada después del fracaso malvinero.
Recordemos la circunstancia.
La banda de guerra del Regimiento escolta debía ejecutar el Himno Nacional, según la pauta fijada por el Decreto del 24 de abril de 1944, esto es, ajustándose al arreglo elaborado por Pedro Esnaola en 1860. Porque, aunque muchos no lo sepan, hay una única manera de tocar nuestra canción patria. En razón de lo cual, cualquier otra forma supone la comisión, de puro derecho, del ilícito previsto y castigado por el Código Penal.
Pues bien, el 20 de junio del 2013, la banda regimental tuvo que aceptar la “colaboración” del conjunto Choque Urbano, ubicado en unos de los dos costados del frente del Monumento rosarino. La referida murga dividió su ejecución, tocando una parte en tiempo de cumbia o salsa y la otra de malambo, con los respectivos bailarines zapateadores en el escenario. Ni qué decir que la Sra. Presidente se entusiasmó con ese espectáculo, acompañándolo con movimientos rítmicos de su cuerpo, siempre estrictamente enlutado (ver diario “La Nación”, editorial del día 29 de junio, pág. 26).
No se ha sabido que las Jefaturas castrenses exigieran al director de la banda regimental una rendición de cuentas por aquel acontecimiento bochornoso. Y si eso no se ha planteado, puede deberse a la otra circunstancia que enfocamos en este artículo y glosamos a continuación.
Relevos
Sin decir “¡agua va!”, el miércoles 26 de junio del presente año, la Presidente Cristina Fernández de Kirchner, con el refrendo de su Ministro de Defensa Agustín Rossi, decretó el relevo de toda la cúpula de las Fuerzas Armadas. Asunto que en otras épocas hubiera provocado gran conmoción y que al presente apenas si mereció un título de media página en los diarios. Muestra patente de la irrelevancia en que han caído los problemas defensivos.
De esa suerte, un joven general de brigada, Luis María Carena, cuyos destinos anteriores habían sido la Dirección General de Material y la de Remonta y Veterinaria, pasó a desempeñarse nada menos que en el más alto cargo castrense, el de la jefatura del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas. Reemplazó así al brigadier general Jorge Alberto Chevalier. Y quedó a cargo de la conducción estratégica de la Defensa Nacional, en particular, en situaciones bélicas.
En la jefatura del Ejército cesó el teniente general Luis Alberto Pozzi, quien fue reemplazado por el general de división César Milani, formado en el arma de ingenieros y especializado en la tarea de inteligencia.
También en la Armada y en la Fuerza Aérea se produjeron cambios de altos mandos. Sin embargo, los personajes que concitaron toda la atención fueron Milani y Carena, por su pertenencia a ciertas armas y sus vinculaciones políticas. A raíz de lo cual, el diario “La Nación” encabezaba su noticia con este parágrafo: “Tanto Milani como Carena se especializaron en el área de inteligencia y tejieron vínculos con la Secretaría de Inteligencia (ex SIDE) y con el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), que conduce Horacio Verbitsky y que ha influido en la definición de los ascensos militares en los últimos años” (jueves 27 de junio de 2013, pág. 1).
Respecto de la figura central, César Milani, el mismo matutino porteño, anotaba lo siguiente: “El ascenso de Milani, que fortaleció su posición en el Ejército durante los cinco años en que Garré condujo el Ministerio de Defensa, generó fuerte impacto entre los oficiales de la fuerza” (op. cit., pág. 8).
Se lo fotografiaba junto a Nilda Garré, con la aclaración que estaba “vinculado” a ella. Tal uso verbal podía despertar alguna suspicacia. La Sra. Garré, ex esposa de Copello, ex diputada nacional expulsada en 1974 del Congreso Nacional por el Presidente Juan Domingo Perón, y asilada entonces en México, estuvo “vinculada” antes y después con Juan Manuel Abal Medina (padre), con quien convivió en el exilio. De regreso al país estuvo “vinculada” a los ex dirigentes Montoneros Jorge Luis Bernetti y Ernesto Jauretche, a quienes designó como funcionarios en Defensa, en los tiempos de Kirchner.
Además, Garré se asesora con Horacio Verbitsky, ex directivo de la inteligencia Montonera. Verbitsky recibió el CELS, un sello de goma en la época de su fundador Fermín Mignone, y lo transformó en la ONG mayor de la Argentina pos-malvinera. Organización aplicada a tareas de inteligencia y contrainteligencia internas. Carlos Manuel Acuña en el libro que dedicó a su estudio, documentó el hecho de la recepción de un millón de dólares anuales de la Fundación Ford (“Verbitsky. De La Habana a la Fundación Ford”, Bs. As., Pórtico, 2003). Ese dato no sólo nunca fue desmentido, sino que el CEO de tal organismo, Gastón Chillier, admitió que sus únicas fuentes de financiación era el NED (National Endowment for Democracy) del Partido Demócrata de los Estados Unidos, la Embajada inglesa en Buenos Aires y el Foreing Office en Londres, además de la citada Fundación Ford. En total, una suma cercana a los cinco millones de dólares (“La Nación”, Bs. As., 12 de setiembre de 2010, sección “Enfoques”, pág. 4). Prueba acabada de la colusión imperialista-marxista en la Argentina.
Volviendo a la citada Sra. Nilda Garré, digamos que en junio del corriente año, al postularse para Embajadora en la OEA, no obtuvo el voto aprobatorio en el Senado. En cambio, fue denunciada por los senadores Gerardo Morales y José Cano por los presuntos delitos de defraudación a la administración pública, incumplimiento de los deberes de funcionario público, estafa y enriquecimiento ilícito. Todo esto, en razón de que en el Registro del Automotor donde antes de asumir sus cargos estatales se había desempeñado, había seguido cobrando sus emolumentos a pesar de la licencia que le fue concedida.
La indicada Garré había nombrado en una secretaría del Ministerio de Defensa a Natalia Federman, sobrina de Horacio Verbitsky, de nacionalidad británica, cuyo padre Andrés Federman seguía empleado en la Embajada del Reino Unido, aparentemente como “residente” del MI6. Luego Garré trasladó con ella a Natalia Federman al Ministerio de Seguridad. Con la designación de Arturo Puricelli en este último ente, la aludida renunció. Hecho que fue entendido como una pérdida de influencia de Verbitsky en esa área. Ahora, se aprecia que, por modo alguno, el “Perro” ha amenguado su influjo en el Gobierno de Fernández de Kirchner.
En tal sentido, el diario “La Nación” describe los conflictos internos suscitados entre Puricelli y el general Milani, y acota: “En noviembre pasado, el propio Puricelli denunció ante el juez Norberto Oyarbide la existencia de irregularidades en compras directas, sin licitación, por parte del Ejército en el Mercado Central, lo que salpicaba a Milani, que tenía bajo su mando el área de intendencia. A raíz de otra denuncia del diputado Federico Pinedo (Pro), la Justicia comenzó a investigar el supuesto pago con facturas truchas por $ 150 millones en el Mercado Central” (ibídem).
Acerca del otro experto en espionaje, Luis Carena, el citado matutino expone: “Fuentes castrenses indicaron a La Nación que el nuevo jefe del Estado Mayor (Carena) tiene una relación cercana con Zannini y desde hacía tiempo se lo mencionaba como posible candidato a un alto cargo militar” (ibídem).
Como es sabido, el secretario de Legal y Técnica de la Presidencia, Carlos Zannini, estuvo cuatro años preso en tiempos del Gobierno Militar por su pertenencia a la Vanguardia Comunista, movimiento guerrillero de corte maoísta.
Por si existieran dudas sobre el significado genuino de las designaciones castrenses, el General César Milani, al ser puesto en funciones por la Sra. Presidente, afirmó que: quería una fuerza que “acompañe el proyecto nacional”, que aseguró “se encuentra vivo e instalado en el corazón y la mente de los argentinos”.
Dijo también que pretendía una fuerza “madura, mirándose al futuro, con clara esperanza” y un ejército “sanmartiniano comprometido con la democracia y los derechos humanos” (“Los Andes”, Mendoza, 4 de julio de 2013, pág. 4-A).
Madurez, entre cuyos reflejos se halla el de pertenecer a un país que destina el porcentaje más bajo del PBI a la Defensa en la región americana (0,8%), sin que sus Fuerzas Armadas chisten, salvo por los rubros en negro de los salarios. Como observa Rosendo Fraga, esa declaración políticamente implica: “la intención de alinear a la estructura militar con el proyecto del kirchnerismo… Pero, al mismo tiempo, este giro en la política militar se da cuando la Presidenta acentúa su adhesión al modelo chavizta, tanto en la política económica como en la exterior, así como en lo cultural y en la interpretación de la historia, como bien lo evidencia la estatura de Colón ya tumbada” (“La Nación”, 6 de julio de 2013, pág. 10).
Lo cierto es que: “Los medios de las Fuerzas Armadas se degradaron en los últimos años. Sólo la inteligencia militar recibió más fondos y equipos que en el pasado. Además. más mandos de esa especialidad fueron promovidos” (Ibidem).
En suma, los mandos castrenses son ahora especialistas en espionaje político interior, vinculados a ex guerrilleros que trabajan en el espionaje castrense financiado foráneamente y están directamente relacionados con el poder kirchnerista.
De ese modo se completa el círculo del infortunio que se iniciara el 14 de junio con la derrota de Puerto Argentino.
Eso sí, en marcha, a los sones de bandera y banda, que puede ser ejecutada en tiempo de cumbia, si así se prefiere.
Enrique Díaz Araujo