Caída de Stiusso: ¿Hubo una orden presidencial para atacar a Bonadío?
La salida del Subsecretario Francisco Larcher de la SI era hasta ayer
el cambio más importante en el área de inteligencia -no contamos a
Héctor Icazuriaga, porque carecía de incidencia interna. Pero ayer, el
pedido de renuncia que el nuevo Secretario Carlos Parrilli le hizo al
Director de Operaciones Jaime Stiusso significó un cambio aún mayor.
Para el progresismo trucho que nos gobierna, la caída de Stiusso puede
presentarse como un éxito, aunque la realidad es más compleja.
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Hasta un
año atrás, cuando el gobierno lanzó la ofensiva por la “democratización
judicial”, el operador judicial cristinista más importante era Javier
Fernández, ex secretario letrado de la Corte Suprema y hoy Auditor
General. Con el apoyo de Stiusso, Fernández disintió en su momento con
la colonización del Poder Judicial. Unos días después de plantear esta
postura en la Casa Rosada, Fernández fue baleado en su auto en el barrio
de Colegiales cuando iba acompañado por su custodia. Fuentes de
inteligencia de la Federal conocidos como “los plumas” le dijeron a la
embajada americana que el operativo fue concretado por una patota del
hampa cercana a Mario Ishii, ex intendente de José C. Paz y muy cercano a
Carlos Zannini, el Secretario Legal y Técnico de la Presidencia y al
jefe del Ejército, Teniente General César Milani.
Final abierto
El caso es que hace diez días, la presidente citó a Larcher a Olivos y
allí le habría dicho sin vueltas: “Sacame a Bonadío de encima, que se
encargue Stiusso”. El subsecretario, un santacruceño íntimo de Néstor,
le habría pedido aclaraciones a CFK acerca de los alcances y la
conveniencia de la misión, por lo cual ella se molestó, despidiéndolo de
mala manera. Esta semana la presidente les pidió la renuncia a
Icazuriaga y Larcher. A este último, como deferencia, le habría
preguntado: “¿Hasta cuándo te querés quedar para arreglar tus cosas?”
“Una semana”, contestó. Sin embargo, ocurrió algo típico en el
cristinismo: al otro día Parrilli se presentó a desalojarlo con el nuevo
subsecretario, Juan Martín Mena.
La incógnita es ahora si Parrilli tiene instrucciones de sacar del
juego a Bonadío. ¿Habrá intentado que Stiusso le dé la solución y éste
se habrá negado, procediendo entonces a echarlo? Esto tal vez nunca se
sepa, pero la misma patota del hampa que baleó a Fernández estaría
activa y tal vez vinculada a la persecución de Bonadío como blanco. En
el gobierno hay, mientras tanto, fundadas esperanzas de que la Sala I de
la Cámara Federal acepte la recusación contra Bonadío planteada por
Carlos Beraldi, el abogado de Romina Mercado en la causa Hotesur. Hoy
por hoy, el juez del caso Hotesur es el más mirado del país, por la
embajada de los Estados Unidos y por el papa Francisco. En medio de
versiones inquietantes, lo cierto es que Larcher y Stiusso se fueron
llevándose el secreto de la supuesta orden presidencial para operar
contra Bonadío.