P. JUAN CARLOS CERIANI: INSÓLITA HERMENÉUTICA DEL OBISPO DE KENT
INSÓLITA HERMENÉUTICA DEL OBISPO DE KENT
El Obispo que no se retracta suma una impiedad a su catálogo.
Hoy le tocó el turno al Santo Evangelio.
La exégesis que hace del pasaje de San Mateo 7, 18 es digna de Decimejorge…, el usurpador de la sede de Santa Marta…
En su Comentario Eleison 385 dice:
In Our Lord’s own words, A good tree cannot bring forth evil fruit and an evil tree cannot bring forth good fruit (Mt. VII, 18).
But a tree half good, half bad, can produce fruits half good, half bad.
Como no hay traducciones oficiales, presento la mía, aceptando las mejoras:
En
propias palabras de Nuestro Señor, Un árbol bueno no puede producir
frutos malos y un árbol malo no puede dar frutos buenos (Mt. VII, 18).
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Pero un árbol medio bueno, medio malo, puede producir frutos medio buenos, medio malos.
Es útil leer el pasaje completo de donde es extraída la cita, San Mateo 7, 15-20:
Guardaos
de los falsos profetas, los cuales vienen a vosotros disfrazados de
ovejas, mas por dentro son lobos rapaces. Los conoceréis por sus frutos.
¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? Asimismo
todo árbol bueno da frutos sanos, y todo árbol malo da frutos malos. Un
árbol bueno no puede llevar frutos malos, ni un árbol malo frutos
buenos. Todo árbol que no produce buen fruto, es cortado y echado al
fuego. De modo que por sus frutos los conoceréis.
Comentando este pasaje, San Juan Crisóstomo, dice:
Para
que alguno no diga que el árbol malo produce malos frutos, pero que
también los produce buenos; y que por ello será difícil conocerlo, a no
ser gustando los dos frutos, añade: “No puede el árbol bueno llevar
malos frutos, ni el árbol malo llevar buenos frutos”.
Por su parte, San Agustín, explica de la siguiente manera:
De
aquí deducen los maniqueos que un alma no puede volverse buena, ni una
buena en mala, como si se hubiese dicho: “No puede un árbol bueno
convertirse en malo, ni un árbol malo volverse bueno”. Lo que se ha
dicho es: “No puede un árbol bueno producir malos frutos”, ni lo
contrario. El árbol es el mismo hombre. Los frutos son las acciones del
hombre. No puede, por lo tanto, un hombre malo hacer obras buenas, ni
uno bueno hacerlas malas. Luego si el malo quiere obrar bien, es preciso
que primero se haga bueno. Mientras uno es malo, no puede hacer obras
buenas. Puede suceder que lo que fue nieve no lo sea, mas no que la
nieve sea caliente. Así puede suceder que el que fue malo no lo sea,
pero no se podrá conseguir que el que es malo haga cosas buenas, pues
aunque alguna vez es útil, esto no lo hace él, sino que se realiza en
él, haciéndolo la divina Providencia.
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El pasaje en cuestión tiene otro paralelo, en San Mateo 12, 33:
O haced el árbol bueno, y su fruto bueno; o haced el árbol malo, y su fruto malo; porque el árbol por el fruto es conocido.
San Jerónimo, al hacer la exégesis de este pasaje, enseña:
Los estrecha mediante el silogismo, que los griegos llaman aphycton, que es lo que nosotros podemos llamar inevitable. Él
saca su conclusión contra ellos después de haberlos atacado por los dos
extremos que abraza la argumentación. Si el diablo, dice, es malo, no
puede hacer obras buenas, pero si veis que las que se han hecho son
obras buenas, resulta que tales obras no son del diablo, porque de una
cosa mala no sale una buena ni de una buena una mala.
San Juan Crisóstomo, por su parte, explica:
Porque
se juzga el árbol por su fruto y no el fruto por el árbol, y por eso
añade: “Porque el árbol por el fruto es conocido”. Y aunque el árbol da
el fruto, el fruto, sin embargo, especifica al árbol.
Finalmente, San Agustín, dice así:
En
este pasaje nos aconseja el Señor que seamos buenos árboles para que
llevemos buenos frutos: Las palabras: “Haced un árbol bueno, y os dará
buenos frutos” es un precepto saludable y que debemos obedecer. Y las
palabras: “Haced un árbol malo, y os dará frutos malos” no son un
precepto de que así lo hagáis, sino una advertencia para que lo evitéis.
El Señor combate en este lugar a los que decían que se podían hablar
cosas buenas y hacer obras buenas permaneciendo malos; pero el Señor
dice que esto no puede ser: a no ser que se cambiase el hombre para
poder cambiar las obras. Porque el hombre que continúa en la maldad no
puede tener obras buenas, así como el que continúa en el bien, no puede
tener obras malas.
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En concreto, en ninguno de los comentarios de los Santos Padres encontramos aquello de árbol medio bueno, medio malo, y menos lo otro de frutos medio buenos, medio malos.
El que está medio-medio es el Obispo de Kent…
Padre Juan Carlos Ceriani