lunes, 3 de agosto de 2015

De Costa a Máximo, de Pigmalión a Galatea: el autoconvencimiento y las mentiras que matan las esperanzas


De Costa a Máximo, de Pigmalión a Galatea: el autoconvencimiento y las mentiras que matan las esperanzA

De Costa a Máximo, de Pigmalión a Galatea: el autoconvencimiento y las mentiras que matan las esperanzas
03/08 – 10:15 – Es tan mentiroso Eduardo Costa con los 20 mil puestos de trabajo que dice va a crear en la provincia, como Máximo diciendo que los 5.000 puestos de las represas están planificados y son un hecho. Los santacruceños están atrapados en las telarañas de las mentiras, las promesas falsas, el engaño avieso, la falta de propuestas serias, de una política planificada y seguimos siendo rehenes de charlatanes sin proyectos serios de gobierno. Nadie habla de lo que hay que hablar porque es políticamente incorrecto, pero la sociedad de Santa Cruz (como el país) si no activa las autodefensas ante demagogos, vagos, falaces y aventureros, corre el riesgo de perder el futuro o al menos retrasarlo en términos de progreso.(Por: Rubén Lasagno)

 
Nadie en Santa Cruz habla de lo que merece verdadera atención. Oficialismo y oposición están embarcados en una lucha de banalidades donde las propuestas verdaderas, de peso y que merezcan una discusión de fondo, están ausentes. Se escuchan promesas inviables en una provincia sumida en 30 años de mala praxis que le ha quitado potencialidades, con predominio del empleo público, las riquezas naturales embargadas por decenas de años y estructuralmente resentida en casi todos los flancos. Sin embargo, la oposición no muestra ningún cambio de paradigma palpable, cierto, visible, concreto, plausible; solo palabras devenidas en proyectos edificados como castillos con un mazo de naipes, que a la primera correntada de realidad que pase frente a cualquiera de ellos, ya en el ejercicio fáctico del poder, caerá irremediablemente.
Traducido como un deseo que todos tenemos para nuestro propio futuro, como habitantes de Santa Cruz, la oposición, corporizada mayormente en Eduardo Costa, cimienta su discurso en “lo que queremos escuchar”, porque la duranbarbización de la campaña, sustenta su “proyecto” en la verbalización de aquellas imágenes ideales que añora el pueblo santacruceño tras tantos años de postergación: adelanto, progreso, despegue, pleno empleo, trabajo y vivienda, nuevas posibilidades para los jóvenes, readecuación de las finanzas, inversiones, industria, sinceramiento de las finanzas públicas, transparencia y anticorrupción, entre muchas otras, discursos que no serían difíciles de armar en la redacción de este diario, si solamente, de prometer se tratara.
En este marco la oposición dice lo que hará, pero no dice cómo; no dá precisiones ni muestra un proyecto sustentable, creíble, apoyado en un trabajo concienzudo, con estadísticas serias, proyecciones acordes a la realidad de Santa Cruz y ni por asomo trabaja con un “gabinete paralelo”, es decir, con una estructura similar a la del gobierno provincial, que actúe simuladamente sobre las causas, los efectos y elaborando las posibles soluciones, tanto en los grandes temas como en la cotidianeidad. Eso sería una oposición seria, concreta y profesionalizada, no lo que tenemos.
Los opositores basan su campaña en las críticas y busca recrear una provincia próspera que vendrá (supuestamente) de su mano, atacando el positivismo de nuestro subconsciente y encapsulando lo negativo de la realidad que le tocará transitar al pueblo de Santa Cruz, para lograr ese estado de bienestar que promueve. En definitiva, nos cuenta lo que queremos oír y no lo que debemos oír.
El oficialismo tiene dos cabezas bien representadas: el gobernador Peralta (PJ) y Alicia Kirchner (FPV), sin embargo, la necesidad de mostrarlo proactivo al hijo presidencial, hace que la campaña gire alrededor de Máximo, que busca una banca a diputado nacional, casi asegurada con la militancia provincial montada en la Ley de Lemas y tal vez sea por eso que el candidato mudo, solo habla entre aplaudidores y anda por los pueblos marcando agenda de la mano de los intendentes K.
Peralta, con el desgaste de dos mandatos, tiene el 50% de su campaña definida (para bien o para mal) y quien la debe remar es, precisamente, Alicia a quien, en Santa Cruz, nunca le fueron favorables la urnas. En tanto, Máximo, limitado para hablar de lo que no conoce empíricamente (el trabajo o el estudio), busca solventar su imagen recurriendo a la historia de su padre, a las promesas incumplidas de generaciones anteriores y a los logros actuales, muchos de los cuales son simples proyectos, otros han devenido en estrepitosos fracasos y una serie de ellos siguen en el campo de las utopías.
Como buen producto del gobierno nacional y de la familia filoprogresista que nos gobierna, Máximo no dice una palabra de lo que va a hacer, no puede criticar lo hecho, porque lo construyeron sus padres y vuela con la imaginación hacia el recuerdo lejano del “neoliberalismo menemista” (el mismo que abrazaban sus padres en los ´90) para marcar la diferencia con “el Modelo” y se muestra enamorado de la criatura que estatizó todo, sobredimensionó el Estado, en esta provincia llenó de empleados precarizados las municipalidades, Educación y la administración central, no creó una industria en 30 años y ni siquiera se preocupó por resolver el histórico problema del agua en Caleta Olivia.
¿Qué puede prometer Máximo, entonces?, absolutamente nada, pero lo empujan a ser y él habla, aún contradiciendo la propia realidad que construyeron sus padres, pero se esfuerza por explicarla una y otra vez. No hay nada nuevo bajo el sol. De Costa a Máximo, ambos sufren lo que en sicología se apunta como el sesgo de atención selectiva y sesgo de confirmación. En el primer caso, tiende a confirmar la idea previa y evitar todo lo que la contradiga, fenómeno característico de quien tiene la responsabilidad de gobernar y se rodea de personas que poseen su misma opinión y detesta leer la crítica, en el segundo caso el sesgo de confirmación expresa una opinión formada sobre un tema determinado, del cual busca evidenciar su validez e interpretarlo de manera que confirme su opinión. Si la evidencia lo desmiente, busca reinterpretar el hecho una y otra vez hasta acercarlo lo más posible a su opinión.
Pigmalión, Rey de Creta, construyó la estatua de la mujer ideal y terminó enamorado de su obra. Fue tan grande ese amor, que la diosa Afrodita le dio vida a la estatua y así nació Galatea. Esta leyenda de la mitología griega, recrea los denominados efecto Pigmalión, del que sufre Costa quien asienta su poder en la expectativa de los demás y el “efecto Galatea”, lo sufre Máximo, quien construye su vocación política a partir de de la voluntad política de sus padres y cree, realmente, que tiene la fuerza propia para decidir que solo el voluntarismo lo hará grande y no tiene nada más para ofrecer que lo hecho por sus progenitores, lo cual, ciertamente, hoy está en duda en toda la provincia.
El electorado santacruceño, deberá decidir entre el fuego y las brasas. Posiblemente haya un cambio, producto del hartazgo y Eduardo Costa tenga sus mejores chances de ser gobierno. Habrá que ver, entonces, si las señales son las adecuadas o si lo consumen sus propias promesas incumplibles. En el caso de Máximo, la situación es más sencilla, porque como legislador, todos sabemos que va actuar como llave política en el Congreso, sin hacer mucho por Santa Cruz, excepto, preparar el terrenos para que en el 2017, muchos de ellos vuelvan a acercarse al poder, con miras al 2019. Y así seguimos… (Agencia OPI Santa Cruz)