jueves, 1 de octubre de 2015

Algo sobre el platonismo político


Algo sobre el platonismo político

Muchos discuten acerca de la eticidad del Estado o de sus leyes o instituciones, a través de las premisas teóricas o las interpretaciones  filosóficas que se dan. En este caso, sería necesario hablar de la eticidad de las teorías y de las premisas, y no de otra cosa.
 
En verdad, no porque J.J. Rousseau opinara que la sociedad política es de origen voluntario, por un pacto tácito o expreso, por ello los estados modernos que en su ordenamiento presuponen de algún modo el pensamiento de Rousseau son -de hecho- sociedades voluntarias. Ni porque los ordenamientos políticos actuales sean interpretados como fundándose en la soberanía popular, por ello la autoridad política ha perdido su verdadera característica de voluntad. Nadie dirá que el sufragio universal sea inmoral, porque aquellos que lo sancionaron por ley partieron del presupuesto que la autoridad política reside toda y sola en el pueblo.
Se necesita, por tanto, distinguir entre el presupuesto erróneo o inmoral de leyes singulares y la objetiva inmoralidad de las leyes mismas; entre la errónea o la inmoral teoría del Estado y el influjo que tal teoría ejerce sobre quienes la actualizan en prescripciones concretas.
De esto se deduce que para hablar de eticidad del Estado es necesario distinguir y precisar: el Estado tiene ya su eticidad fundamental en cuanto sociedad natural ordenada a un fin natural, esto es, el bien común o bien social; que las leyes y prescripciones concretas del Estado serán morales, si están ordenadas a este bien; que toda moralidad se resuelve en aquella que es individual, donde reside la responsabilidad por los actos y la conciencia de estos.
Es superfluo agregar que todo esto se encuentra en las antípodas del Estado ético de Gentile, sea como concepción metafísica, sea como valor moral.
Tomado y traducido de:
L. Sturzo. L'ETICITA' DELLO STATO. Publicado en: Rivista di autoformazione, nov.-dic. 1929.