¿Ni una menos?
Hemos desenfocado dos sectores de la fotografía por respeto a
nuestros lectores y por respeto a la dignidad de esas dos mujeres que, al
parecer cuidamos más que ellas mismas. Todos comprenderán que ellas se
manifestaron públicamente sin desenfocar nada de su propia imagen.
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Por un vasallo
de mi Señor
La semana pasada nuestros medios y calles se
llenaron con una consigna: ¡Ni una menos!
Ante una primera impresión (y
para muchos fue la única) se estaba luchando por algo verdaderamente loable:
que las mujeres de nuestra patria no sufran más la violencia de aquellos que
las rodean.
Digo verdaderamente loable,
porque como personas de bien no puede sernos indiferente el que un hombre use
su fuerza para provocar daños o para agredir verbal o psicológicamente a una
mujer.
Todo hombre -usando
genéricamente el término- tiene una dignidad insustituible por haber sido
creado a Imagen y Semejanza de Dios; dignidad que lo hace merecedor de un
respeto singular de parte de los demás hombres.
Pero si descendemos después al
plano existencial, vemos que la misma naturaleza humana nos muestra cómo el
varón es quien debe darle seguridad a la mujer, su protección. Viene a
constituirse en caballero que se arma en defensa de aquella damisela que puede
correr peligros.
La mujer es como una flor. Debe
ser resguardada, cuidada, para que pueda brindar toda su fragancia y belleza.
Pero sucede muchas veces que quien debía mantenerla a salvo, se dedica a
pisotearla, herirla, maltratarla; de modo que esa flor pierde su encanto
natural. Y no porque deje de ser una flor, sino porque ve dañada su existencia.
Justamente eso es lo que
sucede con el flagelo de la violencia. Produce impotencia saber que alguien que
es portador de algo tan alto e insoslayable, como es el alma humana, esté
siendo tratado de un modo inhumano.
Es debido a esto, que se torna
muy necesario que las políticas de Estado brinden ayudas concretas a la mujer
en estas situaciones, y que busquen justas soluciones para poner freno a
situaciones como éstas.
Ahora bien, ¿toda la gente que
se movió en esta campaña tenía esa única meta? Déjenme decirles que no. ¿No me
creen? Vean estas fotos tomadas en Buenos Aires el miércoles 3 de junio en la
marcha.
¡Sí señores! Esta marcha que
se irradió en varias ciudades de nuestro país, incluyendo nuestro departamento,
no tenía un trasfondo limpio. No dudamos de la buena voluntad de gran parte de
la gente que allí se manifestó. Muchos de ellos fueron para buscar que cese esa
violencia.
Sin embargo, lamento decirles
que “NI UNA MENOS” era un slogan totalmente falso. En la medida en que había
carteles a favor del aborto, ya estaban anunciando que querían que hubiese varias menos, pues cada una de las niñas
inocentes muertas en el vientre de sus madres, serán otros tantos seres humanos
(sin contar a los varones) a quienes se pisoteó y ultrajó en nombre del derecho
de otros más fuertes ¿o me estoy equivocando?
Esto sin contar que el aborto,
ya sea clandestino o como política de Estado (en cuyo caso es peor, porque quien
debería llevarnos hacia el Bien Común nos lleva al genocidio indiscriminado de
seres humanos) produce violencia contra la mujer que aborta, generando daños
físicos, psíquicos y morales.
Esta tesis de la falta de
sinceridad con la que la gente fue convocada se plasma en otro dato
interesante. Una de las razones que se esgrimían era la búsqueda de la
aplicación de la ley nacional 26.485 de protección Integral a las mujeres,
sancionada en 2009.
Esta ley, déjenme decirlo, es
una ensalada rusa, con un tecnicismo legal deficiente, reiterativa y que por
haber pretendido tanta amplitud, no logró sino un mero plexo declarativo sin
aplicación práctica. Recién ahora se logró lo de la línea gratuita del 144.
Pero claro, es que, según mi
opinión, la promulgación de esta ley no buscaba tanto ser efectiva, sino rodear
a un tema tan sensible y real como es el de la violencia hacia la mujer de la
nefasta ideología de género. Dicha ley está plagada de estos tópicos. Cito a
modo de ejemplo el siguiente artículo:
“El Estado nacional implementará el desarrollo de las siguientes
acciones prioritarias (…) con los distintos Ministerios y Secretarías del Poder
Ejecutivo nacional, (…) con competencia en la materia: (…)
3.- Ministerio de Educación de la Nación:
a) Articular en el marco del Consejo Federal de Educación la inclusión
en los contenidos mínimos curriculares de la perspectiva de género, el
ejercicio de la tolerancia, el respeto y la libertad en las relaciones
interpersonales, la igualdad entre los sexos, la democratización de las
relaciones familiares, la vigencia de los derechos humanos y la deslegitimación
de modelos violentos de resolución de conflictos; (…)”
Para muestra basta un botón, y
este botón ya es bastante preocupante.
Independientemente de esta
ideología de trasfondo, tiene otro artículo bastante inquietante que expresa:
“ARTÍCULO 6º — Modalidades. A los efectos de esta ley se entiende por modalidades
las formas en que se manifiestan los distintos tipos de violencia contra las
mujeres en los diferentes ámbitos, quedando especialmente comprendidas las
siguientes: (…)
d) Violencia contra la libertad reproductiva: aquella que vulnere el
derecho de las mujeres a decidir libre y responsablemente el número de
embarazos o el intervalo entre los nacimientos (…)”
Es nefasto en el sentido de
que podría esgrimirse que si una mujer ya tuvo los hijos que quería, podría
matar al que lleva en su vientre, pues ella estaría “decidiendo el número de embarazos” ¿no?
Desgraciadamente ésta es la
marcha a la que miles de personas, muchas de ellas decíamos de buena voluntad,
han asistido. Incluso sucedió en nuestra Patria chica, San Rafael.
Según algunos decían, hacia el
final sucedió algo degradante: algunas mujeres descubrieron sus torsos en señal
de protesta (¿?) Pero no me gusta hablar de lo que no sé. Tratemos de creer que
no fue así.
¡Ay Señor Jesús! ¿Hasta cuándo
permitirás que tu Nombre siga siendo ultrajado? Espero que por no mucho tiempo
más. Por lo pronto, nosotros a defender la verdad y a no callarnos ante la
burlas de aquellos que con ideas erradas nos quieren hacer pasar por tontos.
Esa gente seguirá “militando”
tras sus ideas. Pero nosotros no nos quedaremos atrás. Seguiremos luchando pero
con una certeza: ¡Cristo ya venció, Cristo ya venció!