jueves, 1 de octubre de 2015

REFRESCANDO LA ACTUALIDAD I Jueves 1 octubre 2015 ~ luismanzano LAS DOS BESTIAS DEL APOCALIPSIS Radio Cristiandad considera una urgencia de la hora presente, en que sin duda vivimos los acontecimienros postreros de los últimos tiempos, publicar nuevamente un par de artículos referidos al tema del epígrafe, comenzando por transcribir el capítulo XIII del Libro del Apocalipsis (versión del Doctor Monseñor Juan Straubinger), para luego volcar las interpretaciones del Padre Manuel Lacunza acerca del Anticristo; y muy especialmente a la luz de la visita de Decimejorge a Cuba y a los Estados Unidos, lo que decía el gran exegeta chileno sobre el Falso Profeta. La publicación de los comentarios del Padre Lacunza sigue la secuencia del capítulo del Libro de la Revelación, aunque sus glosas sobre la Bestia de la Tierra son de mucha mayor actualidad, vistos los acontecimientos recientes aludidos en el párrafo anterior. CAPÍTULO XIII La bestia del mar. [1]Y del mar vi subir una bestia con diez cuernos y siete cabezas, y en sus cuernos diez diademas, y en sus cabezas nombres de blasfemia. [2]La bestia que vi era semejante a una pantera; sus patas eran como de oso, y su boca como boca de león; y el dragón le pasó su poder y su trono y una gran autoridad. [3]Y (yo vi) una de sus cabezas como si se le hubiese dado muerte; mas fue sanada de su golpe mortal, y se maravilló toda la tierra, (y se fue) en pos de la bestia. [4]Y adoraron al dragón, porque él había dado la autoridad a la bestia; y adoraron a la bestia, diciendo: “¿Quién como la bestia? y ¿quién puede hacerle guerra?” [5]Y se le dio una boca que profería altanerías y blasfemias; y le fue dada autoridad para hacer su obra durante cuarenta y dos meses. [6]Abrió, pues, su boca para blas­femar contra Dios, blasfemar de su Nombre, de su morada y de los que habitan en el cielo. [7]Le fue permitido también hacer guerra a los santos y vencerlos; y le fue dada autoridad sobre toda tribu y pueblo y lengua y nación. [8]Y lo adorarán (al dragón) todos los morado­res de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos, desde la fundación del mundo, en el libro de la vida del Cordero inmolado. [9]Si alguno tiene oído, oiga: [10]si alguno ha de ir al cautiverio, irá al cautiverio; si alguno ha de morir a espada, a espada morirá. En esto está la paciencia y la fe de los santos. La bestia de la tierra. [11]Y vi otra bestia que subía de (bajo) la tierra. Tenía dos cuer­nos como un cordero, pero hablaba como dragón. [12]Y la autoridad de la primera bestia la ejercía toda en presencia de ella. E hizo que la tierra y sus moradores adorasen a la bestia primera, que había sido sanada de su golpe mortal. [13]Obró también grandes prodigios, has­ta hacer descender fuego del cielo a la tierra a la vista de los hombres. [14]Y embaucó a los habitantes de la tierra con los prodigios que le fue dado hacer en presencia de la bestia, diciendo a los moradores de la tierra que debían erigir una estatua a la bestia que recibía el golpe de espada y revivió. [15]Y le fue con­cedido animar la estatua de la bestia de modo que la estatua de la bestia también hablase e hiciese quitar la vida a cuantos no adorasen la estatua de la bestia. [16]E hizo poner a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y siervos una marca impresa en la mano derecha o en la frente, [17]a fin de que nadie pudiese comprar ni vender si no estaba marcado con el nombre de la bestia o el número de su nombre. [18]Aquí la sabiduría: quien tiene entendimiento calcule la cifra de la bestia. Por­que es cifra de hombre: su cifra es seiscientos sesenta y seis. -o-o- Artículo publicado el 4 de septiembre de 2010; el texto no se trancribe completo, por contener comentarios de otros autores: https://radiocristiandad.wordpress.com/2010/09/04/especiales-de-cristiandad-el-anticristo/ Nos complace poner a disposición el audio y el texto de este programa especial de Radio Cristiandad junto al P. Juan Carlos Ceriani, que fuera grabado en nuestros estudios el pasado 27 de agosto. Está basado en la gran obra del P. Manuel Lacunza “La Venida del Mesías en gloria y majestad”; y también en los datos aportados por el P. Leonardo Castellani y Mons. Juan Straubinger. El texto nos permitirá acercarnos más a la dificil exégesis que se presenta ante la visión de la Bestia del Mar. La adecuación a nuestras realidades dará al lector y oyente una perspectiva de increible verosimilitud. —————————————————————————————————————————————————————— AUDIO: LA BESTIA DEL MAR – EL ANTICRISTO = Audio Player 00:00 00:00 Use Up/Down Arrow keys to increase or decrease volume. Descargar Audio Mp3 en el siguiente enlace: https://www.ivoox.com/player_ej_8716388_4_1.html?c1=ff6600 FENÓMENO III El Anticristo § 5 Ideas del Anticristo, que nos da la divina Escritura Si leemos toda la Escritura divina, en ninguna otra parte podremos hallar tantas noticias, ni tan claras, ni tan ordenadas, ni tan circunstanciadas, como en el último libro de la Escritura, que es el Apocalipsis de San Juan. Casi todos los intérpretes del Apocalipsis convienen entre sí, como en una verdad general, que la bestia terrible de siete cabezas y diez cuernos, de que tanto se habla en esta profecía, cuya descripción en toda forma se lee en el capítulo XIII, y cuyo fin en el XIX, es el Anticristo mismo, de quien hemos oído que vendrá. La sola descripción de la bestia, aunque no se considerase otra cosa, parece inacomodable a una persona singular: Y vi salir de la mar una bestia, que tenía siete cabezas, y diez cuernos, y sobre sus cuernos diez coronas, y sobre sus cabezas nombres de blasfemia. Y la bestia que vi, era semejante a un leopardo, y sus pies como pies de oso, y su boca como boca de león. Y le dio el dragón su poder, y grande fuerza. Y vi una de sus cabezas como herida de muerte: y fue curada su herida mortal. Y se maravilló toda la tierra en pos de la bestia. Y adoraron al dragón, que dio poder a la bestia, diciendo: ¿Quién hay semejante a la bestia? ¿Y quién podrá lidiar con ella? Y le fue dada boca con que hablaba altanerías y blasfemias: y le fue dado poder de hacer aquello cuarenta y dos meses. Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar su nombre, y su tabernáculo, y a los que moran en el cielo. Y le fue dado que hiciese guerra a los Santos, y que los venciese. Y le fue dado poder sobre toda tribu, y pueblo, y lengua, y nación. Y le adoraron todos los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos en el Libro de la vida del Cordero, que fue muerto desde el principio del mundo. Si alguno tiene oreja, oiga. § 6 Explicación de este misterio, supuesto que el Anticristo sea una persona singular Dicen primeramente y en general, que la bestia de que aquí se habla, no es otra cosa que el Anticristo. Mas, les es necesario acomodar a esta persona todas las particularidades que se leen en el texto sagrado. Yo solo busco por ahora la explicación de solas tres: Primera, las siete cabezas de la bestia. Segunda, sus diez cuernos. Tercera, la cabeza herida de muerte y su milagrosa curación. Cuanto a lo primero, nos aseguran que la bestia en general es el Anticristo; mas como este Anticristo ha de ser un monarca universal de toda la tierra, como para llegar a esta grandeza ha de hacer guerra formal a todos los reyes, que en aquel tiempo, dicen, serán solos diez en todo el orbe, como de estos diez ha de matar tres, y los otros siete los ha de sujetar a su dominación: por eso estos siete reyes, súbditos ya del Anticristo y sujetos a su imperio, se representan en la bestia como cabezas suyas: tenía siete cabezas. No obstante, si leemos el lugar único de la Escritura, no hallamos en él tal noticia. Una circunstancia que es la única que podía servirle, esa es puntualmente la que falta en el texto. Explícome. Hallamos en el capítulo VII de Daniel una bestia, terrible con diez cuernos, los cuales figuran otros tantos reyes; hallamos que entre estos diez cuernos, sale otro pequeño al principio; mas, que con el tiempo crece y se hace mayor que todos; hallamos, que a la presencia de este último cuerno ya crecido y robusto, caen y son arrancados tres de los diez; lo cual, como se explica allí mismo, quiere decir, que este cuerno o esta potencia humillará tres reyes, y humillar no es lo mismo que matar. Buscamos después de esto lo que debe suceder con los otros siete reyes que quedan, y no hallamos que se hable de ellos ni una sola palabra. ¿Cómo, pues, se asegura sobre este sólo fundamento, y se asegura con tanta formalidad, que el Anticristo matará tres reyes, y sujetará a su dominación los otros siete? El texto solo dice, que este último cuerno humillará tres, y si los otros siete son vencidos y obligados a recibir el yugo de otra dominación, ¿qué mayor humillación pueden sufrir? Luego en este caso debía decir, que humillará no solo tres, sino todos los diez. Fuera de esto, ¿con qué razón, con qué fundamento, con qué propiedad se puede decir que este cuerno terrible será el Anticristo, y no la bestia misma espantosa y prodigiosa, que lo tiene en su cabeza, y usa de él, y lo juega según su voluntad? Crece mucho más el embarazo de esta explicación, si considerando la bestia del Apocalipsis, pedimos que nos muestren en ella con distinción y claridad la persona misma del Anticristo. Nos dicen en general, que es la bestia, por otra parte nos dicen, que sus siete cabezas son siete reyes súbditos suyos que él ha vencido y humillado, y que los tiene prontísimos a ejecutar todas sus órdenes. Y la persona misma de este Anticristo, digo yo, ¿cuál es? O es el cuerpo trunco de la bestia, sólo y sin cabeza alguna (el cual no puede llamarse bestia sin una suma impropiedad) o aquí falta otra cabeza mayor que todas. Es más que visible el embarazo. Por lo cual no reparan en avanzar una especie de contradicción, diciendo o suponiendo, que una de las siete cabezas de la bestia es la persona misma del Anticristo. Por otra parte, las siete cabezas de la misma bestia son los siete reyes que han quedado vivos, aunque vencidos y sujetos a la dominación del Anticristo, luego la persona misma del Anticristo es uno de los siete reyes, etc., luego siendo estos siete reyes, como son, las cabezas de la bestia, son al mismo tiempo solas seis. La segunda cosa que se debe explicar es, los diez cuernos todos coronados que tiene la bestia El texto solo dice, que la bestia tenía diez cuernos propios suyos; mas no dice si todos diez estaban en una sola cabeza, o si estaban repartidos entre todas. No obstante, los doctores los ponen todos diez o los suponen en una sola cabeza, a quien hacen la persona del Anticristo; y así dicen, que los diez cuernos son los diez reyes que entonces habrá en el mundo, todos súbditos del Anticristo, y prontos a ejecutar sus órdenes. De aquí se sigue otra especie de contradicción u otro enigma, no menos oscuro y difícil de resolver; este es, que el Anticristo tendrá a su disposición diez reyes todos coronados, y por consiguiente vivos y actualmente reinantes, y al mismo tiempo solo tendrá siete. ¿Por qué? Porque según nos acaban de decir en la explicación de las siete cabezas, estas significan los siete reyes que han de quedar vivos y súbditos del Anticristo, después de la muerte de los otros tres. Si solo han quedado siete vivos, ¿cómo aparecen en la cabeza de la bestia todos diez coronados? Podrá decirse, que en lugar de los tres reyes muertos, pondrá de su mano el Anticristo otros tres, que le quedarán obligados, y lo servirán con empeño y fidelidad, con los cuales se completará el número de diez. La tercera cosa que hay que explicar es, la herida de muerte de una de las siete cabezas, su maravillosa curación, y lo que de esto resultó en toda la tierra. Los intérpretes se dividen aquí en dos opiniones. La primera dice, que uno de aquellos siete reyes súbditos ya del Anticristo, o morirá realmente, o enfermará de muerte sin esperanza alguna de vida; y el Anticristo públicamente a vista de todos, y sabiéndolo todos, lo resucitará, y lo sanará por arte del diablo. La segunda opinión comunísima dice, que la cabeza herida de muerte será el mismo Anticristo, que es una de las siete, el cual morirá, y resucitará al tercer día, todo fingidamente. Ahora, esta imitación de la muerte y resurrección de Cristo, ¿para qué la habrá menester el Anticristo? ¿Acaso para que lo tengan por el verdadero Mesías prometido en las Escrituras? Sí, puntualmente para esto. ¿Pero quiénes? Todos los habitadores de la tierra se reducen fácilmente a cuatro clases de personas: cristianos, tomada esta palabra latísimamente con toda su extensión, étnicos o gentiles, mahometanos, judíos. ¿Para cuál de estas cuatro clases de gentes podrá ser a propósito aquel milagro? ¿A cuál de ellas pretenderá persuadir el Anticristo que es el verdadero Mesías? ¿A los cristianos? Cierto que no; respecto de estos el milagro probará lo contrario: probará, digo, que no puede ser Cristo verdadero, sino fingido un hombre que muere, aunque resucite luego; pues que habiendo Cristo resucitado de entre los muertos ya no muere: la muerte no se enseñoreará más de él. Cristo verdadero que murió y resucitó una vez, no puede volver a morir. ¿Será acaso el milagro para los étnicos o gentiles? Tampoco, como estos no tienen idea alguna del Mesías, no podrán admirarse. Lo mismo digo de los mahometanos. No nos queda, pues sino la última clase de gentes, que son los Judíos. Así la muerte y resurrección del Anticristo será solamente para engañar a los judíos, los cuales por sus mismas Escrituras podrán tener alguna luz de la muerte y resurrección de su Mesías. Mas no obstante esta luz de las Escrituras, es cierto que esa muerte y resurrección del verdadero Mesías fue para ellos piedra de tropiezo, y piedra de escándalo. Al mismo Mesías, cuando les habló claramente de su muerte, le respondieron como escandalizados, Nosotros hemos oído de la ley, que el Cristo permanece para siempre; ¿pues cómo dices tú, conviene que sea alzado el Hijo del Hombre? Tan lejos como esto estaban de pensar que su Mesías podía morir, aunque fuese para luego resucitar. ¿Y creemos que recibirán por su Mesías al Anticristo por verlo morir y resucitar? ¿Y creemos, que recibirán al Anticristo que se fingirá muerto y resucitado para que los judíos lo crean y reciban por su Mesías? A todo esto se añade, y debe añadirse otra reflexión: esto es, que en el tiempo de la herida y curación de una de las cabezas de la bestia, los más de los doctores suponen ya al Anticristo monarca universal de toda la tierra; ya suponen muertos tres reyes, y sujetos a su obediencia todos los demás; por consiguiente ya lo suponen creído mucho antes de los judíos, y recibido por su rey y Mesías; pues según ellos mismos esta ha de ser la primera empresa del Anticristo, aun antes de salir de Babilonia. ¿Para qué, pues, podrá ser buena esta ficción de muerte, y de muerte no natural sino violenta (porque el texto dice), como herida de muerte, cuando ya los judíos lo adoran como a su Mesías, y lo restante del linaje humano, como a su rey, y como a su Dios? Parece bien difícil de comprenderse: por una parte, la bestia de siete cabezas y diez cuernos es el Anticristo; por otra parte, el Anticristo no es más que una de las siete cabezas de la bestia; por una parte las siete cabezas son siete reyes vencidos del Anticristo y súbditos suyos; por otra parte, el Anticristo mismo es uno de los siete; por una parte, los diez cuernos son diez reyes coronados, vivos y sanos, que sirven al Anticristo; por otra parte, no pueden señalarse arriba de siete; pues el Anticristo mismo mató tres, que no quisieron servirle de cuernos, etc. ¡Qué oscuridad! La causa de todo no parece que pueda ser otra, sino el sistema o principio sobre que se ha procedido, mirando a este Anticristo como a una persona individua y singular. § 7 Se propone otra explicación de todo este misterio en otro principio Figurémonos ahora al Anticristo como un gran cuerpo moral, compuesto de millares de personas, mas todas unidas; todas animadas de aquel espíritu que divide a Jesús. En este Anticristo se comprende bien, lo primero, la metáfora de siete cabezas en una bestia; se concibe, digo, como siete cabezas diversas entre sí, o siete falsas religiones que pueden entrar en una misma idea o proyecto particular, se unirán para esto en un solo cuerpo, esto es, para hacer guerra en toda forma al cuerpo y Cristo, y a Cristo mismo, no en alguna parte determinada de la tierra, sino en toda ella y a un mismo tiempo. Se comprende bien lo segundo, la metáfora de los diez cuernos todos coronados; y se concibe sin dificultad, como diez o más reyes pueden entrar en el mismo sistema o misterio de iniquidad, prestando a la bestia, compuesta ya de siete, toda su autoridad y potestad, ayudándola para aquella empresa. Se concibe en fin, como una de las siete cabezas, o una de las siete bestias unidas, puede recibir algún golpe mortal, y no obstante ser curada la llaga metafórica. Sería conveniente y aún necesario leer otra vez todo el párrafo VII del fenómeno antecedente, trayendo también a la memoria lo que dijimos sobre las cuatro bestias de Daniel. Estas cuatro bestias tienen una relación tan estrecha con la bestia del Apocalipsis, que más parece identidad que parentesco. Yo a lo menos no hallo otra diferencia, sino que el Profeta toma a las bestias cada una de por sí, mirando a cada una separadamente desde su nacimiento, y siguiéndola en espíritu desde su tiempo hasta otro; San Juan por el contrario las toma todas juntas, y unidas en un mismo cuerpo, como que solamente las considera en el estado de madurez y perfección brutal, que han de tener en los últimos tiempos. San Juan dice, que la bestia que vio, tenía siete cabezas, que es lo mismo que decir, ni sé que otra cosa se pueda decir más natural, que a siete bestias diversas entre sí, las vio unidas en un mismo cuerpo, y animadas de un mismo espíritu. Daniel, aunque solo nombra cuatro, mas estas cuatro son siete en la realidad, pues la tercera que es el leopardo, se compone de cuatro; y estas cuatro con las dos primeras, leona y oso, y con la última terrible hacen siete. San Juan dice de su bestia, que era semejante a un leopardo con boca de león y pies de oso; conque la compara al mismo tiempo, y la asemeja al león, oso y leopardo. Estas son puntualmente las tres primeras bestias de Daniel: mejor diremos las seis primeras, pues en el leopardo se incluyen cuatro. A la bestia que falta no se le halla semejanza con las otras bestias conocidas, y por eso no se le pone nombre, ni en el Apocalipsis, ni en Daniel: solo dice este Profeta, que no tenía semejanza alguna con las otras. San Juan dice de su bestia, que la vio salir del mar; lo mismo dice Daniel de sus cuatro bestias, y casi con las mismas palabras. San Juan nos representa su bestia con diez cuernos todos coronados; lo mismo en sustancia hace Daniel, con sola esta diferencia, que pone los diez cuernos en la cabeza de la última bestia, porque a ésta la considera en sí misma, y como separada de las otras; mas San Juan, que la considera unida con las otras y formando entre todas un solo cuerpo, o una sola bestia, pone todos los diez cuernos en esta bestia, o en este conjunto, sin decirnos en particular si están todos en una cabeza, o repartidos entre todas, o todos en cada una. Los diez cuernos, dice Daniel, y lo mismo dice San Juan, significan diez reyes (sea éste un número determinado, o indeterminado, hace poco a la sustancia del misterio). Estos diez cuernos los vio Daniel en la cabeza de su última bestia, que es visiblemente la que debe hacer el papel o figura principal en esta tragedia; porque si esta bestia se considera en sí misma, prescindiendo de las otras, los cuernos parece que han de ser propios suyos; ella los ha de criar, y sustentar, y arraigar con grandes cuidados, como que le son infinitamente necesarios para poner en obra sus proyectos. Mas cuando esta bestia se trague las otras, es decir, cuando traiga a su partido un número suficiente de individuos pertenecientes a las otras bestias; cuando les haga entrar en sus impías ideas; cuando en todas las partes del mundo haga declararse formalmente contra Cristo muchos gentiles, muchos mahometanos, y principalmente muchísimos cristianos de los que pertenecen al falso cristianismo, aquellos cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida del Cordero; cuando en suma, todos estos formen con ella un solo cuerpo, y sean animados de un mismo espíritu (que es el estado en que los considera San Juan) entonces todos los cuernos serán comunes a todas las cabezas, o a todas las bestias unidas; todas herirán, o espantarán con ellos; y todo aquel cuerpo de iniquidad estará como en seguro por los cuernos; será como una consecuencia necesaria, que tiemble en su presencia toda la tierra; que se rindan sus habitadores, y que le hinquen la rodilla. § 10 Reflexiones Lo que a lo menos podemos concluir legítimamente de todo lo que hemos dicho sobre la bestia del Apocalipsis, es esto: que siendo esta bestia el Anticristo que esperamos; que anunciándose tantas cosas nuevas, grandes y estupendas que deben suceder en aquellos tiempos en toda nuestra tierra; debe ser este Anticristo alguna otra cosa infinitamente diversa y mayor sin comparación de lo que puede ser un hombre individuo y singular, aunque éste se imagine y se finja un monarca universal de todo el orbe. No hay duda que en estos tiempos tenebrosos se verá ya un rey, ya otro, ya muchos a un mismo tiempo en varias partes del orbe, perseguir cruelmente al pequeño cuerpo de Cristo con guerra formal y declarada; mas ni este rey, ni el otro, ni todos juntos serán otra cosa en realidad, que los cuernos de la bestia, o las armas del Anticristo. Si esperamos ver este hombre singular, este judío, este monarca universal, este dios de todas las naciones; si esperamos ver cumplido en este hombre todo lo que se dice de la bestia, y lo que por tantas otras partes nos anuncian las Escrituras, es muy de temer que suceda todo lo que está escrito así como está escrito, y que su Anticristo no parezca, y que lo estemos esperando aun después de tenerlo en casa. Asimismo es muy de temer, que esta idea que nos hemos formado del Anticristo, y que hallamos en toda suerte de libros, menos en la Escritura santa, sea la causa principal o la verdadera de aquel descuido tan grande en que estarán los hombres, cuando llegue el día del Señor. Haced, amigo, esta breve e importante reflexión. Este día lo llama el mismo Hijo de Dios repentino…, y añade, que vendrá como un lazo sobre todos los habitadores de la tierra; y en otra parte dice que sucederá en su venida lo mismo que sucedió en la venida del diluvio: Comían, y bebían; los hombres tomaban mujeres, y las mujeres maridos hasta el día en que entró Noé en el arca; y vino el diluvio, y acabó con todos. Asimismo como fue en los días de Lot;… De esta manera será el día, en que se manifestará el Hijo del Hombre. A quien lee por otra parte en los Profetas, en el Apocalipsis, y en los Evangelios aquellas grandes señales, que deben preceder inmediatamente a la venida del Señor, y en ellas la tribulación del Anticristo, naturalmente se le hace difícil de concebir, el cómo pueda caber un descuido tan grande, en medio de señales tan manifiestas. Paréceme que una de las causas de este descuido, y tal vez la mayor, o la más inmediata, será sin duda la que vamos considerando, quiero decir las falsas ideas, no menos de la venida de Cristo, que de la venida o manifestación del Anticristo, y del Anticristo mismo. De modo que se verán todas las señales, y se cumplirán todas las profecías, y su Anticristo no parecerá. Y como por otra parte se sabe y se cree, que Cristo no vendrá, sin que antes venga la apostasía, y sea manifestado el hombre de pecado…, estará ya Cristo a la puerta, y el verdadero Anticristo en vísperas de acabar sus días, y los cristianos descuidados enteramente por la falsa persuasión de que todavía hay mucho que tirar. ¿Por qué? Porque el Anticristo ha de venir primero que Cristo; y este Anticristo, este Mesías y rey de los judíos, este monarca de todo el orbe todavía no se ve, ni aun se divisa alguna señal o vestigio de la persona en todo el círculo horizontal. Por lo que hemos dicho hasta aquí del Anticristo, explicando la bestia del Apocalipsis, podrá tal vez imaginarse, que ya la máquina terrible está concluida, que es en nuestro sistema todo el Anticristo entero y perfecto, con que estamos amenazados, y que ya no queda otra pieza digna de consideración en este cuerpo moral. No hay duda que eso sólo bastaba para formarnos una idea de la última tribulación la más formidable y la más conforme a las expresiones de la Escritura. Y ¿qué cosa más grande se puede imaginar, ni más terrible, ni más espantable, que la unión en un solo cuerpo, de siete bestias todas ferocísimas? ¿De siete bestias, digo, cada una de las cuales ha podido hacer por sí sola, ha hecho, y está haciendo males gravísimos e irreparables en el mísero linaje de Adán? Considérense estos males, no confusamente y a bulto, sino separados los unos de los otros, mirando al mismo tiempo con particular atención aquella bestia particular a quien se deben atribuir. ¿Qué males no hizo, y hace todavía la idolatría?; y esto por espacio de tantos siglos, y esto antiguamente en todas las partes de la tierra, en todos los pueblos, tribus y lenguas, ¡y aun en el pequeño pueblo o Iglesia del verdadero Dios! ¿Qué males no ha hecho, y está haciendo en una gran parte de la tierra el mahometismo, y esto impunemente a su satisfacción, a su libertad, a su arbitrio, sin que haya quien se atreva a socorrer aquellos infelices, ni sacar uno solo de la terrible boca de esta bestia? ¿Qué males no han hecho, hacen, y harán en adelante, aun dentro del mismo cristianismo, la herejía, el sistema de la hipocresía religiosa, y el libertinaje? Sobre todo, ¿qué males no ha comenzado a hacer, aun desde la cuna, la bestia última terrible y admirable, esto es, el deísmo puro, la filosofía, la apostasía de la verdadera religión, o en suma, el espíritu fuerte y audaz, el espíritu soberbio y orgulloso que divide a Jesús? Pues cuando todas estas bestias, por sí mismas ferocísimas, hagan entre sí una liga formal, o un tratado solemne de amistad, de unión, de compañía; cuando todas se unan en un solo cuerpo moral, de modo que todas juntas parezcan una sola bestia; cuando esta bestia septiforme aparezca en el mundo armada de uñas de hierro, de dientes grandes de hierro, y también de diez cuernos terribles, o de toda la potencia de los reyes; cuando abra su boca horrorosa, en blasfemias contra Dios, para blasfemar su nombre y su tabernáculo, y a los que moran en el cielo; cuando en fin, se vea toda esta nube tenebrosa y espantable encaminarse directamente contra el Señor, y contra su Cristo, con intención determinada, con firmísima resolución de no dejar en toda la tierra vestigio alguno ni memoria de Cristo, etc.; ¡qué tempestad! ¡qué temor! ¡qué tribulación!

REFRESCANDO LA ACTUALIDAD I

LAS DOS BESTIAS DEL APOCALIPSIS

Radio Cristiandad considera una urgencia de la hora presente, en que sin duda vivimos los acontecimienros postreros de los últimos tiempos, publicar nuevamente un par de artículos referidos al tema del epígrafe, comenzando por transcribir el capítulo XIII del Libro del Apocalipsis (versión del Doctor Monseñor Juan Straubinger), para luego volcar las interpretaciones del Padre Manuel Lacunza acerca del Anticristo; y muy especialmente a la luz de la visita de Decimejorge a Cuba y a los Estados Unidos, lo que decía el gran exegeta chileno sobre el Falso Profeta. La publicación de los comentarios del Padre Lacunza sigue la secuencia del capítulo del Libro de la Revelación, aunque sus glosas sobre la Bestia de la Tierra son de mucha mayor actualidad, vistos los acontecimientos recientes aludidos en el párrafo anterior.
 
CAPÍTULO XIII
La bestia del mar. [1]Y del mar vi subir una bestia con diez cuernos y siete cabezas, y en sus cuernos diez diademas, y en sus cabezas nombres de blasfemia. [2]La bestia que vi era semejante a una pantera; sus patas eran como de oso, y su boca como boca de león; y el dragón le pasó su poder y su trono y una gran autoridad. [3]Y (yo vi) una de sus cabezas como si se le hubiese dado muerte; mas fue sanada de su golpe mortal, y se maravilló toda la tierra, (y se fue) en pos de la bestia. [4]Y adoraron al dragón, porque él había dado la autoridad a la bestia; y adoraron a la bestia, diciendo: “¿Quién como la bestia? y ¿quién puede hacerle guerra?” [5]Y se le dio una boca que profería altanerías y blasfemias; y le fue dada autoridad para hacer su obra durante cuarenta y dos meses. [6]Abrió, pues, su boca para blas­femar contra Dios, blasfemar de su Nombre, de su morada y de los que habitan en el cielo. [7]Le fue permitido también hacer guerra a los santos y vencerlos; y le fue dada autoridad sobre toda tribu y pueblo y lengua y nación. [8]Y lo adorarán (al dragón) todos los morado­res de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos, desde la fundación del mundo, en el libro de la vida del Cordero inmolado. [9]Si alguno tiene oído, oiga: [10]si alguno ha de ir al cautiverio, irá al cautiverio; si alguno ha de morir a espada, a espada morirá. En esto está la paciencia y la fe de los santos.
La bestia de la tierra. [11]Y vi otra bestia que subía de (bajo) la tierra. Tenía dos cuer­nos como un cordero, pero hablaba como dragón. [12]Y la autoridad de la primera bestia la ejercía toda en presencia de ella. E hizo que la tierra y sus moradores adorasen a la bestia primera, que había sido sanada de su golpe mortal. [13]Obró también grandes prodigios, has­ta hacer descender fuego del cielo a la tierra a la vista de los hombres. [14]Y embaucó a los habitantes de la tierra con los prodigios que le fue dado hacer en presencia de la bestia, diciendo a los moradores de la tierra que debían erigir una estatua a la bestia que recibía el golpe de espada y revivió. [15]Y le fue con­cedido animar la estatua de la bestia de modo que la estatua de la bestia también hablase e hiciese quitar la vida a cuantos no adorasen la estatua de la bestia. [16]E hizo poner a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y siervos una marca impresa en la mano derecha o en la frente, [17]a fin de que  nadie pudiese comprar ni vender si no estaba marcado con el nombre de la bestia o el número de su nombre. [18]Aquí la sabiduría: quien tiene entendimiento calcule la cifra de la bestia. Por­que es cifra de hombre: su cifra es seiscientos sesenta y seis.

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Artículo publicado el 4 de septiembre de 2010; el texto no se trancribe completo, por contener comentarios de otros autores:
https://radiocristiandad.wordpress.com/2010/09/04/especiales-de-cristiandad-el-anticristo/
Nos complace poner a disposición el audio y el texto de este programa especial de Radio Cristiandad junto al P. Juan Carlos Ceriani, que fuera grabado en nuestros estudios el pasado 27 de agosto. Está basado en la gran obra del P. Manuel Lacunza “La Venida del Mesías en gloria y majestad”; y también en los datos aportados por el P. Leonardo Castellani y Mons. Juan Straubinger.
El texto nos permitirá acercarnos más a la dificil exégesis que se presenta ante la visión de la Bestia del Mar.
La adecuación a nuestras realidades dará al lector y oyente una perspectiva de increible verosimilitud.
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FENÓMENO III
El Anticristo
§ 5 Ideas del Anticristo, que nos da la divina Escritura
Si leemos toda la Escritura divina, en ninguna otra parte podremos hallar tantas noticias, ni tan claras, ni tan ordenadas, ni tan circunstanciadas, como en el último libro de la Escritura, que es el Apocalipsis de San Juan.
Casi todos los intérpretes del Apocalipsis convienen entre sí, como en una verdad general, que la bestia terrible de siete cabezas y diez cuernos, de que tanto se habla en esta profecía, cuya descripción en toda forma se lee en el capítulo XIII, y cuyo fin en el XIX, es el Anticristo mismo, de quien hemos oído que vendrá.
La sola descripción de la bestia, aunque no se considerase otra cosa, parece inacomodable a una persona singular:
Y vi salir de la mar una bestia, que tenía siete cabezas, y diez cuernos, y sobre sus cuernos diez coronas, y sobre sus cabezas nombres de blasfemia. Y la bestia que vi, era semejante a un leopardo, y sus pies como pies de oso, y su boca como boca de león. Y le dio el dragón su poder, y grande fuerza. Y vi una de sus cabezas como herida de muerte: y fue curada su herida mortal. Y se maravilló toda la tierra en pos de la bestia. Y adoraron al dragón, que dio poder a la bestia, diciendo: ¿Quién hay semejante a la bestia? ¿Y quién podrá lidiar con ella? Y le fue dada boca con que hablaba altanerías y blasfemias: y le fue dado poder de hacer aquello cuarenta y dos meses. Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar su nombre, y su tabernáculo, y a los que moran en el cielo. Y le fue dado que hiciese guerra a los Santos, y que los venciese. Y le fue dado poder sobre toda tribu, y pueblo, y lengua, y nación. Y le adoraron todos los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos en el Libro de la vida del Cordero, que fue muerto desde el principio del mundo. Si alguno tiene oreja, oiga.
§ 6 Explicación de este misterio,
supuesto que el Anticristo sea una persona singular
Dicen primeramente y en general, que la bestia de que aquí se habla, no es otra cosa que el Anticristo.
Mas, les es necesario acomodar a esta persona todas las particularidades que se leen en el texto sagrado.
Yo solo busco por ahora la explicación de solas tres:
  • Primera, las siete cabezas de la bestia.
  • Segunda, sus diez cuernos.
  • Tercera, la cabeza herida de muerte y su milagrosa curación.
Cuanto a lo primero, nos aseguran que la bestia en general es el Anticristo; mas como este Anticristo ha de ser un monarca universal de toda la tierra, como para llegar a esta grandeza ha de hacer guerra formal a todos los reyes, que en aquel tiempo, dicen, serán solos diez en todo el orbe, como de estos diez ha de matar tres, y los otros siete los ha de sujetar a su dominación: por eso estos siete reyes, súbditos ya del Anticristo y sujetos a su imperio, se representan en la bestia como cabezas suyas: tenía siete cabezas.
No obstante, si leemos el lugar único de la Escritura, no hallamos en él tal noticia.
Una circunstancia que es la única que podía servirle, esa es puntualmente la que falta en el texto.
Explícome. Hallamos en el capítulo VII de Daniel una bestia, terrible con diez cuernos, los cuales figuran otros tantos reyes; hallamos que entre estos diez cuernos, sale otro pequeño al principio; mas, que con el tiempo crece y se hace mayor que todos; hallamos, que a la presencia de este último cuerno ya crecido y robusto, caen y son arrancados tres de los diez; lo cual, como se explica allí mismo, quiere decir, que este cuerno o esta potencia humillará tres reyes, y humillar no es lo mismo que matar.
Buscamos después de esto lo que debe suceder con los otros siete reyes que quedan, y no hallamos que se hable de ellos ni una sola palabra.
¿Cómo, pues, se asegura sobre este sólo fundamento, y se asegura con tanta formalidad, que el Anticristo matará tres reyes, y sujetará a su dominación los otros siete?
El texto solo dice, que este último cuerno humillará tres, y si los otros siete son vencidos y obligados a recibir el yugo de otra dominación, ¿qué mayor humillación pueden sufrir? Luego en este caso debía decir, que humillará no solo tres, sino todos los diez.
Fuera de esto, ¿con qué razón, con qué fundamento, con qué propiedad se puede decir que este cuerno terrible será el Anticristo, y no la bestia misma espantosa y prodigiosa, que lo tiene en su cabeza, y usa de él, y lo juega según su voluntad?
Crece mucho más el embarazo de esta explicación, si considerando la bestia del Apocalipsis, pedimos que nos muestren en ella con distinción y claridad la persona misma del Anticristo.
Nos dicen en general, que es la bestia, por otra parte nos dicen, que sus siete cabezas son siete reyes súbditos suyos que él ha vencido y humillado, y que los tiene prontísimos a ejecutar todas sus órdenes.
Y la persona misma de este Anticristo, digo yo, ¿cuál es? O es el cuerpo trunco de la bestia, sólo y sin cabeza alguna (el cual no puede llamarse bestia sin una suma impropiedad) o aquí falta otra cabeza mayor que todas.
Es más que visible el embarazo. Por lo cual no reparan en avanzar una especie de contradicción, diciendo o suponiendo, que una de las siete cabezas de la bestia es la persona misma del Anticristo.
Por otra parte, las siete cabezas de la misma bestia son los siete reyes que han quedado vivos, aunque vencidos y sujetos a la dominación del Anticristo, luego la persona misma del Anticristo es uno de los siete reyes, etc., luego siendo estos siete reyes, como son, las cabezas de la bestia, son al mismo tiempo solas seis.
La segunda cosa que se debe explicar es, los diez cuernos todos coronados que tiene la bestia El texto solo dice, que la bestia tenía diez cuernos propios suyos; mas no dice si todos diez estaban en una sola cabeza, o si estaban repartidos entre todas.
No obstante, los doctores los ponen todos diez o los suponen en una sola cabeza, a quien hacen la persona del Anticristo; y así dicen, que los diez cuernos son los diez reyes que entonces habrá en el mundo, todos súbditos del Anticristo, y prontos a ejecutar sus órdenes.
De aquí se sigue otra especie de contradicción u otro enigma, no menos oscuro y difícil de resolver; este es, que el Anticristo tendrá a su disposición diez reyes todos coronados, y por consiguiente vivos y actualmente reinantes, y al mismo tiempo solo tendrá siete.
¿Por qué? Porque según nos acaban de decir en la explicación de las siete cabezas, estas significan los siete reyes que han de quedar vivos y súbditos del Anticristo, después de la muerte de los otros tres.
Si solo han quedado siete vivos, ¿cómo aparecen en la cabeza de la bestia todos diez coronados?
Podrá decirse, que en lugar de los tres reyes muertos, pondrá de su mano el Anticristo otros tres, que le quedarán obligados, y lo servirán con empeño y fidelidad, con los cuales se completará el número de diez.
La tercera cosa que hay que explicar es, la herida de muerte de una de las siete cabezas, su maravillosa curación, y lo que de esto resultó en toda la tierra.
Los intérpretes se dividen aquí en dos opiniones.
La primera dice, que uno de aquellos siete reyes súbditos ya del Anticristo, o morirá realmente, o enfermará de muerte sin esperanza alguna de vida; y el Anticristo públicamente a vista de todos, y sabiéndolo todos, lo resucitará, y lo sanará por arte del diablo.
La segunda opinión comunísima dice, que la cabeza herida de muerte será el mismo Anticristo, que es una de las siete, el cual morirá, y resucitará al tercer día, todo fingidamente.
Ahora, esta imitación de la muerte y resurrección de Cristo, ¿para qué la habrá menester el Anticristo? ¿Acaso para que lo tengan por el verdadero Mesías prometido en las Escrituras? Sí, puntualmente para esto. ¿Pero quiénes?
Todos los habitadores de la tierra se reducen fácilmente a cuatro clases de personas:
  • cristianos, tomada esta palabra latísimamente con toda su extensión,
  • étnicos o gentiles,
  • mahometanos,
  • judíos.
¿Para cuál de estas cuatro clases de gentes podrá ser a propósito aquel milagro? ¿A cuál de ellas pretenderá persuadir el Anticristo que es el verdadero Mesías?
¿A los cristianos? Cierto que no; respecto de estos el milagro probará lo contrario: probará, digo, que no puede ser Cristo verdadero, sino fingido un hombre que muere, aunque resucite luego; pues que habiendo Cristo resucitado de entre los muertos ya no muere: la muerte no se enseñoreará más de él. Cristo verdadero que murió y resucitó una vez, no puede volver a morir.
¿Será acaso el milagro para los étnicos o gentiles? Tampoco, como estos no tienen idea alguna del Mesías, no podrán admirarse.
Lo mismo digo de los mahometanos.
No nos queda, pues sino la última clase de gentes, que son los Judíos. Así la muerte y resurrección del Anticristo será solamente para engañar a los judíos, los cuales por sus mismas Escrituras podrán tener alguna luz de la muerte y resurrección de su Mesías.
Mas no obstante esta luz de las Escrituras, es cierto que esa muerte y resurrección del verdadero Mesías fue para ellos piedra de tropiezo, y piedra de escándalo.
Al mismo Mesías, cuando les habló claramente de su muerte, le respondieron como escandalizados, Nosotros hemos oído de la ley, que el Cristo permanece para siempre; ¿pues cómo dices tú, conviene que sea alzado el Hijo del Hombre? Tan lejos como esto estaban de pensar que su Mesías podía morir, aunque fuese para luego resucitar.
¿Y creemos que recibirán por su Mesías al Anticristo por verlo morir y resucitar? ¿Y creemos, que recibirán al Anticristo que se fingirá muerto y resucitado para que los judíos lo crean y reciban por su Mesías?
A todo esto se añade, y debe añadirse otra reflexión: esto es, que en el tiempo de la herida y curación de una de las cabezas de la bestia, los más de los doctores suponen ya al Anticristo monarca universal de toda la tierra; ya suponen muertos tres reyes, y sujetos a su obediencia todos los demás; por consiguiente ya lo suponen creído mucho antes de los judíos, y recibido por su rey y Mesías; pues según ellos mismos esta ha de ser la primera empresa del Anticristo, aun antes de salir de Babilonia.
¿Para qué, pues, podrá ser buena esta ficción de muerte, y de muerte no natural sino violenta (porque el texto dice), como herida de muerte, cuando ya los judíos lo adoran como a su Mesías, y lo restante del linaje humano, como a su rey, y como a su Dios?
Parece bien difícil de comprenderse:
  • por una parte, la bestia de siete cabezas y diez cuernos es el Anticristo;
  • por otra parte, el Anticristo no es más que una de las siete cabezas de la bestia;
  • por una parte las siete cabezas son siete reyes vencidos del Anticristo y súbditos suyos;
  • por otra parte, el Anticristo mismo es uno de los siete;
  • por una parte, los diez cuernos son diez reyes coronados, vivos y sanos, que sirven al Anticristo;
  • por otra parte, no pueden señalarse arriba de siete; pues el Anticristo mismo mató tres, que no quisieron servirle de cuernos, etc.
¡Qué oscuridad! La causa de todo no parece que pueda ser otra, sino el sistema o principio sobre que se ha procedido, mirando a este Anticristo como a una persona individua y singular.
§ 7 Se propone otra explicación de todo este misterio en otro principio
Figurémonos ahora al Anticristo como un gran cuerpo moral, compuesto de millares de personas, mas todas unidas; todas animadas de aquel espíritu que divide a Jesús.
En este Anticristo se comprende bien, lo primero, la metáfora de siete cabezas en una bestia; se concibe, digo, como siete cabezas diversas entre sí, o siete falsas religiones que pueden entrar en una misma idea o proyecto particular, se unirán para esto en un solo cuerpo, esto es, para hacer guerra en toda forma al cuerpo y Cristo, y a Cristo mismo, no en alguna parte determinada de la tierra, sino en toda ella y a un mismo tiempo.
Se comprende bien lo segundo, la metáfora de los diez cuernos todos coronados; y se concibe sin dificultad, como diez o más reyes pueden entrar en el mismo sistema o misterio de iniquidad, prestando a la bestia, compuesta ya de siete, toda su autoridad y potestad, ayudándola para aquella empresa.
Se concibe en fin, como una de las siete cabezas, o una de las siete bestias unidas, puede recibir algún golpe mortal, y no obstante ser curada la llaga metafórica.
Sería conveniente y aún necesario leer otra vez todo el párrafo VII del fenómeno antecedente, trayendo también a la memoria lo que dijimos sobre las cuatro bestias de Daniel.
Estas cuatro bestias tienen una relación tan estrecha con la bestia del Apocalipsis, que más parece identidad que parentesco.
Yo a lo menos no hallo otra diferencia, sino que el Profeta toma a las bestias cada una de por sí, mirando a cada una separadamente desde su nacimiento, y siguiéndola en espíritu desde su tiempo hasta otro; San Juan por el contrario las toma todas juntas, y unidas en un mismo cuerpo, como que solamente las considera en el estado de madurez y perfección brutal, que han de tener en los últimos tiempos.
San Juan dice, que la bestia que vio, tenía siete cabezas, que es lo mismo que decir, ni sé que otra cosa se pueda decir más natural, que a siete bestias diversas entre sí, las vio unidas en un mismo cuerpo, y animadas de un mismo espíritu.
Daniel, aunque solo nombra cuatro, mas estas cuatro son siete en la realidad, pues la tercera que es el leopardo, se compone de cuatro; y estas cuatro con las dos primeras, leona y oso, y con la última terrible hacen siete.
San Juan dice de su bestia, que era semejante a un leopardo con boca de león y pies de oso; conque la compara al mismo tiempo, y la asemeja al león, oso y leopardo.
Estas son puntualmente las tres primeras bestias de Daniel: mejor diremos las seis primeras, pues en el leopardo se incluyen cuatro.
A la bestia que falta no se le halla semejanza con las otras bestias conocidas, y por eso no se le pone nombre, ni en el Apocalipsis, ni en Daniel: solo dice este Profeta, que no tenía semejanza alguna con las otras.
San Juan dice de su bestia, que la vio salir del mar; lo mismo dice Daniel de sus cuatro bestias, y casi con las mismas palabras.
San Juan nos representa su bestia con diez cuernos todos coronados; lo mismo en sustancia hace Daniel, con sola esta diferencia, que pone los diez cuernos en la cabeza de la última bestia, porque a ésta la considera en sí misma, y como separada de las otras; mas San Juan, que la considera unida con las otras y formando entre todas un solo cuerpo, o una sola bestia, pone todos los diez cuernos en esta bestia, o en este conjunto, sin decirnos en particular si están todos en una cabeza, o repartidos entre todas, o todos en cada una.
Los diez cuernos, dice Daniel, y lo mismo dice San Juan, significan diez reyes (sea éste un número determinado, o indeterminado, hace poco a la sustancia del misterio).
Estos diez cuernos los vio Daniel en la cabeza de su última bestia, que es visiblemente la que debe hacer el papel o figura principal en esta tragedia; porque si esta bestia se considera en sí misma, prescindiendo de las otras, los cuernos parece que han de ser propios suyos; ella los ha de criar, y sustentar, y arraigar con grandes cuidados, como que le son infinitamente necesarios para poner en obra sus proyectos.
Mas cuando esta bestia se trague las otras, es decir, cuando traiga a su partido un número suficiente de individuos pertenecientes a las otras bestias; cuando les haga entrar en sus impías ideas; cuando en todas las partes del mundo haga declararse formalmente contra Cristo muchos gentiles, muchos mahometanos, y principalmente muchísimos cristianos de los que pertenecen al falso cristianismo, aquellos cuyos nombres no están escritos en el libro de la vida del Cordero; cuando en suma, todos estos formen con ella un solo cuerpo, y sean animados de un mismo espíritu (que es el estado en que los considera San Juan) entonces todos los cuernos serán comunes a todas las cabezas, o a todas las bestias unidas; todas herirán, o espantarán con ellos; y todo aquel cuerpo de iniquidad estará como en seguro por los cuernos; será como una consecuencia necesaria, que tiemble en su presencia toda la tierra; que se rindan sus habitadores, y que le hinquen la rodilla.
§ 10 Reflexiones
Lo que a lo menos podemos concluir legítimamente de todo lo que hemos dicho sobre la bestia del Apocalipsis, es esto: que siendo esta bestia el Anticristo que esperamos; que anunciándose tantas cosas nuevas, grandes y estupendas que deben suceder en aquellos tiempos en toda nuestra tierra; debe ser este Anticristo alguna otra cosa infinitamente diversa y mayor sin comparación de lo que puede ser un hombre individuo y singular, aunque éste se imagine y se finja un monarca universal de todo el orbe.
No hay duda que en estos tiempos tenebrosos se verá ya un rey, ya otro, ya muchos a un mismo tiempo en varias partes del orbe, perseguir cruelmente al pequeño cuerpo de Cristo con guerra formal y declarada; mas ni este rey, ni el otro, ni todos juntos serán otra cosa en realidad, que los cuernos de la bestia, o las armas del Anticristo.
Si esperamos ver este hombre singular, este judío, este monarca universal, este dios de todas las naciones; si esperamos ver cumplido en este hombre todo lo que se dice de la bestia, y lo que por tantas otras partes nos anuncian las Escrituras, es muy de temer que suceda todo lo que está escrito así como está escrito, y que su Anticristo no parezca, y que lo estemos esperando aun después de tenerlo en casa.
Asimismo es muy de temer, que esta idea que nos hemos formado del Anticristo, y que hallamos en toda suerte de libros, menos en la Escritura santa, sea la causa principal o la verdadera de aquel descuido tan grande en que estarán los hombres, cuando llegue el día del Señor.
Haced, amigo, esta breve e importante reflexión. Este día lo llama el mismo Hijo de Dios repentino…, y añade, que vendrá como un lazo sobre todos los habitadores de la tierra; y en otra parte dice que sucederá en su venida lo mismo que sucedió en la venida del diluvio: Comían, y bebían; los hombres tomaban mujeres, y las mujeres maridos hasta el día en que entró Noé en el arca; y vino el diluvio, y acabó con todos. Asimismo como fue en los días de Lot;… De esta manera será el día, en que se manifestará el Hijo del Hombre.
A quien lee por otra parte en los Profetas, en el Apocalipsis, y en los Evangelios aquellas grandes señales, que deben preceder inmediatamente a la venida del Señor, y en ellas la tribulación del Anticristo, naturalmente se le hace difícil de concebir, el cómo pueda caber un descuido tan grande, en medio de señales tan manifiestas.
Paréceme que una de las causas de este descuido, y tal vez la mayor, o la más inmediata, será sin duda la que vamos considerando, quiero decir las falsas ideas, no menos de la venida de Cristo, que de la venida o manifestación del Anticristo, y del Anticristo mismo.
De modo que se verán todas las señales, y se cumplirán todas las profecías, y su Anticristo no parecerá.
Y como por otra parte se sabe y se cree, que Cristo no vendrá, sin que antes venga la apostasía, y sea manifestado el hombre de pecado…, estará ya Cristo a la puerta, y el verdadero Anticristo en vísperas de acabar sus días, y los cristianos descuidados enteramente por la falsa persuasión de que todavía hay mucho que tirar.
¿Por qué? Porque el Anticristo ha de venir primero que Cristo; y este Anticristo, este Mesías y rey de los judíos, este monarca de todo el orbe todavía no se ve, ni aun se divisa alguna señal o vestigio de la persona en todo el círculo horizontal.
Por lo que hemos dicho hasta aquí del Anticristo, explicando la bestia del Apocalipsis, podrá tal vez imaginarse, que ya la máquina terrible está concluida, que es en nuestro sistema todo el Anticristo entero y perfecto, con que estamos amenazados, y que ya no queda otra pieza digna de consideración en este cuerpo moral.
No hay duda que eso sólo bastaba para formarnos una idea de la última tribulación la más formidable y la más conforme a las expresiones de la Escritura.
Y ¿qué cosa más grande se puede imaginar, ni más terrible, ni más espantable, que la unión en un solo cuerpo, de siete bestias todas ferocísimas? ¿De siete bestias, digo, cada una de las cuales ha podido hacer por sí sola, ha hecho, y está haciendo males gravísimos e irreparables en el mísero linaje de Adán?
Considérense estos males, no confusamente y a bulto, sino separados los unos de los otros, mirando al mismo tiempo con particular atención aquella bestia particular a quien se deben atribuir.
¿Qué males no hizo, y hace todavía la idolatría?; y esto por espacio de tantos siglos, y esto antiguamente en todas las partes de la tierra, en todos los pueblos, tribus y lenguas, ¡y aun en el pequeño pueblo o Iglesia del verdadero Dios!
¿Qué males no ha hecho, y está haciendo en una gran parte de la tierra el mahometismo, y esto impunemente a su satisfacción, a su libertad, a su arbitrio, sin que haya quien se atreva a socorrer aquellos infelices, ni sacar uno solo de la terrible boca de esta bestia?
¿Qué males no han hecho, hacen, y harán en adelante, aun dentro del mismo cristianismo, la herejía, el sistema de la hipocresía religiosa, y el libertinaje?
Sobre todo, ¿qué males no ha comenzado a hacer, aun desde la cuna, la bestia última terrible y admirable, esto es, el deísmo puro, la filosofía, la apostasía de la verdadera religión, o en suma, el espíritu fuerte y audaz, el espíritu soberbio y orgulloso que divide a Jesús?
Pues cuando todas estas bestias, por sí mismas ferocísimas, hagan entre sí una liga formal, o un tratado solemne de amistad, de unión, de compañía; cuando todas se unan en un solo cuerpo moral, de modo que todas juntas parezcan una sola bestia; cuando esta bestia septiforme aparezca en el mundo armada de uñas de hierro, de dientes grandes de hierro, y también de diez cuernos terribles, o de toda la potencia de los reyes; cuando abra su boca horrorosa, en blasfemias contra Dios, para blasfemar su nombre y su tabernáculo, y a los que moran en el cielo; cuando en fin, se vea toda esta nube tenebrosa y espantable encaminarse directamente contra el Señor, y contra su Cristo, con intención determinada, con firmísima resolución de no dejar en toda la tierra vestigio alguno ni memoria de Cristo, etc.; ¡qué tempestad! ¡qué temor! ¡qué tribulación!