Bergoglio: el cura militante. Por Nicolás Márquez.
Tengo el penoso privilegio de ser uno de
los pocos argentinos que se entristeció cuando el cura Bergoglio fue
designado Papa en marzo del 2013. Su conocida condición de Pastor
heterodoxo, oportunista, demagogo y de consabida simpatía para con el
dictador pedófilo Juan Perón (el mismo que incendiara las Iglesias,
encarcelara Sacerdotes y fuera excomulgado por Pío XII[1]) en los años 50´) no eran precisamente los pergaminos más confiables del consagrado Padre Jorge.
En su momento, en el kirchnerismo puro y
duro la noticia fue tomada con amargura (principalmente por el doble
agente Horacio Verbitsky quien hizo ingentes esfuerzos para tratar de
meterlo preso) dado que el flamante Papa, siendo Arzobispo de Buenos
Aires había manifestado en ciertas ocasiones críticas livianas
relativas al latrocinio que el régimen de Néstor y Cristina venía
llevando adelante, con lo cual algunos en el oficialismo entonces
vigente lo suponían un “enemigo”.
Sin embargo, cuando el
magnate-delincuente Néstor Kirchner murió en octubre del 2010, fue el
propio Bergoglio el encargado de oficiar una Misa para ensalzarlo y elogiarlo encendidamente, como si se hubiese muerto un patriota católico intachable y no un vulgar hampón infiel.
Estos y otros antecedentes del Padre
Jorge me hicieron formar parte de una minoría apenada tras la elección
del Cónclave, malestar que desafortunadamente se acentuó tras tomar nota
del calamitoso Pontificado que desde hace tres años el personaje de
marras viene protagonizando.
En efecto, una vez que el Padre Jorge se
consagró Vicario de Cristo, no hizo más que juntarse y fotografiarse
con cuanto mafioso, farandulero y dictador comunista fuera a saludarlo.
Se piropeó con el genocida Fidel Castro y se mimoseó con su hermano Raúl
(a la vez que le negó entrevista a las sufrientes Damas de Blanco).
Lisonjeó en Bolivia al narco-presidente Evo Morales y se trajo de alegre
souvenir una escultura de Cristo crucificado por la Hoz y el Martillo.
Propagandeó al dictador Nicolás Maduro sin mencionarle una coma sobre
los presos políticos existentes en el destartalado país. Bendijo a la
suspendida bandolera Dilma Rouseff y en el orden local, su papel no fue
menos indecoroso.
Se cansó de agasajar a
la cleptómana Cristina Kirchner. Supo ser el vergonzoso jefe de campaña
de una piltrafa moral como Daniel Scioli. Apañó al matón Guillermo
Moreno. Respaldó al extorsionador sindical “caballo Suárez”. Clamó por
la ladrona de los pobres Milagro Sala y se dio el gusto de publicitar a
los facinerosos de La Cámpora blandiendo remerita y banderín partidario.
Luego, tras colaborar
con el afiche de campaña del locador prostibulario Martín Insaurralde y
farandulear en la Santa Sede con el pornocómico Marcelo Tinelli, la
nueva cita del supuesto heredero del trono de San Pedro es con la
mismísima delegada de las FARC en Argentina y socia del parricida Sergio
Shocklender, nos referimos a Hebe de Bonafini, madraza de la corrupción
por antonomasia en el programa “Sueños Compartidos”, aquel negociado
millonario a expensas de los indigentes. Hace bien Bergoglio en recibir a
Hebe, si supo albergar a una miserable como Estela Carlotto: ¿cómo no
va a hacer lo propio con su principal colega y competidora?
Mientras tanto, indignos alcahuetes
como el vocero Sergio Rubín y papólatras afines, no hacen más que
disculpar o justificar las andanzas y amistades del citado cura
militante declarando “Cristo se juntó con pecadores y el Papa debe
imitarlo”, omitiendo el detalle de que Cristo se juntó con pecadores
para convertirlos: no para promoverlos políticamente.
En sentido contrario, quienes no
contaron con el penoso privilegio de formar parte del clan de zurdos y
ladrones, no sólo no fueron recibidos por el compañero Bergoglio (jamás
aceptó entrevistarse con los vapuleados familiares de los presos
políticos de Argentina) sino que ignoró a a la dirigente social
Margarita Barrientos y no quedándole más remedio protocolar que recibir
al Presidente Mauricio Macri, lo acogió mediante un destrató manifiesto y
un estudiado malhumor gestual.
Con la ignorancia propia no de un Sumo
Pontífice sino de un puntero periférico de unidad básica, Bergoglio
sostuvo en febrero del 2015 que “el dinero es estiércol del demonio”
(pero no le dijo a los curas que dejen de recibir dicho estiércol por
parte de la feligresía) y denostó al capitalismo todo cuanto pudo
definiéndolo como “dictadura del dinero”, desconociendo el dirigente que
el demonizado sistema en cuestión es el único que demostró sobradamente
poder reducir la pobreza que aun existe en el mundo, pero que antes del
descubrimiento del capitalismo ésta era muchísimo más escandalosa que
la que hoy Bergoglio denuncia con talentosa sobreactuación.
También se argumenta en favor del padre
Jorge alegando que “gracias a él mucha gente volvió a la Iglesia”, como
si la Iglesia fuese una banda de rock and roll cuyo fin fuese llenar
estadios de fútbol hasta el tope. Nosotros preguntamos: los que “gracias
a Bergoglio” han vuelto a la Iglesia ¿regresaron en busca de la recta
doctrina o en calidad de cholulos ?. Los que volvieron embelesados con
el Papa argentino: ¿se tomaron el breve trabajo de leer al menos alguna
de sus Exhortaciones Apostólicas o tan sólo lo visitaron para sacarse
una foto turística y subirla al facebook?.
Nunca confié en Bergoglio antes de que
éste sea Papa. Desde que se consagró como tal confío menos. Por lo
pronto, el padre Jorge nos dice que recemos por él.
Pues bien, recemos entonces para que se convierta.