sábado, 21 de mayo de 2016

DE CAPONNETTO Y HERNANDEZ

Por Dardo Juan Calderón
DE CAPONNETTO Y HERNANDEZ 
INFOCAÓTICA Y EL MAGISTERIO DEL DESACIERTO INFALIBLE.
Este blog al que nos referimos se propone como objetivo la vieja tarea - que ya lleva doscientos años fracasando -  de conciliar al católico con el orden moderno de la democracia liberal. Es lo que hemos llamado entrismo, colaboracionismo, votopartidismo, ralliement, gatopardismo  y otras linduras; neologismos inventados por esquivar el mote de traición y apostasía que resulta un tanto demodé en un mundo en el que ya no se sabe de qué se está apostatando, ni a quién se está traicionando, y en el que los dioses y los héroes son descartables.
Ellos (que entre la bruma los veo dentro del nacionalismo y a veces tradi) lo plantean como un asunto eminentemente “práctico”, no filosófico. Para estos personajes la democracia es un sistema impuesto que,  en sí misma,  no implica una toma de partido ideológico, sino sistemático o metodológico, y que ante este hecho cumplido, mientras no pueda superarse (lo que dicen anhelar en secreto, y les creo), hay que amoldarse al mal menor (que es el mal que me reporta algún beneficio personal)  y hacerle fuerza al perimido reflejo católico monárquico, sin que sufra la doctrina, para que quepa dentro del sistema una actuación católica.
De lo contrario, salimos del ruedo y abandonamos toda posibilidad de influencia positiva dentro del orden social ¡y esto sí que es un pecadote!.Como ejemplo evidente de que se puede hacer, se muestran orondos a ellos mismos que han logrado lo imposible: ser capaces de mantenerse en la buena doctrina y actuar en democracia (cosas, ambas, de las que dudo mucho).
Por nuestra parte -más allá del asco que nos retiene - entendemos que la democracia no es un “sistema”, una metodología o un requisito, sino una clara toma de partido ideológico, expresamente revolucionario, negador de Dios, ateo y liberal. Que ese acomodamiento de las cargas que nos piden, va mucho más allá de un ensamblaje práctico, y que supone una defección de principios de salud política de los que no se puede prescindir sin que exista apostasía de los principios.
 EL ASPECTO FILOSÓFICO.
Hemos tratado de demostrar que este “acomodamiento” exige un replanteo naturalista en su cumbre, mediante la teoría del “doble fin”, que han realizado los neotomistas y que se sigue defendiendo en los ámbitos que se suponen más tradicionalistas (muy cercanos a nosotros) y a la que demuestran adherir en la propiciación de textos que traen (como el de Juan Fernando Segovia y otros). Y que por otra parte, pensamos queel ensayo de esta idea viene fracasando hace doscientos años con efectos terribles y perniciosos para la Iglesia y que ya sería hora de abandonarlo (si lo que nos importa es justamente esto, la Iglesia: y si no, pues...)
La discusión Caponnetto-Hernández se centró sobre esta reyerta (quizá no al nivel de los principios primeros) y se repasó en la historia, en la ciencia política, en la filosofía y en la teología, pugnando por fundarseen los antecedentes para una y otra postura.  Surgió entonces el problema de que en la mayoría de los casos desde hace unos cuatrocientos años, las mismas fuentes daban pie para una u otra conclusión, según se eligieran las citas y se afinaran las interpretaciones, y según el espíritu y la letra.
 Indudablemente la discusión servía para evidenciar que el pensamiento católico, desde 1789 (y aún antes) venía oscilando entre permanecer fieleshasta el martirio al modelo político de las monarquías cristianas y condenar todo intento de desalojo de esa forma que garantizaba la existencia de lo católico dentro del orden social ( testimonio de La Vendèe, los legitimistas franceses, el carlismo); o atreverse al “desafío” de permanecer (no como Iglesia, que es una realidad sobrenatural garantizada) sino como “influencia social”, dentro del nuevo modelo republicano, liberal y democratista (ralliement). Aceptando sus métodos, pero intentando colonizar su filosofía (pues nadie puede negar que tienen una, y que es otra que la que tenía la Iglesia); eso sí…sabidos - por supuesto - que la que había perdido el partido era la Teología como madre de las ciencias, que estaya no era un argumento aceptable en ese medio dialogante y no autoritario y que, lo que había que crear era una filosofía natural, una reflexión del orden natural, de lo político, que por una parte no se hiciera disfuncional con el dogma, pero, que no obtuviera sus fundamentos de él, sino de la reflexión de la razón humana guiada por las evidencias de su naturaleza al mejor estilo del realismo aristotélico. Y creyeron que eso era la “filosofía tomista”, olvidando a pesar de las advertencias de Gilsón, que Santo Tomás no construyó una filosofía, sino que hizo Teología, utilizando lo que le servía de una filosofía. La filosofía era una sierva, un instrumento, y nada más que esto (lo digo a propósito en este tono para hacerlos rabiar y que me endilguen lo bruto).
El intento de construir una “filosofía”, supone - mal que les pese y por propio efecto del instrumento que se independizaba - una reconstrucción de lo teológico a partir de esta filosofía, que demostraría - entre muchas otras cosas que se cambian - que la revelación está en la naturaleza y que Cristo sólo evidencia con mayor rapidez lo que podríamos haber descubierto nosotros a la larga, que Cristo era un filósofo ejemplar y preclaro.Que finalmente la verdad va a llegar a nosotros por vía de la libertad y no de la autoridad, y por tanto la que resulta colonizada es la teología desde la filosofía. Libertad va a imponerse sobre autoridad desde Suarez hasta hoy con coloratura de tomismo.
Frente a esta contradicción que puede ocurrir entre la reflexión humana con la sola razón libre– pero, eso sí, conformada al dato “real” de la naturaleza - y el dogma establecido por la Iglesia; este nuevo catolicismo se presenta optimista a un encuentro futuro y salva la contradicción actual con el argumento de,“sólo apariencia de contradicción” que se irá desvelando. Razón y fe, coincidirán finalmente sin necesidad de que se fuerce una u la otra. El diálogo es posible y útil, no digo con la ideología (eso sería mala leche de mi parte) - que es una construcción artificial para justificar la toma del poder - pero sí con la “filosofía” que es un ejercicio autónomo de la razón.
Nosotros, a la filosofía la habíamos dado por terminada en Aristóteles, y desde allí, todo era ideología o religión; somos tan brutos que no entendemos que después de Cristo, después de la Verdad, después del EcceHommo, la Pasión y la Resurrección, se ande “en pelotas” con un farol buscando al Hombre.
Desde que estos comenzaron, Filosofía y Teología pugnan a la par – en paralelo -  por la verdad y el bien, como lo hacen a la par Estado e Iglesia por un bien comúny una verdad de diferentes grados y planos, sin necesidad de subordinaciones previas, y esperando una subordinación, que finalmente no es subordinación, sino coincidencia futura por maduración del encuentro, y que se hará si nos atenemos al dato natural. Ellos entienden que si Dios nos dio la razón, no la dio para perdernos y el buen ejercicio de la misma nos conducirá a Dios, siendo la Iglesia un guía y asesor, que si llega a fallar, pues podemos seguir  en buen camino con la razón filosofante. De la misma manera puede ser el estado quien salve a la Iglesia cuando ella desfallece.
Doble fin para lo político, implica doble fin para la razón. Implica que el filosofar tiene su rumbo y el teologizar el suyo, y esto, para permanecer católico, implica creer con optimismo en un encuentro “futuro” y caminar cada una por su lado. Implica también en el católico un optimismo de encuentro durante un transcurso de libertad, con la sola sujeción al dato de la realidad natural, y no necesariamente al dato de la revelación (Ayuso lo dice expresamente cuando define el pensar lo político).
Vuelvo a nuestra parte. Entendemos que esto es falso. Que la inteligencia, y con ella el filosofar, deben partir de la sujeción al pronunciamiento de la autoridad del dogma revelado y el magisterio eclesiástico. Somos pesimistas frente a la posibilidad de ese “encuentro” futuro, porque enfrentamos una naturaleza caída (y aún si no lo fuera);y que si bien lo natural nos da una “idea” de la existencia de lo sobrenatural, no puede traspasar el velo de la razón divina que marca el fin del hombre y de las sociedades. Menos puede ponernos frente a la “realidad” de Su existencia sino  parte del movimiento inicial del dictamen de la autoridad sobre la Verdad (y que a ella vuelve a cada rato para corregirse, como volvía Aristóteles a la realidad objetiva),  y si esa “realidad” y esa autoridad no se hacen presentes frente a nosotros, en carne y espíritu, por la venida y acción redentora de Nuestro Señor Jesucristo y su permanencia viva en el sacramento y en la vida de la gracia. Ningún realismo es posibley siempre tiene algo de idealismo, sin la “realidad” del misterio de Cristo Encarnado, Redentor y Resucitado.
  Estudiar filosofía es como estudiar piano, se agilizan los dedos y se repasan las escalas. Sirve para ejecutar música; pero nada impide que puedas escuchar y valorar una melodía sin saber piano. Es más, los filósofos y los pianistas son unos tipos insufribles que la más de las veces están más atentos al piano que a la música, y terminan creyendo que el piano es todo, y suelen terminar tocando unos bodrios en que se luce el piano y no existe melodía. Me hartan los pianistas.
En suma, la razón puede ver algo de la realidad natural que es como el piano ¡y a veces parece que es todo! (Porque el piano es algo completo en sí mismo y parece que nada le falta), pero ese algo es nada frente a la realidad que debemos “ver” (escuchar, sentir, gozar, adorar…)  y que es la Melodía (no sólo en la partitura ¡sino ejecutada! con mil instrumentos), que es la realidad de lo sobrenatural para la que estamos creados, que hace que lo natural cobre un significado que es imposible percibir en sí mismoy que sólo se alcanza plenamente desde la Revelación, que es justamente la melodía ejecutada por el mejor Músico. La gracia supone la naturaleza, pero no al revés. La música supone el piano, pero no al revés.  No fue Grecia las que nos llevó a Cristo, sino Cristo el que redimió a Grecia.
 El esfuerzo filosófico es un esfuerzo estéril considerado en sí mismo, es esfuerzo de dedos haciendo escalas. Y si no fue en vano, lo fue por Cristo y desde la relectura que la revelación hace del mismo bajo la luz de la fe, que le hace ser parte de una melodía maravillosa. Al igual que con todo el obrar humano.
   SU EFECTO CONTRADICTORIO.
 Este dispar tratamiento de lo político, desde una óptica naturalista yotra teológica, que convive en las mismas personas al mismo tiempoy,que el católico, enajenado por momentos de su fe,  viene llevando desde hace mucho; ora hablando en un plano, ora en el otro, ( y que normalmente ocurre por hablar frente a un auditorio agnóstico y filosófico una vez, y creyente a la otra; siendo dialogante en un caso y magisterial en el otro) y eso sí, siempre confiando en el mito de un futuro encuentro del que hablan los entusiastas pastores; produce el doble efecto de discursos que son contradictorios en sí mismos, aunque no en la conciencia y el anhelo del que espera un encuentro y compra a futuro.
 Los autores y hasta los Papas han recurrido a este doble discurso por existir un doble auditorio y no pudieron escapar de la enajenación de sus personalidades que preanunciaba Menvielle con su Papa de dos iglesias, que en realidad hoy comprendemos que se trataba de un Papa para la Iglesia y el mismo Papa para el Mundo. Y en ese doble discurso, se pueden encontrar en una misma persona dos opiniones diferentes (ya veremos si ambas, son “opiniones”). Que no es que sean contradictorias en la conciencia de quienes las expresan (aun cuando lo puedan ser, y lo son, en estricta lógica), sino que cada una está expresada en planos diferentes – el natural y el sobrenatural (pastoral y dogmático, dirá el concilio) – e implican diferentes grados de compromiso con la “certeza”.
Unas son opiniones en medio de un diálogo con el mundo- que se rompería si habláramos desde la autoridad, porque no lo aceptan ni podemos obligarlos- y las otras son actos definitorios del magisterio en virtud de la autoridad para la Iglesia. Y repito, para diferentes auditorios: el que recepta y reconoce la autoridad, y el que no: la Iglesia y el mundo.(Y también hay algo misterioso que opera para mantenerlos en ocasiones dentro de la fe,  y que para nuestro bien mantiene la contradicción).
  Cuando reseñamos la obra de Don Antonio Caponnetto, resaltábamos este efecto; el autor tomaba de cada autoridad  la opinión que comprometía mayor certeza y que se expresaba en el plano doctrinal y dentro del Magisterio hacia los fieles; pero el Dr. Hernández recurría a la opinión de esos mismos autores en el diálogo opinativo con los “infieles”. (Caponnetto escuchaba la música y Hernandez el piano).
 No creo que ambos contendientes fueran desleales en sus citas, sino que había un doble discurso del que cada uno tomaba lo que más le gustaba, o a lo que prestaba atención;  que había menos para Hernández antes del concilio, que se agrandaba a medida que nos acercábamos, y que abundaba después de él. Lo que nosotros decíamos, es que el método de Caponnetto era el más adecuado, el más católico, el que indagaba lo magisterial por sobre lo opinativo. Que uno buscaba en las citas “lo mejor”, y el otro “lo peor”, y que lo más patético era que, a Hernández se le notaba el “peso” de esta elección denigrante por lo menos cierto. Que la usaba pero la sufría, porque de todas maneras, no podía ocultar su despreciopor quienes le daban la razón, y su irritado aprecio por quienes se la negaban (era evidente con Pio XII).
En esta postura colaboracionista, influye un auto desprecio que nos dice, ¡bajen al barro como nosotros! Y a Caponnetto no le perdonan que no lo haga y que permanezca fiel a su aprecio por sí mismo y por todos los que debemos considerar nuestros “maestros” ( que lo eran en cuanto se pronunciaban como tales, y lo dejaban de ser en cuanto simplemente opinaban); hasta el punto que él encontraba aun en el magisterio conciliar argumentos de autoridad (pese a que este magisterio se ha propuesto no hablar jamás en ese tono y sólo expresarse en el diálogo opinativo con los infieles, que ya son todos). Y lo cierto es que razones tiene si bien se busca(mal que les pese a los supertradicionalistas exagerados y rabiosos, que no permiten ni que se les dirija el saludo a estos sochantres, con buen sentido común y defensivo para legos, pero con desacertada limitación para letrados).
 Porque nos guste o no, estos tipejos no han abandonado del todo el doble discurso (y quizá, Dios quiera, no lo “puedan” hacer nunca del todo, por obra y gracia del Espíritu Santo); siendo que los preconciliares mechaban al magisterio con la opinióndiscursiva y dubitativa, y los posconciliares a veces mechan sus opiniones con el dogma difuso. (Uno podría decir que los primeros tenían todavía un auditorio fiel numeroso, y los actuales no. Que los anteriores hablaban para la Iglesia y se comenzaban a tentar con hablarle al mundo, y que los actuales, hablan al mundo y rara vez – o nunca - a su Iglesia).
El problema radica en la capacidad – falta de temor - de renunciar al auditorio multitudinario y comenzar a valorar la “pusillusgrex”.
CAPONNETTO ACUERDA CON HERNANDEZ.
  El método“hernandario” es el que siguen desde Infocaótica. Agarran cada “opinión” de algún personaje (en el último caso era la de un cura italiano de la FSSPX,  en un artículo abierto al público en general (mucho lector americano y allí no se embroma, la democracia está a la altura de la Santísima Trinidad, y si no lo confiesas, terminas en una jaula como Pound); opinión que seguro sería muy diferente en un sermón a sus fieles probados en dónde cantaría las glorias de “Monsieur Henrí” y le correrían lágrimas por los Cristeros, sino alguna recóndita simpatía por el Duce), y desoyen las voces magisteriales. Hasta el punto de diluir el magisterio y la misma infalibilidad que es una música que ya no escuchan ni aprecian y,  que si se hacen las debidas digresiones, no ha fallado nunca.
Y en cuestión de opiniones y filosofías, siempre la mejor es la de uno. Pero entonces su trabajo consiste en la denigración de todo magisterio. (En esto se tientan los wanderianos -¿o era un monje?-  y terminan oponiendo su propia opinión contra el magisterio de Francisco, al que para enfrentar reducen a opinión junto con el resto de Magisterio; y no al Magisterio contra la opinión de Francisco (porque este no ejerce el magisterio), y todo porque no saben distinguir Magisterio de opinión; ni Iglesia de Mundo).
 Vimos el caso con el libro del P. Devillers, que era una expresión meditada de su magisterio sacerdotal y que se pretendía ocultar con sus opiniones informales ante un auditorio “inquietado” por sus contradicciones existenciales, por su poca fe, su menor conocimiento, y el tembladeral de sus espíritus; al punto que el eje de sus preocupaciones era:  ¡¡¡¡¡¡Macri!!!!!es decir: la pelusa del fieltro del martillo que pulsa el paquete triple de cuerdas agudas en la más aguda …. Hhhhhaaa (tomen aire) … del piano;auditorio al que había que conducir con cautela y piedad para no espantar ante la complejidad de una sinfonía. ¿Cuál de las dos expresiones había que tomar? (No en lo personal, que seguro el pastor supo aliviar la carga de los sufridos ¿sino para la ciencia política?).
  Atacamos a Ayuso y compañía ¿Porque no creen y son liberales? No, porque tienen un doble discurso, el expreso discurso universitario de sus cátedras para infieles, y su oculta piedad católica que se expresa en las intimidades entre fieles. Hablaban de derechos humanos en la universidad y luego apretaditos y ocultos, cantaban el Christus Regnat. Para que no sea evidente el doble discurso debe haber un doble fin, y dos ciencias autónomas que ameritan una “doble consideración”. Una concepción dual de la realidady de lo humano.
   El Padre Calmel ya avisaba que la gran apostasía doctrinal vendría de esta falsa necesidad de dirigirse a las multitudes infieles y agnósticas (apóstatas), a este diálogo que se planteaba con el “mundo”. Por eso, él se salía de las cátedras universitarias, ya que – recordaba- así como el expositor moldea sus auditorios, los auditorios moldean en mayor medida al expositor, pues condicionan su discurso a lo que puede ser entendido y al nivel en que puede ser entendido. Y hoy, sólo puede ser entendida por el gran público una ciencia sino pretende traspasar su nivel natural; y aun así, a duras penas si se puede horadar la coraza ideológica con la que por lo menos, hay que coincidir en los términos impuestos. Es decir, ejecutar escalas y/o,  bodrios, y sentirse pianistas.
   Entonces el expositor católico se plantea el dilema de que: o retrocede en su nivel, o se queda sin auditorio. ¿Pero este dilema, es real? ¿O es una trampa en la que vienen cayendo los católicos desde 1789?, fruto de la cual, la prédica de la fe ha sido abandonada en todos los medios sociales y ya casi también en todos los púlpitos, creando una multitud de infieles. (Para no decir que también en la misma liturgia del novus ordo, por efecto de las mismas razones y con mayores desgracias).
   Entonces… ¿hay que callar? Quizá entendamos porqué San Juan Bautista predicaba en el desierto y sin embargo de sus discípulos surgieron Apóstoles.  Quizá entendamos por qué un Mons. Lefebvre encontraba un auditorio creciente en la fe (aunque diminuto como los esenios de aquel desierto).
   Entonces… ¿no hay más diálogo? Puede haberlo… Lo que no debe haber es doble discurso. Pase lo que pase, “tú palabra debe ser Sí Sí; No No”. Y… ¿se puede dialogar con el Vaticano? Si nos mantenemos en los términos del magisterio y a partir de él ¿por qué no? Para ellos esa dimensión olvidada todavía existe, aunque acallada y ocultada. No nos la niegan, y aunque levanten los hombros, en el fondo saben bien de lo que estamos hablando. La trampa en la que no hay que caer, es en el intercambio de opiniones filosofadas que es en lo que caen estos, para de allí establecer un disenso dialéctico cuyo destino es un bodrio.
  Pero hay algo que es evidente; este doble discurso nos contagia a todos por el hecho de tener que vivir en una sociedad moderna y comunicarnos con ella. Todos somos un poco de doble discurso, y seguramente alguien encontrará en nosotros algún hecho o algún dicho que lo demuestre. Seguro que estos muchachos lo van a encontrar y sobre él, van a fundar – muy a pesar nuestro - la opciónpor la defección en algo que dijimos o hicimos nosotros mismos.
Y seguro que Caponnetto va a encontrar (en más de los que se lo merecen), la buena doctrina,  y tratar de perdonar la contradicción a la que obliga el mal momento. Y por supuesto que parte de la razón de ello es que él también peca – un poco y por algún lado - de lo mismo. Como nosotros. Pero la buena intención es seguir el consejo del otro Hernández, de José, con el que sí Antonio acuerda: “Aquel que defectos tenga, disimule los ajenos”. Pero una cosa son defectos y otra vicios.
   El catolicismo no puede salir de su propia contradicción porque no puede dejar de hablar a los hombres que ya no sabe si son mundo o Iglesia; y en un ataque de temeridad, pretende hacerlo en el campo que plantea el enemigo:el mundo; y ya un Ángel se ha llevado la Iglesia al desierto.
Convencidos– de mala gana y por la fuerza - que el camino de la naturaleza lleva a la gracia (no al revés), y que es por el camino de la naturaleza que nos podemos entender una vez decretada por “imperio de la ley” la improcedencia de la forma cristiana y evangélica, se privan de esta ventaja, usándola solamente en privado.
 Esto no sólo supone el salir a combatir “maneado” (que no sería tan grave); sino que supone entrenarse en argumentar sin fe y formar una forma mental sin fe; y ya dijimos antes: la fe, es una virtud que exige su testimonio público, o se muere. No se puede mantener en secreto, no acepta la reserva ni el sigilo, sino, no habría mártires, sólo serían tontos; y no habría traidores y cobardes, sólo serían más prácticos.
El recurso actual de decir “yo sé que Dios ha revelado la Verdad, pero acepto el juego de buscarla sin recurrir a Él, de ordenar las cosas como si Él no existiera, sólo con nuestra razón” es una torpe afectación. Justamente el testimonio consiste en no andar declamando la fe y poniéndolo a Dios como regla en todas las cosas. No se trata de pregonar la fe y vivir como si no creyera, sino justamente de lo contrario.
  ¿SISTEMA NEUTRO?
Y con respecto a los “sistemas”, repito lo de mi padre en el anterior artículo, que no es otra cosa – “en pocas palabras” - que lo que dice Caponnetto en tres volúmenes,y que es lo que ha dicho todo el pensamiento contrarrevolucionario siempre:
Sé como cualquiera que en materia de régimen político la Iglesia no ha canonizado a ninguno, pero - no obstante -  las exigencias del buen criterio y Magisterio Santo, pueden hablar y hablan efectivamente de sistemas “intrínsecamente perversos” como el comunismo explícitamente ateo,  dejando caer sus anatemas sobre todos los que son tácitamente ateos y que sin negar la existencia de Dios no reconocen sus mandatos en la institución de su única religión. Y en esos sistemas están incluidas todas las democracias liberales, sin ninguna excepción.”
De lo que se sigue que aquí nadie es caponnettiano, ni el mismo Caponnetto, sino Católico Contrarrevolucionario y… Hernandiano según el criterio de estos versos:




Que del saber hago alarde;
He conocido aunque tarde,
Sin haberme arrepentido,
Que es pecado cometido
El decir ciertas verdades.

Pero voy en mi camino
Y nada me ladiará;
He de decir la verdá;
De naides soy adulón;
Aqui no hay imitación;
Esta es pura realidá.

Y el que me quiera enmendar
Mucho tiene que saber;
Tiene mucho que aprender
El que me sepa escuchar;
Tiene mucho que rumiar
El que me quiera entender.

Más que yo y cuantos me oigan,
Más que las cosas que tratan,
Más que los que ellos relatan,
Mis cantos han de durar;
Mucho ha habido que mascar
Para echar esta bravata.