Leído para Ud.: “El gran secreto del Islam”
Breve reseña de: Olaf, Le grand secret de l’Islam. L’histoire cachée de l’islam révélée par la recherche historique [El
gran secreto del Islam. La historia oculta del islam revelada por la
investigación histórica], Paris 2015. Libro puesto a disposición en esta página por el autor según la licencia Creative Commons Attribution 4.0 International –sin utilización comercial.
En esta interesantísima obra de 96
páginas, el autor que firma con el pseudónimo Olaf realiza un ejercicio
de divulgación y desarrollo de la tesis doctoral de Edouard-Marie
Gallez, Doctor en Teología y en Historia de las Religiones:
Edouard-Marie Gallez, Le Messie et son Prophète, 2 tomes,
Editions de Paris, 2005-2010. A su vez la tesis de Gallez es una
síntesis del estudio histórico-crítico del Corán y del origen del Islam
llevado a cabo por varias generaciones de islamólogos.
En primer término Olaf presenta la
historia del Islam según la historiografía musulmana y un resumen de lo
más esencial del dogma musulmán. Luego retrocede en el tiempo y narra el
origen del cristianismo y de dos desviaciones post-cristianas: las
corrientes gnósticas, que buscaban la auto-realización personal mediante
el conocimiento, y el mesianismo global, que quería establecer el Reino
de Dios en el mundo entero, mediante un programa político-religioso de
erradicación de los malvados, guiado por el Mesías.
Después de la destrucción del Templo de Jerusalén en el año 70,
algunos judeocristianos se separaron de la fe de los Apóstoles y
formaron el grupo que el autor llama “judeonazarenos” y que los Padres
de la Iglesia llamaron “ebionitas”. Desde el punto de vista étnico, los
judeonazarenos eran judíos; desde el punto de vista religioso, los
judeonazarenos constituían una herejía cristiana. Se consideraban a sí
mismos como los verdaderos judíos y los verdaderos cristianos.
Rechazaban la divinidad de Cristo y la Santísima Trinidad, la muerte de
Cristo en la Cruz y su resurrección. Aceptaban como Sagrada Escritura
sólo la Torah (o Pentateuco) y un Evangelio de Mateo adulterado (el
apócrifo Evangelio de los Hebreos). Rechazaron el resto de la Biblia y
también el Talmud del judaísmo rabínico. Esperaban la reconstrucción del
Templo de Jerusalén y el retorno del Mesías Jesús, que establecería un
Reino de Dios temporal en toda la tierra, con los judeonazarenos como
colaboradores principales.
Pese a ser una pequeña minoría, los
judeonazarenos sobrevivieron durante varios siglos e intentaron la
conquista de Jerusalén en el siglo III. En el siglo VI renunciaron a su
aislamiento étnico y planearon persuadir a las tribus árabes nómadas
vecinas a ingresar en su proyecto mesiánico de reconquista de Jerusalén y
la Tierra Prometida. El gran secreto del Islam es que originalmente el
Islam no fue otra cosa que una alianza entre judeonazarenos y árabes,
alianza en la que el rol principal correspondió a los judeonazarenos,
que aportaron tanto la doctrina como la dirección del movimiento. En su
origen, el Corán era un leccionario judeonazareno adaptado al árabe, es
decir un conjunto de lecturas y comentarios de los textos sagrados de la
secta que servía de apoyo al proselitismo judeonazareno entre los
árabes. Atacaba con insistencia a los cristianos, llamándolos
“asociadores” por haber “asociado” (supuestamente) al Hijo y al Espíritu
Santo al único Dios. También atacaba al judaísmo rabínico (surgido
después de Cristo), llamando “recubridores” a los judíos por haber
“recubierto” en el Talmud los textos bíblicos referidos al Mesías.
Mahoma no fue un profeta, sino el líder político-militar de los árabes aliados a sus maestros judeonazarenos.
No nació en La Meca, sino en Siria, en una tribu árabe. Aprovechando la
relativa debilidad del imperio bizantino, en 613-614 la alianza
judeonazareno-árabe intentó de nuevo la conquista de Jerusalén sumando
sus fuerzas a las de la otra gran potencia que disputaba el dominio del
Medio Oriente con los bizantinos: los partos o persas. En 614 el
ejército persa, apoyado desde adentro de la ciudad por una revuelta de
los judíos, tomó Jerusalén y realizó una espantosa masacre, matando a
unos 40.000 cristianos y deportando o esclavizando a otros 35.000. Los
persas confiaron el gobierno de la ciudad a los judíos locales,
frustrando el proyecto mesiánico de los judeonazarenos y sus aliados
árabes. Pronto ambos grupos fueron expulsados de Jerusalén y de
Palestina. En 622, el contraataque del emperador bizantino Heraclio
impulsó a los judeonazarenos y sus aliados árabes a emigrar de Siria a
Medina, en el norte de Arabia, donde había una fuerte comunidad
judeonazarena. Esta huida (la Hégira) se convirtió luego en el año cero
del calendario musulmán, pero la leyenda musulmana la transformó en una
emigración de La Meca a Medina.
Mahoma murió hacia el año 632. Hacia 637,
los Emigrados tomaron Jerusalén y comenzaron la reconstrucción del
Templo edificando un gran cubo de piedra, mármol y madera, con la forma y
las dimensiones del Sancta Sanctorum del antiguo Templo. La tradición islámica perdió luego ese recuerdo, designando al edificio como “la mezquita de Omar”.
“Los judeonazarenos invocan la figura del Mesías, apelan a su retorno. Pero el Mesías no vuelve. Los sacerdotes judeonazarenos intentan contemporizar con los guerreros árabes y sus jefes, impacientes de convertirse en los elegidos del nuevo Reino del ‘Mesías Jesús’, como dice el Corán. Pero pasa el tiempo y es forzoso reconocer que ellos han sido engañados. En 640, los jefes árabes han comprendido: el mesías no volverá, no hay un Reino para los elegidos, ellos han sido trampeados. Los maestros judeonazarenos son estafadores y traidores que los han entrenado para nada en casi 40 años de falsas promesas, de esfuerzos, de exilio, de sacrificios y de guerras… Es la crisis en el seno de la umma [comunidad]. Pues bien, ¡que perezcan los judeonazarenos ya que no tienen un mesías ni un reino de los elegidos para dar a los árabes! (…) Al eliminar a los jefes judeonazarenos, Omar ha matado dos pájaros de un tiro: no sólo se apropia de la conquista, sino que también recupera el mando religioso. La intuición del islam acaba de nacer. Pero antes de que ella tome verdaderamente forma como doctrina, necesitará más de 100 años –y antes de que se imponga y se estructure definitivamente, al menos dos siglos más.” (p. 38; la traducción del francés es mía).
Luego el autor describe la invención del Islam tal como lo conocemos hoy, basado en una manipulación de sus propios fundamentos históricos y religiosos,
para justificar la dominación de los conquistadores árabes, borrando a
los judeonazarenos. Se mantiene la idea de que los elegidos deberán
dominar el mundo, pero ahora se identifica a los elegidos con los
musulmanes árabes, descendientes de Abraham por Ismael. Más adelante se
extendió esta noción, poniendo en pie de igualdad a todos los musulmanes
(árabes y no árabes). Hacia 670 se construyó un santuario árabe en La
Meca (en medio del desierto), atribuyendo su origen a Abraham e incluso a
Adán, lo cual es absurdo. Los musulmanes dejaron de orar de cara a
Jerusalén y pasaron a orar de cara a La Meca. Mediante la manipulación
del Corán y la “industria” de los hadiths (recuerdos o
comentarios de los primeros discípulos de Mahoma, textos exteriores con
un discurso paralelo al del Corán) se atribuye a Mahoma un rol de
profeta eminente y de norma del Islam, recreando al personaje histórico y
los eventos del proto-islam judeonazareno. Se alcanzó finalmente un
número disparatado de más un millón y medio de hadiths, el
equivalente a 137 hadiths por cada día de “vida pública” de Mahoma. En
el siglo X se produjo la “cristalización” del Islam, con la
sacralización absoluta del personaje de Mahoma y el fin del trabajo de
reflexión teológica y de interpretación de los textos del Corán.
En el Capítulo titulado “Claves de lectura del discurso islámico a la luz de sus orígenes reales”
el autor analiza primero algunas manipulaciones constitutivas del dogma
islámico (pp. 67-75) y luego lo que el Corán dice (veladamente) del
gran secreto del Islam (pp. 76-88). Esta última parte contiene muchos
cuadros con tres columnas paralelas: la primera muestra uno o varios
versos del texto recibido del Corán, la segunda muestra la
interpretación musulmana “oficial” de esos versos y la tercera muestra
su decodificación por medio del estudio histórico-crítico.
En la Conclusión (pp. 89-92) el autor
reflexiona sobre el carácter totalitario del islamismo y su incapacidad
para alcanzar los sueños mesiánicos de sus fundadores judeonazarenos,
que han producido un Islam en guerra perpetua contra la humanidad
(incluyendo la perpetua guerra civil entre musulmanes). El tiempo del Islam está contado,
porque en algún momento deberá realizar él mismo su examen crítico.
Como dijo Jesús: “Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (Juan
8,32).
En suma, El gran secreto del Islam
es un libro apasionante, bien escrito, ordenado y documentado, con
excelentes gráficos e ilustraciones. Espero que pronto sea traducido al
español.
Un colaborador de Que no te la cuenten