No habrá cisma porque los obispos callan cobardemente por falsa obediencia y permisivismo cómplice – P. Jesús CalvoTras la desconcertante exhortación apostólica del Papa, ¿Cómo debemos actuar los fieles seglares? Muchos neocones dicen que no hay que criticar ni juzgar nunca al Papa, que es signo de soberbia y de alejarse del sentir la Iglesia.
¿NUNCA? Pero, ¿Qué sucede cuando descaradamente el Sucesor de Pedro
roza constantemente la heterodoxia y cuestiona aspectos claves de la
doctrina?
Santo Tomás de Aquino afirma que es lícito que todo fiel se
cuestione, con rectitud de intención, todo aquello que considera no ser
acorde con la Fe de siempre.
El Padre Jesús Calvo, párroco de Villamuñio, León, colabora con
frecuencia en diferentes medios de comunicación. Cura recio, de los de
antes, no se corta un pelo en hablar claro y explicarnos lo que está
pasando en la Iglesia y cómo debemos actuar. No se extiende en las
respuestas, pero habla con contundencia. Lo puede decir más alto, pero
no más claro.
¿Cuál es su primera valoración de la Exhortación Apostólica “Amoris Laetitia“?
Debo destacar la gravedad de las declaraciones de “la alegría del amor”
sin que se haya definido lo que se entiende por alegría y por amor.
Tenía que haber hablado de la alegría de cumplir con los sagrados
deberes del cultivo del amor. Y luego se cosechan las felicidades de
cumplir esos deberes: estabilidad del matrimonio, la formación de los
hijos en los ejemplos de buenos padres, la indisolubilidad del
matrimonio derivada de las exigencias de la ley natural, afrontar las
responsabilidades psicológicas, morales, humanas y trascendentales del
matrimonio a corto y largo plazo, sin las cuales se destruye la familia y
enferma la sociedad.
Es más populista empezar por los derechos antes que por los deberes.
Es muy grave que se omita la claridad indiscutible de los preceptos del
Divino Maestro en materia de adulterio y que diga “no vamos a condenar para siempre a los divorciados vueltos a casar a no recibir los sacramentos”. Esto atenta directamente contra el Evangelio. Se llama herejía.
¿Hay riesgo real de que haya un cisma?
No creo, pues los obispos callan cobardemente por
una falsa obediencia y de no haber otro Lefebvre que levante la voz no
habrá cisma, sino permisivismo cómplice contra los Derechos de Dios. Son
cobardías, no ignorancias.
El Papa Francisco intenta quedar bien con todo el
mundo por una simpatía falsa de mal pastor que no saca a sus ovejas de
las zarzas. “Nadie puede servir a dos señores”. Después de San
Pío XII los últimos Papas se han convertido en diplomáticos más que en
apóstoles de la Verdad absoluta. El Cardenal Suenens reconoció que el
Vaticano II fue la Revolución Francesa en la Iglesia. Sus frutos ahí
están.
Los seglares deben hablar con valentía
¿Debemos tener miedo los católicos a no estar de acuerdo con algunas enseñanzas de este Papa que afectan a temas claves?
Los fieles seglares deben hablar con valentía contra todo lo que no
esté conforme con la doctrina católica tradicional (la única verdadera).
No les debe importar declararse contra los desvíos doctrinales vengan
de quien vengan. Así lo hicieron los apologetas y teólogos aunque
tuviesen graves problemas como San Atanasio contra el Papa Liberio que
le excomulgó y después le levantó la excomunión porque le reconoció
acertado en la divinidad de Cristo contra Arrio. La verdad es única para
todos.
¿Hasta que punto es grave la permisividad con el pecado en nombre de la misericordia?
La gravedad de están tendencias chaqueteras y permisivistas en la
práctica, en nombre de la “pastoral”, erosionan la fe al relativizarla y
acaban en protestantismo, en el “libre examen” a gusto de cada quien
(moral de situación) con lo que el dogma desaparece. Aunque quede la
fachada del dogma, las ruinas están dentro.
Lo que el católico verdadero tiene que hacer es discernir lo
auténtico de lo falso. Hay que comprender que los elementos humanos, de
hecho, pueden pecar de vanidad, populismo, autocomplacencia, presiones
masónicas metidas en la misma Iglesia, efectismos de cara a la galería y
cobardías como la de San Pedro, que arrepentido llego a ser el sucesor
del Maestro.
Separemos los principios de las personas. El que no los cumpla no
demuestra nada contra ellos, sino su pecado de cobardía e infidelidad. “el que persevere hasta el final se salvará” (Mateo 10). Cada cuál dará cuentas a Dios de sí mismo, no del ambiente que le rodeó.
Javier Navascués