Lázaro Báez y Cristóbal López, los dos grandes del mal humor
Lázaro Báez y Cristóbal López, los dos grandes del mal humor
Suele buscársele alguna diferencia,
separarlos por “calidad” empresaria, se los intenta distinguir por su
historia personal, pero ambos, Lázaro Báez y Cristóbal López demuestran
ser exactamente dos gotas de agua. La impronta de ambos es haberse
servido de los dineros públicos para crecer haciéndose cómplices de
quienes sostenían el poder. Nos hay diferencias entre ambos, excepto las
de su origen ocupacional: Cristóbal fue un pollero en Comodoro
Rivadavia y Báez cajero de un banco en Río Gallegos. El resto es
historia. (Por Rubén Lasagno)
Suele hacerse una cuestión semántica esto de si Lázaro Baéz fue socio
de Néstor Kirchner, empleado o testaferro. Lo mismo se puede decir de
Cristóbal López. La pequeña diferencia entre ambos es que cuando Lázaro
pasó de pato a escopeta, Cristóbal ya venía en carrera, pero, en el
fondo, tampoco López hizo su fortuna en base a la transparencia y a los
negocios lícitos. Cualquiera que averigüe de él en Chubut y
particularmente en Comodoro Rivadavia, va a encontrar en su vida
empresaria lunares del tamaño de una pelota de fútbol porque nadie
precisamente excelso e impoluto, se desarrolla exitosamente en la
industria del juego sin transas, acomodos, coimas y facilidades
acordadas con funcionarios y/o políticos y menos aún en Argentina.
Es decir, sacando el origen de ambos, en el caso de Cristóbal López
pelando pollos en la granja de su padre para venderlos en la ciudad o el
de Lázaro atendiendo en la caja del Banco Nación, el resto han sido
caminos más o menos cruzados por el aprovechamiento de las mieles que da
la corrupción, provista de socios inmunes e impunes, como en este caso
lo fue Néstor Kirchner, que cruzó la vida y el destino de los dos.
Si ambos eran “socio, amigos o testaferros”, es un cuestionamiento
insustancial y sin importancia; es poner el carro delante del caballo a
la hora de responder por los negocios que hicieron en conjunto. En este
momento, estamos en capacidad de afirmar que tanto Báez como López, eran
ramas de un mismo tronco que buscaba sumir fondos públicos, cuyo
originantes eran Néstor y después Cristina, en dos personas de suma
confianza que les retornaban una parte de esos dineros, para su caja
personal/familiar. Otra parte de ese dinero iba a la caja política, a
fin de controlar y mantener el poder y una porción importante, quedaba
en manos de estos “amigos, socios, o testaferros”, indistintamente, que
no supieron ser disimulados, porque la impunidad les daba la cobertura
necesaria para sobrevivir. El problema para ellos, fue que nunca
pensaron que se terminaría.
Hoy Lázaro y Cristóbal son “los dos grandes del mal humor”. Uno está
preso, quebrado, desfinanciado, embargado y próximo a que su familia
ingrese a “protección de testigos”, el otro, libre pero embargado y
debido a la mezcla que hizo de intereses y negocios, hoy ve afectadas
todas sus empresas preexistentes al kirchnerismo y se ha visto en la
obligación de vender, cerrar o desactivar negocios, por la burda
complicidad que tienen sus intereses con el de los Kirchner y Báez.
Ni uno ni otro está contento. Destilan furia y miran hacia la viuda
que sigue viviendo en su “nube de Úbeda” sin inmutarse, sin creer aún
que las balas de la justicia le están picando cerca. CFK trata de
desconocer públicamente a Lázaro y Cristóbal y ambos esperan una señal
que no llega y se preparan para contraatacar si el caso lo amerita. Más
aún Báez, que Cristóbal; el “zar de la construcción” está en la lona, el
“zar del juego” viene cayendo.
A Lázaro nadie lo va a sacar del pozo, excepto que él mismo negocie
su situación entregando a la familia Kirchner y sus colaterales. Lo de
Cristóbal, en tanto, no depende tanto de él, sino de la AFIP y los 8 mil
millones de pesos que robó al estado, respondiendo a una estructura
pensada para generar ese latrocinio, con una norma implementada por
Echegaray a las órdenes de Néstor y Cristina. Esta causa, si acaso trepa
a los niveles de justicia que debería llegar tarde o temprano, lo
pueden dejar sin empresas o preso.
López y Báez son lo mismo. Han sido partícipes necesarios de un robo
nacional y como tales, deberán enfrentar las consecuencias de haber
disfrutado por más de una década del dinero fácil. El crimen no paga;
siempre y cuando haya jueces y fiscales que quieran hacer su trabajo.
(Agencia OPI Santa Cruz)