La destrucción progresista. Por Mayo Von Holtz
La destrucción progresista. Por Mayo Von Holtz
El progresismo* no es una filosofía, es
la palabrera canalización pseudo científica de la envidia hacia los
mejores hombres. Todo lo que teorizan los progresistas tiene un único
ánimo: destruir a los hombres felices y sanos que disfrutan de la vida
al concretar sus ideales. Y cómo se concretan los ideales?, pues usando
la razón como guía, la lógica como herramienta y la experimentación como
validación; y ese es el motivo por el cual -aunque no lo admitan en un
plano conciente-, los progresistas odian la razón, odian la lógica y
odian la experimentación; porque esas tres cosas le demuestran siempre
que sus “razonamientos” y sus consecuentes procederes están equivocados.
El progresismo no es el mero caos (ojalá
lo fuera siendo que sería menos dañino), el progresismo es la
intención, conciente o inconciente, de imponer un orden inverso cuyo fin
es destruir el orden por el cual algunos hombres demuestran -en
práctica y teoría- ser mejores que otros hombres.
El progresismo odia el mercado porque el
mercado es el ente que dictamina -siempre usando la razón como guía, la
lógica como herramienta y la experimentación como validación- qué
hombres son exitosos y qué hombres son fracasados. El mercado da a cada
quien lo que merece, cuando el deseo reprimido del progresista es dar a
cada quien lo opuesto a lo que merezca (John Rawls escribió más de 4.000
páginas para disfrazar esta vergüenza). El progresista no quiere
cambiar las reglas del ajedrez porque pierde todas las partidas -a pesar
de que él mismo declama que esas reglas son injustas aplicando su
pseudo ciencia-, el progresista lo que quiere es patear el tablero
porque no se tiene confianza a que con reglas justas pueda ganar alguna
vez la partida.
En
el campo de las ciencias los progresistas no son deterministas, porque
serlo sería subordinar el disparate a la lógica, ellos, con el ánimo de
destruir el pensamiento que concluye en una ley causa-efecto, extienden
perversamente la teoría cuántica a la mecánica newtoneana; en el campo
de la economía son keynesianos, porque Keynes -al igual que un demente-
pone la causa como efecto y al efecto como causa, o le cambia el signo
al efecto de una causa (el consumo genera la producción y la emisión
espuria beneficia la economía); en el campo del sexo los progresistas
abogan por promover el homosexualismo y condenan al hombre heterosexual
que ama las mujeres bellas y jóvenes, porque con lo primero la humanidad
se acaba y con lo segundo la humanidad florece; en el campo del derecho
son garantistas (abolicionistas debiera llamárselos siendo que en rigor
todo abogado es garantista ya que garantizar la ley es su oficio),
porque el garantismo pone al victimario como víctima y a la víctima como
el victimario.
El progresismo no busca un orden
distinto al orden que busca el liberal -que es El orden -, buscan
destruir ese único orden, y la mejor forma de destruir no es predicando
pseudo teorías que sean azarosas, es predicando teorías que sean la
inversa de las teorías que con rigor científico buscan descubrir la
verdad. Más efectivo que tirar explosivos al azar para destruir un
edificio, es usar una estrategia para colocar esos explosivos en los
lugares críticos de su estructura. Los progresistas son ingenieros
diabólicos.
Como en el imaginario Reino del revés de
María Elena Walsh donde nada un pájaro y vuela un pez, en el mundo
progresista un estudioso recibe un aplazo y un vago saca un 10; un
hombre honorable va a la cárcel y un ladrón es presidente; un inútil es
millonario y un empresario no tiene que comer; un haragán recibe un
sueldo y un trabajador trabaja el doble para pagárselo; un político es
el rey y un contribuyente es su esclavo.
*N
de A: Uso la híbrida e insustancial palabra progresismo porque no
quiero que a quienes les cabe lo que digo se hagan los distraídos, pero
en rigor de verdad debiera usar la palabra socialismo o la palabra
comunismo.