domingo, 8 de mayo de 2016

EL VIAJE DE FRANCISCO A LESBOS

Como se pide

EL VIAJE DE FRANCISCO
A LESBOS

Una vez más el señor Alejandro Sosa Laprida nos hace llegar sus trabajos con pedido de publicación. Una vez más nos vemos obligados a aclarar que su posición no es la misma que la nueesta. ¿Entonces? Entonces dos cosas:
a) los lectores de este blog tienen capacidad crítica como para discernir por sí mismos, y llegado el caso disentir sin ofensas;
b) nobleza obliga: a pesar de nuestras discrepancias juzgamos valiosa la constante y actualizada y dolorosa información que el sr. Alejandro Sosa Laprida aporta sobre la docencia de Francisco.
Hechas estas dos importantes salvedades, aquí va la nota.


Francisco en Lesbos:
La inmigración musulmana es un don para Europa
Alejandro Sosa Laprida - 01/05/2016

Introducción: Tenía pensado escribir algo acerca de Amoris laetitia, la nueva Exhortación apostólica de Francisco, pero dado que mucho y bueno se ha publicado ya al respecto, y que a decir verdad no sabría yo qué agregar a lo dicho, se me ocurrió que echar un vistazo a su reciente viaje a Lesbos no estaría de más. Auténtico Lepanto invertido, con un «Soberano Pontífice» por cierto muy diferente de San Pío V como protagonista, ya que en vez de repeler al invasor musulmán le abre las puertas de par en par de una Europa moribunda y resueltamente decidida a «eutanasiarse» con toda dignidad...
Cabe destacar de este viaje dos gestos de hondo calado simbólico: 1. Francisco se trajo en su avión a doce mahometanos consigo a Roma. 2. Lanzó su llamado a la invasión islámica nada menos que desde la mítica isla de Lesbos, a modo de manifiesto ideológico subliminal que lleva la inequívoca rúbrica del Averno, dado que no es ningún secreto que la tierra de Safo representa de manera emblemática la ideología mortífera que promueven desembozadamente la Unión Europea y  subrepticiamente Francisco, quien se interroga ante los medios del sistema espetando hipócritamente: «¿Quién soy yo para juzgar?»
Desarrollo: «En una decisión que sorprendió al mundo y una movida política audaz, Francisco se llevó de regreso a Roma, en el vuelo papal, a tres familias sirias. Doce refugiados en total [todos musulmanes], seis adultos y seis menores, a quienes el Vaticano ayudará a rearmar sus vidas lejos de las bombas que destruyeron sus casas. La acción del Papa significó un llamado de atención a la dirigencia política europea, incapaz de enfrentar la peor catástrofe humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial.»
Europa se halla sumergida por la inmigración de masa musulmana. La situación es tan explosiva que no se ve cómo podría evitarse que tarde o temprano se produjera una guerra civil. Pero Francisco hace la apología del inmigracionismo. Y tan descaradamente que no vacila en culpabilizar a los europeos y en pedir perdón a los inmigrantes por la «mala acogida» que se les reserva en Europa, lo cual, además de ser totalmente falso, contribuye a reforzar la hostilidad y el desprecio de los inmigrantes musulmanes hacia esa horrible sociedad «racista», blanca y cristiana, que tan mal los recibe:
«¡Demasiadas veces no los hemos acogido! Perdonen la cerrazón y la indiferencia de nuestras sociedades que temen el cambio de vida que su presencia requiere. Tratados como un peso, un problema, un costo, sin embargo, ustedes son un don
Sin embargo nadie ignora que los refugiados son alojados, alimentados, vestidos y curados gratuitamente en toda Europa y que no sufren ningún tipo de maltrato. Desgraciadamente, no puede decirse que exista reciprocidad en el respeto de parte de las hordas musulmanas hacia los nativos del viejo mundo:
«Alemania vive con estupor e indignación el goteo de denuncias, hasta noventa ya, presentadas por mujeres víctimas de agresiones sexuales y robos durante la Nochevieja en las proximidades de la estación central de trenes de Colonia, donde se encontraban reunidos alrededor de un millar de inmigrantes, que se coordinaron para llevar a cabo estos delitos, además de al menos un violación y un número importante de robos.»
El flujo masivo incesante de migrantes mahometanos es celebrado por Francisco, quien para designar a Dios utiliza maliciosamente una expresión típicamente islámica, la «basmala», y afirma imperturbable que la inmigración es fuente de «encuentro entre culturas y religiones diversas»…
«Son el testimonio de cómo nuestro Dios [!!!] clemente y misericordioso sabe transformar el mal y la injusticia que sufren en un bien para todos. Porque cada uno de ustedes puede ser un puente que une a pueblos lejanos, que hace posible el encuentro entre culturas y religiones diversas, un camino para redescubrir nuestra humanidad común.»
Los cristianos son degollados, crucificados y masacrados en muchos países islámicos. Sin embargo, Francisco no dice nada al respecto, no mueve un dedo para impedir el genocidio, cuando su inmensa influencia internacional podría ser decisiva para obtener la protección de las minorías cristianas. Y además se trajo de Lesbos a Roma doce inmigrantes musulmanes en su vuelo papal. Ningún cristiano. Un dato geográfico revelador de la descarada manipulación inmigracionista: Lesbos queda a solamente 10 km. de Turquía y a 1200 km. del Vaticano…
Añade Francisco que Europa, continente que según las previsiones demográficas será mayoritariamente musulmán dentro de veinte o treinta años, debe abolir las fronteras y aceptar de buen grado la invasión de los mahometanos:
«Vosotros, habitantes de Lesbos, demostráis que en estas tierras, cuna de la civilización, sigue latiendo el corazón de una humanidad que sabe reconocer por encima de todo al hermano y a la hermana, una humanidad que quiere construir puentes y rechaza la ilusión de levantar muros con el fin de sentirse más seguros. En efecto, las barreras crean división, en lugar de ayudar al verdadero progreso de los pueblos, y las divisiones, antes o después, provocan enfrentamientos.»
Para Francisco Europa no se define por ser la cuna de la civilización cristiana, sino la patria de los «derechos humanos» laicos y masónicos:
«Europa es la patria de los derechos humanos, y cualquiera que ponga pie en suelo europeo debería poder experimentarlo.»
La Europa revolucionaria de los «Derechos Humanos» anticristianos rechazó a Cristo y persiguió a la Iglesia. Pues bien, tiene ahora en el islam su merecido castigo. No quiso cristianizar a Africa durante la era colonial en nombre del principio masónico de la «laicidad» del Estado: pues ahora los africanos y los árabes se encargarán de islamizarla. Actualmente, la Unión Europea  combate encarnizadamente el matrimonio natural y las familias numerosas en nombre del feminismo, del homosexualismo y de la gender theory: los musulmanes se ocuparán de rellenar el gigantesco bache demográfico de este continente otrora cristiano el cual, víctima de una ideología mortífera y de un enceguecimiento culpable, cava alegremente su propia tumba…
Y para ello cuenta con la inestimable cooperación de «Papa Francisco», principal agente revolucionario del planeta y promotor acérrimo del mundialismo laico, multiculturalista e inmigracionista…
Recordemos también que para Francisco los musulmanes son «hijos de Dios»:
«No hice ninguna selección entre cristianos y musulmanes. Estas tres familias tenían los papeles en regla, los documentos en regla, y era factible. En la primera lista, por ejemplo, había dos familias cristianas, pero no tenían los documentos en regla. No se trata, pues, de un privilegio; estas doce personas son también hijos de Dios. El “privilegio” es ser hijos de Dios, esto es verdad.»
Pero cualquier cristiano medianamente instruído sabe perfectamente que eso es una mentira colosal: sólo los bautizados son hijos de Dios, elevados a la vida sobrenatural por la gracia divina. Los demás hombres son solamente creaturas de Dios, llamadas a volverse hijos de Dios por la fe en Jesucristo. Si todos fueramos «hijos de Dios», ¿qué sentido tendría el anuncio del Evangelio? ¿qué sentido tendría el bautismo? Podrían citarse infinitos pasajes de la Sagrada Escritura o del Magisterio de la Iglesia para demostrar el carácter falaz de los dichos bergoglianos. En aras de la brevedad, veamos lo que al respecto nos ha dado a conocer el Espíritu Santo a través del discípulo amado del Señor en el prólogo de su Evangelio:
«A los suyos vino, y los suyos no lo recibieron. Mas a todos los que lo recibieron, a los que creen en su nombre les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.» (Jn. 1, 11-13)
No es la primera vez que Francisco sostiene esta patraña públicamente. A modo de ejemplo, recordemos sus palabras en el Vídeo del Papa del mes de enero de este año, en el cual presentaba simultáneamente símbolos católicos, judíos, musulmanes y budistas a la vez que afirmaba desvergonzadamente:
«Muchos piensan distinto, sienten distinto, buscan a Dios o encuentran a Dios de diversa manera. En esta multitud, en este abanico de religiones hay una sola certeza que tenemos para todos: todos somos hijos de Dios
La filiación divina es un don sobrenatural que el hombre recibe por la fe en Jesucristo. Si todos los hombres fuesen hijos de Dios, quedaría abolida la distinción entre el orden de la naturaleza y el orden de la gracia, entre el Creador y la creatura, y estaríamos en pleno panteísmo. Ahora bien, hay innumerables textos de Francisco que demuestran su adhesión al inmanentismo evolucionista gnóstico, en la línea del jesuita apóstata Pierre Teilhard de Chardin:
«Dios es luz que ilumina las tinieblas y que aunque no las disuelva hay una chispa de esa luz divina dentro de nosotros. En la carta que le escribí recuerdo haberle dicho que aunque nuestra especie termine [!!!] no terminará la luz de Dios que en ese punto invadirá todas las almas y será todo en todos.»
«Yo creo en Dios, no en un Dios católico; no existe un Dios católico, existe Dios. Y creo en Jesucristo, su Encarnación. Jesús es mi maestro, mi pastor, pero Dios [Negación implícita de la divinidad de Nuestro Señor], el Padre, Abba, es la luz y el Creador. Éste es mi Ser [El cual es, por consiguiente, divino].»
La herejía sostenida públicamente por Francisco es patente, pero resulta que nadie se inmuta. Lo cual es por cierto consternante, pero fácilmente explicable. Esta situación absurda se debe a que todo el mundo está completamente idiotizado por más de medio siglo de «ecumenismo» y de «interreligiosidad» conciliares. Sin embargo, quien adhiriese a las palabras de Francisco, habría dejado ipso facto de profesar la fe católica. Objetivamente, esto es incuestionable. Pero sucede que el grado de incultura religiosa es tal que nadie se percata de ello y que la inmensa mayoría de los neo-católicos conciliares no percibe la incompatibilidad radical que existe entre el catolicismo y la «religión ecuménica conciliar», la cual se evidencia en Francisco con claridad meridiana…
Francisco es un agente activo del mundialismo religioso y político al servicio del proyecto iluminista de las Naciones Unidas. Las fronteras deben desaparecer, las naciones deben abdicar de su soberanía en provecho del mundialismo ecológico, tanto los pueblos como los individuos deben perder su identidad y su memoria, sometiéndose al «multiculturalismo» y al «inmigracionismo.»
Con el episodio de Lesbos hemos asistido a un capítulo más de la maléfica obra de devastación espiritual, cultural y social ejecutada por el falso profeta argentino quien, en una suerte de espeluznante Lepanto invertido, abrió las puertas de Europa al islam conquistador, con el añadido altamente simbólico de haber perpetrado su fechoría nada menos que en la isla de Lesbos, la cual representa universalmente el homosexualismo, cuya dictadura ideológica hace estragos en el mundo cristiano ante el silencio cómplice de Francisco…
Porque es bien sabido que el pecado, la ofensa a Dios y la condenación eterna carecen completamente de sentido para la fe gnóstica y naturalista de este ídolo de las masas descristianizadas. Lo único que cuenta para este ser insensato es resolver la «cuestión social» y proteger nuestra «casa común». A este respecto, vale la pena citar tres declaraciones efectuadas hace pocos días en las que Francisco abogó una vez más por la implementación global del  mundialismo socialista y ecologista:
«Un verdadero planteamiento ecológico debe integrar medio ambiente y justicia, escuchando el clamor de la tierra y el grito de los pobres
«El cambio climático supone uno de los principales desafíos actuales para la humanidad; para afrontarlo se requiere la solidaridad de todos.»
«Esto es lo que me ha venido en mente -concluyó- Y ¿cómo se puede lograr? Simplemente siendo conscientes de que todos tenemos algo en común, de que todos somos humanos. Y en esta humanidad nos acercamos para trabajar juntos. ‘‘Pero yo soy de esta religión, yo soy de esta otra...’’ ¡No importa! Todos adelante para trabajar juntos. ¡Respetar a los demás! Y así veremos el milagro de un desierto que se convierte en bosque.»
Conclusión: Lo único que importa, para este hombre cuya impiedad supera todo lo imaginable, es erradicar la pobreza, instaurar la «justicia social» y combatir el «cambio climático». La pérdida de la fe, el laicismo, la pornografía, la contracepción, el aborto, la eutanasia, el «matrimonio» homosexual, la «teoría de género» y demás abominaciones de nuestras sociedades occidentales «pluralistas» y «democráticas» no parecen inquietar demasiado al farsante argentino.
Salvar el planeta del «cambio climático» y construir la sociedad multicultural y sincretista del Nuevo Orden Mundial luciferino, edificado sobre las ruinas humeantes de la civilización cristiana apóstata, tal parece ser el principal objetivo perseguido por este siniestro gurú mundialista, el cual se presenta falazmente ante el mundo como si fuera el Vicario de Nuestro Señor Jesucristo en la tierra, cuando en realidad no es más que un vil impostor, un miserable usurpador de la sede petrina, un esmerado y diligente precursor del Anticristo…

Para mayor información acerca de Francisco: