lunes, 9 de mayo de 2016

La verdadera historia detrás de la estatua de Néstor encontrada en el allanamiento a BáeZ

La verdadera historia detrás de la estatua de Néstor encontrada en el allanamiento a BáeZ

La verdadera historia detrás de la estatua de Néstor encontrada en el allanamiento a Báez

- Nadie le hallaba razón a la existencia de una estatua en bronce puro, de 1,80mts de alto, con la cual se encontraron los funcionarios del fiscal Guillermo Marijuan cuando allanaron los galpones de la calle Güer Aike el 26 de abril, en Río Gallegos. La sorpresa fue tanto del Fiscal como de los agentes de la PFA y los periodistas que estaban allí. ¿Qué hacía esta estatua en el galpón como reposando entre los autos de Lázaro? ¿Quién la hizo? ¿A qué lugar estaba destinada? ¿Quién la había encargado? ¿Por qué no estaba emplazada en algún lugar, en vez de guardada en un depósito?. Aquí la verdadera historia de otra de las tantas estatuas de Néstor Kirchner. (Por Rubén Lasagno).
El día 26 de abril a las 22:00hs los funcionarios judiciales, por orden del Fiscal Guillermo Marijuan, allanaron los depósitos de Lázaro Báez, ubicados en calle Güer Aike 50, en Río Gallegos, lugar que en el 2013 ya había sido allanado y en su momento se hizo pública la denominada “flota negra” de autos de alta gama que se encontraba allí, pertenecientes al empresario K.

En esta oportunidad, los funcionarios de la fiscalía encontraron 12 vehículos y si bien algunos de alta gama, la mayoría de los mostrados en el 2013, en esta oportunidad, no estaban allí. Debieron esforzarse los promotores del allanamiento para identificar las unidades, porque todos los vehículos estaban sin ningún tipo de documentación, lo cual les insumió más tiempo ya que debieron triangular información con el RNA y hacer la verificación de los números de chasis y motor.
Pero en medio de este trabajo, el personal de la Fiscalía y Gendarmería encontró cerca de una pared y sobre una especie de colchón de goma espuma, una enorme estatua de color dorado, semitapada por algunas mantas. Cuando se acercaron, grande fue la sorpresa de todos al distinguir, no sin dificultad, que se trataba de la efigie de Néstor Kirchner recostada “boca arriba” y llena de tierra.
Las preguntas se agolparon en la boca de todos. Nadie se explicaba por qué estaba allí y cuál era el fín último. La prensa nacional se hizo eco del hallazgo y se llegó a decir que se trataba de aquella estatua que en el 2011 el FPV pretendía poner en el centro de la ciudad de Río Gallegos, en calles Roca y San Martín; nada más alejado de la realidad.
OPI, el 12 de octubre de 2011 realizó un video llamado “Monumentos K”, donde hablaba de las características de construcción del mausoleo y ya al final del documento, se incluía la pretensión del FPV de sustituir la estatua del Gral Roca, emplazada en pleno centro de la ciudad, por la de Néstor Kirchner. En ese momento mostramos la maqueta de la obra del artista Andrés Santamarina, la cual no tenía nada que ver con la encontrada en el allanamiento último a las cocheras de Báez.
Aquella estatua, que pretendían poner en Roca y San Martín, no pudo ser colocada allí ante la difusión que hicimos de las maniobras políticas del oficialismo para instalarla y la presión generada a través de la opinión pública y los medios nacionales que tomaron aquella noticia. Finalmente, la estatua, fue colocada en el Centro Comunitario del Carmen, manejado por Rudy Ulloa Igor, donde permanece hasta hoy y lugar en el que “Los Muchachos Peronistas” de la UB homónima, le rinden homenaje todos los años.
La estatua inédita
La efigie de NK encontrada en el último allanamiento a Báez, es una reproducción de su imagen construida en Buenos Aires, totalmente en bronce y cuyo autor no se conoce, hasta el momento. No se ha podido determinar si fue un encargo de alguien, incluyendo del propio Lázaro Báez o si se debió a la iniciativa de algún admirador de Néstor, que decidió construirla y regalársela a la entonces presidenta Cristina Fernández.
Esa estatua de tamaño natural de 1,80 mts, hecha en bronce, le fue regalada a la ex presidenta, junto con varias plaquetas que acompañaron el envío, el cual fue alojado en los galpones del empresario K, donde esperaban su colocación definitiva. La paranoia de los funcionarios por encontrar plata u oro en los últimos allanamientos a las propiedades de Báez, los hizo pensar, que la pesada estatua dorada, podría estar, en realidad, hecha en oro. Pero rápidamente, esta posibilidad fue desestimada.
OPI pudo reconstruir la historia de este monumento, cuyo destino final era un pedestal de más de un metro y medio de alto, a ser ubicado en los jardines de acceso al mausoleo, en el cementerio municipal de Río Gallegos, donde se colocarían también las plaquetas de bronce que acompañarían a la estatua. Ninguno de estos elementos alegóricos, fueron emplazados, tal lo previsto.
“A la doctora nunca le gustó la imagen que habían logrado de Néstor en esa estatua; decía que era fea, le confió a OPI una persona allegada a la familia. Este y no otro, fue el motivo por el cual la estatua de bronce estuvo reposando horizontalmente en los galpones de Báez, durante varios meses. Sin embargo Cristina Fernández, estaba interesada que en el mausoleo, fueran colocadas las plaquetas y particularmente una de ellas, sobre las que tenía predilección.
Lázaro, el portero
Desde que el mausoleo fue terminado, cada vez que Cristina Fernández decidía visitarlo, siempre después de las 19:00hs, en la que cerraba el cementerio para el público, era el propio Lázaro Báez quien la esperaba en las escalinatas de acceso, tras el enrejado perimetral y llave en mano, le allanaba el paso a la entonces presidenta, tal como lo muestra el testimonio gráfico de esta Agencia. En otras oportunidades, era el Jefe de Seguridad de Austral Construcciones SA, quien, portador de las llaves del edificio mortuorio, la franqueaba el acceso a la viuda. Nadie más tenía a su alcance las llaves del mausoleo.
Con el distanciamiento cada vez más acentuado entre Lázaro y Cristina y en momentos en que sobrevenía la gran crisis de la construcción, debido al corte de fondos que el entonces gobierno nacional le hizo a la obra pública de Santa Cruz, Austral comenzó a despedir obreros y las relaciones entre el empresario y la familia Kirchner se tensaron a valores impensables.
Báez redujo, entonces, un sinnúmero de gastos y de personal, incluyendo el que estaba destacado en el mausoleo. Ya no era más el jefe de Seguridad de Austral, quien tenía las llaves ni Lázaro le abría las puertas a Cristina o a Máximo. Báez había dejado como máxima presencia en el lugar, a un empleado de la constructora que permanecía en la garita de entrada, con la llave en su poder, para atender cualquier requisitoria y mantener el control de la seguridad en el lugar.
A finales de diciembre, en medio de las fiestas de fin de año, Cristina Fernández, ya sin el carácter de presidenta, concurrió con su personal de seguridad al mausoleo. Al llegar, observó que no había nadie para abrirle la reja, excepto un empleado de Austral, quien, sin la euforia que mostraban todos cada vez que se acercaba la primera mandataria en funciones, giró la llave desde el interior y permitió el paso de CFK y los tres custodios acompañantes.
La ex presidenta ingresó, miró hacia ambos costados como buscando algo que no encontraba y con la poca simpatía que la caracteriza, le preguntó al único custodio del mausoleo por qué no estaba colocada la estatua de Néstor o al menos, las plaquetas que habían enviado desde Buenos Aires. El relato que sigue, es un cuadro surrealista de una realidad impensable, meses antes de diciembre del 2015.
El hombre, vestido con un buzo en cuya espalda lucía el nombre de la empresa que estaba despidiendo a 1800 trabajadores, se dirigió a la viuda y le dijo “Doctora, estamos en problemas con el personal de la empresa ¿Usted no lee los diarios?”. La cara de la ex mandataria se trasfiguró, sus ojos proyectaron rayos paralizantes; no podía creer lo que un simple empleado a cargo del monumento de su esposo, que hasta ayer nomás contaba con mucha gente de seguridad, de limpieza, de mantenimiento y adulones, le hiciera tal implicación, casi como un reproche a su ignorancia de la realidad por la que atravesaba en ese momento y desde hacía mucho tiempo, Austral Construcciones, la constructora que ella misma había ordenado sostener con dineros públicos durante 12 largos años.
La fuente que nos confió la anécdota estaba allí y describió a una Cristina “sacada” que enfureció sin límites, entró al mausoleo, permaneció por unos 10 minutos y salió del lugar sin decir una sola palabra y (obviamente) ignorando que el humilde empleado de Austral, quien esperaba de un momento a otro la llegada del telegrama de despido, seguía allí, cumpliendo con su rutinaria tarea de cuidar un lugar que ya a nadie le importaba mucho y menos aún “al patrón” quien había roto lanzas con la familia presidencial y ya no le abría más la puerta a la viuda de Néstor.
Con este epílogo, es muy difícil que la estatua de Néstor Kirchner, encontrada en los galpones de Lázaro, tenga alguna posibilidad de lucir erguida tras las rejas de seguridad del Mausoleo en el cementerio municipal de Río Gallegos. Tampoco se sabe nada sobre el destino que tendrán las plaquetas. Ya no hay más “anillos de seguridad”, no se ven los proactivos agentes de seguridad de la empresa privada que había contratado Báez, ni el personal de Austral que cumplía tareas de mantenimiento y seguridad en el edificio.
Mudo, gigante y frío como la propia muerte, el mausoleo de NK luce como un gran monumento solitario, olvidado por propios y extraños. Ya nadie lo admira, pocos los visitan y sus promotores y constructores, le han dado la espalda. Tal vez, teniendo en cuenta que a quien honra la obra, está puesto hoy en la duda y genera controversia pública por las acciones de enriquecimiento y negociados que propició a lo largo de su presidencia y luego continuó su esposa; el gran epitafio de esta obra debiera ser una frase de José Martí que dice: “Los pueblos han de tener una picota para quien les azuza a odios inútiles; y otra para quien no les dice a tiempo la verdad”. (Agencia OPI Santa Cruz)