jueves, 1 de diciembre de 2016

El diario de Ana Frank, la falsificación literaria más grande del siglo XX


El diario de Ana Frank, la falsificación literaria más grande del siglo XX

El diario de Ana Frank

El denominado Diario de Ana Frank es el punto más sensible de lo que constituye una auténtica “industria de la lástima”, que gira en torno del mito del “holocausto”. El contraste de la imagen inocente e infantil de la protagonista, frente a sus intrínsecamente perversos captores, ha convertido a esta obra no sólo en un best-seller mundial (con innumerables ediciones, traducciones, teatralizaciones y adaptaciones cinematográficas), sino además en otro muro de los lamentos, donde toda refutación sobre la veracidad del “holocausto” es respondida con una bien estudiada campaña de histeria y sensiblería.



El historiador británico de renombre mundial, David Irving (hoy detenido por negar el holocausto), el ex profesor de la Universidad de Lyon (Francia) Robert Faurisson, y el estudioso austriaco nacionalizado sueco, Ditlieb Felderer, han demostrado públicamente hasta el cansancio la falsedad de los pretendidos manuscritos que se atribuyen a una niña judía llamada Ana Frank, fallecida por una epidemia de tifus en 1945 en el campo de Bergen Belsen.

Según se dice, el comerciante judío Otto Frank de la ciudad de Frankfurt (Alemania), huyó junto a su familia en 1933 a la ciudad holandesa de Ámsterdam, debido a la llegada de Hitler al poder. Cuando durante la II Guerra Mundial los alemanes ocupan Holanda, los Frank deciden refugiarse en un escondite para salvarse de la “persecución nazi”. En 1944, toda la familia es arrestada y deportada por la Gestapo, siendo el único “sobreviviente” Otto Frank, quien fue enviado a Auschwitz, donde en vez de ser “gaseado”, es hospitalizado a causa de una enfermedad. Terminada la guerra, Frank retorna a Ámsterdam donde le entregan los originales del Diario y publica su primer edición holandesa en 1947.

En la presente nota, pondremos a consideración del lector los principales argumentos y dudas que existen acerca de la autenticidad y veracidad de lo contenido en dicho Diario. Es importante señalar que el mismo siempre ha sido empleado como el más eficaz golpe bajo de la propaganda sionista contra el Nacionalsocialismo alemán y la actual “Humillada Alemania”.

PRUEBAS Y FUNDAMENTOS
En un artículo del investigador Enrique Aynat Eknes, publicado en la revista española Revisión, encontramos los principales argumentos que aquí citaremos. Destaquemos que este trabajo de Eknes tiene como base el excelente libro de Dietleb Felderer titulado “Anne Frank’s Diary, a Hoax” (“El Diario de Ana Frank, una mentira”). Nos detendremos en primer lugar en análisis externos del manuscrito, para luego introducirnos en el texto propiamente dicho.

Ante todo, se debe saber que el estudio que un historiador hace de un documento, como puede ser un diario personal, se realiza con mucho detenimiento, con una pormenorizada descripción de sus características externas tales como tamaño, tipo de papel, cantidad de hojas, cantidad de páginas escritas, espacios en blanco, elemento de escritura, encuadernación y múltiples detalles más. Todo ello permite verificar — entre otras cosas –, si realmente fue redactado en el tiempo y lugar que se le atribuyen, y no caer ingenuamente en un fraude. Este minucioso trabajo, verdaderamente científico, es lo que nadie, hasta la llegada de los revisionistas, había efectuado con los documentos vinculados a los hechos de la Segunda Guerra Mundial.

Anheléis Marie Frank nació en 1929 en Frankfurt, Alemania y muere a causa de una epidemia de tifus a los 12 años en el campo de Bergen Belsenen en el año 1945.
Respecto del llamado Diario de Ana Frank es necesario saber que:

1.-Con significativa obstinación, Otto Frank (fallecido en 1980), siempre se negó a que el manuscrito fuera sometido a un análisis exhaustivo a los efectos de verificar su autenticidad.

2.-En 1980, a consecuencia de un juicio contra Ernst Roemer — un jubilado de setenta y seis años que se atrevió a negar la autenticidad del Diario –, la Caja Alemana de Defensa Legal logró a pedido del Dr. Rieger que el Departamento Criminal Federal sometiera a análisis los textos y constató que parte de los mismos habían sido escritos con bolígrafo, invento introducido en 1951, es decir, cuanto menos siete años después de la muerte de Ana Frank.
Minna Becker

3.-Sin embargo, ya veinte años antes, en 1960, la perito calígrafa Minna Becker había dictaminado judicialmente que todos los textos manuscritos del Diario provenían de una sola caligrafía. Por lo tanto, quien hizo el manuscrito puso los agregados con bolígrafo… lo que en términos claros significa que ANA FRANK NO FUE LA AUTORA DEL DIARIO.

4.-Una de las pruebas presentadas por David Irving, fue el contraste entre dos documentos, uno conteniendo la caligrafía auténtica de Ana Frank, correspondiente a las cartas enviadas por ella en esa misma época, y otro con las anotaciones del Diario, cuya caligrafía que no se corresponde en absoluto con el de la niña de trece años.

5.-Un folleto de la “Fundación Ana Frank de Amsterdam”, afirma que los amigos holandeses de la familia hallaron un cuaderno de ejercicios con tapas de cartón y de pequeño tamaño. El diario sueco Expressen del 10 de octubre de 1976, publica una fotografía de Otto Frank sosteniendo un volumen considerable que en nada se parece al cuaderno mencionado. El historiador Felderer:
Con relación al texto en sí mismo, éste es un mar de contradicciones.

6.-Resulta poco creíble que en un estrecho refugio, en el que permanecieron durante casi dos años, ninguna de las ocho personas que se encontraban en él supieran que Ana Frank redactaba un diario durante ese lapso (junio 1942 – agosto 1944). El padre dice que se entera después de retornar de Auschwitz.
7.-La necesidad de silencio en el refugio, para no llamar la atención y evitar ser capturados (23/03/1943), se contrasta con las descripciones de las “riñas terroríficas” (02/09/1942), “peleas escandalosas”, “gritos y alaridos, golpes e insultos que habría ni que imaginarlos” (29/10/1943), así como las prácticas de danza de Ana cada noche (12/01/1944).

8.-Es curioso, según el Diario, que los Frank para escapar a la persecución hayan elegido las mismas oficinas y el mismo almacén de Otto Frank para esconderse (09/07/1942).

9.-También es contradictorio cuando dice que Lewin, “un pequeño judío químico y farmacéutico, trabaja para el Sr. Kraler en la cocina” (01/10/1942). ¿Cómo?, ¿Un judío trabajando pacíficamente cuando se pretende que los judíos sufren una brutal persecución por parte de las autoridades?…

10.-Son reveladoras, nos dice E. Aynat, las tendencias sexuales de esta niña de ¡trece años!: “Recuerdo que cuando he dormido con una amiga, he sentido el fuerte deseo de besarla… No he podido dejar de ser terriblemente inquisitiva sobre su cuerpo… Le pregunté, si como prueba de nuestra amistad, podíamos acariciarnos mutuamente los senos, pero rehusó. Llego al éxtasis cada vez que veo la figura desnuda de una mujer, como una Venus, por ejemplo. Me afecta de tal modo que me es difícil impedir que me caigan las lágrimas. ¡Si por lo menos tuviera una amiga!” (05/01/1944) En fin, ¿un poco de pornografía para una mejor venta?… ¿Es éste el lenguaje y las inquietudes de una niña de trece años?… ¿Es ésta una niña sana?…

11.-Según una entrevista a Otto Frank en 1956, las persianas siempre estuvieron bajas y las ventanas nunca se abrieron, pero Ana afirma que mirar el cielo “es mejor que las píldoras Valeria y el bromo” (15/06/1944) contra la ansiedad y la depresión.

Este volante se da a los visitantes en la casa de Anne en Amsterdam.

12.-Finalmente, queda en evidencia el objetivo de este Diario: su germanofobia manifiesta: “Serán permitidas todas las lenguas civilizadas, excepto el alemán”(17/11/1942). “Los alemanes son las bestias más crueles que han pisado la faz de la tierra” (19/11/1942).

Esto no ha impedido que las autoridades “alemanas” de posguerra hayan introducido el Diario como libro de lectura obligatoria en las escuelas, para auto-denigración de las nuevas generaciones. El Instituto de Revisionismo Histórico de los Estados Unidos (IHR), ofreció nuevamente U.S. $ 25,000.00 de recompensa a quien pruebe que el Diario de Ana Frank fue escrito por ella. Ni la propia fundación constituida sobre este fraude literario se animó a reclamar tan generosa oferta.

EL CASO DE ANA FRANK
El mito, ¿o tendríamos que decir el timo de Anne Frank?, es probablemente ambas cosas a la vez, a raíz de las investigaciones que hemos podido resumir al respecto. Conocida en el mundo entero por su famoso Diario, Anne Frank es sin duda la “víctima del Holocausto” más celebrada. En lo que se refiere a su impacto en el público -afirma el “caza nazis” judío Simón Wiesenthal-, el Diario de Anne Frank es “más importante que los juicios de Nüremberg” ( The Washington Post, 1 de Abril de 1979, pág. H3) (1).

Organizaciones de influencia y la mayoría de los medios de comunicación occidentales, promueven un culto casi religioso por Anne Frank. El mensual británico History Today (edición de Marzo de 1995), afirma que “El impacto del ‘Diario’ ha sido inmenso, especialmente en las jóvenes generaciones, niños de colegio, adolescentes y estudiantes. En Alemania desarrollaron una especie de culto a Anne Frank en los años cincuenta similar a los movimientos despertados por Santa Teresa y Santa Bernadette. En 1957, la emoción de masas fue canalizada en un peregrinar de dos mil jóvenes, desde Hamburg a Bergen-Belsen, incluso lloviendo, durante la ceremonia en la que se depositaron flores en las fosas comunes, en una de las cuales fue enterrada Anne Frank” (2). Pero lo cierto es que el caso de Anne Frank no es diferente al de muchos otros judíos sujetos a la política de medidas antisemitas en tiempo de guerra llevadas a cabo por las potencias del Eje, no en menor medida justificada por la declaración de guerra que la nación judía realizó contra Alemania ya en 1933, es decir seis años antes de iniciarse el conflicto bélico (3).

Como parte del programa de evacuación de los judíos de Europa occidental, la niña de 14 años y otros miembros de su familia fueron trasladados por tren de Holanda al campo de trabajo de Auschwitz-Birkenau (actualmente en el sur de Polonia). Varias semanas más tarde, ante el avance del ejército soviético -junto a otros muchos deportados judíos- fue evacuada en ferrocarril de Auschwitz más de 400 kms. dirección occidente, al campo de Bergen-Belsen en Alemania del Norte.

Fue allí donde junto a otros compañeros del campo, Anne cayó enferma de tifus, enfermedad de la que murió a mediados de Marzo de 1945. No fue ejecutada ni asesinada. Anne Frank pereció -al igual que millones de no judíos en Europa durante los meses finales del conflicto-, como otra víctima indirecta de la guerra más devastadora. Su padre, Otto Frank, cayó igualmente enfermo de tifus y fue transferido por los alemanes a la enfermería del campo de Auschwitz, donde se recuperó.
¿SI LOS ESTABAN EXTERMINANDO COMO ES QUE LES DEDICABAN ENFERMERÍAS Y LOS CAMBIABAN DE HOSPITAL EN HOSPITAL?
Finalmente formó parte de los miles de judíos que débiles o enfermos quedaron allí al abandonar los alemanes el campo, cuando en Enero de 1945 los soviéticos arrollaron el mismo. Otto Frank murió en Suiza en Agosto de 1980. Pero si la política alemana hubiera sido realmente la de asesinar a Anne Frank y a su padre, nunca hubieran sobrevivido a Auschwitz. Su caso, todo lo trágico que se pueda considerar, no merece ser falseado por intereses políticos y económicos.

La opinión de Churchil

La primera víctima de la guerra fue la verdad, cuya tergiversación era utilizada como arma de guerra psicológica. “No sé cuánto tiempo más podremos mantener que los alemanes están matando judíos en cámaras de gas. Es una mentira grotesca, como la de que los alemanes en la I Guerra Mundial fabricaban mantequilla con los cadáveres de sus enemigos”… “Se trata de una mentira que puede poner en peligro nuestra propaganda”. Esta fue la respuesta del jefe de la propaganda británica a Winston Churchill, desaconsejándole firmar dicha acusación contra Alemania, propuesta por el P.W.E. (Political Warfare Executive), departamento inglés responsable de la “guerra psicológica”. La idea fue recogida inicialmente según los rumores propagados por polacos y judíos en agosto de 1942. “El ‘Foreign Office’ enseguida se dio cuenta de que se trataba de una mentira, pues los polacos y los judíos siempre estaban mintiendo para predisponer a Inglaterra contra Alemania” (4). No obstante el P.W.E. decidió utilizar y ampliar estas historias como base en la guerra propagandística contra los alemanes. Es dentro de este contexto de “guerra psicológica” y de “propaganda de atrocidades” en el que hay que enmarcar la historia de Anne Frank.

Pero no únicamente. Como bien indica Felderer (5) en su momento no sólo ha servido para denigrar a Hitler y la Alemania nacionalsocialista, también se ha demostrado útil a la causa de los israelíes en Medio Oriente, otorgándoles la sensación de que sus pretensiones sobre Palestina eran legítimas. Anne era el símbolo de los niños judíos perseguidos. Harwood añade que con ésta y otras historias similares, se ha pretendido acobardar todo nacionalismo (6), a partir de ese momento siempre sospechoso de criminal, en favor de un internacionalismo útil a las pretensiones de las Altas Finanzas de un gobierno mundial.

¿QUIÉN FUE EL AUTOR DEL “DIARIO”?
Pero… ¿Quién escribió el Diario de Ana Frank?
Se dice que “inicialmente, la publicación del Diario fue rechazada por numerosos editores”. Desde 1952, en que fue editado por vez primera en París — la primera edición holandesa apareció en el verano de 1947 –, se han hecho más de cincuenta ediciones en todos los idiomas importantes, contabilizando hasta la fecha más de 25 millones de ejemplares vendidos, muchos de ellos a la fuerza, amén de una hollywoodense película de gran éxito, obras de teatro y numerosas adaptaciones transmitidas por radio y televisión. Pretende ser el verdadero diario íntimo de una niña judía de Ámsterdam, de 12 años de edad, escrito durante la ocupación alemana, mientras permanecía escondida con su familia en los fondos de una casa; posteriormente fueron arrestados (4 de agosto de 1944) y trasladados a campos de concentración, donde Ana Frank falleció a los 14 años de edad, en marzo de 1945, víctima de una epidemia de tifus que se extendió en la zona. Señalemos aquí que la detención de los Frank la llevó a cabo la policía holandesa (Policía Verde) y que Ana Frank fue trasladada primeramente al campo de tránsito para deportados judíos de Westerbork (Holanda), posteriormente, el 2 de septiembre de 1944, al campo de trabajo de Auschwitz-Birkenau y en diciembre del mismo año a Bergen-Belsen, donde el fin de la guerra y el caos inherente producido por los bombardeos aliados sobre ciudades y los medios de comunicación y avituallamiento llevarían al hambre y el tifus.

(Táctica muy empleada por los aliados y que consiste en generar un sitio a la usanza de las antiguas guerras en que se rodeaban la ciudadelas, no permitiendo que nadie entre y nadie salga, impidiendo incluso la entrada de ayuda humanitaria, para lo que se destruyen primeramente los caminos de acceso, puentes, aeródromos, aeropuertos etc. Recordemos como lo hicieron los estadounidenses en las primeras semanas de la invasión a Irak.)

Es decir que fue paseada por toda Europa… Según Otto Frank, el “Diario” fue encontrado por casualidad, por él mismo, escondido en una cavidad que, casualmente, se hallaba entre una viga y el techo del lugar donde habían estado recluidos, antes de caer en poder de los alemanes. Ese encuentro fortuito ocurrió, según Otto Frank, bastante después de finalizada la guerra, en 1952, si bien esta fecha no coincide con la de publicación de las primeras ediciones (1947). Para Wolfgang Benz el diario fue hallado por Miep Gies, una vecina de los Frank en las Prinsengracht 263 de Amsterdam, el mismo 04/08/1944, día de la detención.

Se dice que Ana Frank escribió su diario a escondidas. Así lo afirma en su prólogo George Stevens, quien afirma no sólo que el diario era pequeño, sino también “que del pequeño diario sólo Ana tenía conocimiento”. Aquí surge un problema, ¿cómo es que un libro que, según las ediciones, tiene unas 230, 240 ó 290 páginas, puede ser incluido en un diario pequeño que podía ser escondido detrás de unas libretas de apuntes del colegio? A pesar de hallarse en un desván relativamente pequeño, ninguno de los acompañantes la vio escribir, lo cual no deja de ser difícil, teniendo en cuenta que se trataba de un escrito voluminoso. Otros autores no coinciden sobre este punto. Según el historiador catalán Joaquín Bochaca, que una niña de doce años escriba, en la segunda página de su diario, un ensayo filosófico sobre las razones ontológicas que la impulsan a hacerlo; así como que una niña de tan corta edad sea capaz de redactar una historia de la familia Frank, sin notas a la vista; que confinada en una buhardilla esté al corriente de la legislación y las medidas antisemitas de los “nazis”, incluyendo fechas, números de decretos y nombres propios; supone un caso impar en la historia de la literatura universal. El mismo autor hace notar que las ediciones inglesa y alemana del “Diario” difieren tan fundamentalmente, que las diferencias no pueden ser atribuidas, racionalmente, a criterios de traductor.

“La verdad sobre el diario de Ana Frank fue revelada, inicialmente, por la publicación sueca “Fria Ord”, en 1959, en una serie de artículos diarios aparecidos en marzo de 1959. El 15 abril de aquel mismo año, la revista americana “Economic Council Letter” resumió los artículos de su colega sueco, con la siguiente gacetilla: “La historia nos proporciona muchos ejemplos de mitos que tienen una vida más rica y más larga que la verdad, y que, sin duda, pueden llegar a ser más efectivos que la verdad”. Nuestras dudas aumentan cuando leemos en el “New York Times” del 2 de octubre de 1955, que en el diario de Ana Frank “sólo figuraban aproximadamente 150 inscripciones” donde se consignaban “cronológicamente las sensaciones e impresiones de una adolescente” (“mamita me trata a veces como un bebé, lo que no puedo soportar”) y “adicionalmente muy pocas que no podrían considerarse como pertenecientes a esa categoría” (“temo mucho que nos descubran y que seamos fusilados”).

No obstante ello, continúa Richard Harwood, el “Diario” publicado consta de 293 páginas y su texto no concuerda con la relación, que acabamos de citar, entre numerosas inscripciones propias de una adolescente y “muy pocas” de mayor o menor referencia política. De hecho, no sólo las observaciones de carácter político del diario, sino su contenido general y su estilo, presuponen un conocimiento de interrelaciones históricas, juicio y arte de la expresión poco comunes incluso entre adultos. La edición “original” del “Diario” nunca fue publicada, puesto que el padre, Otto Frank, decidió expurgar el mismo de fragmentos escabrosos de una adolescente o de críticas a la madre de Ana. Más tarde éste debió admitir que además de la escritora judía Anneliese Schütz e Isa Cauven “para colmar algunas lagunas en el diario debió requerir los servicios del periodista holandés Albert Cauven”. Incluso el poco sospechoso semanario “Der Spiegel”, instrumento principal en la “reeducación” del pueblo alemán, debía admitir que “el ‘Diario’ en su conjunto no es auténtico”. Para el Spiegel queda claro que “aquello que ha hecho emocionar al mundo, no proviene enteramente de la mano de Ana Frank”. “En la edición el ‘Diario’ ha sido transformado por numerosas manipulaciones…”. La investigación oficial llevada a cabo por la Dra. Hübner deduce que el “Diario” publicado está compuesto de 177 capítulos (cartas), que proceden de cuatro diferentes fuentes: 4 del Diario, 5 de un libro de relatos, 69 de dos diarios, que la Dra. Hübner define como primera elaboración del Diario, 99 procedentes de hojas sueltas, que la investigadora define como segunda elaboración del “Diario”.

JUICIO ESCLARECEDOR
Meyer Levin

Mayores sospechas nos asaltan, lógicamente, al estudiar el pleito en que se enzarzaron el conocido escritor judío norteamericano Meyer Levin y el padre de Ana Frank. El juicio transcurrió entre 1956 y 1958 ante el “County Court House” de la ciudad de Nueva York, obteniendo el demandante Meyer Levin un fallo a su favor que condenaba a Otto Frank a abonarle una indemnización de 50,000 dólares de la época por “fraude, violación de contrato y uso ilícito de ideas”; el pleito, que se arregló privadamente después de la sentencia por obvio mutuo interés, versaba sobre la “dramatización escenográfica” y venta del “Diario”. El juez, así mismo judío, era Samuel L. Coleman, quien dictó sentencia en el sentido de que Otto Frank debía pagar a Meyer Levin “por su trabajo en el diario de Ana Frank”.

(NOTA: Para cualquier interesado, todo lo referente al caso Levin-Frank está archivado en la Oficina del Condado de Nueva York (N. Y. County Clerk’s Office) con el número 2241-1956 y también en el New York Supplement II, Serie 170, y 5 II Serie 181).

Así pues, la sentencia del juez — y juez judío — en el sentido de que el autor del “Diario” es Meyer Levin y no la niña, existe. Lo que interesa hacer notar es que de la lectura de la numerosa correspondencia privada de Otto Frank y de Meyer Levin que fue aportada al juicio como prueba de las partes, surge la grave presunción “juris tantum” de que el “Diario” “es substancialmente una falsificación”, y que el autor material de esa falsificación fue el igualmente judío Meyer Levin. Levin, en legítima defensa de sus derechos de autor, además de demandar a Otto Frank por varios millones de dólares por su labor de parafrasear el manuscrito “para el fin que tenía que cumplir…”, pleiteó igualmente contra el productor de cine Kiermit Bloombarden, pues en la película — del mismo título que la obra — aparecen también escenas escritas por él y que no estaban contenidas en el Diario original. Meyer Levin había sido corresponsal en España durante la guerra civil de 1936 a 1939 y más tarde enviado de la “Agencia Telegráfica Judía” durante los enfrentamientos con los palestinos entre 1945 y 1946. La Enciclopedia Judaica le reconoce como “el primer escritor en poner en escena el Diario de Ana Frank (1952)” (Vol. 11, pág. 109).

UN BOLÍGRAFO PREMATURO

Pero no acaba aquí todo, y nuestra duda se convierte en decepción cuando descubrimos, como lo ha hecho el historiador británico David Irving tras su investigación, que en el “Diario” de Ana Frank había tinta de bolígrafo. Así lo determinaron unos expertos que acudieron expresamente a Suiza para comprobar el manuscrito original en posesión de Otto Frank. Según estos, parte de los diarios habían sido escritos con bolígrafo – algo imposible al haber fallecido Ana Frank de tifus en 1945.

(Propaganda comercial en una revista argentina de 1945, promocionando la primera birome).

Tal vez el lapicito le cayó del cielo

( Lazlo Biro inventor y periodista húngaro nacionalizado argentino, patentó el bolígrafo–birome,nombre compuesto de los apellidos de Biro y su socio Meyn– el 10 de junio de 1943 en Argentina. En seguida se comenzó a usar en Buenos Aires. En plena guerra, el gobierno británico compró los derechos de la patente de Biro para el esfuerzo bélico. La Real Fuerza Aérea Británica necesitaba un nuevo tipo de pluma, que no goteara en los aviones de combate a grandes alturas, como lo hacía la pluma fuente. Poco después, la Fuerza Aérea de los Estados Unidos hizo un pedido de 20,000 plumas. y cuya aparición en el mercado para venta masiva data con posterioridad al término de la IIG.M)

Dos ciudadanos alemanes, Edgar Geiss y Ernst Roemer, pusieron públicamente en duda, una vez más, la autenticidad del famoso “Diario”. Ante ello el Tribunal del Distrito de Hamburgo encargó a la Oficina Federal Criminal Alemana (B.K.A.) un examen de los textos para determinar científicamente si la escritura de éstos se había llevado a cabo durante los años 1941 a 1944, basándose en los análisis del papel y la escritura del manuscrito original. Este análisis químico-técnico fue llevado a cabo en abril de 1981, bajo la dirección del Doctor Werner. A pesar de su publicación, la ley del silencio de los “mass-media” intentó dar la menor publicidad posible a los resultados de los análisis. Sí lo hizo el New York Post del 9 de octubre de 1980 mencionando el hecho. Según este análisis, las correcciones, comentarios y añadidos en las hojas de parte del manuscrito fueron hechas en tinta azul, negra, roja, a lápiz y en BOLÍGRAFO de tinta negra, verde y azul. Como comentarios y texto principal son de una misma mano, recordémoslo, el libro fue escrito por alguien después de la guerra o cuando menos lo finalizó pasada la contienda. El original consta de tres libretas encuadernadas y 324 páginas sueltas.

DIFERENCIAS EN LA ESCRITURA
Un calígrafo pudo comprobar, además, que todo había sido escrito por la misma mano y que, por tanto, no podía ser la de Ana Frank. Se trata de Minna Becker, perito calígrafo judía, quien afirmó ante el juez, repetidamente, que toda la escritura del diario pertenece a una misma mano. Para dilapidar este tema sólo ha hecho falta acceder a las cartas auténticas que Ana Frank escribió de niña a unas amigas, publicadas en los Estados Unidos; la letra de estas cartas sí tiene el aspecto normal de una niña de 10 ó 12 años, lo que no es el caso del “manuscrito original”, que nos revelan a un autor de mayor edad. Las cartas fueron adquiridas por el “Instituto Simon Wiesenthal” y, siempre según David Irving, sí son auténticas, no así el diario.

Bochaca confirma asimismo, como han hecho posteriormente otros autores, refiriéndose a Paul Rassinier, que la escritura que se afirma es la de Ana Frank, reproducida en el libro Spur eines Kindes, de Ernst Schnabel, difiere totalmente de la escritura de Ana Frank en el manuscrito original. El Profesor Faurisson, de la Universidad de Lyon, cuya especialidad es la crítica de textos y documentos, y que mantuvo varias conversaciones personales con el padre de Ana Frank, insiste en este tema otorgándole el peso suficiente para llevar al escepticismo sobre el “Diario” de Ana Frank. Su primer trabajo sobre el caso fue publicado en francés en 1980. Una traducción del mismo apareció en el verano de 1982 en el volumen del “The Journal of Historical Review” con el título “Is the Diary of Anne Frank Genuine?” (“¿Es el diario de An Frank genuino?” págs. 147-209). Entonces señalaba dos ejemplos de la letra manuscrita atribuida a Ana Frank, ambos escritos cuando esta contaba aproximadamente 13 años, pero extrañamente la primera (datada el 12 de junio de 1942) parece mucho más madura y similar a la de un adulto que la supuestamente escrita sólo cuatro meses más tarde (10/10/1942).

Respondiendo a dicho escepticismo sobre la autenticidad del “Diario”, el “State Institute for War Documentation de Amsterdam” (Rijksinstituut voor Orloogsdocumentatie — RIOD), publicaba un libro en 1986 que incluía el facsímil de una carta supuestamente escrita por Ana el 30 de julio de 1941. El descubrimiento en los EE.UU. de otros varios ejemplos de la letra manuscrita fue anunciado en 1988. El mismo incluía dos cartas fechadas el 27 y el 29 de abril de 1940 y una postal, escritas a alguien en Danville (Iowa). Estas últimas, como las del 12/06/1942 y 10/10/1942, creaban un nuevo problema al “Instituto de Documentación de Guerra de Amsterdam”, dado que la letra manuscrita que aparece en ellas es completamente diferente que la escritura de adulto de la carta del 30 de julio de 1941, así como la mayor parte del manuscrito en cuestión. Estos descubrimientos confirman la creencia del Profesor Robert Faurisson de que la letra manuscrita de “adulto” atribuida a Ana es, en realidad, muy parecida a la letra manuscrita de una de las personas que oficialmente “ayudaron” a Otto Frank a preparar el “Diario” para su publicación después de la guerra. Para Mª Paz López y su artículo en “La Vanguardia”, estas diferencias de escritura son normales (!) en un adolescente (ver las reproducciones adjuntas):

12.-El milagro inexplicado de los cambios de letra de Anna Frank, en dos documentos fechados el mismo año:

El famoso”diario” (izquierda) y una carta dirigida a una amiga (derecha).
Reproducción del artículo del “New York Post” del 9.10.1980 donde
se confirma que Anne Frank no pudo haber escrito con tinta de bolígrafo
su Diario, porque todavía ¡no había sido inventado el bolígrafo!

Extraído de the American Cardinal edition, 36th printing, 1963. Compare esto con el cuadro 14, la edición británica, que se supone para ser exactamente igual. Un estudio cercano demostrará que uno tiene la “k” de la “carta franca” subrayada y no lo hace el otro. ¿Por qué es esto? ¿Quién trató de forzar con el cursivo de Anne?

Extraído de la edición británica: Pan Books, London, 32nd printing 1975- de impresión que este mismo extracto aparece en la edición cardinal americana, según lo demostrado en el cuadro 5. Pero note la línea que aparece aquí debajo de “carta franca.” Esto no aparece en la edición americana. ¿Quién lo quitó? ¿También, por qué esta del 12 entrada de de junio de de 1942 no aparece en las ediciones impresas? ¿Quién la suprimieron y porqué?

Extraído de los Británicos filtre la edición de los libros de 1975. No aparece en nuestra edición cardinal americana de 1963. Es interesante en que demuestra cómo Anne era afilado en plagiar otros trabajos.

Otro “ejemplo” de Anne handwritning; esta vez de Das Grosse Dudenlexikon, Mannheim. ¿Cómo compara con el otro “muestrea”?

Igualmente soslaya, al tratar el tema del informe pericial encargado por el RIOD, el tema de la escritura a bolígrafo, mencionando exclusivamente las anotaciones a lápiz del padre. Podemos concluir pues, que no se trata de un “Diario”, sino de una novela, basada en un manuscrito escrito después de la guerra por Otto Frank o sus colaboradores, y redactado por Meyer Levin, con algunos añadidos posteriores del holandés Albert Cauven. El historiador alemán Udo Walendy es definitivo: “El Diario de Ana Frank — durante años lectura recomendada tabú para escuelas y público — es una falsificación”.

La portada de la edición del 15 de septiembre de 1958 de Revista Life. Ésta se supone parece ser otra muestra de la caligrafía de Anne. Compare con las las demás imágenes.

Otro ejemplo del cursivo de Anne; esta vez de la edición alemana del diario. Compare con los otros estilos.

De Kindlers Literatur Lexikon, Kindler Publishers, Zurich, 1965, volumen 1, página 64. Ésta se supone para ser una reproducción de la primera página del diario original de Anne. ¿Si éste era el tamaño de la escritura de Anne, es posible que un “poco diario (manuscrito)” podría contener la misma cantidad de material que un libro impreso 237 páginas? También, mirada en las correcciones y alteraciones en otro cursivo. ¿Cuyo es él? ¿Por qué estas correcciones fueron hechas? (flechas del autor.) http://abbc.net/annefrank/figures.htm

Este “ejemplo posterior” del cursivo de Anne se toma del librete oficial publicado por edición franca de la fundación de Anne la 5ta (designada adjunto AFFA), página 36. La edición impresa nunca termina con “Anne M. Frank” pero con “la tuya, Anne.” ¿Quién la cambió?

ANA FRANK A LA FUERZA
Conviene advertir aquí que para evitar dudas y desbancar las crecientes sospechas sobre la autenticidad del libro, fue impuesto por las autoridades alemanas actuales como “lectura obligatoria” en las escuelas (¡increíble negocio para los propietarios de derechos — Fondo Ana Frank — y editores!) y se llegó al extremo de adoptar medidas disciplinarias (retiro de la “venia docendi”) contra maestros y profesores que osaran manifestar sus dudas al respecto. El Profesor Stielau, de Hamburgo, fue expulsado de su cátedra, en 1957, por el mero hecho de haber osado poner en duda la autenticidad del Diario. ¡Increíble!. Todavía en 1976, el padre de Ana, Otto Frank, lleva a cabo acciones y denuncias contra Heinz Roth, de Odenhausen, en un juicio tendente a prohibir publicaciones que sostengan que el diario, tal como se publicó, no puede haber sido escrito por una niña de 12 años.

¿QUIÉN LLORA POR ESTOS NIÑOS?

Cerramos esta nota — que solamente ha ilustrado los principales detalles de esta gigantesca mentira publicitaria — con las certeras palabras del revisionista británico Richard Harwood, quien a propósito del Diario dijo lo siguiente:

“Es justo reconocer que las consideraciones que exponemos son hasta cierto punto ociosas. En efecto, no importa demasiado que el Diario sea falso o verdadero. Los eventuales sufrimientos de una niña judía de doce años no son más significativos por el hecho de que haya escrito un diario, que los sufrimientos tanto o más terribles de otros niños judíos; o que las desgracias de los infinitamente más numerosos niños alemanes, italianos, japoneses, polacos o de otras nacionalidades que han sufrido horriblemente, despedazados o quemados vivos, mutilados o inválidos por toda la vida a causa de los bombardeos aliados a ciudades abiertas; abandonados en medio del caos por la muerte o desaparición de sus padres; violados o corrompidos por la barbarie de las tropas enemigas.

¿PERO QUIEN SE ACUERDA DE ESTOS HORRORES?, ¿QUIEN LLORA POR EL NIÑO ALEMÁN QUE CORRE AULLANDO ENVUELTO POR EL FUEGO INEXTINGUIBLE DEL FÓSFORO LÍQUIDO?, ¿QUIÉN POR LA NIÑA ALEMANA VIOLADA HASTA LA MUERTE POR UNA SUCESIÓN DE BESTIAS SOVIÉTICAS?, ¿O POR LOS NIÑOS JAPONESES DE HIROSHIMA Y NAGASAKI?…”

“Porque de todos estos innumerables casos horrendos nadie habla. No hay best-sellers, no hay dramatizaciones, no hay 40 ediciones, no hay cine, ni teatro, ni radio ni televisión. La falsedad del mito de Ana Frank va mucho más allá, es muchísimo más profundo que la eventual falsificación del texto. Reside en la unilateralidad y en la recurrencia infinita del tema. Una especie de Bolero de Ravel de la propaganda, una perfecta aplicación política del viejo tema de la niña inocente atrapada por la maldad, pero que triunfa aún después de la muerte: Blancanieves perseguida por la madrastra perversa, la débil doncella prisionera en el torreón medieval o la inocente heroína que en los filmes del Far West el cow-boy bueno salva en la cabalgata final. Y así, el mito de Ana Frank, por la fuerza de su impacto sobre la sensibilidad colectiva, se convierte no sólo en símbolo de la inocente nación perseguida, sino más aún y contra todas las reglas de la lógica, en prueba indiscutible de la maldad intrínseca, irredimible, de los perseguidores…”

Tomado de Crux et Gladius