El silencio de CFK y la profecía autocumplida
Por Emiliano Rodríguez - 28/07/2018
La encrucijada política del momento
Hasta los militantes más
fervorosos se lo preguntan por estos días. Los que dicen entender el
juego y los otros también. ¿Dónde está Cristina (Kirchner)? Fuera de
micrófono, allegados a la expresidenta deslizan que la estrategia
elegida para la ocasión, para este tramo de la incipiente campaña
electoral, es permanecer en silencio.
Mantener un perfil bajo,
aunque siguiendo de cerca las desventuras del Gobierno que lidera
Mauricio Macri. El jefe de Estado al que se negó a traspasarle el mando
presidencial hace casi 1.000 días (falta poco más de un mes para que se
cumpla ese período). Dos años y medio después, Macri transita por horas
complejas al frente de la Casa Rosada, aunque parece decidido a seguir
adelante hasta las últimas consecuencias con sus planes de ajuste.
A los anunciados aumentos
en las tarifas de energía eléctrica y gas, previstos para septiembre y
octubre próximos, se sumaron en las últimas horas retoques por demás
significativos en la estructura de asignación de subsidios familiares
que otorga el Estado. El Gobierno también eliminó un régimen diferencial
que alcanzaba a más de 100 mil chicos de provincias de la Patagonia y
de algunas zonas, pobres, del norte argentino.
Además, dispuso morigerar
los efectos de ese placebo de deducciones permitidas para el impuesto a
las ganancias. Y como si todo esto fuese poco, confirmó un incremento
en boletos de transporte público de pasajeros en el Área Metropolitana
de Buenos Aires. Un anuncio tras otro, sin respiro.
Sin margen para
recuperarse y con el arco opositor casi en su conjunto aun discutiendo
sobre el nuevo rol que cumplirán las Fuerzas Armadas.
Escudo Norte
El jueves pasado, sin ir
más lejos, muchos de ellos marcharon hasta el Ministerio de Defensa para
protestar contra la decisión de Macri de involucrar a militares en la
lucha contra el narcotráfico y el terrorismo. En el Congreso, el
massismo y el peronismo "dialoguista" pidieron una sesión especial para
el próximo 8 de agosto a fin de tratar todos los proyectos presentados
para derogar el decreto presidencial que habilita a las Fuerzas Armadas a
intervenir en asuntos de seguridad interior.
Organismos de derechos
humanos y referentes del kirchnerismo, por su parte, llevan la voz
cantante a la hora de cuestionar la iniciativa macrista. Pero hace siete
años, en julio de 2011, era la mismísima Cristina Kirchner la que
anunciaba en Santiago del Estero el programa "Escudo Norte", que
implicaba la instalación de radares en la frontera argentina con
Bolivia, Paraguay y Brasil para intensificar, presuntamente, la lucha
contra los narcos.
"Confiamos en que puedan
defender y cuidar la frontera para impedir que la Argentina sea un país
víctima del narcotráfico, como pasa en otros países", decía la por
entonces presidenta.
El plan oficial preveía
sumar a las tareas de prevención dos aviones Pucará, cinco helicópteros y
¡270 uniformados del Ejército Argentino y de la Fuerza Aérea! Hoy se
rasgan las vestiduras por el decreto presidencial. En la Argentina, está
claro que el componente ideológico a muchos le nubla la mirada (aún). Y
también su capacidad de análisis. Marchan porque suponen que Macri
utilizará a las Fuerzas Armadas para reprimir posibles manifestaciones
contra el ajuste.
No tanto en las próximas
semanas, sino hacia fines de año, cuando algunos estiman -o quieren
creer- que podría producirse cierto alboroto social en la Argentina en
el caso de que el plan económico que impulsa la Casa Rosada continúe
generando estragos en la ciudadanía.
Marchan -o marcharon-
porque suponen -o suponían- que el Fondo Monetario Internacional (FMI)
ordenó a Macri abrir las puertas de los cuarteles. El Fondo Monetario o
Estados Unidos. Para que salgan los militares, a controlar las calles
y/o a aplicarle "mano dura" a la población. Salen a marchar porque
lucubran -quizá- que la derecha en el país se regocija con la
posibilidad de que todo eso ocurra. Pero cuando Cristina Fernández de
Kirchner dispuso que parte de las Fuerzas Armadas patrullaran la
frontera norte en 2011 no les resultaba tan descabellada la propuesta.
El componente ideológico entra una vez más en acción.
El silencio y la profecía
Los militantes la
extrañan. Según averiguó la agencia Noticias Argentinas de fuentes
cercanas al kirchnerismo, el silencio de "la Jefa" comenzó a generar
cierta intranquilidad. O impaciencia, mejor dicho. Algunos consideran
que es el momento de salir a hablar, de mostrarse, de abandonar la
estrategia de perfil bajo. Otros entienden que al Gobierno aún le puede
ir peor.
Por consiguiente, es
necesario continuar esperando antes de abandonar el ostracismo, por más
coyuntural que sea. En medio de la tensa espera, alguno por ahí se la
imagina puertas adentro planeando un discurso contundente, rodeada de
sus hijos y su gente de confianza.
O bien revisando viejos
álbumes de fotografías, envuelta en nostalgias de poder y escuchando
músicas de otra época... ¿Quién sabe? Lo cierto es que en el círculo de
allegados a la actual senadora nacional consideran que Cristina será
candidata en las próximas elecciones presidenciales. En 2019. Porque
"tiene los votos".
Seguramente se refieren a
los que obtuvo en los comicios del año pasado, cuando perdió frente a
Cambiemos en la provincia de Buenos Aires. Una estrategia "de silencio"
similar a la de Cristina lleva adelante por estos días Sergio Massa,
aunque sin "los votos" que (en teoría) atesora la ex mandataria.
En cambio, el salteño
Juan Manuel Urtubey sí opta por salir a hablar. Por opinar de coyuntura
nacional. Y procura hacer equilibrio en esa delgada línea que separa a
la crítica razonable y constructiva de la reprobación meramente
proselitista. Mide bien Urtubey, atención. Pero Macri también medía bien
cuando comenzó su gestión. Después, comenzó su gestión... Y la cosa se
complicó.
Ahora, el peronismo, si
bien aún debe resolver sus asuntos internos, parece tan, pero tan cerca
de desempolvar esa especie de máxima con la que suele vanagloriarse. Y
asegurar, una vez más, que únicamente el Partido Justicialista es capaz
de gobernar la Argentina. Claro que les gusta mencionarlo. Una frase
que, por cierto, hasta de panfletos partidarios habría quedado
desterrada después de los 12 años de kirchnerismo en la Argentina si no
fuese por los desaciertos del gobierno de centroderecha de Macri.
Resulta ahora que el
peronismo se pelea por volver. Porque olfatea que tiene por delante una
oportunidad impensada hasta hace apenas unos meses. Una chance de
resurgimiento que el propio Gobierno le otorga, mientras procura ordenar
las cuentas del Estado. Lo intenta, se esmera en pos de lograrlo.
Pero si llegara a
fracasar, todo el esfuerzo desarrollado en estos meses terminaría
reducido y consumido en una (especie de) profecía autocumplida. Una más
en la Argentina. Con Macri como objeto de análisis político -sociológico
y hasta psicológico- a futuro. Con Macri como artífice. Como partícipe
necesario, como protagonista. Aunque profecía autocumplida al fin.
Vaya encrucijada...