El mejor régimen político seún Santo Tomás (5)
LA ARISTOCRACIA
Más para la perfección
del régimen e incluso para la defensa y eficacia de tal institución
soberana, son necesarios otros elementos de gobierno. Y el primero, la
aristocracia.
De nuevo hay que prescindir aquí de toda realidad histórica para situarse en la zona de la pura teoría.
Aristócratas, como reza
la etimología de la palabra, son los mejores, y deben serlo en ciencia y
virtud. Tales ciudadanos, organizados en institución social o política,
son garantía de continuidad y competencia en el gobierno y de que la
ciudad será fiel al fin virtuoso, propio de la misma.
La aristocracia modera a
la propia institución monárquica y la orienta y la ampara. Es flor de
una civilización sana y culta. El patriciado romano y la aristocracia
inglesa han sido los tipos históricos más perfectos de una lograda
aristocracia social, con representación e influencia política.
En las viejas y grandes
naciones modernas hay siempre elementos aristocráticos, aunque no
cristalicen en institución política ni sean siempre fieles a su vocación
social.
Los supremos valores en
el orden académico, administrativo, militar, judicial, profesional,
financiero; ciudadanos que han desempeñado altos cargos en el gobierno o
en la diplomacia; jefes obreros de larga y limpia historia, etc. He ahí
otros tantos elementos que debieran constituirse en aristocracia. Para
merecer el título de aristócratas no basta la competencia ni la
experiencia. Lo sustancial es la virtud. Y no tanto las virtudes
individuales o familiares cuanto las sociales.
Una constante y seria
preocupación por el bien común, con preferencia a los particulares
provechos o intereses de clase; una leal y noble -nunca servil- adhesión
al representante del poder unificador; un amor cristiano al pueblo y un firme propósito de elevar su condición son las características del verdadero aristócrata.
Los cuales no brillan,
de ordinario, en las naciones contemporáneas. Las clases aludidas se
hallan con frecuencia manchadas por defectos oligárquicos. La oligarquía
es la corrupción de la aristocracia. El motor en la oligarquía no es la
virtud, sino la riqueza. Y la riqueza egoístamente concebida.
Más por la descripción
hecha se advierte que la aristocracia es la pieza clave de cualquier
constitución política real. Es la que garantiza en último término la
unidad, porque defiende y modera y guía a la institución monárquica.
"Cabeza del pueblo" llamaban nuestros mayores a la aristocracia. Donde
falta la aristocracia queda desconectada la monarquía respecto del
pueblo, y fácilmente incurre el régimen en los excesos de la demagogia o
en los abusos del autoritarismo y absolutismo.