Sarmiento en sus fuentes (4-5). Indios, gauchos, mujeres y blasfemias
1. Su racismo anti-indigenista
El
“liberal”, el hombre civilizado, progresista, ¿era realmente un hombre
como diríamos hoy “de avanzada”? ¿Qué pensaba acerca de los pobres, de
los inmigrantes, de la mujer, etc?
Sobre los irlandeses que huían de su país por la famosa hambruna de la papa dirá:
“Es fortuna que sean pocos los irlandeses que se dirigen a estas playas. La emigración irlandesa ha sido la más atrasada e ignorante que llegaba de Europa.
En Irlanda el pueblo se conserva por siglos ignorante y fanático, pues
se halla sometido a la tutela de directores eclesiásticos… Con la
incapacidad que les da su falta absoluta de educación, traen la
inteligencia de los bárbaros”[1].
Acerca
del presidente mártir del Ecuador, Gabriel García Moreno, asesinado
alevosamente por la masonería en 1875 después de haber consagrado su
nación al Sagrado Corazón de Jesús dirá:
“era un malvado y fanático tirano, apoyado por la ignorancia y la estupidez de las masas indias y negras”[2].
Su racismo anti-indígena le hará decir acerca de nuestros hermanos
paraguayos, masacrados inicuamente en la Guerra del Paraguay al hablar
de Solano López:
“Al frenético, idiota, bruto y feroz borracho Solano López, lo acompañan miles de animales que le obedecen y mueren de miedo. Es providencial que un tirano haya hecho morir a todo ese pueblo guaraní. Era preciso purgar la tierra de toda esa excrecencia humana: raza perdida de cuyo contagio hay que librarse”[3]. “Dios no nos pedirá cuenta de la sangre derramada”[4].
Y continuaba diciendo acerca de los indios:
“Por los salvajes de América sentimos una invencible repugnancia sin poderlo remediar”[5]. “¿Lograremos exterminar a los indios? (…). El exterminio de esa canalla es providencial y útil, sublime y grande…
Dejarles los niños (a las madres indígenas) es perpetuar la barbarie.
Hay caridad en alejarlos cuanto antes de esa infección… (Se les debe
exterminar) sin ni siquiera perdonar al pequeño que tiene ya el odio
instintivo al hombre civilizado”[6].
Y
uno se pregunta: ¿acaso alguna organización pro-”pueblos originarios”
alguna vez repudió estos dichos? ¿o estos otros propios de un admirador
de los Estados Unidos?
“La raza latina está condenada en América a ir a la zaga de la raza sajona porque, mientras los anglosajones no admitieron a las razas indígenas en su constitución social, la
colonización española absorbió en su sangre de cultura medieval una
raza prehistórica servil… Los americanos se distinguen por su amor a la
ociosidad y por su incapacidad industrial. Con ellos la civilización es
del todo irrealizable: la barbarie es normal”[7].
Algo parecido pensaba uno de sus contemporáneos, como Alberdi:
“Necesitamos
cambiar nuestras gentes, incapaces de libertad por otra gente hábil
para ella. Con tres millones de indígenas, cristianos y católicos no
realizaréis la República, ciertamente. No la realizaréis tampoco con
cuatro millones de españoles peninsulares, porque el español puro es
incapaz de realizarla, allá o acá. Si hemos de componer nuestra
población para nuestro sistema de gobierno, si ha de sernos más posible
hacer la población para el sistema proclamado que el sistema para la
población, es necesario fomentar en nuestro suelo la población
anglosajona (…). Removed los impedimentos inmorales que hacen
estéril el poder del bello sexo americano, y tendréis realizado el
cambio de nuestra raza. Crucemos con ella (la raza sajona) nuestro
pueblo oriental y poético de origen; le daremos la aptitud del progreso y
de la libertad práctica”[8].
Pero
olvidaban estos liberales que hasta que la América española no estuvo
en manos de los liberales del siglo XIX, fue una nación floreciente,
incluso más que la del norte…
Nada quedaba en pie que no fuese él mismo; todos los mitos anti-hispánicos y anti-católicos eran usados sin pudor:
“La
Inquisición quemaba a los hombres si pensaban o si se sospechaba que
pensaban; porque el que cree no debe pensar sobre lo que cree. Por eso se halla tan embrutecida España y América, porque nadie pensaba y ni siquiera podía pensar”[9].
“Rosas es hijo de la vieja España bárbara y despótica educado en todas
las ideas de esa desgraciada madre patria, o, más bien, bárbara
madrastra. En España estuvo prohibido pensar durante tres siglos y era quemado vivo aquel de quien se sospechase siquiera lo hiciera contra el rey o las ideas dominantes”[10]. “Estados unidos es el único pueblo culto que existe en la tierra. España, en cambio, es inculta y bárbara.
En trescientos años no ha producido un hombre que piense, un solo
escritor de nota, ningún filósofo, ningún sabio: es la nación más pobre
de escritores que se conoce”[11].
¿Acaso
hace falta recordar a Santa Teresa, a San Juan de la Cruz, a Cervantes,
Lope de Vega, Quevedo, etc., etc. etc.? ¿Se puede ser tan ignorante
como este “maestro”?
2. Su odio a los gauchos
Proverbial y antológico fue su odio a lo local.
“Se nos habla de gauchos… La lucha ha dado cuenta de ellos, de toda esta chusma de haraganes”[12].
¿Pero cómo?¿y el amor al pueblo?
“Cuando decimos pueblo, entendemos los notables, activos e inteligentes; la clase gobernante”[13].
A Mitre, en una conocida cita, le decía el 20 de septiembre de 1861, luego de la batalla de Pavón:
“No trate de economizar sangre de gauchos. Este es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre de esta chusma criolla, incivil, bárbara y ruda, es lo único que tienen de seres humanos”[14].
“Tengo
odio a la barbarie popular (…). Mientras haya chiripá no habrá
ciudadanos… De origen salvaje es el poncho, que crea un surco de
división entre la sociedad culta y el pueblo”[15].
Ya luego de la batalla de Caseros dirá:
“Hemos
jurado con Mitre que no quedará uno vivo” (por lo que Alejo Peyret, un
francés residente en nuestras tierras decía: “Sarmiento, partidario de
la intolerancia política, es un Robespierre: un civilizador a cañonazos y
bayonetazos)”[16].
3. Su concepción de la mujer
Sarmiento
abogó siempre porque la educación estuviera en manos de mujeres, pero
no por ese carácter maternal que la hace más propensa a la educación
sino por una cuestión puramente económica. En 1857 decía siendo senador:
“Un
día ha de llegar en que en la escuela todo se enseñe por mujeres. Un
preceptor cuesta cuarenta pesos en metálico y la mujer con la mitad
estaría perfectamente dotada”[17].
Tan contradictorio podía ser Sarmiento que, por un lado ensalzaba a la Mujer y Madre de Dios con estas palabras:
“El
cristianismo, al reverenciar a la Casta y Santa Niña en cuyas entrañas
se había encarnado el Verbo, hizo de la mujer la puerta del cielo, la
protectora del hombre y el consuelo de los afligidos; y, en la tierna
imagen de la Madre y Niño, elevó a los altares, en un solo símbolo,
todas las dulces y santas emociones que abrasan el corazón de la mujer:
el amor de niña, el amor conyugal, el amor de madre”[18].
“La
mujer que se abandona al sentimiento del amor divino gusta de adorar al
Ser Eterno bajo las inocentes y tiernas formas del Niño-Dios… (por eso)
las religiosas ofrecen mayores garantías para la pureza de costumbres
dé las jóvenes educandas. Este es su más bello título que las recomienda
a la consideración de los pueblos; siendo, de este modo, la educación
completa. ¡Cuánto deben los pueblos a las Hermanas de Caridad y a las
monjas dedicadas a la enseñanza!”[19].
Sin
embargo, cuarenta años después, afirmaba (tomen nota aquellos
progresistas que intentan ver en Sarmiento a un “avanzado” en materia de
la tan mentada “igualdad de género”):
“Se
están introduciendo de Europa compañía de mujeres para explotar
comercialmente el ramo de la educación. Mi deber es indicaros ese
peligro que amenaza esterilizar las escuelas normales. (Esas congregaciones docentes) son la filoxera de la educación y el cardo negro de la pampa que es preciso extirpar. ¿Qué
vienen a enseñar a nuestras niñas aquellas figuras desapacibles,
hermanas de caras feas, aldeanas y labriegas en su tierra? ¿Qué pueden
enseñarles a nuestras niñas aquellas ignorantes? ¡Así se mata la
civilización!”[20] (…). “Las congregaciones de hermanas docentes son bandas
de mujeres emigrantes confabuladas que se apoderan de todas las
escuelas públicas para embrutecer a las chicuelas del país… Son
fanáticas e ignorantes; la basura de Europa que viene a matar la
civilización (…). Enseñarán a ser ignorantes por principio, porque el
católico hace un título de honor de su ignorancia (…). Tal hierba maligna es preciso extirpar”[21]. “Hermanas emigrantes, lavanderas y mozas de labor, enganchadas en Irlanda para venir a enseñar a nuestras hijas
lo que no saben, en lugar de ser mucamas, para lo que tampoco sirven
gran cosa. Las hermanas son intrusas y falsarias: mujeres colectadas en
Europa a pretexto de religión para ganar plata en América”[22].
Todo un defensor de la dignidad de la mujer…
4. Sus blasfemias y herejías
Triste
cosa es ver que, alguien educado en las más sólidas raíces y
tradiciones cristianas haya apostatado y heretizado como Sarmiento. Con
el objeto de presentar sus desvaríos y sin ánimo de ponernos a
responderlos por no ser éste el lugar, dejamos aquí algunas flores del
mal que el impío sanjuanino nos legó.
Sobre el catolicismo
“Los
más imbuidos en los dogmas del cristianismo son los más tercos y más
rencorosos. La filosofía ha rechazado las promesas del cristianismo.
Durante la Edad Media, que es la guerra en permanencia, no hubo
filósofos sino cristianos fervorosos”[23].
“El
catolicismo ultramontano da a los sentidos lo que niega a la razón y al
espíritu. A falta de ideas, le presenta luces a millares, bordados de
oro y plata, música celeste, incienso y flores e himnos en latín”[24].
Sobre el valor de la Santa Misa
“Es
una suposición gratuita que Dios espere recibir los giros que se le
hacen en los diarios sacrificios de las misas. La oración y el
sacrificio de la misa no pueden cambiar la sentencia de N. N. mediante
nuestros regalos”[25].
Sobre el matrimonio católico
“Abajo el matrimonio católico apostólico romano, bárbaro! ¡Abajo los días festivos!”[26].
Sobre el celibato sacerdotal
“Cásense (primero, esos sacerdotes, para luego juzgar a Sarmiento). El
celibato sacerdotal ha atrofiado en sus corazones el amor filial. No teniendo hijos no aman a los niños”[27].
Sobre el culto católico como religión oficial de la Argentina
“Es
una práctica abusiva toda procesión porque, como hay libertad para
todos los cultos, no debe exhibirse el culto católico públicamente;
pues podría ser desairado por los que no lo son (…). El exclusivismo del
culto católico es una enfermedad crónica cerebral”[28].
Sobre Jesucristo
Hablando del protestante y masón Benjamín Franklin dijo: “Franklin en moral avanza sobre la moral misma de Jesucristo”[29].
Al referirse a Renán, autor de una Vida de Jesús donde lo hace aparecer como un mito, dijo que era “el último Santo Padre de la Iglesia”[30].
Sobre los milagros
Se
burla Sarmiento de las manifestaciones sobrenaturales al decir, por
ejemplo, que “en Nápoles fluye todos los años la sangre de san Jenaro
de lo que dan testimonio 938 mujeres en mil, las cuales la ven con los
ojos de su superstición e ignorancia”.
Sobre la Virgen de Luján
“El
milagro ya hace un siglo que se echa de menos en la tierra, debido a
los progresos de la física y la química que los despintan apenas
vislumbran en la embrollada inteligencia de los ignorantes. La
aparición (milagrosa de la Virgen) se hace siempre entre gentes rudas y
ante chicuelos que suelen ser tan taimados como los que acompañan a los
rateros de Londres (…). En Lourdes habrá milagros todos los días
porque la empresa está en manos entendidas. Dudoso es que Luján dé más
que sanar el dolor de jaqueca o enderezar con bilmas una pierna
quebrada”[31].
Realmente, un impío.
Continuará
P. Javier Olivera Ravasi, SE
[1] Sarmiento, O.C., Tomo XXXVI, pp. 141, 142; Gálvez, op. cit., 419.
[2] Sarmiento, O.C., Tomo IV. .p. 62: Tomo XLVIII, 191.
[3] Sarmiento, O.C., Tomo L, ‘p. 128: Carta al general Emilio Mitre del 21 de enero de 1869; en Gálvez, op. cit., pp. 319, 326.
[4] Daliadiras, 149.
[5] Sarmiento, O.C., Tomo II, 220.
[6] El Nacional del 19 de mayo de 1857, 8 de febrero de 1879, 25 de noviembre de 1878; Julio Victorica, Urquiza y Mitre, año 1906; Sarmiento, O.C., Tomo XXVI. p. 349; Tomo XL, 153; Tomo XLI, 289; en Gálvez, op. cit., 104.
[7] Ernesto Palacio, Historia de la Argentina, Tomo II, 228, 2da edición, Buenos Aires, 1957; Sarmiento, Conflicto, en O.C., Tomo XXXVIII, 405.
[8] J. B. Alberdi, Bases, cap. 30, suprimido en algunas reediciones.
[9] Sarmiento, O.C., Tomo XXXVII, pp. 103, 274.
[10] Gaceta de Comercio, 25 de octubre de 1848; O.C., Tomo IV, 73.
[11] Daliadiras, 95-96.
[12] Diario El Nacional, 3/2/1857.
[13] Sarmiento, O.C., Tomo XXXIII, 334.
[14] Daliadiras, 96.
[15] Sarmiento, O.C., Tomo XXX, p, 171; en EE. UU., año 1865; en Gálvez, 164.
[16] Alejo Peyret, Intervención a Entre Ríos, Buenos Aires, 1873.
[17] Sarmiento, O.C., Tomo XVIII, 150.
[18] Sarmiento, O.C., Tomo IV, pp. 243, 244; Tomo XII, pp. 190, 191.
[19] Sarmiento, O.C., Tomo IV, pp. 286, 287.
[20] Sarmiento, O.C., Tomo XXII, pp. 143-153.
[21] El Nacional
del 28 de febrero, 22 de junio y 21 de julio de 1883; Tomo XXII, pp.
143, 151; Tomo XLVIII, pp. 83, 183, 190, 236, 287, 306 de las O.C.
[22] El Nacional del 19 y 20 de febrero de 1883; Tomo XLVIII de las O.C., pp. 325, 328, 333
[23] Daliadiras, 157.
[24] Sarmiento, O.C., Tomo XXXIII, 114.
[25] Sarmiento, Conflicto, en O.C., Tomo XXXVÍII,p. 314, 321; Tomo XLVIII. p. 52.
[26] Sarmiento, O.C., Tomo I, 201; en Gálvez, op. cit., pp. 285, 286.
[27] El Nacional del SO de noviembre de 1881; O.C., Tomo XXII, 124; Tomo XXXVIII, pp. 304, 339; Tomo XLVIII, 7-10, 47, 54, 59.
[28] Daliadiras, 188.
[29] Sarmiento, O.C., Tomo XXII, 316.
[30] Daliadiras, 188.
[31] Sarmiento, O.C., Tomo XXXVIII, 329; Tomo XLVIII, pp. 387-391.