viernes, 25 de octubre de 2019
Artículo extraído de “PATRIA
ARGENTINA”, agosto 2019, donde el doctor Hugo Esteva, expone claramente, en pocas palabras, uno de los aspectos infamantes de la tragedia democrática
sufragista.
La fórmula:
HIPOCRESÍA/PERSONALIDAD PSICOPÁTICA.
Por Hugo Esteva
Nadie con dos dedos de frente se engaña: desde que manda la “democracia” el
país ha renunciado a ser independiente. La misma fuerza mundialista que hoy
decae en otras latitudes y nos venció gracias a las traiciones norte y
sudamericanas en las Malvinas, ha gobernado aquí apenas disimulada hasta ahora.
Aquella guerra fue un instante, consciente o inconsciente por parte de sus principales
protagonistas, en que la Argentina caída en Caseros intentó volver a ser sí misma.
Vencida en las islas, Alfonsín –el conspirador
que visitaba la Embajada de EEUU, durante la batalla, cosechó la rendición de una
patria que no se repone. El ahora llamado “padre
de la democracia” pactó más adelante con Menem una reforma constitucional que,
además de satisfacer sus ambiciones personales, nos ha metido en la trampa de votar cada dos años, de elegir presidente
cada cuatro y, en fin, no salir nunca de
la ficción que retrasa sistemáticamente
al país.
Pero ahora asoma lo más oscuro de lo esperable, acompañado por la mayoría
de los votos. La reacción contra la escasez ha llevado a gran número de
argentinos a elegir por el absurdo: un charlatán que se subordina al peso electoral
de una desequilibrada.
¿O acaso alguien puede creer seriamente en la palabra que esconde una falsa
sonrisa, adornada por unos dientes tan falsos como la sonrisa? ¿Qué puede haber
de sólido tras un personaje que, fuera de probar las más dispares ubicaciones
políticas, ha despreciado reiteradamente a la mandante ante quien hoy se
inclina? ¿Cabe acaso suponer que va a disfrutar de una mínima capacidad de decisión
apenas termine la veda de campaña que sea impuesto como escondite la candidata a
la vicepresidencia?
Menos todavía puede creerse que una personalidad psicopática vaya a cambiar
las conductas determinadas por su enfermedad,
Allí se cometería un error que, visto desde el punto de vista profesional,
sería juzgado como “mala praxis”. ¿O no
está suficientemente claro que el violador va a volver a cometer su crimen
apenas tenga la oportunidad? Pues, así como la personalidad psicopática de
variedad sexual es prácticamente irreversible para la actual terapéutica, la
personalidad psicopática de variedad perversa pronostica más y más de sus
necesarios conflictos. A diferencia de la neurosis y, mismo, delas psicosis,
que pueden manejarse; las psicopatías se alimentan
de modo permanente y son casi imposibles de dominar, tanto por los enfermos
como por los terapeutas. Síntesis: la eventual vicepresidencia no va a cambiar,
aunque lo anuncie el eventual presidente más fabulador.
La fórmula, aunque trágica, es sencilla:
hipocresía más perversión psicopática.
Grave final para una “democracia” largamente digitada.
Grave daño para una Patria que tiene que prepararse para sobrevivir resistiendo.*