miércoles, 23 de octubre de 2019
¿PUEDEN EXISTIR VARIAS RELIGIONES BUENAS?
(Tomado del libro «La Religión Demostrada» del Reverendo Padre P. A. Hillaire).
Con los criterios aquí expuestos -que
datan de 1900 con todas las aprobaciones oficiales-, y que representan
la verdadera doctrina de la Iglesia, es fácil a cualquier fiel poder
evaluar las reuniones ecuménicas. El solo hecho de invitar a otra
religión, en tanto que tal, a orar, incluso si no se hace conjuntamente,
presupone forzosamente en el que invita el reconocimiento explícito de
la plena validez, efectividad y capacidad del invitado de agradar a Dios
con las mismas, lo cual no es más que poner en pie de igualdad a todas
las religiones falsas con la verdadera, la Católica Romana.
Leamos detenidamente al P. Hillaire:
«¿Pueden existir varias religiones buenas? No; pues no puede haber sino una sola religión verdadera.
Así como no hay más que un solo Dios,
no hay más que una sola verdadera manera de honrarle; y esta religión
obliga a todos los hombres que la conocen.
1º Una religión, para ser buena, debe
agradar a Dios. Pero como Dios es la verdad, y una religión falsa no
podría agradarle, no puede aprobar una religión fundada sobre la mentira
y el error.
2º No puede existir más que una sola
religión verdadera, pues la religión es el conjunto de nuestros deberes
para con Dios y estos deberes son los mismos para todos los hombres. Y, a
la verdad, estos deberes nacen de las relaciones existentes entre la
naturaleza de Dios y la naturaleza del hombre. Pero como la naturaleza
de Dios es una, y la naturaleza humana es la misma en todos los hombres,
es evidente que, los deberes tienen que ser los mismos para todos. Por
consiguiente, la verdadera religión es una y no puede ser múltiple. Las
formas sensibles del culto pueden variar; la esencia del culto, no.
3º Toda religión comprende tres cosas:
dogmas que creer, una moral que practicar y un culto que rendir a Dios.
Si dos religiones son igualmente verdaderas, tienen el mismo dogma, la
misma moral, el mismo culto; y entonces ya no son distintas.
Si son distintas, no pueden serlo sino
por enseñar doctrinas diferentes acerca de una de estas materias y, en
este caso, ya no son igualmente verdaderas. Por ejemplo, a esta
pregunta: ¿Jesucristo es Dios? Sí, dice un católico; puede ser, dice un
protestante racionalista; no, contesta un judío; es un profeta como
Mahoma, añade un musulmán… Estos cuatro hombres no pueden tener razón a
la vez; evidentemente uno solo dice la verdad. Luego, las religiones que
admiten, aunque sólo sea una verdad dogmática diferente, no pueden ser
igualmente verdaderas.
Lo que decimos del dogma hay que
afirmarlo también de la moral no hay más que una sola moral, puesto que
ha de fundarse en la misma naturaleza de Dios y del hombre que no se
mudan. Lo mismo debe decirse del culto, por lo menos en cuanto a sus
prácticas esenciales.
Los que dicen que todas las religiones
son buenas, no ven en la religión más que un homenaje tributado a Dios, y
piensan erróneamente que cualquier homenaje le es grato. Olvidan que la
religión encierra verdades que creer, deberes que cumplir y un culto
que tributar. Y es claro que no pueden existir varias religiones de
creencias contradictorias y de prácticas opuestas, porque la verdad es
una sola, y Dios no puede aprobar el error.
Objeción: 1º Todas las religiones son buenas
¿Acaso todas las monedas son buenas?
¿No hay que distinguir entre las verdaderas y las falsas? Pues lo mismo
sucede con la religión. Pero, la moneda falsa supone la buena de la que
no es más que una criminal imitación; así, las falsas religiones suponen
la verdadera.
Si todas las religiones son buenas se
puede ser católico en Roma, anglicano en Londres, protestante en
Ginebra, musulmán en Constantinopla, idólatra en Pekín y budista en la
India. ¿No es esto ridículo? ¿No es afirmar que el si y el no son
igualmente ciertos en el mismo caso? Decir que todas las religiones son
buenas es un absurdo palpable, una blasfemia contra Dios, un error
funesto para el hombre.
1º Un absurdo. _ Es cierto que en las
diferentes religiones hay algunas verdades admitidas por todos, como son
la existencia de Dios, la espiritualidad del alma, la vida futura con
sus recompensas y castigos eternos. Mas ellas se contradicen en otros
puntos fundamentales. EL católico, por ejemplo, afirma que la Iglesia
tiene por misión explicarnos la palabra de Dios encerrada en la Biblia,
mientras que el protestante declara que todo cristiano debe interpretar
por sí mismo la palabra divina y forjarse una religión a su manera…
Podríamos citar indefinidamente las
divergencias contradictorias de las diversas religiones. Pero es
evidente que dos cosas contradictorias no pueden ser verdaderas, porque
la verdad es una, como Dios, y no se contradice. Si la Iglesia ha
recibido de Jesucristo la misión de explicarnos la Biblia, no queda a la
voluntad de cada cristiano el interpretarla a su manera… Es absurdo
decir que el sí y el no pueden ser igualmente ciertos sobre el mismo
punto… Mas como lo que no es verdadero, no es bueno, porque la mentira y
el error de nada sirven, debemos concluir que no pudiendo todas las
religiones ser verdaderas, no pueden ser todas buenas.
2º Una blasfemia contra Dios. _Decir
que todas las religiones son buenas, no es solamente contradecir al buen
sentido, sino blasfemar contra Dios. Es tomar a Dios por un ser
indiferente para la verdad y para el error. Se supone que Dios puede
amar con igual amor de complacencia al cristiano que adora a su Hijo
Jesucristo que al mahometano que le insulta; que debe aprobar al Papa,
que condena la herejía, y a Lutero a Calvino y a Enrique VIII, que se
rebelan contra la Iglesia; que bendice al católico que adora a
Jesucristo presente en la Eucaristía y sonríe al calvinista que se burla
de ese misterio… Pero atribuir a Dios semejante conducta es negar sus
divinos atributos; es decir, que trata a la mentira como a la verdad, al
mal como al bien, y que acepta con la misma complacencia el homenaje y
el insulto… ¿No es esto una blasfemia?
3º Un error funesto para el hombre.
_Para llegar a la felicidad eterna debe el hombre seguir el camino que a
ella le lleva, y sólo la religión verdadera es el camino que lleva al
cielo. ¿No es una gran desgracia errar el camino? ¡Y si al menos
llegados al término se pudiera desandar lo andado!… Pero si uno yerra
por su culpa, se ha perdido para toda la eternidad.
La indiferencia al enseñar que se
pueden seguir todas las religiones, propende a alejar al hombre de la
verdadera religión, del único medio de alcanzar su meta. Es, por
consiguiente, un error funesto.
Objeción: 2º Un hombre honrado no debe cambiar de religión hay que seguir la religión de los padres
Cada uno puede y debe seguir la
religión de sus padres si esta religión es verdadera; pero si es falsa,
hay obligación de renunciar a ella para abrazar la verdadera.
Así, cuando uno ha tenido la dicha de
nacer en la verdadera religión, no necesita cambiar de creencias, y debe
estar pronto a derramar hasta la ultima gota de su sangre antes que
apostatar. Pero cuando no se ha tenido la dicha de nacer en la verdadera
religión, si uno llega a conocerla, es absolutamente necesario, so pena
de falta grave, abandonar la falsa religión y abrazar la verdadera.
El deber más sagrado del hombre es el
de seguir la verdad desde el instante mismo en que la conoce: ante todo,
hay que obedecer a Dios. Abandonar la falsa religión para seguir la
verdadera, es acatar la voluntad de Dios, y, por consiguiente, cumplir
el más sagrado de los deberes. Sin duda nada merece tanto respeto como
las creencias de nuestros padres; pero este respeto tiene sus límites,
los límites de la verdad. Nadie está obligado a copiar los defectos de
los padres. Si vuestros padres son ignorantes ¿es necesario acaso que,
por respeto, permanezcáis ignorantes como ellos? La salvación es un
asunto personal, individual, del que cada uno es responsable ante Dios.
Las causas por las cuales se descuida
abrazar la verdadera religión (la Católica Romana) son el respeto
humano, los intereses temporales, el deseo de seguir las propias
pasiones; pero, evidentemente, estas causas son malas y, por tanto, hay
que sacrificarlas para cumplir la voluntad de Dios y salvar el alma».
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