Acción extraordinaria del demonio (I)
Se publica mucho en distintos
blogs sobre la actividad extraordinaria del demonio, tal vez como reacción
pendular ante un racionalismo naturalista que en las últimas décadas ha negado prácticamente cualquier
operación diabólica y a veces hasta la existencia misma de los demonios. Pensamos
que la difusión de cuestiones
demonológicas, si no va a acompañada de una buena teología, y del
imprescindible contrapeso de una mentalidad realista, puede dar lugar a
un "preternaturalismo exagerado", que atribuya al demonio fenómenos
naturales no del todo explicados por las ciencias pero que no tienen
origen
diabólico. De este "preternaturalismo" se siguen curiosidades morbosas,
supersticiones, y temores infundados; todo lo cual puede dar lugar
incluso a la burla respecto de verdades reveladas.
Es habitual distinguir en la
actividad de satanás dos grandes capítulos: inducir al mal y hacer el mal. Dos
tipos de actividad maléfica que se denominan ordinaria, una, puesto que no es manifiesta (es la tentación, estímulo o
incitación a pecar) y extraordinaria,
otra, que sí es manifiesta y de índole excepcional. La actividad extraordinaria,
a su vez, se divide en tres tipos: molestia local, molestia personal y posesión
diabólica. El p. Amorth ha hablado bastante del segundo y tercer tipo de
actividad extraordinaria, desde su experiencia como exorcista. Pero tal vez haya
explicado poco el primer tipo de actividad diabólica.
La actividad conocida como molestia local, es la que el demonio realiza directamente sobre la
naturaleza inanimada y animada inferior (reino vegetal y reino animal) para
llegar después indirectamente al hombre, a quien, en último análisis, va
dirigido el daño. Entran en el tipo de molestia local: los llamados lugares y
casas infestadas; ciertos disturbios visibles, extraños y repentinos que se
pueden encontrar o en la vegetación o en el mundo animal, etc. Sin embargo, sería un error
pensar que el demonio tiene un poder, puesto que no puede
absolutamente nada sin la permisión de Dios. Además, su obrar viene limitado por su naturaleza creada y la diversa
condición de cada demonio.
Ofrecemos unas páginas de
Corrado Balducci sobre este tema, que publicaremos en dos entradas separadas.
Modo
de presencia en un lugar.
El demonio, ser puramente espiritual,
está en un determinado lugar mediante un contacto operativo, no cuantitativo,
es decir, se localiza no por su sustancia, sino por su actividad; en otras
palabras se encuentra donde opera por su absoluta espiritualidad. En efecto, la
naturaleza angélica no tiene una cuantidad corpórea, dimensiva, sino una
cuantidad operativa (esto es, un poder más o menos amplio de obrar); de aquí
que, mientras los cuerpos están en un lugar mediante un contacto cuantitativo,
dimensivo, los demonios lo estarán a través de un contacto operativo.
Siempre en virtud de su naturaleza
espiritual, pueden desarrollar su actividad por todas partes, y no sólo en lo
externo, sino también en lo interno de los cuerpos; a este propósito observa
San Buenaventura: "Los demonios, en razón de su sutilidad y
espiritualidad, pueden penetrar en cualquier cuerpo y allí subsistir sin el
mínimo obstáculo e impedimento".
Pero, en cuanto criaturas, siempre son
limitados, y, por tanto, si se encuentran en un lugar no pueden, al mismo
tiempo, estar en otro; aunque les es facilísimo y con celeridad suma cualquier
cambio de lugar, al no tener que atravesar el espacio intermedio.
Cuando decimos que el demonio no puede
estar más que en un lugar, por tal lugar entendemos todo el espacio al que inmediatamente
puede extenderse la virtud operativa de aquel demonio; pero acerca de esta
amplitud nos encontramos en absoluta ignorancia.
Finalmente, recordamos que si un
demonio no puede encontrarse contemporáneamente en varios lugares, así tampoco
varios demonios pueden estar contemporáneamente en el mismo lugar; en efecto,
cuando "un ángel actúa en un lugar o en un objeto determinado, toma
posesión total de él, o sea, lo ocupa, lo llena y lo circunscribe de tal forma,
que excluye que otro ángel lo pueda ocupar igualmente".
Actividad
del demonio sobre la materia.
Por un principio de economía divina,
los seres superiores pueden actuar sobre los inferiores, sirviéndose, de manera
directa, tan sólo de aquello que en estos últimos es lo más perfecto. Ahora
bien, entre los varios movimientos corpóreos, el movimiento local es, sin duda,
el más perfecto, porque la disposición a ser movido es un bien puramente
extrínseco y supone ya un estado de perfección intrínseca; por eso el demonio
puede desarrollar su actividad sobre los cuerpos tan sólo a través del
movimiento local. Se sigue de esto que, de modo directo e inmediato, el demonio
puede producir en la materia tan sólo mutaciones locales, llamadas también
mutaciones externas (extrínsecas), o sea, aquellos movimientos consistentes en
transferir un objeto de un lugar a otro, o un cuerpo; pero dejando inmutable la
naturaleza, la sustancia.
Pero esto no excluye que el demonio, de
modo indirecto y mediato, o sea, mediante el movimiento local, pueda producir
también mutaciones internas (intrínsecas), o sea, aquellos movimientos que
implican un cambio en la naturaleza de las cosas (mutación sustancial:
transformación) o, al menos, una mutación en la cuantidad o en la cualidad de
la misma cosa (mutación accidental: alteración).
Que el demonio no pueda producir estas
mutaciones internas de modo directo, aparece evidente si se considera que todo
sujeto obra de manera semejante a su naturaleza; ahora bien, producir cambios
internos significa obrar en un plano netamente material; pero mientras esto
puede hacerlo de modo propio e inmediato un agente corpóreo, nunca puede
convenir al modo directo de obrar de un demonio, que es un ser puramente
espiritual.
Por otra parte, esta manera indirecta
de obrar no disminuye en nada el poder de Satanás, muy superior, sin duda, al
del hombre; la precisación que hemos hecho se refiere solamente al modo de
ejercer dicho poder, de forma que, si para algunas actividades es indirecto,
sin embargo es siempre más noble, más elevado que el humano, dada la
superioridad de la naturaleza espiritual demoníaca.
Por ejemplo, el entendimiento conoce la
realidad exterior mediante los sentidos; por tanto, de modo indirecto; pero
esto no impide que la conozca, a la vez, de manera más noble y más elevada.
Por esto, los demonios pueden mover
localmente la materia y de esta forma efectuar mutaciones sustanciales y
accidentales.
Ahora bien: considerada la
imposibilidad —por vía ordinaria— de mutaciones intrínsecas sin algún
movimiento local, aunque sea minúsculo y limitado a la esfera de la composición
química de la materia, y habida cuenta de la enorme superioridad del
conocimiento de los demonios en relación con las leyes y los secretos de la
naturaleza, queda patente cuán amplio sea el poder demoníaco en el universo;
"podemos decir que casi no hay fenómeno alguno en el mundo, que no pueda
ser producido de alguna forma por el demonio. Sólo para formarnos una idea de
las cosas maravillosas que el diablo puede, hacer, transcribimos una
descripción de Lépicier:
"El ángel puede, sin la
conspiración de otras causas, transportar de un lugar a otro cuerpos
pesadísimos; puede levantarlos y tenerlos suspendidos en el aire por tiempo
indefinido; puede destrozar y reducir a ruinas pueblos y ciudades; puede agitar
sus tandas pesadísimas y ponerlas en colisión unas contra otras; producir
terremotos y temporales en el mar; desatar tempestades, huracanes, parar el
curso de los ríos e incluso, si quiere, dividir las aguas del mar.
Puede, además, el ángel, usando medios
idóneos, cual sustancias resplandecientes acaso desconocidas por nosotros, que
proyecten en derredor rayos de viva luz, ocasionar efectos maravillosos de
óptica, y, con la oportuna combinación de sombra y de luz, producir formas o
representaciones fantasmagóricas.