AVANZO SOBRE LA UIA.
En Argentina el gobierno está dispuesto a tomar cualquier medida que
se le pase por la cabeza, aún las más reñidas contra el estado de
derecho.
¿Por qué llegamos a este estado de cosas?
Todos sabíamos que podíamos llegar a este estado de cosas desde el
mismo momento en que se aceptó que el kirchnerismo violara las normas
más elementales en nombre de la superación de la crisis.
El 2001/2002 fueron años traumáticos, pero eso no justificaba aceptar
que en ese momento Néstor Kirchner comenzara a arrasar con el sistema
institucional.
Sin emitir opinión sobre varios de los miembros de la anterior Corte
Suprema de Justicia, fue una verdadera barbaridad que se destituyera a
algunos de sus miembros por las sentencias que oportunamente emitieron
desde el alto tribunal.
Cuando el Congreso anuló las leyes de obediencia debida y punto final
sabía que estaba violando el orden jurídico porque las leyes se
sancionan o se derogan, pero no se anulan como si nunca hubiesen
existido.
LA JUSTICIA TRANSICIONAL.
En el mismo momento en que se aceptó traspasar ciertos límites para
satisfacer la construcción de poder del naciente kirchnerismo, se
estaban sentado las bases para que hoy nos agarremos la cabeza y
digamos: ¡cómo pudimos llegar a este punto!
Y la verdad es que llegamos a este punto porque se justificó y toleró
la ausencia del estado de derecho para “salvar” al país de la crisis y
permitirle a un presidente, que había llegado con escasos votos al
poder, tener cierto grado de “gobernabilidad”.
La necesidad de “gobernabilidad” justificaba violar derechos
elementales, pero ahora quedó a la vista que esa “gobernabilidad” se
transformó en una amenaza para las libertades individuales.
Sería largo hacer un listado de empresarios, políticos,
sindicalistas, periodistas y hasta gente común que miraron para el
costado o fueron socios en esa violación de los derechos individuales y
que hoy miran con espanto el monstruo político que construyeron.
Esos mismos que hoy miran con terror el 7D fueron socios del poder.
Por eso, muchos empresarios deberían pensar si es tan buen negocio
construir su crecimiento en base a gobiernos sin límites o es más
negocio defender la existencia de un gobierno limitado competir por el
favor del consumidor.
¿Cuánto vale una empresa cuyo patrimonio depende de los caprichos del “salvador”?
No vale nada.
Por el contrario, vale mucho más una empresa que creció ganándose el favor del consumidor porque sus bases son sólidas.
No dependen del humor del gobernante de turno o del burócrata que
aprieta, ordena y amenaza para que se cumplan sus disparatadas órdenes.
La avaricia del empresario que veía crecer sus ventas gracias a la fiesta de consumo solo miraba la caja de corto plazo.
Porque la gente se encandiló con esa misma fiesta de consumo.
Porque los dirigentes sindicales, hoy traicionados por el mismo socio
que tenían un tiempo atrás, fueron comprados con privilegios que no les
correspondían en justicia.
Porque muchos periodistas fueron contemplativos con un sistema que claramente avanzaba sobre los derechos individuales.
Ahora gritan porque ven que también van por ellos, pero en su
momento, fueron demasiados tibios con los atropellos institucionales que
se cometían.
Ni que hablar de buena parte de la dirigencia política que aceptó y
toleró que el kirchnerismo fuera destruyendo una institución detrás de
otra.
Llegamos a este precipicio institucional que nos lleva al borde de la
dictadura, donde ya no discutimos si nos gusta o no determinada
política cambiaria, sino que estamos viendo que corren riesgo las
libertades individuales.
El ministro De Vido dijo que la constitución había que reformarla
porque la presidente “es la única garante para que este proceso
continúe”.
Para ellos no son las normas, códigos, leyes, costumbres y reglas las
que construyen un país, sino una mesianica que tiene que guiarnos en
nuestra ignorancia con mano férrea y todo el poder.
Y ya sabemos cómo terminan los países que se construyen sobre iluminados providenciales que concentran todo el poder.
Llegamos a este punto de locura institucional porque buena parte de
la sociedad aceptó cambiar la calidad institucional por espejitos de
colores:
una protección,
un subsidio,
una fiesta de consumo artificial,
un privilegio, etc.
En definitiva, llegamos a este punto desde el mismo momento en que se
aceptó que se violara el orden constitucional para que nos “salvaran”
de la crisis.
ARGENTINOS, SIEMPRE SOMOS LOS MISMOS APATRIDAS.
AHORA HAY QUE PONER LA VIDA AL SERVICIO DE CONSERVAR LA LIBERTAD INDIVIDUAL.
¡BOLUDOS!
A TODOS Y A TODAS, CONTINUO CON EL BROTE: