POR UNA PATRIA DE SEÑORES
"Hay culpas reales que se acallan, sea desde los pulpitos o desde los estrados,
porque quienes los ocupan prefieren la adulación y la demagogia.
Es culpable la descristianización de las costumbres, la bestializaron de las diversiones,
la animalización de Jas fiestas, la secularización de la alegría.
Es culpable la juventud promiscua, hedonista y tribal,
a la que no sólo no se le señalan sus pecados sino que se
glorifica post mortem, se adula en vida y se le levantan
santuarios para inmortalizar sus desafueros. Es culpable
la paternidad libertina y permisiva, cómplice y secuaz de la
adolescencia descarriada. Es culpable la promoción de la
vida licenciosa y lasciva, en la que se revuelcan por igual
veinteañeros goliardos y cuarentones torvos. Es culpable
el conjunto de modas impúdicas y lujuriosas, sodomitas y
prost¡bularías, en cuyo cultivo compiten simétricamente
progenitores estúpidos y proles desenfrenadas» Es culpable
la pseudomúsica que ocupa el lugar del arte, y todo aquel
que medra difundiéndola. Es culpable el que monta un
boliche, del que se sale siempre muerto aunque no se tiren
bengalas, y es culpable el que asiste a sabiendas de que
hallará allí refugio a sus malandanzas. Es culpable la metódica
violación del tercer mandamiento, y la madeja ruin de cuantos
mercan con la desnaturalización de lo festivo y la traición
a la noble virtud de la eutrapelia. Empezando por un
presidente que en materia melódica ha declarado su afección
por las hordas marginales, y terminando por un alcalde,
que es todo él un cántico a la contracultura. Nada de esto
se ha dicho en público, y difícilmente se quiera decirlo.
'Cabildo", Editorial del n 43, febrero de 2005
CONTRA UNA REPÚBLICA DE CROMAGNONES