sábado, 17 de noviembre de 2012

¡QUE NIVEL EL DE LA SEÑORA, QUE NIVEL!


La presidente Cristina Fernández encabezó días pasados otro acto en el Salón de las Mujeres de Bicentenario de la Casa Rosada. Se encontraba acompañada por algunos miembros de su gabinete, colaboradores cercanos y los infaltables aplaudidores y reidores sin los cuales cualquier discurso de la mandataria sería un verdadero fracaso propagandístico.
En el mismo se entregó el botiquín 1.500.000, que se realiza por medio del plan “Remediar más Redes” y se hizo un anuncio referente a la excepción del impuesto de ganancias del medio aguinaldo a percibir en el próximo mes.
Esta dádiva presidencial pareciera ser la primera, pero muy débil e insatisfactoria respuesta, a las importantes y numerosas demandas de la movilización del 8 N.
Obviamente y casi está demás destacarlo, porque ya es un mal habito de ella, el discurso de Cristina  fue transmitido por la Cadena Nacional. Pero el objeto de la nota no es destacar el discurso de la presidente ya que en realidad después de unos minutos de su anuncio, empezó, como también es su costumbre, a derivar  y mezclar temas diferentes y que no tenían nada que ver con el objeto de sus anuncios para terminar en un tono coloquial casi familiar, con un vocabulario ramplón y vulgar explicando por cadena nacional aspectos personales que nada tenían que ver con la reunión convocada.
También como siempre, el maligno y perverso fantasma del ex presidente, revoloteaba en el ambiente.
Para ilustrar a aquellas personas que no pudieron escuchar ese lamentable discurso presidencial y para aquellos que cuando ven que aparece la Cadena Oficial cambian de canal o directamente apagan la radio o el televisor, reproduzco a continuación lo que precisamente quiero remarcar.
“…Yo cada vez que hablo con el Rey me acuerdo de Néstor porque cuando él se juntaba con el Rey había que ver eso, porque yo nunca vi tratar a un Rey como lo trataba Néstor y además reírse tanto el Rey de cómo lo trataba Néstor. La verdad que había mucha calidez, mucho afecto, me acuerdo que una vez en que no le salía el nombre le dijo: "che, Majestad". Yo me quería matar, porque no es que una sea fruncida, pero bueno determinadas normas siempre hay que respetarlas…”.
Pienso que muchos argentinos se acuerdan avergonzados del comportamiento y la conducta en esa oportunidad del matrimonio Kirchner. De la grosera impuntualidad, de su ignorancia del más elemental protocolo. El Rey obviamente se reía porque sino los debería haber echado de ese lugar. O tal vez se reía del traje cruzado desabrochado o de los mocasines del ex presidente
“…Para mí que es un gran orgullo porque yo siempre me he sentido muy orgullosa de ser parte de esa formidable clase media argentina, pujante, emprendedora pero qué también he comprendido que es producto de un proyecto político de país…”
Sí, hay que ser muy orgulloso de la clase media argentina. Siempre ello fue una característica distintiva de nuestro país en América latina. Pero llama la atención que la presidente afirme esta expresión, porque solamente unos pocos días atrás denostó fuertemente contra esta clase. Por otro lado no sé cómo una mujer multimillonaria, probablemente una de las más ricas de Argentina  se catalogue como clase media. (Tal vez se considere aún de clase media porque fue tan increíblemente vertiginoso su ascenso al mundo de los millonarios, que todavía no se anotició de ese hecho).
Clase media en una plaza del interior - 8N

“… pero si uno mira del año 2003 a la fecha, la cantidad de obstáculos, la cantidad de cosas que nos han hecho. No a mí, ni a él, a los argentinos. Bueno, ahora él, parece ser que es más bueno que yo. Él siempre me decía, y tengo testigos porque tengo testigos de gente que compartía la mesa con nosotros: Carlos y algunos otros amigos que han compartido, vos "Chango" también, la mesa con nosotros y él decía: "siempre los que se mueren son más buenos que los que quedan vivos". Y pasó a ser del que me pegaba, me manejaba, aquel doble comando, bueno a realmente la persona más maravillosa, que él si realmente lo fue, por lo menos para mí, fue la persona más maravillosa que conocí…”.
Es cierto, forma parte del folklore popular, el dicho que los muertos son siempre más buenos que los que quedan vivos. Pero no es precisamente este caso: el finado, que en paz descanse (si puede), era retorcido, maligno, perverso y corrupto, ávido de poder y dinero. Pero la presidente, además de las mismas “virtudes” de su difunto esposo, suma un resentimiento, odio y rencor hacia “todos y todas”, que aunados a su absoluta incapacidad  e incompetencia lleva a nuestro gran y orgulloso país, a una situación de vergüenza y bochorno internacional nunca conocido en nuestra Historia y en muchísimos aspectos, al nivel de los países más atrasados del orbe.
“…Vos sabes qué y claro pasé, primero, de mandarlo yo o del anterior presidente que le tocó a él, después cuando lo vieron dijeron: "no, a este no lo puede manejar nadie" y ahí yo pasé a ser... y después él me manejaba a mí y ahora que "soy una bruja horrible que no puede..." Miren les voy a decir algo de lo de bruja, lo saben los de Santa Cruz esto, a mí en Santa Cruz, cariñosamente, no te rías Zannini porque vos también me decías "bruja". Me decían: "la bruja", pero como le dice cariñosamente el marido a la mujer. Claro, Néstor jamás se atrevió a decirme eso, jamás. (Risas). No, jamás, pero no porque...sino por afecto... si "la morocha", me encanta que me digan: "la morocha argentina", eso me gusta, esa me encanta: "la morocha argentina". Bueno, gracias, no, es más lindo, pero lo que es importante…”
Lo que la mandataria manifiesta tan irónicamente fue una verdadera realidad: su esposo la manejaba como si fuera una simple marioneta de trapo y las peleas entre ellos eran realmente episodios de guerra interna. Tan es así, que una versión señala que el fallecimiento del ex presidente ocurrió, no por una disputa telefónica con Moyano, sino con su propia esposa. Sí, es cierto que a Cristina la llaman “bruja”, pero no precisamente en forma cariñosa, sino “contrario sensu”, por el cabal sentido y significado de la palabra. En Santa Cruz, la mandataria no es precisamente una persona bienvenida ni  recibida.
El pez muere por la boca. La presidente va perdiendo su aceptación popular por los enormes disparates, incoherencias y mentiras que pronuncia tan frecuentemente y que llena y ocupa un importante lugar en su agenda semanal.