DON JUAN MANUEL DE ROSAS
“los interventores habrán visto…, que los argentinos no son empanadas que se comen sin más trabajo que abrir la boca…”
Gral. José de San Martín
10 de mayo de 1846
Vamos a asistir a uno de los más bellos y heroicos hechos de nuestra historia.
La
escuadra aliada va a subir por el Paraná. Rosas, que lo tiene previsto,
ha venido preparándose para obstruir el paso. Dirigirá la defensa el
General Lucio Mansilla, a quien Rosas le viene dando instrucciones. En
su carácter de comandante interino del departamento del Norte, ha
formado un pequeño ejército con gente de la comarca. Ha instalado
baterías en las barrancas de Obligado. Algunas están a veinte metros de
altura sobre el río. De orilla a orilla del Paraná, que allí tiene un
ancho de ochocientos metros, han anclado los cascos de veinticuatro
pontones que sostienen tres gruesas cadenas. Banderas argentinas sobre
los pontones y dos mil quinientos soldados en las barrancas. Ha
construido parapetos de barro, anchos de más de dos metros, para
defender a las treinta y cinco piezas de artillería y ocultarlas. Hay
mucho patriotismo y pocas municiones.
Es el 20 de
noviembre. Los grandes barcos de la “misión de paz” se acercan. Las dos
márgenes aparecen llenas de hombres vestidos de colorado. Son las nueve
y media de la mañana. Himno Nacional. ¡Oíd mortales el grito sagrado!
Un unánime y ardiente “¡Viva la patria!” lo termina. Tambores argentinos
resuenan en la mañana de oro. ¡Fuego contra los infames agresores! De
la parte de los patriotas salen proyectiles macizos, balas de las
metrallas, cohetes a la Congreve. Pero los enemigos tienen ochenta y
ocho cañones, todos de gran calibre. Y pasa la mañana en medio de la
lucha heroica. Mansilla la dirige. A las cinco de la tarde termina el
combate. Los buques extranjeros han logrado abrirse paso. Sus marineros y
soldados desembarcan. Mansilla dirige personalmente una carga a la
bayoneta para defender las baterías. Han muerto ciento cincuenta
argentinos y han sido heridos noventa. Han caído también algunas mujeres
que atendían los heridos. Un diario montevideano, sin embargo, declara
que “nunca, desde la paz napoleónica, hallaron franceses e ingleses tan
heroica resistencia”. Toda la América admira el coraje y el patriotismo
de los hombres de Rosas. La figura americana del Restaurador se
agiganta. ¿Ha sido suya la idea de ponerle cadenas al río? Así nos
autoriza a creerlo la carta que el jefe del puerto de Buenos Aires le
escribe a Oribe por orden de Rosas, en la que le anuncia el cierre del
Paraná. De cualquier modo, él no lo ha hecho con la esperanza del
triunfo, sino como una afirmación simbólica del cierre de los ríos, como
una afirmación de nuestro tenaz empeño de resistir hasta la muerte, de
ser independientes y libres.
A todo esto se
preguntará: ¿y los Estados Unidos?, ¿y la doctrina Monroe? Los Estados
Unidos, por estos días, están ocupados en robarle a Méjico el inmenso
territorio de Tejas...
* [Manuel Gálvez: Vida de Don Juan Manuel de Rosas, Cap. XIX, 6.]
Fuente: El Renegau