Antisemitismo
La Enciclopedia Cattolica* es
una obra de referencia publicada en la ciudad del Vaticano durante el
pontificado de Pío XII. Sus contenidos constituyen por lo general una muestra paradigmática de los planteamientos de la
denominada Escuela Romana de Teología.
La consulta de esta obra siempre será de utilidad para quien desee hacerse una
idea del estado de alguna cuestión teológica anterior Vaticano
II. Reproducimos ahora una traducción de la voz antisemitismo realizada por un amigo de nuestra bitácora.
ANTISEMITISMO: Aversión
al pueblo judío, que se verificó en tiempos antiguos y modernos, basada
sobre motivos sociales más que religiosos. El término es muy impropio (debería
decirse antijudaísmo) porque los hebreos son tradicionalmente odiados en
su mayoría por otro pueblo semítico moderno: los árabes. Fue acuñado por
W. Marr en 1880 y se difundió en Alemania y Austria sobre la base de la
antítesis étnico-social. Hoy significa la hostilidad a los hebreos
por cualquier motivo.
En
el mundo cristiano. Los cristianos por el precepto de la
caridad, no tuvieron ningún prejuicio hacia los hebreos como nación o
raza. Después del Calvario, el odio judío contra los cristianos era muy
activo. Tertuliano llama a la sinagoga “fontes
persecutionem”. (…) Las leyes restrictivas de Teodosio II y de
Justiniano (De iudaeis et coelicolis)
quedaron en vigor en las naciones cristianas hasta los tiempos
modernos.
En el medioevo, como siempre, la
Iglesia, custodiando los principios morales y religiosos,
protegía abiertamente a los hebreos contra las persecuciones, pero
prohibía que ejercitaran influjo en la sociedad cristiana. “Ha impedido,
cuanto pudo, tanto que se usara violencia contra ellos como que se
confiara en ellos” (M. Landrieux, p.86). El III Concilio de Toledo les prohibió
todo cargo público y la posesión de esclavos cristianos, decretando la
confiscación de bienes para los convertidos que volvieran al judaísmo. El IV
Concilio de Toledo presidido por San Isidoro, confirmó esto, pero criticó
al rey Sisebuto que forzaba a los judíos a hacerse cristianos. (…)
El Derecho Canónico prohibía (Decretales
de Gregorio IX) que los hebreos ejercitaran
cargos públicos oficiales, que tuvieran siervos cristianos, que
construyeran nuevas sinagogas, e imponía a ellos llevar un vestido
especial. Pero prescribía “Principes seaculares
excommunicari debent, qui Iudaeos baptizatos suis bonis spoliare
praesumunt” y “Iudaei
inviti non sunt baptizandi, nec ad hoc cogendi, vel in suis festivitatibus
molestandi, nec ipsorum coemeteria violanda”. (...)
Desde el siglo XII se va agravando progresivamente
la legislación antijudía. Pero el papado fue en general un poder moderador.
Nicolas V (1447), condena las acusaciones antijudaicas en España. Paulo
III (1540) las de Hungría, Bohemia y Polonia. Inocencio III (Licet
perfidia iudaeorum) recomienda reprimir su
insolencia pero prohíbe acosarlos por ser judíos. (…)
Antisemitismos
y moral católica. El antisemitismo en cuanto implica
odio y/o fomenta la violencia es contrario a la moral cristiana y comporta
graves peligros para le fe (errores de desigualdad de razas, desprecio del
Antiguo Testamento, etc.). La iglesia condena “odium
nempe illud, quod vulgo ´antisemitismi´ nomine nunc significari solet” (Santo
Oficio 25/3/1928). Religión del amor el cristianismo prohíbe que se dañe o
ataque a cualquier hombre, aun como respuesta a una ofensa.
Mucho menos se autoriza que se persiga
en bloque a un pueblo o una raza, porque de esa manera se viola, no solo
la caridad sino también la justicia debida a muchísimos inocentes. La masa,
como tal, no puede jamás juzgarse responsable. El respeto absoluto de toda
persona humana, sagrada e inviolable, esta a la base de la convivencia
social e internacional. La justicia y la caridad no excluyen la prudente y
moderada defensa. No es antisemitismo hablar de los defectos y peligros
del judaísmo. Pero quien retiene que los hebreos están a la cabeza de
la masonería y del bolchevismo no puede, sin gran injusticia, acusar a
todos. Quien condena un sistema o una organización no puede odiar a las
personas que forman parte. Se puede también notar que “en línea de hecho
los hebreos en el mundo de hoy, tienen un poder excesivo”. Pero el católico
no puede por motivo de sangre o raza, negar la relación con los hebreos
regenerados por el Bautismo, sino que los debe abrazar fraternalmente. En
cuanto a los otros, no puede haber defensa moral o religiosa sino sobre la
base de comprensión y amor. Sólo sobre estas bases, excluyendo todo odio
por las personas, es lícito un antisemitismo en el campo de las ideas para
proteger el patrimonio religioso moral y social de la cristiandad. Tal es
la respuesta de Santo Tomás “Ninguna hostilidad, sino medidas defensivas,
libertad para los hebreos pero protección para los cristianos”.
La Iglesia Católica, aún imponiendo el
respeto de los hebreos, para prevenir peligros y malos entendidos
recomienda a los cristianos no salir de su milenaria tradición de cautela: “sea
en el dominio de la fe, sea en el dominio de la vida interior, la
diferencia entre las dos religiones son tales que no hay lugar para
compenetración recíproca”. El Santo Oficio condenó la asociación “Amigos
de Israel” porque esta “rationem agendi inivisse
ac loquendi a sensu Ecclesiae, a mente SS. Patrum et ab ipsa sacra
Liturgia abhorrentem”. Los hebreos más objetivos
justifican esta posición de los católicos, que no tiene nada en común con
el despreciativo “antisemitismo de sociedad” difundido desde Polonia hasta
los Estados Unidos que tiende a excluir al hebreo, convertido o no, de las
escuelas superiores, ciertos clubes o administraciones.
Es de anhelar que el odio antisemita
desaparezca, pero es de temerse que permanecerá latente o impetuoso, hasta
que se solucione la “cuestión hebraica”. La solución deberá venir del triunfo
de la hermandad cristiana en el mundo por la cual se evite de perseguir o
humillar a los hebreos, esperando su conversión. En cuanto al pasado sería
necesario olvidar los mutuos errores, “las recíprocas recriminaciones
deberían ya cesar, porque son estas las que hacen difícil la
comprensión. Necesitamos que las manos se encuentren y se encuentren
también los corazones, porque el tiempo de la tribulación todavía no
terminó”. (Kalman Molnar a los hebreos convertidos).
Los principios de violencia, de todas
formas que se los intente justificar, son anticristianos. El católico debe
buscar que los hebreos se conviertan y vivan. Existen en el mundo de hoy muchos
problemas, no menos vitales concernientes a pueblos mucho más numerosos;
pero la “cuestión judía” es quizás la más grave, por la importancia de esos
17 millones de hombres que están implicados. Es la que más se presta a
confusiones y abusos. “Como en los tiempos pasados, el eterno problema que se
llama cuestión hebraica agita también hoy a los hombres. Esto permanece
sin solución como la cuadratura del círculo, con la diferencia que
continua a ser hasta hoy el más ardiente problema entre los problemas del
día.” (L. Pinsker). Querer liquidarlo mediante el uso de la fuerza es una
locura, además de ser una empresa delictiva.
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* Paschini (a cura di), Enciclopedia Cattolica. Ente per l'Enciclopedia Cattolica e per il Libro Cattolico, Città del Vaticano, 12 vol., 1948-1954.