BERGOGLIO;OSO BLANCO
«convertirse no es un acto de voluntad,…es una gracia» (Homilía – 18 de noviembre – L´Osservatore Romano, n. 47, pag 13 y 14).
Así abre su homilía un hombre que no es Papa.
Muchos
se preguntan si Bergoglio, siendo Papa, puede ser hereje. Y es una
pregunta falsa, porque ningún Papa puede caer en la herejía. Un Papa
nunca es hereje, nunca cae en la herejía. Este es el dogma del Papado,
que a nadie le importa discernir.
Si
Bergoglio dice herejías cada día, entonces, es claro que no es Papa.
Clarísimo. Es un falso Papa. Esto es lo que muchos no disciernen. Tienen
miedo, y dicen: hay que unirse al Papa Francisco, hay que estar en
comunión con él. Este es el gravísimo error de muchos católicos y de
muchos teólogos.
Hay
que preguntarse: ¿cómo siendo Bergoglio un hereje, la Jerarquía lo ha
elegido para ser un falso Papa?¿Qué pasó realmente en ese Cónclave para
ser elegido un hereje y ser puesto como lo que no es ni puede ser, Papa?
¿Qué hay detrás de la Jerarquía? ¿Es toda ella verdadera? ¿No habrá una
Jerarquía falsa? ¿Son todos santos en la Iglesia para colocar a un
hereje como lo que no es? ¿Es eso la santidad en la Iglesia? ¿Queremos
este tipo de santidad que no discierne entre la verdad y la mentira?
¿Queremos católicos que no sepan lo que es el pecado de herejía?
Esta
es la pregunta: ¿Qué hay detrás de la renuncia del Papa legítimo,
Benedicto XVI, que hizo que toda la Iglesia cayera en el gran engaño?
¿Por qué los Cardenales han engañado a toda la Iglesia poniendo un falso
Papa? ¿Por qué han dado su consentimiento al gobierno horizontal de
Bergoglio? ¿No saben que el gobierno horizontal anula el Papado? Los
católicos de a pie ¿saben lo que es la verticalidad en la Iglesia?
¿Saben discernirla de la horizontalidad? ¿Saben que la obediencia a la
Jerarquía sólo es posible en el gobierno vertical de un Papa, pero que
no se puede dar en el gobierno horizontal de un falso Papa?
Hay
tanta gente ignorante de lo que es la Iglesia, de lo que es Pedro, de
lo que es la Jerarquía que, después, ante las palabras de Bergoglio sólo
saben decir: qué bien habla este hombre, qué sencillez, cómo explica
las cosas para que todos entiendan.
«Quita el libre arbitrio, y no habrá que salvar; quita la gracia y no habrá de dónde venga la salvación» (San
Bernardo). La conversión es realizada por la gracia de Dios y por la
voluntad del hombre. Por las dos. No se puede quitar la voluntad. Esto
es lo que enseña la Iglesia:
«ni
puede decirse que el hombre mismo no hace nada en absoluto al recibir
aquella inspiración, puesto que puede también rechazarla; ni tampoco,
sin la gracia de Dios, puede moverse, por su libre voluntad, a ser justo
delante de El» (D 797).
No se puede decir que «convertirse no es un acto de la voluntad». Decir esto lleva a poner al hombre en la justicia original: todos somos santos, justos. Ya no hay pecado.
Jesús
es el que llama a la puerta del corazón, pero el hombre tiene que abrir
esa puerta con su voluntad. No es suficiente la llamada de Dios, la
inspiración: hay que aceptarla o rechazarla.
Bergoglio
quitó el libre albedrío, la voluntad libre. Por tanto, Bergoglio dice
que el hombre está ya salvado. Ya no hay nada que salvar, que el hombre
no tiene nada que hacer cuando recibe la gracia, porque ya está salvado.
Esto no es el magisterio de la Iglesia. Pero como a los católicos les
importa un bledo lo que enseña o no la Iglesia, siguen manteniendo a un
impostor como lo que no es, Papa.
Hoy
toda la Iglesia quiere a uno que no es Papa: lo está siguiendo, lo está
obedeciendo, se ha unido a su mente, está haciendo caso a su doctrina
no papal, no magisterial.
Y, después, salen con una payasada: Burke, el 15 de noviembre, en una conferencia sobre el matrimonio «pidió
a los fieles católicos que escribiesen al Papa Francisco y a los
representantes de la jerarquía en el Sínodo para expresar su opinión
contraria a dar la comunión a esas personas» (ver referencia).
Esto
no es serio. ¿Por qué quieren pedir a un hereje que no dé la comunión a
los malcasados?¿Para qué le van a escribir a una persona que ya da la
comunión a los malcasados?¿Por qué quieren perder su tiempo con un
hombre que está de acuerdo en destruir la doctrina católica del
matrimonio y de la familia? No tiene ningún sentido.
Burke,
viendo qué ha pasado en el Sínodo, ha quedado ciego. No sabe oponerse a
Bergoglio como falso Papa. Se le está oponiendo como Papa verdadero: he
aquí su ceguedad. El fruto: su payasada.
Escribe
a Bergoglio y le dices que se vaya a un monasterio para expiar su
pecado de usurpar el Trono de Pedro. Esto es lo que hay que escribir.
Pero, como en la mente de estos hombres, Bergoglio es Papa, entonces no
es hereje. Y si es hereje, hay que callar su herejía.
Los
absurdos en que cae toda la Jerarquía para mantener a un hereje como
Papa, silenciando su clara herejía. No se ponen en la verdad. Ya nadie
escucha la Verdad en la Iglesia. Ya nadie dice la Verdad en la Iglesia.
Están en la Iglesia ocultando la Verdad: Bergoglio no es Papa.
Cuesta
decir que Bergoglio no es Papa. Quien lo dice se queda en la calle, sin
nada. Y esto es lo que no se quiere perder: la comida para el estómago.
Hay que seguir la mente de un hombre, aunque se sepa que su doctrina no
es papal.
Una vez que ha dicho esto, Bergoglio habla de cosas insensatas, pero lo principal está aquí:
«“He
aquí, Señor, yo doy la mitad de lo que poseo a los pobres, y si he
robado a alguien” —mucho— “restituyo cuatro veces más”: esta es una
regla de oro. Cuando la conversión llega a los bolsillos, es segura.
¿Cristianos de corazón? Todos. ¿Cristianos de alma? Todos. Pero,
¿cristianos de bolsillos? Pocos».
¿Cuál es la señal de que un alma se ha convertido?
No
es aceptar la gracia de la conversión, porque la voluntad no juega
ningún papel. No es hacer oración y penitencia, ni cumplir con los
mandamientos de Dios. Los que van a misa y dicen sus oraciones, este
hombre les llama así: «Es el cristianismo, la espiritualidad de la comodidad».
¿Cumples con la ley de Dios, con la ley de la Iglesia? Entonces eres un católico cómodo. Y, además, es un pecado: «es un estado de pecado: la comodidad espiritual es un estado de pecado».
¡Mayor salvajada no se puede decir en pocas palabras! Se llama
comodidad al cumplimiento de la ley de Dios. ¡Gran locura la de este
hombre! Y este desatino le lleva a su descalabro: ¿dónde se ve la
conversión?:
Es
cuando el hombre saca su cartera, enseña sus billetes y los ofrece al
que no tiene. Esta es toda la enseñanza de este hombre: «Cuando la conversión llega a los bolsillos, es segura»
Fuera
la penitencia, la expiación, fuera el cumplir con la ley de Dios: dame
tu dinero para mis pobres. Hagamos una economía para los pobres, para
darles dignidad, para quitar el hambre del mundo. Por eso, decía dos
días después:
«El
hambriento está ahí, en la esquina de la calle, y pide carta de
ciudadanía, ser considerado en su condición, recibir una alimentación de
base sana. Nos pide dignidad, no limosna» (Conferencia en la FAO – 20 de noviembre del 2104 – L´Osservatore Romano, n. 47, pag 1).
Si
la conversión es dar dinero, entonces el problema es el capitalismo, la
mala economía de los gobiernos, que no atienden a los pobres, a los
hambrientos. Dignidad, no limosna:
«Duele
constatar además que la lucha contra el hambre y la desnutrición se ve
obstaculizada por la «prioridad del mercado» y por la «preeminencia de
la ganancia», que han reducido los alimentos a una mercancía cualquiera,
sujeta a especulación, incluso financiera» (Ib.).
Bergoglio
sólo lucha por quitar el hambre, pero no lucha para quitar el pecado de
avaricia, de usura, de injusticia, de orgullo, que todos los hombres
tienen. Y, ¿por qué no lucha? Porque todos los hombres son santos: «convertirse no es un acto de voluntad,…es una gracia». Luego, el pecado «no es una mancha que hay que quitar del alma»,
sino un problema social, económico, político, cultural, porque los
hombres no han aprendido a pensar bien, no han alcanzado la conciencia
de la humanidad:
Es que es necesario «escuchar
el llamado de esta Conferencia y lo considere una expresión de la común
conciencia de la humanidad: dar de comer a los hambrientos para salvar
la vida en el planeta» (Conferencia en la FAO – 20 de noviembre del 2104 – L´Osservatore Romano, n. 47, pag 4).
Esta frase es el resumen de su pensamiento:
- La común conciencia de la humanidad: idea masónica
- Dar de comer a los hambrientos: idea comunista
- Salvar la vida en el planeta: idea protestante
Las
tres ideas que siempre cabalgan en la mente de Bergoglio. Esto es
Bergoglio y no es más que esto. Lo demás, su palabrería, para llenar
cuartillas de tonterías todos los días.
Las palabras de Bergoglio van en contra de toda la Sagrada Escritura.
¿Qué necesita el hambriento? Limosna, no dignidad:
«No arrebates al pobre su sostén, no vuelvas tus ojos ante el necesitado» (Eclo 4, 1).
«Pobres siempre tendréis»,
para que las almas hagan sacrificios por sus pecados. Cristo no luchó
por quitar la pobreza ni la miseria ni humana ni material de las
personas. Cristo luchó para que las almas se abrieran a la gracia,
dieran su voluntad al Plan de Dios sobre cada una de ellas.
¿Por qué el hambriento necesita limosna y no dignidad?
«la
limosna libra de la muerte y preserva de caer en las tinieblas , y es
un regalo la limosna en la presencia del Altísimo para todos los que la
hacen» (Tob 4, 10,11). La limosna libra de caer en el infierno y
del purgatorio: expía los pecados. Y es un mérito del alma ante Dios:
se consiguen más gracias.
Bergoglio
sólo se dedica a su negocio en el Vaticano. Y a nada más. Anula la obra
de la Redención con su teología de la liberación. Esto es clarísimo,
pero a nadie le interesa decirlo. Todos hacen propaganda a un hereje, a
un cismático, a un hombre de negocios en el Vaticano. Se fue a pedir
dinero a las FAO; predica que le den dinero en sus homilías. Bergoglio
es el hombre del dinero, de la bolsa: es el nuevo Judas.
Bergoglio no es la voz de los católicos; no es el Vicario de Cristo, sino que es el Oso Blanco, ya profetizado:
«Escucha,
hija Mía, y repite después de Mí: el Oso Marrón del comunismo, de
inclinación roja, buscará devorar al Santo Padre, tu Vicario el Papa,
por medio del asesinato, y colocar en la Silla de Pedro una marioneta
comunista conocida por todos como el Oso Blanco. Hija Mía e hijos Míos
del mundo, el desastre está por venir en Roma si esto sucede» (Nuestra Señora a Verónica, 18 de Junio, 1991).
Bergoglio: títere comunista, un juguete del comunismo, una cara para despreciar y olvidar.
El oso corresponde a la segunda bestia de Daniel: «Y
he aquí que una segunda bestia, semejante a un oso, y que tenía en su
boca entre los dientes tres costillas, se estaba a un lado y le dijeron:
Levántate a comer mucha carne» (Dn 7, 5).
El
segundo reino corresponde al tiempo del Islam, enemigo de la Iglesia.
Es una ideología muy simple, con una moral cómoda, que halaga las
pasiones del hombre, y con un fanatismo religioso que se apoderó de las
masas con suma facilidad. Es una religión que destruye la verdad del
alma, de la vida del hombre, con lo que más le gusta el hombre: placer y
violencia. Por eso, se difundió rápidamente por toda Europa. Es el oso
marrón del comunismo. El islam se inclina a la ideología comunista: se
apodera de los bienes privados y los comparte con los demás.
El oso marrón es el que devora con la fuerza, con la propaganda de la guerra.
El
oso blanco es el que tritura las almas con la propaganda del comunismo,
de la teología de liberación, propia de Bergoglio y su clan masónico,
que es una violencia, una dictadura a la Verdad.
Fue devorado Benedicto XVI y fue colocado, en la Silla de Pedro, una marioneta, un juguete, un títere del comunismo.
Títere que ha consolidado en el Vaticano su gobierno horizontal, con el cual anula el Papado en la Iglesia.
Títere que ha tenido un solo objetivo: hacer su negocio, una vez alcanzado el poder.
Eso
es para lo que ha vivido Bergoglio, desde que quiso entrar como
sacerdote: ha escalado posiciones hasta llegar a lo que él quería. Y él
lo sabe.
Ya
no es tiempo de presentar las herejías de Bergoglio, porque todo el
mundo las ve, aunque todo el mundo las trate de callar. Y quien no las
vea, es que sigue soñando despierto con una nueva primavera en la
Iglesia.
Es
claro lo que es Bergoglio. Él sabe que es un hereje. Toda la Jerarquía
sabe que es un hereje. Los fieles saben que es un hereje. Sus más
íntimos amigos saben que es un hereje.
¿Cómo hay que luchar, ahora, en la Iglesia?
Huyendo de las parroquias, de las capillas, de la Jerarquía falsa. Huyendo.
Se
ha cumplido un tiempo: el tiempo para discernir lo que sucede en la
Iglesia. Ellos, los malos, los herejes contumaces, van a levantar su
falsa iglesia. Van a cambiarlo todo. Y ya no van a escuchar a nadie: o
estás con un hereje o no lo estás. O haces comunión con la mente de un
hereje o no haces comunión, te vas a tu casa.
Los
sacerdotes están pidiendo a la gente que no vea las herejías de
Bergoglio y lo acepten con sus herejías: eso es una abominación en la
Iglesia. Eso es ocultar la verdad en la Iglesia. Eso es destruir las
almas.
Nadie quiere la verdad, a nadie le interesa la verdad. Todos defienden su parcela en la Iglesia, sus intereses.
Ahora,
es necesario combatir de otra manera. Viene un tiempo para levantar la
falsa iglesia. Se cumplió el tiempo de consolidar el gobierno
horizontal. Por eso, los profetas verdaderos van callando. Dios hace
silencio. Los que siguen hablando son los falsos, que deben apoyar todo
lo que pasa en la falsa iglesia.
Ahora los que hablan son la falsa jerarquía. Los buenos son silenciados.
Viene
el tiempo en que Benedicto XVI tiene que huir de Roma, a sus años,
ayudado por los Cardenales, porque van contra él. Él es la roca, la
piedra. Y mientras siga vivo, el demonio no puede obrar lo que quiere.
La
Iglesia no es lo que los hombres quieren, sino lo que el Espíritu obra.
Y en esta purificación de la Iglesia, hay que presenciar la abominación
de la desolación en Roma. Una vez que se vea eso, comienzo el tiempo de
la gran angustia, de la gran tribulación.
Los
tiempos ya se acortan porque ya ha comenzado la Justicia en la Iglesia:
caerán muchas cabezas porque han sido infieles a la gracia y a la obra
del Espíritu Santo en la Iglesia.
Un hereje piensa en la madre tierra, un hereje ama la maldita tierra:
«Aquí
pienso en nuestra hermana y madre tierra, en el planeta, si somos
libres de presiones políticas y económicas para cuidarlo, para evitar
que se autodestruya» (Conferencia en la FAO – 20 de noviembre del 2104 – L´Osservatore Romano, n. 47, pag 4).
Es en lo que cree Bergoglio: en la pachamama o en la fuerza cósmica.
Los
católicos sólo creen en Dios y lo aman por encima de todos los hombres y
de toda la creación. La libertad se da al hombre, no para cuidar la
tierra, sino para cuidar la ley divina, la ley eterna. Se es libre para
someterse a la mente de Dios, a sus mandatos, a su Voluntad. No se es
libre para buscar una política ni una economía para adorar la creación.
Si quieren creer en la pachamama, sigan a ese idiota. Si quieren permanecer en la verdad, huyan de ese idiota.