Un informe de inteligencia sobre una nueva enfermedad presidencial
A través de la filtración de una serie de mails trascendió la existencia de una leucoencefalopatía posterior.
El riguroso control de la información que el gobierno aplica en la
Unidad Médica Presidencial no impidió que personal de un servicio de
inteligencia militar haya interceptado en las últimas semanas una
veintena de mails, cursados entre distintos miembros de la jefatura de
gabinete, empezando por Jorge Capitanich y el Secretario Legal y
Técnico, Carlos Zannini, todos ellos referidos a la aparición de nuevos
diagnósticos sobre el complejo estado de salud presidencial.
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El
diagnóstico resultado de la última internación de CFK en el Sanatorio
Otamendi y que, al menos por ahora, permanecería en la categoría de
secreto de Estado, se referiría a una LEUCOENCEFALOPATÍA POSTERIOR. Una
definición técnica (http://revistanefrologia.com/revistas/P1-E165/P1-E165-S135-A1634.pdf)
describe a este mal como “la encefalopatía hipertensiva, que es una
entidad que se presenta con más frecuencia en los pacientes con
enfermedades renales y en diálisis. La eritropoyetina humana
recombinante, utilizada para tratar la anemia de los pacientes con
insuficiencia renal crónica terminal, puede producir hipertensión en los
pacientes en diálisis e incluso desencadenar una encefalopatía
hipertensiva. Recientemente, Hinchey y Cols han descrito un nuevo
síndrome clínico-radiológico de leucoencefalopatía posterior reversible,
que aparece en pacientes con encefalopatía hipertensiva, eclampsia o
bajo tratamiento inmunosupresor y en el que en los estudios radiológicos
se detectan alteraciones en la sustancia blanca de las regiones
parieto-occipitales del cerebro. Presentamos el caso de una mujer de 47
años, en hemodiálisis, que, tras iniciar tratamiento con eritropoyetina,
desarrolló un cuadro de cefalea, visión borrosa, convulsiones e
hipertensión arterial. En la tomografía computerizada craneal se
encontró hipodensidad parieto-occipital bilateral y en la resonancia
magnética T2 un aumento en la intensidad de la señal en la sustancia
blanca occipital bilateral a nivel subcortical. Los síntomas y los
cambios radiológicos se resolvieron tras controlar la tensión arterial y
suspender el tratamiento con eritropoyetina”.
Conclusiones preocupantes
De acuerdo al plexo de imágenes radiológicas, mencionadas en los
mails que se filtraron, la sintomatología presidencial es compatible con
el diagnóstico precitado, también denominado “PRES” o “LPR”, originado
en apariencia por un episodio súbitamente hipertensivo, sufrido por
Cristina, momentos antes de su última internación.
Las fuentes que investigaron la información habrían realizado algunas
consultas. Se destaca por su importancia la opinión extraoficial que
habrían dado profesionales del Hospital de la Marina Estadounidense
Bethesda de Maryland. Ellos coincidieron en que este tipo de accidentes
cerebrales carecen de un pronóstico cierto, a pesar de revestir menos
gravedad que un incidente vascular, el que la podría haber conducido a
un irreversible estado vegetativo, como le ocurrió, por ejemplo, al
vicecanciller del último proceso militar, Vicealmirante César Guzzeti,
que luego de un atentado terrorista, permaneció en un estado comatoso
varios años.
Entre las opiniones profesionales de los médicos que tomaron
conocimiento de la versión, hay algunas que subrayan que, en cualquier
momento y lugar, la Presidente podría sufrir otro episodio convulsivo
capaz de agravar el actual, precario y delicado estado de sus defensas
neuronales, pudiendo ser incluso fatal, conforme su severidad. Por dicha
razón, sus médicos de cabecera le han desaconsejado prolongados viajes
aéreos, como los previstos en su agenda internacional.
La decisión política del entorno presidencial sería mantener este
nuevo diagnóstico como secreto de Estado, para evitar que tomen vuelo
las especulaciones acerca de que CFK no estará en condiciones de
situarse al comando de la batalla electoral más difícil de su
trayectoria, la del 2015. En la misma no se sabe si será candidata a
algún cargo electivo pero sin duda se juega algo más importante y es la
posibilidad de que, si el kirchnerismo es derrotado -y sobre todo si el
margen en su contra es alto- su cúpula, incluyendo cientos de
funcionarios, se encamine irreversiblemente hacia su procesamiento por
las causas de corrupción que se abrirían o la reapertura de algunas ya
cerradas.