Pablo VI y Franco: Los verdaderos desencuentros
Los hechos que se relatan en el artículo titulado “Desencuentros
Pablo VI – Franco”, publicado el 1/11/14 en la pág. 9 del nº 727 SP’,
son muy anteriores y tienen muy poco que ver con las verdaderas raíces
de ese distanciamiento existente entre el Papa Pablo VI y el General
Franco.
PRESIONE "MAS INFORMACION" A SU IZQUIERDA PARA LEER ARTICULO
Estimo como dato sobresaliente de esa disyunción la
sopesada en agosto de 1953, previa a la firma del Concordato, cuando el
embajador de España en la Santa Sede, Fernando María Castiella, informó a
Pío XII que de su Secretaría de Estado salía información con destino a
la URSS de los nombres y destinos de los sacerdotes que el Papa enviaba a
la “Iglesia del silencio”, y que eran allí ejecutados. Confidencia
desvelada por el espía Jesús Galíndez Suárez, que acusaba al jesuita
Alighiero Tondi, secretario particular de Montini, de “ese soplo” y de
montar la red de curas comunistas para operar en Hispanoamérica (como el
hebreo Antonio Hortelano). Y aunque no se pudo probar la implicación
directa de Montini, es vox populi, que sí existió una firme sospecha que
obligó a Pío XII a apartarle de la Secretaría de Estado nombrándole
Arzobispo de Milán.
Trascurridos diez años, otro desencuentro en
abril de 1963, cuando tras un juicio sumarísimo se condenó a muerte al
comunista Julián Grimau, y el entonces arzobispo de Milán, Cardenal
Montini, pidió a Franco conmutar la pena, a lo que éste no accedió;
Grimau fue fusilado el 20 de abril 1963, a pesar del “No hemos sido
escuchados”, que pronunciara quien sería elegido Papa dos meses más
tarde, el 21 de Junio. Elección que fue un duro golpe para el General
Franco y gran parte del pueblo español.
Dos décadas después, en
1974, Pablo VI, volvió a hacer gestiones para evitar la ejecución del
anarquista catalán Salvador Puig Antich, pero Franco se negó a atender
su llamada telefónica.
En 1965, con la excusa del Año Santo
Compostelano, Pablo VI quiso peregrinar a España, pero el General Franco
se lo impidió. Esta circunstancia está contenida en una carta personal
que Montini, siendo ya Papa y a la clausura del Vaticano II, remitió al
Franco. La carta fue publicitada en Brescia, localidad italiana donde
nació Pablo VI, con motivo de un congreso sobre este pontífice que
dirigió los destinos de la Iglesia católica entre 1963 y 1978. El papa
Pablo VI vinculaba de algún modo su presencia en España a la renuncia,
por parte del régimen español, del privilegio de la presentación de las
candidaturas de obispos.
Aunque la renuncia no se llegó a
formular personalmente, al margen de Concordato, entre 1965 y 1970,
Pablo VI nombró más de 35 obispos auxiliares (¡y qué ejemplares!). En
esta tarea participaron activamente el Nuncio Luigi Dadaglio (Nuncio
entre 1967-1980) y su consejero Monseñor Dante Pasquinelli,
“verosímilmente masónicos” según Ricardo de la Cierva. El Nuncio Antonio
Riberi, aunque fue nombrado por Juan XXIII, era hombre de confianza del
luego Pablo VI y con él comenzaron la renovación postconciliar del
episcopado y las primeras jubilaciones de obispos; su brazo derecho en
Madrid (1962-1965) fue Monseñor Benelli, luego Secretario de Estado
asociado a negros rumores. Ese grandísimo disparate, entre otros, es el
que iría arrastrado a España católica a la más brutal incredulidad y
apostasía hoy reinante.
Podemos afirmar, sin temor a
equivocarnos, que Pablo VI presionó de tal forma a Franco, tras ser
sancionada por el Vaticano II la libertad religiosa, que incluso envió
al Cardenal Carasoli (masón desde el 1957, según la listas de la P2),
para que, al amparo de dicha promulgación, se exigiese la supresión del
artículo 2º de los Principios del Movimiento Nacional que decía: “La
Nación Española considera como timbre de honor el acatamiento a la Ley
de Dios, según la doctrina de la santa Iglesia Católica, Apostólica y
Romana, única verdadera y fe inseparable de la conciencia nacional, que
inspirará su legislación”. Franco, obediente e hijo fiel de la Iglesia,
lo eliminó el 10 de enero de 1967 y aprobó la libertad religiosa.
Controversia que provocó limitaciones no solo a la Unidad Católica de
España sino también a la Confesionalidad del Estado. Proceso que, a
partir de entonces, dejó patente la secularización de 90.000 sacerdotes
españoles y el vaciamiento de los seminarios diocesanos.
Por otra
parte, no se entiende cómo se obligó a España a la renuncia del
privilegio de la presentación de las candidaturas de obispos, en tanto
que en Francia, en la región de Alsacia-Lorena, aún está vigente todavía
el concordato napoleónico, en virtud del cual las autoridades
republicanas mantienen el derecho de presentación sobre los obispos de
dicha región.
Franco escribió una carta a Pablo VI el 29 de
diciembre de 1972 en la que expresaba su preocupación por las actitudes
políticas de una parte del clero e instaba al Papa a que hiciera lo
posible por las buenas relaciones entre la Iglesia y el Estado. La
respuesta de Pablo VI fue que “los indicios de subversión son más bien
una admirable (muestra) de vitalidad espiritual del pueblo español” (ETA
nació en un seminario, de Álvaro Baeza, pág. 12). De igual fuente (pág.
37) se desprende que Pablo VI previó la excomunión de varios miembros
del Gobierno Español cuando el caso Añoveros (1974), así como en 1975,
cuando los fusilamientos de etarras y miembros del FRAP, incluyendo en
este caso al propio Franco y teniendo el Cardenal Tarancón en una mano
el decreto firmado por el Papa, y en la otra los recibos que él y el
Cardenal Bueno Monreal pagaban por el alquiler del despacho laboralista
en Sevilla a Felipe González y Rafael Escudero (¡A saco! La cloaca
española, De Álvaro Baeza, pág. 34).
Pablo VI, al igual que muchos
hombres de Iglesia, se olvidaron de que Franco fue quien salvó la
Iglesia en España. Y es que ya se sabe, de desagradecidos está el mundo
lleno. No obstante, tengo entendido que Pablo VI se arrepintió de esos
desencuentros y al final de su vida consideró, con toda humildad, que se
había equivocado con Franco y con España.
SÁNCHEZ FLORES, José Manuel.
“PABLO VI Y FRANCO, LOS VERDADEROS DESENCUENTROS".
En Siempre P´alante, 728 (2014) 10.