El Islam ¿Empresa Judía? (I) (1973) – Julio Garrido
Los trabajos del R. P. Gabriel Théry
El R. P. Gabriel Théry, de la orden de Santo
Domingo, murió el
27
de enero de 1959 mientras recitaba piadosamente el Santo Rosario...
Fue la curiosidad intelectual la que llevó al
P. Théry a interesarse por la religión musulmana durante sus viajes a África
del Norte. Los primeros contactos que tuvo con el Corán, que examinó con
espíritu crítico y sin prejuicio alguno, le llevaron a darse cuenta de dos
evidencias: 1.- el orden absurdo de los capítulos, clasificados de acuerdo con
su longitud decreciente, que hacen perfectamente ininteligible la lectura del
Corán; 2. la ausencia total de novedades doctrinales en estas pretendidas “revelaciones
de Allah”.
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Con su formación de historiador especializado
en el análisis de textos, el P. Théry pensó que el Corán debía ser estudiado
como cualquier otro documento histórico, establecer su autenticidad, restituir
el texto exacto, hacer la crítica interna y desentrañar las ideas en él
contenidas, su origen y su historia...
En 1944 el P. Théry publica una obra titulada
“Toledo, grande ville de la Renaissance
Médiévale, point de jonction entre les cultures musulmane et chrétienne” en
la que ya indica su intención de abordar el problema fundamental del Islam....
El “Corán una vez traducido”, dice el
P. Théry, “había que tratar primero del
papel de los judíos y de los cristianos en la transmisión de las Escrituras.
Luego, tomando el toro por los cuernos, demostraría que el Corán es sólo una
deformación de las Sagradas Escrituras y que Mahoma es sólo un miserable. En
conclusión, se insistiría sobre esta idea que el Corán y el Islam sólo son un
tejido de abominaciones aparentada a las sedas heréticas más depravadas”...
En 1955, después de varios intentos
infructuosos para organizar un centro de estudios sobre filosofía árabe en el
que se pudiese estudiar objetivamente el pensamiento musulmán, el P. Théry tomó
la decisión de publicar el resultado de sus pacientes estudios sobre el origen
del Corán, pero para no chocar con sus superiores, atacados por el complejo de
prudencia y temor frente a los musulmanes, escribe su obra bajo seudónimo:
Hanna Zakarias bajo el título de El
Islam, empresa judía. De Moisés a Mahoma...
La tesis de Hanna Zacharias se presenta como
revolucionaria, monstruosa para muchos islamólogos, impía para los musulmanes,
pues suprime de la historia universal una de las tres grandes religiones
monoteístas que resulta ser una simple deformación de la religión judaica y
reduce a uno sólo los libros revelados : La Biblia, de la cual el Corán es sólo
eco y deformación.
Ya varios islamólogos habían reconocido la
existencia en el Corán de relatos emparentados con el Pentateuco, con leyendas
rabínicas, con los evangelios apócrifos y una moral calcada sobre la tendencia
judía, pero H. Zakarias va más lejos: no se trata de relatos emparentados, ni
de influencias; se trata de una obra judía y no árabe.
De un intento para convertir a los árabes al
judaismo y no para fundar una religión nueva. H. Zakarias ha interpretado todos
los capítulos del Corán en función de esta hipótesis. De este estudio se ve que
la identidad de los temas, la existencia de detalles bíblicos, la misma
redacción indican que no se puede tratar de simples coincidencias. Los
musulmanes explican este paralelismo admitiendo que el Dios Único se reveló en
el Pentateuco y en el Corán y pudo repetirse. Sin embargo, por poco que se
piense en esta solución, se aprecia su falta de sentido, pues ¿cómo es
imaginable que Dios haya repetido mezclados algunos fragmentos de su Revelación
al pueblo de Israel, junto con leyendas judías, todo ello deformado, a menudo
confundido y materializado? el instructor de Mahoma no pudo ser el Yahvé de
Moisés. Hace falta un intermediario entre el texto bíblico y el “profeta” y
aquí viene la hipótesis de H. Zakarias y es que un Rabino de la Meca fue el que
se encargó de predicar a Mohamed el texto del Antiguo Testamento. El inspirador
de Mohamed no fue el Dios único ni el ángel Gabriel, sino simplemente un judío,
un rabino erudito que organizó esta catequesis para convertir a los árabes al judaísmo.
Esta tesis ya había sido lanzada por dos
autores ingleses poco conocidos, pero que son precursores de los estudios de H.
Zakarias, y ninguno de los dos se atrevió a considerar a Mahoma, no como el
fundador de una nueva religión, sino como el discípulo de un judío...
El Islam, mero subproducto del judaísmo,
carece de originalidad. Las pretensiones árabes se derrumban y sólo quedan como
producto de la Revelación divina, el Judaísmo mosaico y el cristianismo...
El origen judío del Islam
Según las conclusiones del P. Théry (H.
Zakarias), Mahoma no ha compuesto el Corán, sólo ha sido su transmisor (como el
mismo afirma repetidas veces), pero el texto no le fue dictado por Dios ni por
el ángel San Gabriel, sino que es sólo la enseñanza apologética que un judío de
la Meca le dictó en árabe y a esta enseñanza doctrinal de origen bíblico se
unen las crónicas del apostolado en la Meca y en Medina, de modo que en el
Corán actual existen dos partes distintas: una, que corresponde a las
enseñanzas del rabino instructor y de las cuales seguramente sólo se conservan
algunas partes, que fueron las que Mahoma retuvo en su memoria, y otra parte
que constituyen unas verdaderas Actas del
Islam.
Las ideas básicas de la catequesis judía eran
la aceptación de la ley Musaica y del monoteísmo y el rechazo de toda idolatría
y como corolario el odio a la doctrina cristiana como opuesta al monoteísmo
mosaico (no olvidemos que Jesucristo fue condenado por decirse Hijo de Dios).
La finalidad del rabino era convertir a las tribus árabes en prosélitos
judeo-árabes.
Pero los árabes que aceptaron las enseñanzas
de Mahoma que repetía lo que le dictaba el rabino, no aceptaron la fusión y
menos la autoridad de los judíos, de modo que se organizaron en comunidad
autónoma frente a los judíos y se sintieron orgullosos de tener ellos también
un Libro revelado por Dios, un libro sagrado en árabe, lengua que hasta
entonces era hablada casi exclusivamente por hombres primitivos e ignorantes...
Origen judío de las herejías
La tesis del P. Théry sobre el origen judío
del Islam puede darse por bien establecida desde el punto de vista histórico...
El Corán no es una revelación divina pero contiene muchos elementos de la
Revelación, y estos elementos son judaicos.
Pero como el Corán es posterior a la venida
de Nuestro Señor y posterior a la Revelación completa dada por el Nuevo
Testamento, la religión musulmana no ha tenido más remedio que consignar la existencia
del Cristianismo; el Corán habla de Jesús, hijo de María y los musulmanes lo
consideran como un profeta, pero se escandalizan ante la afirmación “Jesús es
Dios” y niegan su crucifixión y gloriosa Resurrección. Por esto algunos autores
han considerado al Islam como una herejía, una herejía límite pues niega la
inmensa mayoría de los dogmas de la Iglesia; pero de todos modos, una herejía.
Frente a algunos de los cristianos
ecumenistas filoislámicos que han afirmado que la Iglesia “nunca ha condenado
al Islam como religión” hemos tenido la curiosidad de estudiar sistemáticamente
las condenas solemnes de las tesis musulmanas; resulta de nuestro estudio que
existen un total de cerca de 1.000 condenaciones solemnes de las tesis
musulmanas; en realidad, esta religión conserva un número muy pequeño de
verdades, que son las que también admite el judaísmo. Es, pues, el Islam una de
las doctrinas más alejadas de la Doctrina ortodoxa.
Es interesante el comprobar cómo en el origen
de todas las herejías se encuentra una influencia judía; parece ser ésta una
constante de la historia de la humanidad y la tesis del P. Théry nos demuestra que
el gran enemigo del Cristianismo que es el Islam, también tiene un origen
judío. Porque el pueblo judío ha sido y es un pueblo excepcional en la historia
de la humanidad, los demás pueblos, las diversas civilizaciones, han sido
efímeras, en cambio el pueblo judío continúa influyendo y actuando en el
proceso profundo de la historia.
Y, como dice enérgicamente el P. Julio
Menvieille: “Todo lo malo que se perpetra
en los veinte siglos de historia cristiana debe ser primero y principalmente
judaico. Los otros pueblos, los gentiles, si quieren obrar la iniquidad tendrán
que venir a la zaga de los judíos; los gentiles, si quieren carnalizar, tendrán
que judaizar; así con gran exactitud teológica los Santos Padres llaman
judaizantes a los gentiles que diseminan la herejía” (pág. 29), y más
adelante añade: “Después que Cristo fue
levantado en alto sobre el monte Calvario, el mundo ha quedado entregado a dos
fuerzas verdaderamente opuestas: la judía y la cristiana. »En el mundo actual,
en todas las manifestaciones de la vida no puede haber más que los modos
verdaderamente fundamentales, dos polos de atracción: el cristianismo y el
judío; sólo dos religiones: la cristiana y la judía. Sólo dos
internacionalismos: el cristiano y el judío. Todo lo que no sea de Cristo y
para Cristo, se hace a favor del judaísmo. De aquí que la descristianización
del mundo corre paralelamente con su judaización”
El Islam a pesar de ser un subproducto del judaísmo
no parece a primera vista entrar en el esquema del P. Menvieille por su
oposición actual a Israel, pero es también una constante de la historia que los
enemigos del cristianismo se oponen con frecuencia unos a otros, sobre todo
cuando el cristianismo no constituye peligro para ellos.
Por ahora, los pueblos cristianos, atacados
de parálisis y de falta de iniciativa y distraídos por sus preocupaciones
materialistas, son incapaces de mantener ideas claras y reaccionar frente a los
enemigos de su religión.
El
Islam, ¿Empresa Judía? – Julio Garrido – Revista Verbo 1973 – Págs 609-620
Nacionalismo Católico San Juan Bautista