HAY QUE PASAR EL
VERANO
Recientemente, las denuncias y
los juicios por actos de corrupción
hicieron temblar al gobierno de Dilma Roussef, en Brasil, y estuvieron cerca de hacerle perder la
elección. Mariano Rajoy, presidente de España, afrontó también graves cargos de
corrupción y la mismísima hija del Rey Juan
Carlos se sentó en el banquillo de los acusados por similares cargos.
Es frecuente y sano que la justicia ponga el ojo en los temas vinculados a la
transparencia y honestidad de los
funcionarios ya que ello denota un grado de independencia y control que brinda cierta tranquilidad a
los ciudadanos ante los manejos que pueden hacerse desde el poder. Por cierto
que a los gobernantes no les agrada
estar en la mira de la justicia y ser
investigados pero a ninguno de los nombrados se le ocurrió expresar que dicha
investigación era una “estrategia de golpismo activo” y un “ataque despiadado y
sistemático” del Poder Judicial como si
lo hizo Jorge Capitanich, Jefe de Gabinete del gobierno de Cristina
Fernández de Kirchner.
Este tipo de acusaciones
insólitas e incomprobables, que mezclan
exabruptos con veladas amenazas, han perdido credibilidad por reiteradas y
lejos de provocar un escándalo político o de señalar un riesgo institucional,
no hacen sino evidenciar una irritación propia de quien tiene la conciencia
intranquila y mucho por ocultar. También los periodistas, los productores
agrícolas y otros sectores han sido apuntados como golpistas cuando se han
opuesto a la voluntad totalitaria del oficialismo. Es una muestra más de la
identificación que hace el sector gobernante de su facción con el Estado mismo,
lo que también se evidencia en el
dispendio con que utiliza los medios de dicho Estado para la satisfacción de sus necesidades
personales y familiares, sus campañas políticas
y sus meros caprichos. La pérdida
de contenido de los conceptos de democracia y república es de tal magnitud que
solo queda el acto eleccionario como única fuente de legalidad y, aun así, esta
última barrera es manipulada, manoseada y deformada. Si a pesar de ello todavía confiamos en que este gobierno marcha hacia un
ineludible final es porque ha hecho tan mal las cosas y ha dilapidado de tal
suerte las posibilidades del país, que su fracaso ya se ha tornado inocultable
hasta para los menos avisados y solo le quedan en la trinchera los clientes y
los cómplices.
Hace algunas décadas el
Ministro de Economía Alvaro Alsogaray, popularizó la frase “hay que pasar el invierno” ubicando en esa
estación un período crítico que había que superar. Los tiempos han cambiado y
al presente, la crisis que se avecina por los desaguisados “kirchneristas” nos
lleva a percibir que para llegar con normalidad a las próximas elecciones “hay
que pasar el verano”, un verano caliente
no solo desde los pronósticos meteorológicos sino también desde el
descontento social y salarial y la batalla final con los tenedores de bonos
impagos que jugarán sus fichas fuertes a
partir del próximo mes de Enero.
El gobierno se ha empeñado en
no actualizar las escalas del impuesto a las “ganancias” que ha terminado
gravando a un número creciente de trabajadores que vive de su sueldo y que ven desaparecer sus aumentos transfiriéndolos
injustamente a un voraz sistema recaudador. La pérdida innegable de poder adquisitivo
derivada de una inflación que superó netamente a los aumentos pactados en las
paritarias es otro factor de descontento gremial. Con total insensibilidad, el
gobierno ha desestimado cualquier posibilidad de compensar a los sectores más
castigados como son los jubilados y pensionados y descarta cualquier
actualización o bono a los empleados del Estado, que ya son legión a partir del
crecimiento desmesurado e injustificado del empleo público. Policías y
servidores de las Fuerzas de seguridad se cuentan también entre los más castigados y descontentos y, por
supuesto, debemos considerar la grave situación de los desempleados,
trabajadores informales y marginados.
Todos los reclamos apuntan al
mes de Diciembre, mientras los más
acomodados preparan sus vacaciones y el calor hace lo suyo, colapsando los
lamentables sistemas de producción y
distribución de energía.
Por otro lado, la situación financiera pende de la esperanza
de un arreglo con los tenedores de bonos de deuda externa porque así lo ha dejado
trascender el gobierno. Sin embargo, observamos que dicho arreglo enfrenta
formidables obstáculos derivados de consignas absurdas como la de “patria o
buitres”, creadas para una campaña
política de bajo nivel, pero
que ahora afecta la libertad de acción que los negociadores argentinos
necesitan para resolver el problema, de por sí muy complejo, con el menor daño
para las finanzas nacionales.
Resumiendo, la siembra de
vientos y conflictos que ha desparramado el gobierno de Cristina Fernández,
amenaza con una cosecha de tempestades políticas y sociales,
en un ambiente siempre distorsionado por los hechos de inseguridad y un
crecimiento del poder de los
narcotraficantes de tal magnitud y visibilidad,
que ya ni los descarados mensajes y chicanas del Senador Aníbal
Fernández pueden negar, como hiciera otrora.
En
su afán de retener el máximo de poder
y generar expectativas de continuidad,
las usinas de acción psicólogica del
gobierno han echado a correr variados rumores de escasa credibilidad.
Estos rumores van desde posibles candidaturas de Cristina Fernández,
basadas en
supuestos altos niveles de imagen positiva, hasta la posibilidad de un
triunfo
de Daniel Scioli en primera vuelta. La
señora presidente, que oscila entre períodos de furiosa saturación de
pantalla
a largos ostracismos producto de
incomprobables enfermedades, difícilmente se arriesgue a perder una
elección
peleando un cargo menor ocupando un
lugar detrás de otro candidato a presidente. Por su parte, Daniel
Scioli,
tendrá motivos para el festejo si la complicadísima situación social y
financiera de la provincia de Buenos Aires no daña seriamente su posible
candidatura. Ganar en primera vuelta es una fantasía que solo sirve
para tratar de evitar la huida de algunos punteros del conurbano que
ya
comienzan a temer por su futuro ante una derrota oficialista.
Lo cierto es que el alejamiento de Elisa Carrió
del espacio UNEN, con el consiguiente debilitamiento de ese
sector autodenominado progresista y sus diferentes candidatos, ha dejado objetivamente
mejor posicionados en la carrera presidencial a Mauricio Macri y Sergio Massa. El primero representa en el
imaginario popular una alternativa a la sucesión de gobiernos justicialistas y
radicales que han degradado el nivel de vida en la Argentina en todos los
órdenes. El segundo representa una
versión juvenil de los viejos esquemas a los que perteneció hasta hace poco tiempo
y de los que trata de diferenciarse sin marcar un verdadero rompimiento. Todo
es aún muy confuso porque los políticos presidenciables esperan más que nadie
que pase el verano caliente para evaluar cómo quedará el panorama del
oficialismo y del país todo, ante la tormenta que no pueden disipar pero si
avizorar.
En nuestro espacio de Nueva
Unión Ciudadana hemos iniciado acuerdos con la fuerza política que consideramos
más afín a nuestro ideario. Estamos convencidos de que el próximo ciclo
gubernamental en Argentina no puede limitarse
a un simple cambio de nombres sino que debe representar un
verdadero cambio de paradigmas. Tenemos
que pasar del populismo insustancial a una verdadera vida republicana. De una
economía controlada y estatizada a una
liberación de las capacidades creativas
y de emprendimiento. De la incompetencia a la eficiencia. De los planes sociales
a la cultura del trabajo. De una sociedad que vive enrejada y asustada a la tranquilidad de vivir bajo el imperio de la
ley. De un ambiente de corrupción y autoritarismo a un Estado transparente y
eficiente. Del relato a las realidades. Del aislamiento internacional a la
integración. De la entronización del odio y la venganza a la concordia y la
pacificación de los espíritus.
El trabajo a realizar es arduo y prolongado porque el daño que se
nos ha infligido desde el resentimiento y el personalismo es grave y profundo.
Confiamos en nuestras fuerzas, en los valores latentes del pueblo argentino y
en la posibilidad de que el país sea conducido por una generación de dirigentes
que estén dispuestos a dar sentido a su vida trabajando por el bien común a
través del ejercicio el poder. Que Dios nos ayude para que así sea.
Juan Carlos Neves
Primer Secretario General de
Nueva Unión Ciudadana
nevesar@ yahoo.com.ar Twitter: @NevesJuanCarlos