PEQUEÑO APUNTE DEL DÍA
FRANCISCO PROMUEVE LA SUBVERSIÓN A ESCALA MUNDIAL
En otra muestra de su irrefrenable demagogia, Francisco dijo en el
discurso de cierre del Encuentro Mundial de Movimientos Populares,
orquestado por el marxismo:
“Este encuentro de Movimientos Populares es un signo, es un gran
signo: vinieron a poner en presencia de Dios, de la Iglesia, de los
pueblos, una realidad muchas veces silenciada. ¡Los pobres no sólo padecen la injusticia sino que también luchan contra ella!
No se contentan con promesas ilusorias, excusas o coartadas.
Tampoco están esperando de brazos cruzados la ayuda de ONGs, planes
asistenciales o soluciones que nunca llegan o, si llegan, llegan de tal
manera que van en una dirección o de anestesiar o de domesticar.
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Solidaridad …es luchar contra las causas estructurales de la
pobreza, la desigualdad, la falta de trabajo, la tierra y la vivienda,
la negación de los derechos sociales y laborales.
Se tiene miedo al cambio que ustedes reclaman…
No se puede abordar el escándalo de la pobreza promoviendo
estrategias de contención que únicamente tranquilicen y conviertan a los
pobres en seres domesticados e inofensivos.
Qué lindo es en cambio cuando vemos en movimiento a Pueblos, sobre todo, a sus miembros más pobres y a los jóvenes.
Entonces sí se siente el viento de promesa que aviva la ilusión de un
mundo mejor. Que ese viento se transforme en vendaval de esperanza. Ese es mi deseo.
No se entiende que el amor a los pobres está al centro del Evangelio. Tierra, techo y trabajo, eso por lo que ustedes luchan, son derechos sagrados.
Sé que algunos de ustedes reclaman una reforma agraria …y acá cito el Compendio de la Doctrina Social de la IGLESIA, “la reforma agraria es además de una necesidad política, una obligación moral” (CDSI, 300).
El cambio climático, la pérdida de la biodiversidad, la desforestación ya están mostrando sus efectos devastadores …
Este sistema ya no se aguanta. Tenemos que cambiarlo, tenemos que volver a llevar la dignidad humana al centro y que sobre ese pilar se construyan las estructuras sociales alternativas que necesitamos. Hay que hacerlo con coraje, pero también con inteligencia. Los cristianos tenemos algo muy lindo, una guía de acción, un programa, podríamos decir, revolucionario.
Los movimientos populares expresan la necesidad urgente de
revitalizar nuestras democracias, tantas veces secuestradas por
innumerables factores. Es imposible imaginar un futuro para la sociedad
sin la participación protagónica de las grandes mayorías y ese
protagonismo excede los procedimientos lógicos de la democracia formal.
La perspectiva de un mundo de paz y justicia duraderas nos reclama
superar el asistencialismo paternalista, nos exige crear nuevas formas
de participación que incluya a los movimientos populares.”
(Texto completo en http://es.radiovaticana.va/news/2014/10/28/poner_ante_dios_e_iglesia_el_clamor_silenciado_de_los_pobres/1109590
Como se aprecia, esta es una chorrada populista que desparrama los
lugares comunes contra la globalización económico-financiera, sin una
mención de la globalización cultural, notoriamente más peligrosa e
importante. En todo caso, las maldades de un sistema económico
no se explican sin la perversión del orden moral, propia del liberalismo
en todas sus variantes.
Al repetir estas consignas demagógicas, Francisco brinda impagable servicio a la revolución mundial. Es difícil creer que no lo sepa.
Nota catapúltica:
Sobre el discurso opina el marxista
Ignacio Ramonet, figura conspicua de la progresía: “Un discurso fuerte,
valiente que se inscribe en el filo directo de la Doctrina Social de la
Iglesia que el papa ha reivindicado explícitamente. Y en la opción
preferencial por los pobres. Hacía mucho tiempo que un Papa no pronunciaba un discurso tan social, tan “progresista” sobre un tema, el de la solidaridad con los pobres, que constituye la base misma de la doctrina cristiana.
(El Encuentro confirma) el
nuevo rol histórico del Papa Francisco, como abanderado solidario de las
luchas de los pobres de América Latina y de los marginados del mundo”.
No es un elogio desinteresado, claro está: la zurda espera más -bastante más- del “abanderado solidario”.