La prensa, arma de doble filo – Por Agustina McWhite
Por Agustina McWhite (*)
Sabemos que la prensa es el “cuarto poder” que rige o acompaña al
mundo: cuando un hecho sucede por más efímero que sea, tras llamar a
emergencias o a la policía, también se suele llamar a la prensa. Se
busca el número del noticiero y como si fuera un servicio vital –que
dicho sea de paso, la información es alimento espiritual para el ser
humano- se llama al canal noticiero para que estos envíen un móvil al
lugar de los acontecimientos y así lograr que “sean escuchados”.
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Las problemáticas donde más se suele llamar a la prensa para obtener
respuestas, son los hechos de inseguridad, que van de la mano con los
hechos de injusticia; de quienes meten la mano en la lata –donde cada
vez queda menos dinero a pesar de que los impuestos sigan subiendo por
el ascensor-; que a su vez van de la mano con la ineficiencia de los
distintos poderes.
Si bien en Argentina el Estado ha adquirido dimensiones
elefantiásicas y se ha desbordado por completo, invadiendo los ámbitos
que son propios de la sociedad civil, al mismo tiempo y paradójicamente,
tenemos un Estado Ausente de aquella función que le es connatural por
definición: garantizar la seguridad y la Justicia en la sociedad.
“¡Yo no quiero bajar del poste, llamen a la prensa, si no la llaman,
me tiro de cabeza!” grita un suicida en potencia porque le hipotecaron
su casa, su mujer no quiere más pasar su vida junto a él y acudirá a la
justicia para que nunca más vea a sus hijos, por ejemplo. Es ahí cuando
la prensa es esa garantía necesaria, si los funcionarios no atienden el
pedido: la prensa se hace presente para que la sociedad acompañe al
desamparado y el caso tome estado público con todos los beneficios que eso significa.
Un turista canadiense paseaba por la ciudad de Buenos Aires cuando de repente fue interceptado por una persona que iba en moto, por esas casualidades armada,
y decidió ponerle fin a la libertad de la propiedad privada del
transeúnte queriéndole quitar la mochila que este tenía, a punta de
pistola. Palabras más, palabras menos, mientras el turista se resistía
porque no comprendía qué solicitaba esta persona armada, más nervioso se
ponía el “excluido social”. El hecho terminó con que el canadiense no
tuvo que entregar nada, se ganó un buen susto y seguramente nunca más
volverá a invertir sus dólares en nuestro país, ni él, ni su familia y
allegados. ¡Punto a favor para la economía argentina!
El accionar de la prensa, en lugar de solidarizarse con el turista,
condenar los hechos del sujeto armado e increpar o pedir las
explicaciones correspondientes a los funcionarios que fueron elegidos
para que no haya inseguridad o para que esta se reduzca, se dedicaron a
invitar al programa al motorizado para saber qué fue lo que le llevó a
él a querer robarle la mochila a un sujeto. “¿Qué te pasó en la vida
que actúas así? ¿Cuáles son tus injusticias que justifiquen tu accionar?
¿Cómo podemos hacer para ayudarte?” Fueron algunas preguntas
-psicológicas más que periodísticas- que realizó la prensa argentina. La
culpa la tenían todos menos quien realizó el acto de hurtar. La culpa
es nuestra, es tuya y de ellos, menos del “excluido social” que sale a
robar porque se aproxima el cumpleaños de su hijo y debe recibir como es
debido año a año un regalo. El problema no está en que el niño reciba o
no reciba el regalo es decir, el fin en sí mismo, el problema radica en
cómo su padre adquirió ese dinero, es decir el medio.
Como en el país lo que es excepción suele ser la regla, en este caso, los medios justifican al fin, aunque eso, en este preciso caso, pudo haber derivado en la muerte de algún inocente, quien no tenía ni medio ni fin y nunca lo va a tener porque no es un “excluido”.
Como en el país lo que es excepción suele ser la regla, en este caso, los medios justifican al fin, aunque eso, en este preciso caso, pudo haber derivado en la muerte de algún inocente, quien no tenía ni medio ni fin y nunca lo va a tener porque no es un “excluido”.
La prensa puede ser un arma de doble filo. Si así no fuera, “la
víctima social” que sale a la calle armada a la buena de Dios, no
hubiera podido contar su historia de vida, llorado ante las cámaras y
ganarse el respeto y amor de los mass media. Si así no se
hubieran registrado los hechos, en ese orden, el “excluido” nunca
hubiera podido acceder a un plan social, que tan gentilmente le otorgó
la agrupación política: “La Cámpora”, y no pudiera percibir unos pesitos
mensuales para comprarle todos los regalos de cumpleaños y de no
cumpleaños a su hijo. Si analizamos el hecho de que se apiadaron de él y
le otorgan un beneficio o ayuda económica por mes, estamos dando por
sentado que, además de que el asunto haya tomado estado público, como
más arriba dijimos respecto del ejemplo del suicida en potencia, no
obtuvo el juzgamiento que merecía por parte de la Justicia. La policía
no lo detuvo; el Fiscal no realizó una investigación; no pasó una sola
hora detenida; y el Juez no tuvo el cien por ciento de certeza que se
necesita para condenar a una persona.
Que la prensa sea la piedra del zapato de los políticos, esa piedrita
que tanto molesta y que no queda otra que quitarse el calzado para
sacarla, es una garantía que tienen los ciudadanos comunes y corrientes
para que los mandatarios rindan cuentas. Que la prensa investigue e
ilumine a cierta parte de la población y les advierta que le están
robando, paralelamente de los impuestos, es otra garantía del papel de
los periodistas. Pero que la prensa apoye, acompañe, apañe, cubra o
respalde el ataque a las libertades de unos sobre otros, es una
canallada siniestra, pues para ello ya está el poder turno y todos
aquellos actores que con los años se han ido corrompiendo.
Habrá que volverse a preguntar, repensar la frase de un periodista
teórico en la materia: “Para ser Periodista primero hay que ser buena
persona” dice el polaco, Ryszard Kapuscinski. Y pues, por Convención
Social, otra vez, volver a definir qué es bueno y qué es malo; ¿cuándo
se es víctima y cuándo victimario? y eventualmente analizar las
inclinaciones, como en una balanza, que el “Cuarto Poder” sea capaz de
realizar y cuáles han sido los costos.
(*) Periodista profesional. Miembro del Área de Prensa del Centro de Estudios LIBRE.
Fuente: http://www.libertadyresponsabilidad.org/