EL “PAPA” QUE NO AMABA A LOS SACERDOTES
[Éste es un fragmento de la a traducción del francés del artículo del periodista italiano Antonio Mastino, El papa que no amaba a los sacerdotes. La traducción francesa ha aparecido en el blog Benoit et moi, 2014
La traductora, Anna, nos advierte que el original italiano esta llenó de idiotismos e incluso de locuciones dialectales.
La traductora, Anna, nos advierte que el original italiano esta llenó de idiotismos e incluso de locuciones dialectales.
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Yo ya había acometido
la traducción de esta traducción, pero he visto que se está publicando
en el blog de Clément Lécuyer
por entregas, dado que el artículo original es algo largo. Entonces me
limitaré a ofrecerles Ia traducción de estas entregas. He aquí la
primera de ellas. No hace falta decir que la terminología del autor, no
coincide con lo que nosotros mantenemos en este blog sedevacantista. Sin
embargo creemos interesante traer el artículo al blog porque nos da un
certero retrato del personaje.]
Francisco no ama a la Iglesia Católica
En
nuestro tiempo, los católicos saben que hay que precaverse de los
medios de comunicación porque en general son corruptos y manipulan a la
gente crédula. Así pues, no es sorprendente que Bergoglio sea adorado
por esos medios de comunicación ya desde el principio de su
“pontificado”. Sin embargo, a veces algunos periodistas se apartan del
común y nos ofrecen un buen trabajo informativo.
Este es el caso de un corresponsal italiano del Vaticano, Antonio Mastino, que nos da un retrato muy distinto del
que han ofrecido los medios de comunicación desde hace más de un año y
medio, y que vamos a publicar por entregas cada semana. He aquí la
primera entrega está semana.
“De Bergoglio sabemos esto: No
le gusta la Iglesia católica tal como es y como fue, no le gusta Roma,
no le gustan nuestras maneras, odia a nuestros obispos, no le gustan
las religiosas enclaustradas (por lo que dio la orden de desmantelar
gradualmente la clausura), no le gustan los fieles demasiado devotos, no
le gusta la identidad católica, no le gustan las misas en latín, no le
gustan la lucha de las marchas pro-vida rezando el rosario, en resumen no
le gustan los católicos. A él no le gusta nada, excepto las ideas
extravagantes, y superficiales de los liberal-pentecostales que él lleva
en la cabeza y que ya han demostrado estar en quiebra. A él le gusta
el sentimentalismo, en el sentido propiamente latinoamericano, es decir
no los sentimientos sino su manifestación enfática y teatral. En otros
contextos hablaríamos de hipocresía si no supiéramos que este
sentimentalismo oculta nervios débiles en vez de un buen corazón.
Pero sobre todo él no ama a los sacerdotes:
el sacerdote clásico. Grandes abrazos y felicitaciones a los imanes en
su Ramadán, visitas pastorales a pastores evangélicos, besos en las
manos de rabinos, pero a los sacerdotes católicos les da una patada en
los dientes !Todas las mañanas! Y ahora incluso les echa del restaurante
de Santa Marta. ¡Mamma mía! ¡Cómo les fustiga todos los días
desde que sale el sol! en lo que pasa por predicación y en ocasiones
parece más bien una difamación cotidiana, metódica, sistemática, de los
sacerdotes, ¡a quienes como pontífice debería alentar y proteger! Él
les atiza, les insulta, se burla de ellos y los ridiculiza delante de
todos. A veces los trata de “pedófilos”, de servidores idiotas, felpudos
para pisar.
Él
no se ha inclinado más que ante dos sacerdotes, les ha besado
literalmente las manos y los pies: a un don Ciotti, maestro de lo
políticamente correcto de la izquierda, y
a otro sacerdote de 90 años conocido por su homosexualismo y por haber
sido el megáfono de todas las modas ideológico-clericales del momento,
desde el comunismo a la ideología del género.