“No dejen que se extinga el cristianismo en Oriente Medio”
Por Mario Noya
El pasado jueves el padre Nadaf acudió
al Parlamento español para dar testimonio de la tragedia que se abate
sobre los cristianos del Medio Oriente y pedir que se deje de satanizar
al único país de la zona en que los seguidores de Cristo gozan de plena
libertad y seguridad: Israel, “el Estado judío”, puntualizó.
El Medio Oriente está empapado en sangre cristiana,
clamó sin levantar la voz este sacerdote greco-ortodoxo de Nazaret que
no se considera árabe sino arameo (‘Los árabes arrasaron con nuestra
cultura’, denuncia; y aprovecha para informar de que el Estado de Israel
acaba dereconocer su
especificidad).
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‘En diez años han sido asesinados más de un millón de
cristianos en el Medio Oriente y el norte de África’, puso cifras al
espanto. ‘Es decir, uno cada cinco minutos’. Se detuvo especialmente en
los casos de Irak y Siria: en los últimos años habría abandonado su país
el 77% de sus correligionarios iraquíes, y en Siria apenas quedan
250.000 de los dos millones que hubo. Si hace un siglo los fieles a
Cristo eran el 22% de la población mesoriental, hoy apenas alcanzan el
4%. Así que ‘en diez años no veo cristianos en la región’, lanzó el
tétrico augurio.
Pero, lejos de abandonarse al fatalismo, pidió ayuda: ‘Por favor, no dejen que se extinga el cristianismo en Oriente Medio’.
Su petición en modo alguno fue lastimera. De hecho, fue más bien una demanda. Una exigencia. ‘¿Dónde está el mundo cristiano? ¿Qué
les puedo decir a mis correligionarios cuando me preguntan? ¿Que recen?
Ya rezan. Pero luego lo pierden todo. ¿Acaso el mundo dice algo de la
persecución contra los cristianos? Por desgracia, no’.
Por
desgracia, abundó el padre Nadaf, el mundo parece más interesado en
acosar a Israel, ‘el único Estado donde podemos disfrutar de seguridad,
que garantiza nuestras libertades, que muestra gran consideración por
nosotros’. A su juicio, al proceder así la comunidad internacional
comete un “doble crimen”: carga contra la única democracia de la región y
alimenta a sus enemigos terroristas, tan numerosos. Por eso llamó, en
nombre del mismo Cristo, a poner fin al antiisraelismo piafante en buena parte del mundo, y condenó sus efectos deletéreos.
Su
comparecencia, ya digo, fue el jueves 27. El martes de la semana
anterior el mismo Parlamento que lo acogía instó al Gobierno español a
reconocer el Estado palestino; así que, como no podía ser de otra forma,
se le preguntó al respecto. Y el padre Nadaf, que en todo momento evitó
politizar su comparecencia, instó a los diputados españoles a que se
preocupen de las condiciones de vida que padecen los cristianos en los territorios palestinos y
denunció el uso criminal que se da a buena parte de la ayuda
internacional que va a parar a Gaza y Cisjordania. Por lo que hace a las
negociaciones de paz entre israelíes y palestinos, en este momento
rotas, se mostró partidario de la prudente calma. ‘No hay que darse
prisa, así luego no habrá que volver a arrepentirse’.
***
Dos
días después, el padre Nadaf fue el invitado de honor de la fiesta que
la Comunidad Judía de Madrid organizó con motivo de la concesión del
premio Or Janucá, que este año recayó en la asociación ACOM. Su discurso, en el que llamó al mundo judeocristiano a librar unido la batalla por la libertad, fue saludado con una cerrada ovación.