viernes, 20 de noviembre de 2015

Blowback


Blowback


Los neoconservadores (políticos) se indignan cuando algunos afirman que el intervencionismo militar norteamericano, pasado y presente, es factor de hostilidad en el mundo musulmán, facilita el reclutamiento de terroristas por parte de organizaciones como Al Qaeda o Isis, y puede contribuir a la comisión de atentados en las naciones de Occidente. La palabra “blowback” (tiro por la culata), acuñada por la CIA para uso interno, ahora es bastante común en el campo relaciones internacionales. Se refiere a las repercusiones no buscadas de políticas clandestinas por lo general, que no son de público conocimiento. El “blowback” es uno de los factores del terrorismo. Hacerlo explícito no implica, como es lógico, justificar o excusar a unos asesinos salvajes.

Financiamiento opaco o Blowback
¿Cómo es que una organización como EI [Estado Islámico], que reniega de la modernidad y sus avances de todo tipo, puede llegar a tener los alcances presentes? En este punto se abre una tangente que suele ser ocultada por gran parte de los medios de información masivos. El Estado Islámico de Iraq y Siria no se trata de un grupo que tomó por sorpresa a EEUU y sus aliados en la región. Se trata de una realidad mucho más compleja que esa visión naive.
El ascenso relámpago del EI, en gran parte, es la consecuencia de una estrategia con largo historial sostenida por Estados Unidos y sus aliados en la región (las monarquías salafistas árabes) que consiste en financiar secretamente grupos de este tipo para desestabilizar gobiernos que no están alineados con las pretensiones del establishment económico y militar estadounidense ni de sus socios sobre recursos naturales tan preciados y rentables como el petróleo o el gas.
Esta política de “dividir para reinar” ha proliferado en la región del medio oriente y el Magreb durante el desarrollo de la llamada “primavera árabe”, EEUU, a través de la OTAN, así como las monarquías de Arabia Saudita y Qatar y el Estado turco se han servido de la región como un tablero de ajedrez, provocando injerencias continuas en los sucesivos estallidos sociales que han tenido lugar en Egipto, Libia, Siria. Iraq, por supuesto, no ha sido ninguna excepción. La intervención ha sido indirecta por medio financiamiento a grupos de fundamentalistas yihadistas a través de petrodólares. Entre esos grupos se encuentra el EI.  (4)
Las monarquías como Arabia Saudita y Qatar son fundamentales en este esquema. Llevando a cabo un juego de doble rasero que los beneficia. Exportan fanáticos a otros países para que no causen problemas en casa. Estos difunden su visión yihadista, compatible con el salafismo institucionalizado de esas naciones absolutistas, en países de la región donde no predomina esa postura. Así como también los financia a través de dinero, recursos y armas. (5)
Lo que sucede con esta dinámica es que, durante la última década ha escapado del control estadounidense. Estos grupos utilizan el financiamiento mencionado para sus propios planes de reducir la influencia estadounidense y occidental en la región, aunque sin tocar a sus mentores monárquicos. Ya sucedió con Al-Qaeda, ahora sucede con EI. Que rompió las alianzas mantenidas con gran parte del arco de grupos fundamentalistas a causa de divisiones que responden a las ambivalentes relaciones entre Arabia Saudita y Qatar. Quienes siguen sus propios juegos de poder en la región. La actual postura en contra de los saudíes hacia el Estado Islámico es una señal elocuente de que este grupo es financiado en forma opaca por la monarquía qatarí.
El Gobierno de EEUU, luego de mantener una postura pasiva de apoyo indirecto a los grupos fundamentalistas que tomaron el poder en Libia y la resistencia en Siria, ha enviado fuerzas militares nuevamente a Iraq ante la avanzada del Estado Islámico de Iraq y Siria sobre recursos estratégicos que amenazan intereses estadounidenses en ese país.
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