miércoles, 4 de noviembre de 2015

Capitanich hoy igual que ayer


Capitanich hoy igual que ayer

"LOS SOSPECHOSOS DE SIEMPRE"
Por Gabriela Pousa 


“El mejor modo de conocer un país es averiguar cómo se trabaja en él, cómo se ama y cómo se muere. En nuestro país todo eso se hace igual, con el mismo aire ausente. Es decir, que se aburre uno y se dedica a adquirir hábitos. Los deseos de la gente joven son violentos y breves, mientras que los mayores trabajan para enriquecerse. Pero hay países donde la gente tiene la sospecha de que existe otra cosa. Aquí todo se hace sin darse cuenta, hasta morir es una dificultad. Nunca es agradable estar enfermo pero hay países que nos sostienen en la enfermedad. Pero aquí la importancia está en hacer negocios
Extraído del libro “La Peste” de Albert Camus
 
Como si un instante pudiera sintetizar una eternidad, como si una crónica periodística pudiese alterar la realidad, así se vive en la Argentina a finales de 2013. Con dificultades que exceden la lógica y se adentran en un abismo de marginalidad. Todo está presto para el negociado espurio, nada está dado para el trabajo honesto. Se ha impuesto la cultura del menor esfuerzo con siniestra majestuosidad.
Es por eso que un cambio insustancial de ministros despierta voces esperanzadas en la nada, y un fin de semana largo es vendido como reflejo de una década ganada… Sólo la débil memoria de los argentinos puede permitir eso. Si acaso el recuerdo de aquel fatídico 2001 sirviera para que la experiencia torciera el destino sería propicio insistir con estas crónicas…
Pero después de publicadas, también se modificó la escenografía y paradójicamente o no, asumió un tal Jorge Milton Capitanich la jefatura de ministros. Era otro calendario y otro el jefe de Estado pero al frente del equipo, estaba el mismo. 
Ningún homónimo, exactamente idéntico funcionario que respaldó la gestión de Sandra Mendoza al frente del ministerio de Salud del Chaco cuando las muertes por dengue crecieron exponencialmente. Capitanich sí, aquel que llevó a sus hijas adolescentes de veraneo a Panamá en el avión de la gobernación, aduciendo que aprovechó para hacer un control técnico que jamás se realizó. Es ese Capitanich que ahora algunos creen ha de salvar al país… 
 
Pero Argentina es o debiera ser mucho más que un teatro de mediocres actores recitando guiones plagiados al pasado. La vuelta de la Presidente apenas modificó la escenografía. Un par o dos de pinceladas sobre paredes raídas no alcanza, aunque enseguida se escuchen voces de algarabía sostenidas en espejitos de colores y aplausos de cotillón. Sigue el viejo espectáculo maniqueo convocando al tedio.
Posiblemente la crisis de hoy sea distinta a la de comienzo de siglo, otro contexto, otras causas pero la comandan los mismos que nunca solucionaron un ápice, y que en muchos ocasiones empeoraron la situación. ¿En qué sustentar pues las esperanzas?
Las proyecciones con base en datos fácticos, en evidencias empíricas y en cuentas sin dibujos acrobáticos muestran un país en caída libre. Posiblemente los tiempos no puedan determinarse como antes ya que es dable reconocer que, en los últimos años, ha habido un porcentaje de argentinos que han ganado más dinero de lo esperado.
Pero es el país de los contrastes donde también ha habido un porcentaje similar de ciudadanos – que deberían ser  contemplados en el contexto de las políticas igualitarias que tanto vocifera el kirchnerismo en su relato -, que han tenido que mudar a las villas, su decencia, sus naderías…
La ONG Techo comprobó durante un trabajo de campo realizado en sólo siete provincias, la existencia de 1.834 asentamientos, donde malviven más de dos millones y medio de personas. Y Chaco no es excepción a ello, al contrario. El pleno empleo que se lee en ciertas estadísticas tiene la certeza de los índices de inflación que dejara Guillermo Moreno como corolario de la desidia.
En ese contexto, proyectarse a la presidencia por el simple hecho de haber sido designado jefe de un gabinete escindido no tiene mucho sentido, como tampoco lo tiene vislumbrar cambios en un gatopardismo comprobado hasta el hartazgo.
El circo no se renueva. A lo sumo, los payasos  ensayan nuevas morisquetas. Algunos se van pero dejan sus huellas muy parecidas a esas llagas que permanecen abiertas…
Moreno , sin ir más lejos, no se va por sus fracasos sino por los fracasos del matrimonio Kirchner. En poco tiempo se comprenderá que el ex Secretario de Comercio no fue sino un soldado, el más brutal quizás pero un soldado, ni siquiera un general con propia tropa a su mando. Y las extorsiones y los aprietes tuvieron su razón de ser en empresarios que se dejaron apretar y extorsionar vaya a saber por qué…
Lo cierto es que frente a la derrota, deciden suavizar modos no métodos, y eso corrobora la continuidad del actual estado de cosas.
Temer ahora al comunismo que dice representar Axel Kicillof es ingenuo porque  el nuevo ministro no hará sino implementar los caprichos que le indiquen desde Olivos. El problema no es Marx, ni Keynes, ni Chávez, el problema es el kirchnerismo. El kirchnerismo con su modelo nacional y popular impuesto por Nestor Kirchner primero, y profundizado por Cristina Fernández luego. 
Ese modelo que persigue la pobreza del pueblo en detrimento de la riqueza del poder, el modelo que multiplica, simultáneamente, habitantes en la Villa 1-11-14 y en Puerto Madero y El Calafate. No quieren la revolución del Che sino la revolución de guante blanco , donde el revolucionario redentor es el mismo personaje que dirigió el gabinete de Duhalde cuando se produjo la mayor devaluación.
No es la metodología marxista de Lenin y Stalin sino la metodología de usura y apropiación de Cristóbal López y Lázaro Báez. Es otra vuelta de “robo para la corona”. No son los bolcheviques de Leningrado sino los “pibes” de barrios privados que, no usando corbata, se creen liberados de formas y mandatos… 
En ese ámbito estamos, girando en un círculo vicioso donde aumenta cada vez más la brecha que hay entre la sociedad y el ‘comando presidencial’.
Cristina sigue actuando coyunturas. Cristina sigue sacándose fotografías… Así concibe la historia de la Argentina: como un álbum de imágenes sueltas que no cuentan una trama verdadera. Aquella instantánea, por ejemplo, donde pudo vérsela embarrada en Tartagal, Salta, después de un alud, puede volver a sacarse hoy día porque nada ha variado en esa geografía.
Cada foto es una asignatura pendiente que se suma a otras tantas. Para la jefe de Estado todo empieza y termina cuando se abre el obturador de la cámara. Mientras, la gente vive la película sin pausa, sin tregua, sin intervalo siquiera…
La reciente aparición de la dama dando un discurso en un balcón interno de Balcarce 50, es el símbolo más perfecto de su proyección. Afuera hay un mundo que no mira. Afuera está la sociedad sin militancia, la que muy posiblemente vaya una semana a la costa atlántica pero sólo porque sabe que los pesos después no le servirán para nada.
No se trata, en definitiva, de bonanzas sino de desesperanzas, de dar por perdida la ilusión de un cambio que permita proyectar una vida y no apenas una estadía. Pequeñas grandes diferencias que la mandataria no está dispuesta a ver ni mucho menos a asumirlas…