La música del Diablo
Hoy en día la música que escucha la inmensa mayoría de los jóvenes es de origen satánico. Los géneros musicales del Rock and Roll, la música Pop, el Hip Hop, el Rap, el Funky, el Heavy y todo lo que se puede escuchar en la MTV y
cadenas similares, es la música del Diablo. ¿Acaso soy extremista por
hacer semejante afirmación? Si al lector le parece que sí, me permitirá
al menos exponer las razones que me llevan a decir esto, y luego que
cada uno decida por sí mismo. En esta primera parte del trabajo propongo
examinar las raíces del Rock and Roll, su impacto revolucionario en la sociedad, y las primeras estrellas de los años ´50 y ´60.
Veamos los orígenes del Rock and Roll,
empezando por su etimología. El término, aunque acuñado originalmente
en canciones marítimas, en los años ´30 degeneró en una referencia
velada a la fornicación.
Fue el locutor de radio, Alan Freed, quien popularizó el nombre en referencia al nuevo género, una fusión entre el Rhythm and Blues, el Swing y otros estilos. Uno de los exponentes más importantes del nuevo estilo, que ejerció una gran influencia en músicos de Rock posteriores, al que muchos llaman el “abuelo del Rock“, fue el cantante y guitarrista Robert Johnson
(1911-1938). Dicen que este personaje misterioso, que sólo grabó 29
canciones, del que muy poco se sabe, y que murió en circunstancias
extrañas a los 27 años (inaugurando una verdadera tradición del Rock), adquirió su habilidad a la guitarra gracias a un pacto con Satanás. Esto lo confirma la letra de su canción Crossroad Blues,
en la que narra el encuentro con Satanás en un cruce de caminos; éste
le ofrece fama y dinero a cambio de su alma y el joven músico acepta el
trato. En la canción Me and the Devil Blues, Johnson cuenta lo
que fácilmente se puede interpretar como el Demonio que aparece una
mañana para cobrar su parte del trato. Esto es lo que dice (traducción
mía):
Esta mañana temprano
Cuando has tocado en mi puerta
Esta mañana temprano, OOH
Cuando has tocado en mi puerta
He dicho “hola, Satanás
Creo que es hora de irse”
El logro de Freed fue extender la incipiente música Rock a un público blanco, mientras el Blues siempre había sido una música exclusivamente negra. El primer gran éxito del Rock and Roll, que convirtió el género en un fenómeno de masas, llegó en 1954 con Rock Around the Clock de Bill Haley, y la mayor revolución social de los tiempos modernos había nacido.
Con el auge de Elvis Presley se originó una nueva tendencia inquietante en la música: la idolatría de las estrellas de Rock
por parte de sus seguidores o “fans”, una palabra derivada de
“fanatics”. Bastaba con que Elvis se subiera a un escenario para que
hordas de chicas adolescentes entraran en éxtasis. Se podría decir que
en su presencia sus fans caían en una especie de trance,
perdiendo completamente el control de sus actos. Este efecto embrujador
por sí sólo bastaría para ponernos en guardia contra la música Rock,
porque la enajenación de la voluntad, con la consecuente pérdida de las
inhibiciones morales, es una señal inequívoca de lo demoníaco, y desde
entonces ha sido una constante en la música Rock y todos los
géneros derivados. Creo que es la combinación de varios elementos que
produce el efecto enajenante en los “iniciados” del culto Rock and Roll.
Además de la adoración del ídolo en el escenario, los movimientos
bruscos y espasmódicos del baile y la pulsación incesante de un ritmo
sincopado, hipnotizan a los participantes. Si añadimos a esto el consumo
masivo de alcohol y otras drogas, tenemos un cóctel extremadamente
peligroso, que está perfectamente diseñado para estimular en los adeptos
las bajas pasiones y despertar todo tipo de lujuria y maldad.
Esto es asombrosamente parecido a lo que los antiguos describían del culto a Dionisio, que los romanos conocían como las bacanales.
Las sesiones de este culto se caracterizaban por el consumo abundante
de vino y estupefacientes (en la época se utilizaban setas
alucinógenas), una música muy rítmica de efecto hipnotizante, y bailes
frenéticos, que producían en los iniciados un estado de desenfreno que
terminaba en orgías y todo tipo de crímenes. En el siglo II antes de
Cristo el Senado Romano tuvo a bien prohibir las bacanales, por
considerar que atentaban contra la moral y el orden público. Conviene
recordar que estamos hablando de un imperio pagano. Hoy en día, los
gobiernos post-cristianos, lejos de prohibir las bacanales modernas, las
organizan y las subvencionan con nuestros impuestos.
Lo que más escandalizaba al público conservador de la época de las
actuaciones de Elvis no eran sus ritmos ni sus letras (en verdad las
letras son un componente poco importante de su música), sino sus
contorsiones pélvicas de claras alusiones sexuales, algo nunca visto
hasta el momento. Sus movimientos obscenos escandalizaban hasta tal
punto, que cuando aprareció en 1957 en el programa televisivo, Ed O´Sullivan Show,
por decencia sólo se le mostró de cintura para arriba. ¡Qué lejanos
parecen aquellos tiempos! Ahora en cualquier cadena, a cualquier hora,
se ven mujeres semi-desnudas, exhibiéndose y contorsionándose de la
manera más grotesca, niños bailando de forma lasciva, sin el más mínimo
pudor, y todos aplaudiendo y sonriendo, como si fuera de lo más normal.
De hecho, lo esperpéntico se ha convertido en lo “normal”.
En los primeros años de su fama las reacciones contra Elvis fueron muchas; fue duramente criticado por la revista jesuita America (cuando los jesuitas aún eran católicos), y el obispo católico de Providence, Russell McVinney, dijo lo siguiente del Rock and Roll:
Es una moda que conduce a sus jóvenes seguidores de vuelta a la selva y al animalismo.
Hasta Frank Sinatra (no precisamente un puritano) dijo esto de Elvis:
Su tipo de música es deplorable, un afrodisiaco rancio. Fomenta reacciones totalmente negativas y destructivas entre los jóvenes.
Ahora, tras seis décadas de Rock and Roll, cuando vemos algún
vídeo de Elvis Presley hasta nos parece inocente, en comparación con las
modas depravadas que le han sucedido. El problema es que nos hemos
acostumbrado a la música de pulsaciones hipnotizadoras y a los bailes
lascivos, hasta tal punto que ya no somos capaces de reconocer el mal.
Dicen que si tiras una rana a una olla de agua hirviendo, da un salto y
sale inmediatamente del agua, mientras que si metes una rana en una olla
de agua fría y la vas calentando poco a poco, la rana se cuece y
finalmente se muere. Es una buena metáfora para lo que nos ha pasado
como sociedad.
Como no podía ser de otra manera, la vida personal de Elvis Presley
era un auténtico desastre. Las fiestas interminables y las múltiples
infidelidades a Priscilla, su esposa, eran notorias. Su
adicción a las drogas de prescripción, sin las que a partir de 1970 no
podía ni levantarse por la mañana, iba mermando rápidamente su salud. El
testimonio de muchas mujeres que le conocieron, afirmando que era un
“chico de mamá”, su inquietante gusto por chicas de 13-14 años, y la
incapacidad de superar emocionalmente la muerte de su madre en 1958,
hacen pensar que padecía de una inmadurez patológica, el síndrome del
eterno adolescente. Su muerte trágica en 1977 a la edad de 43 años,
provocada por el abuso de drogas y el agotamiento debido a su frenético
ritmo de actuaciones, es paradigmática de la sórdida historia del Rock and Roll.
Si los años cincuenta fueron los años de Elvis Presley, los años sesenta fueron de los Beatles. Este grupo británico, formado por cuatro chicos de
Liverpool, Inglaterra, llevó la revolución cultural al siguiente nivel.
Antes de entrar a considerar la influencia de los Beatles, creo que es
interesante saber de donde vienen ideológicamente. Todos fueron educados
en un ambiente religioso; Paul McCartney y George Harrison fueron bautizados como católicos; John Lennon era anglicano, (hasta cantaba en el coro de la Iglesia y asistía a la escuela dominical); y Ringo Starr
era de la rama evangélica del anglicanismo. Al llegar a la edad adulto
todos abandonaron la religión en la que habían sido criados. En una
entrevista de 1964 su propio jefe de prensa, Derek Taylor, dijo lo siguiente:
Son completamente anti-Cristo. Bueno, yo soy anti-Cristo también, pero ellos son tan anti-Cristo que me escandaliza, lo cual no es fácil de hacer. [2]
Philip Norman, considerado el biógrafo definitivo de los Beatles, cuenta lo siguiente:
Mientras se encontraban en Hamburgo, cada domingo John [Lennon] se ponía en el balcón, mofándose de los fieles que se dirigían a la Iglesia de San José. Ató un preservativo lleno de agua a una efigie de Jesús y lo colgó para que lo vieran los que se iban a Misa. Una vez urinó en la cabeza de tres monjas. [3]
En la cúspide de su fama, John Lennon dijo que los Beatles eran “más
famosos que Jesucristo”, una declaración que causó protestas y la quema
de sus álbumes en muchos lugares de EEUU. La frase, sacada de una
entrevista de 1966, es quizás más blasfema en su contexto:
El cristianismo se irá. Menguará y desaparecerá. No hace falta que lo argumente; tengo razón, y el tiempo lo demostrará. Ahora somos más famosos que Jesucristo.
Los Beatles fueron los mayores profetas, no sólo del odio hacía
Cristo, sino de todas las plagas morales y espirituales que azotaron
Occidente durante la turbulenta década de los ´60, utilizando como
principal vehículo la música Rock and Roll. Entre ellas cabe destacar lo siguiente:
- el uso masivo de drogas psicodélicas como el LSD o la marihuana
- la introducción de la espiritualidad oriental New Age en Occidente
- el “amor libre” y la aceptación social de la sexualidad fuera del matrimonio
- el desprecio por parte de los cristianos de sus propias tradiciones culturales
- la rebelión sistemática de los jóvenes contra sus padres.
Los católicos que profesan una admiración por los Beatles deberían
reflexionar sobre lo que representan en el proceso revolucionario
anti-cristiano. Es el colmo de la ingenuidad decir: “sólo me gusta su
música”, y cerrar los ojos ante todo lo que hay detrás. Sería como
frecuentar prostíbulos porque es donde hacen el mejor gin-tónic. Igual que hay sitios donde los católicos no debemos poner pie, tenemos que saber que también hay cosas que no debemos hacer, y escuchar música Rock es una de ellas. Esa
música es puro veneno para el alma; atrofia la conciencia, induce al
pecado y aleja de Dios. Convendría recordar lo que advierte San Pablo: No os juntéis con los incrédulos. Porque, ¿qué tienen en común la justicia con la iniquidad, la luz con las tinieblas? ¿Qué armonía puede haber entre Cristo y Belial? (2 corintios 6:14,15)
En retrospectiva, la relación entre el declive de la cultura
cristiana en Occidente y los Beatles es evidente para cualquiera con dos
dedos de frente. No obstante, hay que reconocer la astucia de las
campañas de marketing, que contraponían a los dos grandes grupos
británicos de los ´60, los Beatles y los Rolling Stones, como si
fueran cosas muy distintas, cuando en realidad eran dos ramas del mismo
árbol. Si los Rolling Stones eran abiertamente satánicos y hacían alarde
de su vida depravada, los Beatles, con su imagen de chicos buenos (al
menos al principio de su carrrera), promocionaban la misma agenda, pero
de manera más encubierta. El Demonio suele lograr mucho más con la
persuasión insidiosa que con una guerra abierta, pero lo que nunca le
falla es el viejo truco del poli bueno, poli malo. Muchos padres de la
época aceptaron a los Beatles como un mal menor, pensando: “no me gustan
estos Beatles, pero si al menos mi hijo no va detrás de los Rolling
Stones…”
La Reina Isabel II
contribuyó a este engaño, cuando en 1965 otorgó a los Beatles la M.B.E.
(Most Excellent Order of the British Empire). Creo que fue una
estrategia muy astuta, ya que con esta condecoración el establishment británico mandó un mensaje muy claro: los Beatles no son malos, son “de los nuestros”.
Ahora se ve claramente que era una falsa dicotomía, porque a pesar de
su satanismo descarado, los Rolling Stones se convirtieron oficialmente
en parte de la élite social en el año 2003, cuando Mick Jagger
fue nombrado Caballero del Imperio Británico. ¡Un caballero, ese
degenerado! Se supone que un caballero es alguien que, aparte de sus
éxitos profesionales, ha demostrado tener rectitud de carácter y es un
modelo a seguir. Entonces, ¿por qué hacen caballero a Mick Jagger? Es un
hombre que ha tenido 7 hijos con 4 mujeres distintas, aparte de sus
encuentros homosexuales; es famoso por cometer actos en el escenario tan
obscenos que da vergüenza ajena hasta mencionarlos (¿qué no sería capaz
de hacer en privado?); es incapaz de pronunciar una sola frase sin
lanzar improperios y blasfemias; ha sido arrestado dos veces por
posesión de drogas. ¿Es sorprendente que se considere merecedora de la
máxima condecoración en el Reino Unido a la persona más alejada del
ideal de caballerosidad, a un adorador de Satanás? Bueno, sorprenderá a
los que no saben cómo funciona la Revolución: lo que hoy se llama
indecente, mañana se considera respetable. Sorprenderá también a los que
creen que la monarquía británica defiende valores tradicionales y vela
por el bien de su pueblo. En mi opinión, los Windsor ya no defienden más
que sus propios intereses particulares. Intentan mantener su trozo del
pastel en el Nuevo Orden Mundial que se está forjando, y les da igual si
esto se tiene que hacer a costa de sus súbditos.
El personaje que introdujo a los Rolling Stones en el satanismo fue Kenneth Anger, homosexual militante, productor de cine independiente y adepto de la religión Thelema fundada por Aleister Crowley.
Crowley es el hilo conductor de la historia del Rock de los años ´60 y
´70, el satanista más influyente de todo el siglo XX, y el auténtico
cerebro detrás del movimiento New Age que tuvo tanto auge a partir de
los años ´60. Estéticamente las películas de Anger oscilan entre un
género que él llama homo-erotismo (prefiero no saber exactamente en qué
consiste) y el satanismo puro y duro. Según el manager de los Rolling, Tony Sanchez, Anger les visitaba a menudo.
En la medida que Keith [Richards] y Anita iban aprendiendo más sobre los poderes de la oscuridad, se volvían más reservados conmigo. Sabían que a mí me daba miedo el tema, y cuando venían a visitar Kenneth Anger u otros amigos diabólicos, me echaban. Keith se quedó impresionado cuando Kenneth le habló de los grandes artistas rebeldes que habían jugado con la magia negra: Byron, Blake, Oscar Wilde, Yeats, De Quincey… [6]
En 1969 Mick Jagger puso la música para el corto de Anger, Invocation of my Brother Demon
(Invocación de mi Hermano Demonio), que algún crítico ha calificado
como “los 11 minutos más malévolos de la historia del cine”. Esta
película es protagonizada por el mismísimo Anton LaVey, el fundador de la Iglesia de Satanás.
Abajo está la imagen de portada de su álbum de 1967, Their Satanic Majesties Request, con Mick Jagger vestido de brujo.
La canción Sympathy for the Devil de este mismo álbum es un auténtico himno a Satanás. La letra disimula poco:
Por favor, déjame que me presente,
soy un hombre de riquezas y buen gusto.
Ando rodando desde hace muchos años, muchos años.
He robado el alma y la fe de muchos hombres.
Yo estaba allí cuando Jesucristo tuvo su momento de duda y dolor
y me aseguré por los infiernos que Pilatos se lavara las manos y sellara su
destino.
Encantado de conocerte
Espero que sepas mi nombre
Pero lo que te desconcierta
Es la naturaleza de mi juego
Estaba cerca de San Petesburgo
cuando vi que había llegado la hora del cambio.
Maté al zar y a sus ministros
Anastasia gritó en vano.
Conduje un tanque, tenia el rango de general
cuando estalló la guerra relámpago
y los cuerpos hedían.
Encantado de conocerte
Espero que sepas mi nombre
Pero lo que te desconcierta
Es la naturaleza de mi juego
Mire con alegría mientras vuestros reyes y reinas
luchaban durante diez décadas por los dioses que crearon.
Grité: “¿quien mato a los Kennedy?”
cuando después de todo fuimos tú y yo
Deja que me presente,
soy un hombre de riquezas y buen gusto.
Tiendo trampas a los trovadores
que mueren antes de llegar a Bombay.
Encantado de conocerte
Espero que sepas mi nombre
Pero lo que te desconcierta
Es la naturaleza de mi juego
Al igual que cada policía es un criminal
y todos los pecadores santos
y cara o cruz es lo mismo, llámame simplemente Lucifer.
Necesito cierto freno
Así que si me encuentras, ten cortesía
un poco de simpatía y cierta exquisitez
Usa tu bien aprendida educación
!o haré que se te pudra el alma!
Encantado de conocerte
Espero que sepas mi nombre
Pero lo que te desconcierta
Es la naturaleza de mi juego
Es interesante saber que en un concierto en 1969, mientras tocaban
esta canción el público entró en una especie de paroxismo y durante la
siguiente canción un joven fue asesinado a puñaladas. Los Rolling no
volverían a interpretar Sympathy for the Devil hasta 1976, debido a la controversia generada por este incidente.
No es necesario que explique al lector a quien simboliza la cabeza del macho cabrío en la portada de su álbum de 1973, Goat´s Head Soup. En este álbum, la canción Dancin´ with Mr. D.
es una alabanza al Demonio. La última estrofa hace una referencia
grotesca a la muerte y dice de forma blasfema: “Lord, have mercy, fire
and brimstone.” (Señor, ten piedad, fuego y azufre.)
El
satanismo de los Rolling Stones es muy evidente, pero cuando digo que
también los Beatles eran satánicos, la gente suele reírse. Sin embargo,
si se mira de cerca, y si se sabe qué mirar, hay tantas huellas
diabólicas que es difícil saber por dónde empezar. Podría empezar
simplemente por las portadas de sus discos. La mítica portada del que es
quizás su disco más famoso, Sergeant Pepper´s Lonely Heart´s Club Band
de 1967, donde según McCartney y Starr, figuran los “héroes” del grupo,
incluye una foto de Aleister Crowley, que ya he mencionado. Hay muchos
que sospechan que el misterioso Sergeant Pepper es Crowley mismo, y que
todo el álbum es un homenaje a este personaje siniestro. La teoría es
muy plausible si tenemos en cuenta lo que representa espiritualmente el
disco: el conocimiento arcano a través del uso de drogas y la magia.
Además, Crowley murió en 1947, 20 años antes de la salida al mercado del
álbum en cuestión, cuya primera canción empieza: “Hoy hace 20 años que
Sergeant Pepper enseñó la banda a tocar.”
Otra portada de los Beatles digna de mencionar es Yesterday and Today del año 1966, que en su momento causó una gran controversia. Aquí está la portada original:
Los
cuatro van vestidos de carniceros y aparecen trozos de cadáveres,
incluso lo que parecen ser cabezas decapitadas de bebés. No tiene
explicación esta imagen si no es como referencia al sacrificio ritual
humano, una parte fundamental del culto a Satanás. En esta instancia
fueron torpes (no los Beatles, porque ellos eran tan sólo marionetas,
sino sus amos), porque el paso fue demasiado atrevido. Al darse cuenta
de su error por la reacción tan negativa, a los cinco días de su
lanzamiento retiraron la portada original y la sustituyeron por otra
menos ofensiva.
En la portada de Yellow Submarine,
Lennon y McCartney hacen signos satánicos; Lennon hace el signo de los
cuernos del carnero y McCartney el “OK”, que en realidad significa 666,
el número de la Bestia. Estos dos signos, que en 1969, el año de este
álbum, eran bastante desconocidos para el gran público, se han
convertido en algo cotidiano entre los famosos, sobre todo las estrellas
de Rock. Se puede pensar que alguien les mandó hacer estos
gestos, sin que ellos supieran lo que significaban, pero personalmente
creo que sabían muy bien a quién debían su fama, y por eso rendían
honores al Diablo. En una entrevista con la revista Playboy,
Lennon afirmó que todo el lema de los Beatles era “Do What Thou Wilst”
(Hacer lo que Os Plazca). Esto no es un mero eslógan de paleto, sino una
cita en inglés arcaico de Aleister Crowley, que solía predicar que éste
era el único mandamiento de Lucifer.
El Beatle que tiene la marca de Satanás más clara es sin duda John Lennon. En una conversación con Ray Coleman,
a la pregunta: “¿cómo consiguió tanto éxito comercial?”, respondió con
estas palabras literales: “vendí mi alma al Demonio”.[4] Su mujer Yoko Ono también estaba muy metida en las artes oscuras. Aunque no sabía cantar, en 2007 sacó un álbum titulado Yes, I am A Witch (Sí, Soy una Bruja). Mark Chapman,
el hombre que mató a balazos a Lennon afirmó a la policía que se lo
habían ordenado los demonios que vivían dentro de él. El asesinato tuvo
lugar justo delante del edificio Dakota en Nueva York, donde vivían
Lennon y Yoko Ono, y donde se había rodado en 1968 la película Rosemary´s Baby, sobre una posesión diabólica y el nacimiento del Anticristo. La película fue el primer éxito para el director, Roman Polanski,
un personaje indeseable, acusado y arrestado por todo tipo de delitos
sexuales contra menores, pero nunca condenado. Al año del rodaje de la
película, miembros de una secta satánica asesinaron ritualmente a la
esposa de Polanski, encinta de ocho meses. Los asesinos eran familiares
del asesino en serie Charles Manson, quien afirmó haber sido
“programado” para responder a mensajes ocultos en canciones de los
Beatles. El que prefiere creer que todos estos datos son pura
coincidencia es libre de hacerlo. Yo, por si acaso, me mantengo a una
distancia prudencial de todo lo que huele a azufre.
Los tres Beatles que tuvieron éxito en solitario siguieron el rumbo
diabólico marcado por el grupo. Basta con recordar el álbum de
McCartney, Ram, con un carnero en la portada.
George Harrison, que se hizo cada vez más devoto del hinduismo, grabó una canción llamada My Sweet Lord
en 1970 con cantos de adoración al ídolo Krishna. El cantante reconoció
más tarde que su intención había sido engañar a los cristianos y lograr
que cantaran mantras a su falso dios:
Mi idea en “My Sweet Lord”, porque sonaba como una canción pop, fue pillarles por sorpresa. Quería que se sintieran cómodos, gracias al “Hallelujah”, y una vez se llega a “Hare Krishna” están enganchados, con el pie moviéndose al ritmo de la música… les da un falso sentido de seguridad. Luego, de repente, se convierte en “Hare Krishna”, y lo estarán cantando antes de saber lo que ha pasado.[5]
Aparte de los Beatles y los Rolling Stones, todas las grandes
estrellas del Rock de los años ´60 llevan la marca inequívoca del
Diablo. Jim Morrison de The Doors hasta se casó con su
mujer por el ritual wicca, que consiste en ponerse dentro de un
pentagrama dibujado en el suelo, invocar a Satanás y beberse la sangre
del otro contrayente. Durante sus conciertos este desgraciado
sacrificaba un cordero para mofarse de Jesucristo, el Cordero de Dios.
Nunca desaprovechó la oportunidad de burlarse de Nuestro Señor. De
hecho, la imagen más famosa de él, con el torso desnudo y los brazos en
cruz, es una referencia blasfema a la Crucifixión. Fue arrestado y
condenado por exhibirse indecentemente delante de menores. En 1971 murió
de una sobredosis de heroína… a la edad de 27 años.
La influencia de Crowley está muy presente en Morrison, como
demuestra esta imagen de un álbum de The Doors, con el cantante apoyado
en un busto del mago, formando con sus brazos un triángulo, un símbolo
masónico.
Ray Manzarek, otro miembro de The Doors, dijo de Morrison:
No fue un artista. No fue un showman. Fue un chamán. Estaba poseído.
Otra alma atormentada del Rock de los ´60 fue el guitarrista Jimi Hendrix, verdadero heredero musical de Robert Johnson. Su mismo agente, Alan Douglas, dijo de Hendrix:
Creía que estaba poseído por algún espíritu, y yo llegué a creérmelo también.
Su novia, Fayne Pridgeon, dijo lo siguiente:
Siempre hablaba de un demonio que estaba dentro de él, sobre el cual no tenía ningún control. No sabía porqué hacía ciertas cosas, porqué decía ciertas cosas, cómo las canciones salían de él… Me parecía que estaba atormentado, roto por dentro, realmente obsesionado con algo malvado…. Me solía hablar de ir [a Georgia] para ver si alguna curandera le expulsaba el demonio que llevaba dentro.
Hendrix
es recordado no solamente por su virtuosismo a la guitarra, sino por su
ataques de ira destructiva en directo. En un concierto de 1967 llegó a
prender fuego a su instrumento sobre el escenario. Este momento fue
captado por un joven del público y la foto se convirtió en una de las
imágenes icónicas del rock and Roll. Me parece muy apropiado, porque
muestra la esencia de este moviento revolucionario: el culto a Satanás.
Muchos ingenuos pensarán que fue un gesto de locura sin más, pero el
mismo Hendrix luego aclaró que fue “un sacrificio” de lo que más quería,
y todos sabemos a quién sacrificaba su guitarra. No le sorprenderá al lector saber que Jimi Hendrix murió a los 27 años, ahogado en su propio vómito tras intoxicarse con barbitúricos.
Sería demasiado penoso seguir hablando de todos los pobres músicos
del Rock que se hicieron profetas del Demonio. Es posible que muchos de
ellos vendieran su alma para lograr fama y éxito, pero al final lo
importante es saber que el Rock and Roll es un arma poderosísima de
Satanás para pervertir a los jóvenes, alejándolos de Dios.
Christopher Fleming
[1] Saturday Evening Post, 8–15 August 1964
[2] Philip Norman, Shout! The Beatles in Their Generation, p. 152[3] Ray Coleman, Lennon, 1980, pág. 256
[4] Chant and Be Happy, 1982, pág. 33
[5] Tony Sanchez, Up and Down with the Stones