17 de octubre: El Papa y el peronismo
La eterna y ancestral lucha entre el bien
y el mal tiene sus orígenes antes de la Creación y ha sido el tema
preeminente tratado en los catecismos de todas las religiones. El mal es
identificado en los arcángeles rebelados contra Dios a los que se apodó
Luzbel, Lucifer, Mefistófeles, Diablo, Demonio y encarnados en la
Serpiente que incita a los seres humanos a desobedecer los preceptos
fijados por el Creador y poder así llegar a ser “dioses”.
En
el Antiguo Testamento Satanás estaba en el ámbito terrestre pero había
perdido su condición celestial por lo que todavía podía acercarse a Dios
y con Él dialogar. El libro Apocalipsis indica que a causa “del
sacrificio de Cristo y la fidelidad de sus seguidores”, se logró que el
diablo y los demás ángeles rebeldes fueran confinados a Tierra
definitivamente, esta vez sin posibilidad de retorno.
Contemplamos
en la Historia Universal la continua presencia de los ángeles
exterminadores, plasmados en los brutales dictadores que azotaron la
humanidad desde tiempos remotos hasta nuestros actuales momentos.
Vayamos
al rinconcito de la tierra que es el propósito de este modesto y
limitado estudio, a nuestro país,para comprobar que esta lucha existe
desde sus orígenes y se ve representada por el mal en los Rozas, Perón,
Kirchner que felizmente tuvieron una relativamente corta duración de
unos 15 años, más o menos, derrotados por el bien, representado por la
democracia, la cultura, la educación y la moral.
En
nuestro caso en particular tomemos nota de que el mal nunca abandona su
lucha y se presenta en las fases más diversas; lucha armada, teorías
izquierdistas, falsa concepción de los derechos humanos, sin ánimo de
rendirse. Es así como luego de la gran derrota del peronismo en 1955, su
gestor continuó alentando sus huestes sin descanso, desde su exilio,
para volver a presidir la nación en 1973 hasta su muerte el año
siguiente.
En realidad nunca
existió la doctrina peronista y el partido que lleva su nombre es un
movimiento político cuya única ambición es la conquista del poder.
Las
consecuencias de su nefasto retorno fueron los actos terroristas de los
70 y 80 que dejaron al país destrozado. Otra vez el mal se cierne sobre
la Argentina y debe ser enfrentado por el gobierno constitucional en
una guerra que los derrotó en los campos de batalla. Pero no hay
rendición, pues se apoderan nuevamente del poder por medio de las
elecciones y esta vez cumplen con el objetivo de venganza, destruyendo
todas las instituciones del país, al propio tiempo que organizaron con
la familia Kirchner una sistemática y gigantesca corrupción nunca vista
en nuestra historia.
El bien
triunfa nuevamente en el acto eleccionario, pero sufre arteros ataques
de desestabilización, revueltas organizadas por piquetes de extrema
izquierda y una quinta columna enquistada en el gobierno. El mal
contraataca, no abandona.
Y
resurge el peronismo con los mismos militantes que gobernaron el país al
lado del kirchnerismo. Se acomodan sinuosamente en los campos más
favorables y conforman una nueva rama que, como es su tradición y
características, se desprende de sus aliados y les niega participación a
su propia ex jefa. La reformación de los cuadros acude a los sacerdotes
del tercer mundo simpatizantes del Papa y a destacados miembros de la
curia de notoria simpatía con el izquierdismo.
Los
amigos del Papa se hacen llamar los Laudianos ya que toman la encíclica
papal Laudato- y presentaron un documento en el que piden ponerse “la
Patria al hombro” y “constituirse en una comunidad basada en el Modelo
de Juan Perón”.
Miembro de la
“Red Laudatista”, el cineasta y senador Pino Solanas, anunció en ese
contexto que será recibido por el Papa el 17 de Octubre para llevarle el
documento.
Es indudable que
Francisco está más cómodo en lo aluvional, propio del peronismo que
conoce y forma parte de su manera de revivir la argentinidad lejana. Es
un tipo de emocionalidad que los peronistas conocen muy bien: vital,
desprolija, irracional, difícil de catalogar.
Lo
primero que debería hacer un hombre auténticamente humilde es impedir
que el mundo entero cantara loas a su humildad. O por lo menos,
protestar que tales encomios violentan su carácter.
No
está bien suprimir el ceremonial tradicional y digno, con sus signos,
sus gestos, sus pasos demarcados y significativos, porque dicha
supresión no comporta incremento de la humildad sino abolición de los
ritos y de los símbolos. Esto escribió Antonio Capponetto.
Haga
lo que hiciere a partir de este momento el Papa Francisco, es imposible
omitir o ignorar que el hombre que acaba de llegar a la silla petrina
arrastra concretos, abultados y probadísimos antecedentes que lo
sindican como un enemigo de la Tradición Católica, un propulsor obsesivo
de la herejía judeocristiana, un perseguidor de la ortodoxia y un
adherente activo a todas las formas de sincretismo, irenismo y
pseudoecumenismo crecidas al calor de la llamada mentalidad
posconciliar.
La legendaria
iglesia católica, apostólica y romana es y ha sido conservadora por
naturaleza durante siglos y ya ha advertido el peligro de un conflicto
interno con el avance del populismo, al comienzo tentativo y solapado
midiendo sus pasos, actualmente desenmascarado, al punto de relacionar
la única Encíclica escrita enteramente por Francisco, “laudato si´,con
el Modelo de Juan Peròn.Se producen similares signos de proselitismo en
la designación de nuevos Cardenales por Francisco. Son 17, de los cuales
solo cuatro son europeos y el resto de regiones remotas, muchas de las
cuales obtienen su primer Cardenal.
Hoy
17 de octubre, el día de la Lealtad Peronista, resurge de sus cenizas
el Peronismo, cuya cabeza actual no deja dudas. Es nada menos que Su
Santidad el Papa Francisco.