LA MENTIRA DEL 17 DE OCTUBRE (Nacionalismo Catolico NGNP)
La verdad que muchos quieren negar
El 17 de Octubre de 1945 se escenificó uno de los dramas más
nefastos de la historia argentina. El año que viene van a cumplirse 70
años de esa farsa y desde entonces, la mentira ha prevalecido sobre la
verdad, la vileza sobre la honorabilidad, la injusticia sobre la
equidad, los ladrones sobre los honrados, los demagogos sobre los
verdaderos patriotas, el caos social sobre la paz, en fin, toda la hez
de la sociedad afloró para adueñarse del poder y conservarlo sin mengua,
a pesar de aparentes y momentáneos eclipses.
En este día en que se cumplen 69 años de esa torpeza incalificable, quisiera dejar constancia de mi repudio total al peronismo y de mi expresa súplica al Dios de los Ejércitos para que termine para siempre con esa lepra nacional que es el peronismo. Esa fue la intención de mis oraciones en la misa a la que asistí hoy.
Pero además de rezar, quisiera dejar constancia en este periódico independiente de todo poder masónico, pero absolutamente sumiso a la Verdad y a la Justicia, de cual es la verdadera historia de ese perverso que fue Perón, de cómo se fraguó su toma del poder y cual ha sido su herencia destructora.
* * *
Empecemos por el golpe militar de 1943. Hoy todos los peronistas y sus imitadores (que son todos los políticos) execran los golpes militares, aunque cada vez menos, porque las FFAA no son ya las mismas de hace 60 años y tal vez porque ahora esperan que sean la guardia pretoriana del régimen neo-comunista hacia el cual apuntan.
El golpe de 1943 fue inventado por el GOU, logia masónica militar dirigida por Perón. Se tiñó con algunos colores tradicionales, como la ley de enseñanza religiosa que redactó Gustavo Martinez Zuviría ("Hugo Wast") pero su esencia era ambigua y se prestaba para todo. Como que se prestó para que Perón hiciera de ella su pedestal para asaltar el poder y quedarse, él y sus partidarios, durante estos 69 años.
Perón se hizo nombrar Director Nacional de Trabajo, con acumulación de sus cargos de Ministro de Ejército y vicepresidente de la Nación. Desde el cargo laboral, hizo demagogia con los dirigentes obreros consiguiendo que éstos lo apoyaran para la realización de sus planes políticos. Entre ellos estaba Cipriano Reyes.
El 9 de Octubre de 1945, el gral. Avalos, jefe de Campo de Mayo y Ministro de Guerra, exigió la renuncia de Perón y lo mandó encarcelar en la isla Martín García. Poco duró esa prisión porque Perón, probablemente fingiendo una enfermedad, se hizo trasladar al Hospital Militar en Buenos Aires.
Entretanto, el Presidente Edelmiro J. Farrell, pidió a la Corte Suprema que le propusiera una lista de Ministros para formar un gobierno provisorio hasta las elecciones.
La Corte Suprema, presidida por Roberto Repetto, terminó de preparar su propuesta el 17 de Octubre de 1945 a la tarde, y la mandó a la Procuración General para su revisión y envío a Farrell. El Procurador General le encargó a mi tío Juan Carlos Beccar Varela, uno de los funcionarios a su cargo, que llevara la nota a la Casa Rosada. Me contó mi tío que llegó a la Casa de gobierno cuando ya atardecía y que dentro de ella reinaba una gran agitación. Farrell recibió el papel de la Corte Suprema pero dijo: "Es demasiado tarde". Poco después irrumpía allí Perón y aparecía en el famoso balcón para dirigirse a una escasa multitud que no llenaba ni de cerca la Plaza de Mayo.
Perón había dudado mucho antes de abandonar el Hospital Militar para dirigirse a la Plaza. Sus cómplices le aseguraban que no había ningún peligro pero él dudaba porque era un cobarde. Finalmente, Evita por poco lo lleva de las orejas y es así como el demagogo inició su camino hacia el poder.
Cipriano Reyes, dirigente del gremio de la carne, había traído a la Plaza de Mayo a unos cuantos cientos de obreros en las famosas "bañaderas", que eran una especie de omnibus recortados y sin techo. Otros gremialistas aportaron también concurrentes, pero en total, según las fotos que he visto de la Plaza tomadas ese día a la hora en que Perón hablaba desde la Casa Rosada, no eran más de 10.000 personas allí presentes. Sé lo que digo porque en la Plaza, llena de bote en bote, caben unas 40.000 personas, calculando que unas 4 personas pueden instalarse, apretadamente, en un metro cuadrado. Descontando el espacio de los monumentos y los jardines, la Plaza tiene unos 10.000 metros cuadrados y ese día a esa hora, la gente apenas llegaba hasta la pirámide de Mayo y estaba dispersa, de manera que el cálculo matemático indica una asistencia de unas 10.000 personas. Si alguien quiere discutir esa cifra (que he mencionado con amplia generosidad para los manifestantes, porque tal vez eran menos) le desafío a que muestre la foto de la Plaza a la hora que Perón hablaba y verá que digo la verdad.
Pues bien, eso, y nada más que eso, fue el famoso "día de la lealtad" del 17 de Octubre del 1945 y con base en esa falsa leyenda se construyó el poder de Perón.
El gral. Avalos que había ordenado la detención de Perón, renunció al Ministerio de Guerra y desde ese día en adelante el Presidente Farrell no hizo otra cosa que preparar el dudoso triunfo electoral de Perón en Febrero de 1946.
Ese "triunfo" fue una combinación del poder militar en manos de Perón, del apoyo sindical propiciado por Cipriano Reyes, la estupidez de la oposición que formó una "Unión Democrática" integrada por el partido comunista aborrecido por los argentinos y el espaldarazo que el Episcopado le dió a Perón. Además de todo eso, el Embajador de los EEUU, Spruille Braden, tuvo la imprudencia de mostrar su oposición a Perón, cosa que éste aprovechó para crear el famoso "slogan": "¡Braden o Perón!".
Desde que Perón subió al poder en Junio de 1946 se dedicó a formar un partido que le sirviera de instrumento, usando su propio nombre para su designación. Se llamó "partido peronista", dejando de lado al partido laborista que lo había llevado de candidato en la elección de Febrero y encarcelando a su jefe, Cipriano Reyes en un acto de cinismo y de desagradecimiento que fue el comienzo del terror que inspiraba a sus seguidores, todos ellos conscientes de que si "caían en desgracia" podían ir a parar a la cárcel, como Reyes.
El "gobierno" de Perón fue tiránico, deshonesto, demagógico y ruinoso. De un gran país hizo una republiqueta deleznable. Se rodeó de gente como él, o sea, de individuos de pocos escrúpulos y baja condición. La más importante fue su mujer, Eva Duarte, alias "Evita". Había sido artista de cine y de radio, entre otras cosas, y estaba poseída de una furia política desusada. No tenía inconveniente en blasfemar en su desatada idolatría de Perón. Una vez la oí decir en un discurso: "¡Yo no concibo el cielo sin Perón!". Es decir, el cielo era para ella, Perón. Dios era como un "personaje" secundario.
Sus colaboradores o sirvientes, como quiera llamárselos, eran tan deshonestos como el mismo Perón, cuya fortuna personal creció durante la presidencia, tan es así que cuando fue derrocado vivió como un rey durante los 18 años de exilio. Su última residencia fue una importante casa en el exclusivo barrio de "Puerta de Hierro", en las afueras de Madrid.
Su derrocamiento por la Revolución Libertadora en Septiembre de 1955 fue fruto de un clamor popular. Nunca ví una multitud más grande que la que recibió al gral. Lonardi cuando llegó triunfante desde Córdoba a Buenos Aires. Ocupaba todas las avenidas desde el Aeroparque hasta la Plaza de Mayo y ésta por completo con todas sus calles accesorias.
Lamentablemente Lonardi fue derrocado por la masonería liberal encabezada por la "Junta Consultiva" integrada por los políticos y el gral Aramburu, de la misma filiación, ocupó la presidencia de facto.
Los errores cometidos por Aramburu, entre ellos, el de no impedir que Frondizi fuera elegido Presidente en 1958 mediante un pacto con Perón, permitieron que el peronismo se convirtiera en un virus nacional que penetró en todos los partidos y en todas las instituciones, incluyendo el clero y la Fuerzas Armadas.
El peronismo más que un partido político pasó a ser una mentalidad constituida por una dosis poderosa de resentimiento social igualitario, otra dosis de estatismo prepotente y otra de latrocinio. La política se convirtió en un negocio de rufianes al servicio de una ideología de contenido marxista puesto que incluye la lucha de clases, el desprecio de la propiedad privada (de los sometidos) y la supresión de las garantía individuales. Los rufianes son la "nomenklatura" de ese movimiento, como lo eran los jefes de la URSS y lo son hoy en Rusia o en Cuba, que viven como reyes del fruto de su rapiña, pero sin dejar de aspirar a una sociedad sin clases y a la dictadura del proletariado.
Y así hemos llegado al momento actual en que nadie es dueño del nombre "peronista", pero casi todos tienen mentalidad peronista, es decir, son proto-marxistas con creciente simpatía por el bloque neo-comunista del mundo y de Iberoamérica en especial.
Mientras esa situación no acabe, no hay salida para el país, a no ser por una rampa inclinada que conduce al comunismo. Quienes nos oponemos a ese descenso siniestro, quedamos aislados como extranjeros en su propia tierra, hablando un idioma que nadie entiende, el idioma del catolicismo, de la lógica, del trabajo y el de la honradez intelectual y económica.
El monopolio político del peronismo tiene al clero como uno de sus más eficientes apoyos. Los primeros que contribuyen a consolidar el dominio de la mentalidad peronista y al aislamiento de los resistentes, son los clérigos, inclusive los de más alta jerarquía, como ha podido verse por la inusitada “amabilidad” con que la usurpadora presidencial es tratada nada menos que por el Papa. Y eso a pesar de que Perón quemó varias de las más importantes iglesias de Buenos Aires y profanó sus Sagrarios.
En este nuevo aniversario del ominoso y falso "día de la lealtad", inventado en todas sus partes, dejo constancia de mi repudio al peronismo y rezo para que la Virgen de Luján, Patrona de la Argentina, acabe con esa peste antes de que ésta acabe con nuestra Patria.
Cosme Beccar Varela
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