Entrevista sobre los Encuentros de "Mujeres Autoconvocadas" - Con ocasión del encuentro en Mar del Plata (2015)
Entrevista sobre los Encuentros
de "Mujeres Autoconvocadas"
Con ocasión del encuentro en Mar del Plata (2015)
En
el contexto de los acontecimientos
ocurridos en la Catedral de Mar del Plata con relación al XXX Encuentro
Nacional de “Mujeres Autoconvocadas”, realizado en octubre de 2015,
ponemos a su alcance una entrevista al Prof. Juan Carlos Monedero (h),
quien desde hace años aborda estos temas.
–Muy buenos días, estimado Juan Carlos, antes
de comenzar con el tema que nos llevó a esta entrevista, contános un poco de
vos. ¿A qué te dedicás? ¿Qué edad tenés? ¿Cuáles son tus estudios?
–Soy docente en el Nivel Primario y Secundario de un colegio
católico. Además, soy Profesor de Filosofía en la Universidad. Tengo
30 años, recién cumplidos. Me recibí de Bachiller en Filosofía (UNSTA) y estoy
cerca de licenciarme.
–¿Hace cuánto que trabajás en la docencia?
–Desde los 22, 23 años trabajé como preceptor en colegios
secundarios. Y desde el 2011 estoy frente a curso.
–¿Qué materias dictas?
–Dicto Catequesis, Formación Doctrinal, Metodología del Estudio
y además soy Tutor de chicos de primaria y secundaria. En la Universidad, me
desempeño como profesor adscripto de dos materias filosóficas en la carrera de
Psicopedagogía. Me intereso por las temáticas vinculadas a la lingüística, la
semántica, la cultura de la vida y las ideologías, entre otras cosas.
–Bien. Vayamos a nuestro tema. Fue noticia toda
la semana pasada, además de que hubo mucho material rondando por las redes, el Encuentro de Mujeres Autoconvocadas y, especialmente,
el ataque a la Catedral
de Mar del Plata el domingo 11 de octubre por la tarde/noche. ¿Qué comentarios
podrías hacer al respecto? ¿Cómo se arman estos encuentros?
–Todavía falta mucho por salir a la luz. Sin embargo, hay
algunas cosas que pueden afirmarse con seguridad. Este fue el encuentro N° 30
de una seguidilla que arrancó en 1986. Hay cosas que pasaron que se vieron por
televisión e Internet, especialmente YouTube. Pero hay otros elementos, no tan
difundidos ni evidentes, que son de mayor interés. El encuentro se pone en
marcha y se ejecuta mediante una llamada Comisión
Organizadora y digo “llamada” porque se da la paradoja de que el encuentro,
al mismo tiempo que reconoce esta Comisión, se plantea a sí mismo como
horizontal y sin jerarquías. En la ciudad en donde se desarrolla, distintas
entidades (colegios, universidades, centros de estudio, etc.) prestan sus
instalaciones para que allí tengan lugar los “talleres”. Los talleres son
espacios donde se reúnen las mujeres y debaten sobre distintos temas. Suele
haber unos 50 talleres por cada encuentro.
–¿Qué hacen en esos talleres? ¿Cómo trabajan?
–En teoría, los talleres son “soberanos”: el
temario propuesto para cada uno es indicativo y son los participantes quienes
resuelven los temas y el alcance de los mismos. Cada taller cuenta con una
coordinadora designada por la Comisión Organizadora; su rol principal es
impulsar la participación de todas las mujeres del taller. Se nombran dos o más
secretarias que registran las opiniones y debates. En el desarrollo de la
discusión prevalece la controversia, manifestándose casi siempre resentimiento
y agresividad. Por eso,
está prevista la acción de lo que podemos llamar “las mujeres rotativas”:
chicas que ingresan sorpresivamente en un taller a pudrir la discusión. La coordinadora, junto a las secretarias y todas las chicas que
lo deseen, redactan las conclusiones del
taller donde se consignan las diferentes opiniones de cada tema, aún las
opiniones individuales. Esta redacción debe ser aprobada
por todas las participantes por consenso. No se vota. El documento final es
entregado a la
Comisión Organizadora el último día del Encuentro. Este es el
procedimiento en teoría; en la práctica, incontables
talleres no presencian una discusión que “termina” a los gritos. Presencian un
griterío interminable, de principio a fin. Ni se puede llamar “debate”. Es pura
agresividad verbal en el inicio y en la culminación del taller, que no pocas
veces es finalizado también abruptamente.
–Si los encuentros fueron organizados por gente
que, en principio, piensa lo mismo sobre un abanico de temas, ¿cómo surgen las
discusiones y los debates?
–En lo que a nosotros nos interesa, abortistas y feministas
presentan un frente común y monolítico. Puertas adentro, ellas tienen
diferencias. Sin embargo, el punto de ignición en los debates se da por la
presencia de otras mujeres, de distintas edades, que desde hace años ingresan
en los talleres a fin de discutir y presentar una cierta resistencia a los planteos
abortistas. Ya no pueden decir las abortistas que sus conclusiones representan
a todas las argentinas. Muy por el contrario, existen incontables mujeres
provida que impugnan, de plano, el aborto y todo tipo de atentado a la vida
humana. Muchas de esas mujeres son conocidas y amigas nuestras, a quienes
aprovecho la oportunidad para manifestar mi respeto y admiración por plantar
cara a estos desórdenes mentales y morales.
–¿Dónde tienen lugar estos talleres?
–En las instalaciones que los gobiernos provinciales y
locales, así como otras entidades privadas, les prestan a la Comisión Organizadora.
Esto merece también un comentario aparte. ¿En qué condiciones dejan los
colegios y demás instituciones que la gobernación de la ciudad pone en sus
manos? En su momento, las autoridades forzaron a la Directora de un Colegio
a que prestara sus instalaciones para estas mujeres. En otra ocasión, ocuparon
un comedor para niños carenciados y terminaron robándose sus cosas. Ensucian,
roban, destruyen, destrozan.
–¿Sólo se discute el tema del aborto?
–Es uno de los temas principales pero, hasta donde sé, no es
el único. También se intenta implantar la temática de género –la famosa ideología de género–, la ideología
antidiscriminatoria, la educación sexual, entre otros. En una palabra, la cultura de la muerte como la llamó el
Papa Juan Pablo II. Esta presencia disonante, que se plantea en favor del orden
natural y sobrenatural, explica la reacción de las abortistas. La temática
oficial de un taller puede principiar –por ejemplo– en “Mujer y Turismo, Salud de la mujer, atención sanitaria,
discriminación” y desembocar en el debate sobre el aborto en un abrir y
cerrar de ojos.
–¿Y cómo es esa reacción de los abortistas?
–Reaccionan con la violencia verbal y física. Así, directamente.
En incontables casos no resisten los argumentos y su única vía de escape es la
agresión. Esto nos dice algo desde el punto de vista psicológico. La violencia
no es el punto culminante del debate: el taller, como dijimos, está atravesado
por la violencia. Incluso entre las mismas abortistas.
–¿Qué nos dice esto desde el punto de vista
psicológico?
–Que la mente de estas mujeres no es capaz de encontrar una
respuesta satisfactoria a los argumentos que nuestras amigas les formulan. Que
los pocos argumentos que tienen no las satisfacen y que sus almas, en vez de
abrazar dócilmente la verdad –o, al menos, retirarse y dudar– reaccionan bajo
el influjo del resentimiento ideológico.
–Algo lejos de lo que debería ser la atmósfera
del debate…
–Exacto. En vez de prevalecer un ámbito de discusión y
argumento, la atmósfera de situación se enrarece hasta volverse peligrosa. Nervios.
Griterío. Agresividad. Caos. Por eso quiero destacar el sacrificio, la voluntad
y el esfuerzo de nuestras chicas que se oponen a la ideología abortista. Muchas
vienen de muy lejos para hacerlo, dejando atrás no sólo las comodidades sino
legítimas aspiraciones.
–Los que defienden el aborto siempre argumentan
que es la Iglesia
la que practica la intolerancia, silenciando el disenso de quienes no
concuerdan con sus enseñanzas.
–Es un argumento muy repetido, como decís. La paradoja es
que los abortistas cuestionan a la
Iglesia por algo que, cuando les toca a ellos, también hacen.
La diferencia es que la
Iglesia responde con argumentos y ellos con palos e insultos.
La otra diferencia, principal, es que la Iglesia protege la vida del inocente y ellos sólo
persiguen su eliminación directa. No somos lo mismo, no hay comparación.
–Entre nosotros, en el campo católico, también
se sabe que no sólo las mujeres sino también los varones acompañan esta
escaramuza que forma parte de la batalla
cultural.
–Sí, también los varones. Mientras tienen lugar los
talleres, algunos permanecen en oración. Otros, incluso, suman a esa oración la
adoración del Smo. Sacramento. Jóvenes de todo el país viajan para defender la
vida. Muchos custodian a las chicas cuando salen de los talleres porque saben
que fuera de los mismos las abortistas suelen tomarse sus venganzas. En
Posadas, la noche anterior a la defensa de la catedral varios grupos de varones
salimos a hacer propaganda en defensa de la vida humana y de la familia.
–¿Sabemos
algo de cómo se financian estos encuentros?
–Se sabe más
de los resultados concretos y visibles. Es más fácil, a mi parecer, encarar
este tema desde los efectos observables. Existe, sin duda, un enorme caudal de
dinero que hace posible la logística que está a la vista de todos. Los encuentros se declaran
autofinanciados. Sin embargo, reciben aportes en mayor medida de entes
gubernamentales (municipales, provinciales, nacionales) como también de ciertas
empresas y comercios. La verdad es que los grupos abortistas y feministas manejan
muchísimo dinero.
–¿Existen
antecedentes de este tipo de reuniones? ¿Cuáles son las influencias?
–Entre los
antecedentes inmediatos, podemos mencionar una reunión que tuvo lugar en Kenya, 1985. Foro de
ONGs. Tampoco puede omitirse la primera Conferencia Internacional sobre Mujer y
Desarrollo (México, 1975); le siguen las Conferencias de Copenhague en 1980, la
de Nairobi en 1985 y, por último, la de Beijing en 1995.
–¿Y qué tienen en común
estas conferencias y encuentros internacionales?
–Son todas usinas e instancias
internacionales ligadas a las Naciones Unidas. Ligadas en lo económico, en lo
político y en lo cultural. Eso significa que promueven la ideología de los
derechos humanos, el feminismo, la mentalidad anticonceptiva, el aborto y el
homosexualismo político. En suma, el conjunto de falacias que desde hace más de
50 años tiene en jaque a Occidente.
–La pregunta del
millón. ¿Para qué se hacen estos encuentros? ¿Qué fin se persigue? Se habla de
“femicidio”, de “violencia de género”, machismo, “violencia heteropatriarcal”,
“micromachismos”. ¿Qué significa todo esto?
–Los términos “violencia de género” responden a la
estrategia de decir una verdad para defender una mentira. ¿Cuál es la verdad?
Que es absolutamente reprobable todo tipo de discriminación injusta contra la
mujer; que es absolutamente reprochable que el varón le levante la mano, que
cobre menos que el hombre por el mismo trabajo, etc. Pero, ¿cuál es la mentira?
La mentira es que impedir un aborto sea “violentar” a la mujer. Es mentira que
salvar la vida del embrión sea “violentar sus derechos” porque no hay derecho a
la ejecución de un inocente.
–“Violencia de género” no es lo único que se
menciona. También se habla de femicidio.
–Hablemos claro de una vez. “Femicidio” no existe. Existe el
homicidio. Lo mismo lo que decías recién; hablabas de machismo, micromachismos, violencia heteropatriarcal. La verdad es
que todas estas palabras son el resultado de un cambio de óptica: cosas que son
naturales y propias de la buena educación –como dejar pasar primero a una
mujer, cederle el asiento, ahorrarle algún esfuerzo físico, etc.– son
considerados por estos grupos como “micromachismos”. Hay toda una enfermiza concepción que responsabiliza al varón, al
sexo masculino, del 100% de cosas malas que le ocurren a la mujer. Se fomenta
el resentimiento contra el sexo masculino de una manera absolutamente
desembozada, cubriéndose de “razones” y “argumentos”. Reconocer a una mujer
como diferente y tratarla distinto es “machismo”. Un acto de amabilidad en un
colectivo es objeto de controversia. Están convirtiendo muchas cosas buenas en
algo odioso. Estamos en un punto en que esto es demencial.
–También se habla de estereotipos de género, interrupción
del embarazo, “yo decido”, etc.
–La locura ha llegado a tal punto que el hecho de regalar a
un sobrino un juguete de guerra y a una sobrina una muñeca es tildado de
“imposición de estereotipos de género”. Para ellos, todo es construcción. Lo
social es construcción y aspiran a construir un nuevo ser humano a partir de
una nueva sociedad en la que ellos serán los que decidan qué puede enseñarse,
escribirse y decirse. Y qué no. Llegamos a la paradoja de que para obtener la
plena libertad que ellos nos prometen en un futuro, debemos entregar nuestra
propia libertad en el presente. Interrupción
del embarazo es otro ‘caballito de batalla’ del aborto: abortar no es
interrumpir. Abortar es matar, asesinar, destruir. El término género es parte de la ideologización de
la sexualidad. Por eso es que no debemos adoptar un vocabulario que es
solidario de una mentalidad que rechazamos. Me gusta mucho la frase del
Profesor Jorge Ferro al respecto: “El lenguaje es un inapreciable instrumento
de penetración y dominio. Es la savia misma de la vida social y cultural. Quien
imponga un determinado lenguaje impondrá junto
con éste un modo de entender la realidad, una cosmovisión subyacente,
valores morales, culturales y políticos, pautas de conducta”.
–A la luz de los hechos, ¿qué pensar de estas
mujeres que hablan y hablan y hablan contra “la violencia de género”, aún
sabiendo que el término género es,
como dijiste, engañoso y funcional a la ideologización del sexo?
–Los hechos, que están a la vista de todos, demuestran que
la consigna “contra la violencia de género” es sólo un canto de sirena. Quienes
más se llenan la boca contra la violencia, quienes más patalean para erradicar
la “violencia contra la mujer” son los primeros que destruyen, incendian,
delinquen, maltratan, agreden, etcétera. El objetivo es que nosotros perdamos
el tiempo discutiendo sus palabras cuando en realidad deberíamos tener en
cuenta, en primer lugar, los hechos. La consigna de “Erradicar la violencia de género” es pura distracción. Fuegos
artificiales. Lo que realmente piensan puede comprobarse observando lo que
hacen. No lo que dicen.
–Estas mujeres se autotitulan feministas.
¿Existe un auténtico feminismo, con ideales y proyectos nobles? ¿Se puede
hablar de dos feminismos, uno “bueno” y otro malo?
–Estrictamente hablando, existen verdades sobre la mujer,
sobre su dignidad, sobre su femineidad. La mujer como misterio, la esencia de
la mujer como algo noble, superior, llamado a complementarse y a cooperar con
el varón. El feminismo, por el contrario, es la ideologización de esta verdad.
La verdad de la dignidad de la mujer es tomada por la ideología feminista y
puesta en contradicción con otras verdades de la misma mujer; por ejemplo,
contra la verdad de la Maternidad.
–¿Hay dos feminismos?
–No. Sostener un feminismo hipotéticamente bueno y otro
feminismo “malo” es hacerle el juego al único feminismo que existe. No existe
un feminismo bueno como no existen un comunismo o liberalismo “sano”. Existen,
ciertamente, verdades deformadas por el feminismo. Existen verdades
desnaturalizadas por el comunismo y por el liberalismo. Y es cierto, como se ha
enseñado clásicamente, que todo error no es otra cosa que una desfiguración de
la verdad. Eso es cierto. También puede admitirse que todo error toma una
verdad y la enloquece (algo de esto escribió Chesterton). Pero una cosa es
reconocer esto y otra cosa es “salvar” al feminismo deslizando la existencia de
un hipotético feminismo bueno. Esto hay que decirlo con toda claridad.
–Dejando de lado la cuestión semántica y
volviendo al campo de los hechos noticiados. Pregunta. Los destrozos que
podemos observar, ¿fueron una parte de las mujeres del encuentro o fueron
todas? ¿Es una actividad prevista?
–Hay gente que considera imposible que la destrucción de la
propiedad privada sea algo llevado a cabo por la totalidad de las mujeres que
participaron en este encuentro. Personalmente, no me consta que el 100% de las
mismas haya convalidado –directa o indirectamente– toda la gama de agresiones.
No me consta ni me puede constar. Es imposible saberlo. Pero aun así, pienso:
si estás a favor de matar a tu propio hijo, indefenso e inocente, en tu mismo
vientre; si considerás un “derecho” eliminarlo por medio de un inyección o
destrozarlo con unas tijeras, si sos capaz de derramar su sangre, ¿por qué no
vas a pintar una pared de un comercio? ¿Por qué no vas a arrojar materia fecal?
–Muy fuerte lo que decís.
–Es que realmente hay planteos que asombran. Porque más
grave que tirar palos, botellas, encender bengalas, graffitear, etc., es el
aborto. Y el que puede lo más, puede lo menos. Por eso, yo no les creo. No les
creo que la responsabilidad de los incidentes sea de un grupo “minoritario”. No
fue una marcha que “accidentalmente” terminó en incidentes. Fue un incidente
planeado y planificado, que se repite hace años. Cuando desde los MMCC se
distingue entre una gran mayoría que “no hizo disturbios”, se pretende salvar
el buen nombre de los abortistas. Es propaganda “para la gilada”. En el fondo,
todos coincidían en lo central: matar a un hijo es un derecho. Y frente a eso,
pintar o no una pared se convierte en algo absolutamente secundario. De todas
maneras, estamos hablando de delitos y contravenciones cuyos responsables no
tardarían en ser detenidos si no estuviesen parapetados en estas consignas.
–Los que defienden el “derecho” al aborto
sostienen, entre sus argumentos, que el ser que se gesta en el vientre no está
vivo hasta tal o cual semana. O, si admiten que está vivo, reconocen que es un
ser humano pero no una “persona humana”. Recuerdo un debate con una abortista
que me hablaba de “parásito humano”, algo similar a la “lombriz solitaria”, al
referirse al feto. ¿Qué pensás de esto?
–Tales planteos, tales giros lingüísticos, son una cosa
indignante. No deben ser discutidos como posición teórica pasible de razones
sino denunciados y desenmascarados como obra maestra de la perversión del
lenguaje. Mientras el hombre envía una expedición a lejanos planetas y asegura
que la mera posibilidad de existencia de los elementos químicos del agua sería
un probable indicador de vida extraterrestre, las pruebas incontrastables de
vida intrauterina se ignoran. Y si la madre tiene en su seno “una vida humana
que no es persona humana”, ¿entonces qué es?
–Estamos ante algo que cada vez es más demencial.
–Sencillo: si la madre no lleva dentro una persona, entonces
ni es madre ni está embarazada.
–¿Cómo explicás esta agresividad, esta
violencia y este odio?
–Considero que son varias causas, es un conjunto de causas,
pero deseo destacar una: la ideologización. Todo esto no sería posible sin el lavado de cerebro, cultural e
intelectual, que se hace en tantas cátedras y universidades. Lo cierto es que la
agresividad no fue eliminada. Cambió de objeto. Por eso, la respuesta a la
agresividad no puede ser el pacifismo. La principal diferencia entre los
abortistas–feministas y nosotros, los católicos, no pasa por la energía que
pongamos para defender lo que creemos. Pasa por lo que creemos.
–A ver, explicate un poco más.
–Dios es Amor, ¿cierto? Es Amor Infinito. Nos creó por amor
y para el amor. Sin embargo, pocos saben que unos de los efectos del amor es
oponerse a aquello que atenta lo que amamos. Luchar. Oponerse. Combatir. El
médico ama el paciente y odia su enfermedad; y la combate. No lograremos
desentrañar este tema hasta que podamos ver con claridad que el problema del
odio feminista está en que es feminista y
no en que es odio. Porque, efectivamente, hay un odio legítimo.
–¿Cuál?
–El odio al mal. Efectivamente, odiar la injusticia es
bueno. Dice el salmo 97 (96): “Tú amas,
Señor, a los que odian el mal, proteges la vida de tus fieles y los libras del
poder de los malvados”. Esto es importantísimo. Importantísimo entenderlo,
si no confundimos todo. El problema del uso de la fuerza en los abortistas está
en que son abortistas y no en que usen
fuerza. La fuerza es energía y se especifica en orden al fin para el cual se
utilice. Un policía que defienda a una mujer de un ataque haciendo uso de la
fuerza es noble. Es heroico.
–En los videos, puede escucharse que la
agresividad verbal va escalando. Entre las consignas, me llamó la atención “Iglesia/basura/vos sos la dictadura”.
–Como otras, esta consigna responde a la ideologización que
la izquierda viene realizando desde hace décadas. Pero no sólo la izquierda
sino principalmente el oficialismo. El mismo hecho de llamar “dictadura” al
gobierno militar nos dice algo. Desde que asumió el kirchnerismo en el 2003, el
oficialismo no deja de abanderarse con planteos históricos que generan
consignas como esa.
–¿Qué otros grupos están involucrados en esto?
–No sólo los abortistas y los feministas. También los grupos
de todas las gamas de la izquierda, el socialismo y el marxismo. Todos estos
grupos –y las ideas que sostienen– son causa directa de incontables muertes en
todas partes del mundo. Rusia, China, Cuba. Parece que el asesinato es el hilo
conductor entre las ideologías de izquierda y el aborto. Pensemos también sino
en PlannedParenthood, empresa
promotora del aborto en todo el mundo. PlannedParenthood,
en este momento, enfrenta la situación más difícil de su existencia: sus
principales líderes fueron grabados en una cámara oculta. Lo que se supo fue
espantoso[1].
–Es evidente que todos participan de la misma
mentalidad y producen los mismos actos. Ahora bien, volviendo a las
Autoconvocadas, ¿qué pretendieron hacer estas mujeres en Mar del Plata y en las
demás ciudades?
–Atacar la Catedral y profanarla. Ese era su objetivo, el
cual viene siendo evitado por grupos de fieles católicos que, a lo largo de
estos años, se vienen apersonando delante de los templos, poniendo –literalmente–
el cuerpo. Rosario en mano y con el Avemaría
en sus bocas.
–¿Qué hay de los que piensan que estar allí
presentes es “una provocación”? Si no se hace la
defensa, ¿igualmente habría ataque?
–Primero, en sí mismo, el argumento es una idiotez. Y digo
que es una idiotez porque no resiste el menor análisis. Pero además, es falso,
porque la organización de la defensa de catedral empezó tras
el feroz ataque y profanación de la Catedral de Rosario, también en el marco de
Autoconvocadas. En ese entonces, las feministas entraron al templo, violaron el
sagrario, rompieron imágenes, etc. O sea: ya sabemos lo que son capaces de
hacer.
–¿Es suficiente resistir de esa manera pasiva?
–Con esta pregunta entramos en un terreno delicado. Quiero
subrayar que respeto a todos los católicos que sucesivamente y a lo largo de
los años han defendido las distintas catedrales que vienen siendo atacadas.
Pienso, asimismo, que en todos los casos se hizo lo mejor que se pudo con los
elementos que en ese momento estaban disponibles. Lo que debemos pensar es cómo
fortalecernos aún más para que, llegado el momento, tengamos más de una
variante.
–¿A qué te referís?
–A que ya tenemos experiencia en lo que pasa. Y que una cosa
es juntar, contra viento y marea, a 60, 100, 200, 250 personas para vernos reducidos
a interponernos entre los agresores y la Catedral; y otra es trabajar
sistemática y sostenidamente durante todo un año, preparar a las personas,
conocerse, delinear un plan común, etc. pudiendo juntar el día de la defensa varios
miles de católicos. Las posibilidades de lo que se haga el día del
ataque están en directa dependencia con la calidad y cantidad del trabajo
previo.
–Hay quienes piensan que la defensa no sólo
puede ser pasiva sino que debe serlo.
–La legítima defensa es una “pata” de la doctrina que se
conoce bastante poco y mal. Ante un ataque, existe la posibilidad legítima de
defenderse. ¿Cómo? Todo depende de la magnitud del ataque. Cómo debamos los
católicos defender la Catedral guarda relación con el ataque. Por eso es que,
sabiendo lo que ha ocurrido, tenemos que prepararnos para lo que viene
ocurriendo. Ni más ni menos. Si nos preparamos para menos, nos exponemos a
reaccionar de manera deficiente. Si nos preparamos para más, nos exponemos a reaccionar
de manera excesiva.
–¿Qué otros elementos habría que tener en
cuenta?
–Es indispensable tener en cuenta la historia. Porque el
ataque a los templos y catedrales no es algo nuevo. Pensemos en la España del
30’: los ataques a la fe en el marco de la Guerra Civil. La Guerra Cristera en
México, años 20’. La misma Argentina en el 55’ con la quema de las iglesias. En
todos los casos, la resistencia fue enérgica. Y siempre ella debe guardar, si
quiere ser legítima, la proporción entre el ataque y la defensa. No hay que
inventar nada. Tampoco preocuparse de que los MMCC nos tergiversen “si
resistimos activamente”. ¡Ya nos están tergiversando!
–He escuchado que uno de los argumentos por los
que se viene realizando una defensa “pacífica” de la Catedral, ante los
encuentros de Autoconvocadas, es por
aquello que dijo Nuestro Señor: si
alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, preséntale también la otra (Mt.
5, 39). ¿Qué pensas al respecto?
–Como te dije antes, guardo un respeto y un reconocimiento
por quienes a lo largo de los años han defendido los templos y catedrales, cosa
que no sólo tiene lugar en el marco de Autoconvocadas
sino también en el marco de la “Marcha del Orgullo Gay”, llevada a cabo en
Buenos Aires los primeros días de los meses de noviembre. Yo mismo he asistido
a varias de esas defensas y, en concreto, estuve en la catedral de Posadas en
el 2012, frente a Autoconvocadas. Por lo tanto, sé que es un momento de enorme
tensión; los caminos y las posibilidades son muchas, no todas son claras; lo
que debe hacerse y lo que no puede llegar a ser, en parte, discutible, hay un
margen de opinión; no es todo blanco y negro. Todo eso lo he vivido y lo
entiendo. En particular, esta respuesta –lo subrayo– quiero hacerla en el marco
del respeto por todos los que asistieron y asisten, más allá de las lógicas diferencias
que pueden llegar a surgir. Cuando Nuestro Señor habla de “poner la otra
mejilla” se refería a las ofensas que nos hagan a nosotros. A las ofensas que
podamos recibir en el plano personal vos y yo, Juan, Pedro, María, etc. En los
ataques a las catedrales y templos, ocurre otra cosa.
–¿Qué ocurre?
–Ocurre la ofensa a Dios y a sus recintos. Y la ofensa a
nosotros sólo en cuanto somos personas que nos identificamos o queremos
identificarnos con la fe católica y con Cristo. Cuando nos insultan y
agreden, no lo hacen en tanto personas con tal nombre y tal apellido; de hecho,
no conocen nuestro nombre ni nuestro apellido. Nos ofenden en tanto somos
representantes de la Iglesia Católica. Nadie está ahí para representarse a sí
mismo. Por tanto, si es lícito defender los templos porque ellos son un signo
de Cristo donde Él habita, también es lícito defenderse a uno mismo. Porque
también, uno mismo, es, por la gracia, recinto de Cristo.
–¿Podrías darnos un ejemplo que nos ayude a
entender mejor esto?
–Sí. Me gusta mucho el ejemplo de la conversión de San
Pablo. Cuando leemos en Hechos de los Apóstoles, cap. 9, que Saulo, “al acercarse a Damasco”, es alcanzado “de improviso” por “una luz que venía del cielo”, envolviéndolo “con su resplandor”, ¿qué le dice Cristo? Son palabras antológicas.
Cristo le dice: “Saulo, Saulo, ¿por qué
me persigues?” (Hc. 9, 4). El que persigue a los cristianos, persigue a
Cristo. Las abortistas y feministas persiguen a los cristianos. Luego,
persiguen a Cristo. Por eso es que cabe distinguir entre ser pacífico y
pacifista. El pacifismo, como dijo el Papa Pablo VI, “no es ni cristiano ni católico”. Mientras que sí hay una
Bienaventuranza para los pacíficos, que es algo muy distinto. En conclusión, la
defensa de las catedrales y templos no puede ser pacifista.
–¿Qué es necesario para lograr esa defensa?
–Ante todo, prepararla. En esta oportunidad, en Mar del
Plata –la verdad sea dicha–, los católicos que defendieron la Catedral hicieron
lo que pudieron con el poco tiempo que disponían. Me explico: según el
testimonio de personas radicadas en Mar del Plata, el obispo de la ciudad,
Antonio Marino, había prometido que el día de la marcha la Catedral estaría
custodiada por la Policía, la Infantería y la Prefectura. Incluso, suspendería
las tres misas que se dan ese día, modificaría el lugar de su celebración, a
fin de no exponer a los asistentes. Tres horas antes –me consta, como dije, por
testimonio de un amigo que estuvo en la defensa el pasado 11 de octubre–,
apenas tres horas antes, los católicos se enteran de que el obispo: 1) No había
llamado a la Policía; 2) No había llamado a la Infantería; 3) No había llamado
a la Prefectura; 4) Autorizaría la celebración de las tres misas. Aun sabiendo
todo esto, hubo un grupo de católicos que, exponiéndose, se apersonó en la
catedral. La resistencia que, con todo en contra, impidió la profanación del
templo se formó en apenas 3 horas. El obispo y el párroco se borraron completamente y sólo aparecieron cuando los abortistas
y feministas se alejaron. Y, además, sólo se mostraron custodiados por la
policía.
–¿Hubo heridos en la defensa?
–Hasta donde yo sé, hubo 7 personas nuestras heridas. Por
eso conviene remarcar y destacar que todo lo que se ha visto en cámara son
delitos y contravenciones que no serían toleradas si fuesen realizadas por otras
personas. En un partido de fútbol, por ejemplo, por mucho menos se arrestan a
los que generan disturbios. Parece que la defensa del aborto es la carta de la
inmunidad, es el escudo legal para delinquir sin ser molestado. Y no se trata
solamente de este encuentro. También hubo heridos en los anteriores. Por
testimonios de personas que estuvieron presentes, tengo que decir que, en Mar
del Plata, la agresión fue de tal magnitud que pudo haber habido algún muerto.
–Tanto el encuentro como la marcha se proponen,
entre otras cosas, erradicar la “violencia de género”. Hay gente que se
sorprende que un reclamo que, en principio, sería bueno, termine en estos actos
delictivos y vandálicos.
–Bajo la capa de la erradicación de la llamada violencia de género se busca instalar,
primero, el debate por el derecho al aborto. Aunque no parezca, muchos
abortistas se conforman con el simple hecho de debatir este tema. Ni siquiera
con imponer su posición: simplemente, debatir.
–¿Por qué?
–Porque saben que si el ser humano termina debatiendo ésto,
tarde o temprano, lo aceptará. Es una estrategia que se compone de pequeños
pasos. Cuando se empieza por debatir lo obvio, lo obvio deja de ser obvio. Por
eso, hace años, somos testigos en la Argentina de un permanente cuestionamiento
de lo evidente, que paulatinamente deja de ser considerado tal: “¡Eso no es un
ser humano, es un embrión, es un conjunto de células!”. El efecto propio de
este poner “en tela de juicio” lo obvio es naturalizar la negación de lo
básico. A toda costa nos quieren acostumbrar a escuchar –simplemente
escuchar– que la vida del niño por nacer puede ser objeto de debate.
–Me parece muy importante enfatizar que uno de
los objetivos es instalar el mero hecho de “debatir”.
–Es que al principio, ni siquiera nos exigen que aceptemos,
de plano, el aborto. Sólo nos exigen que aceptemos “el debate”; esto es, que
admitamos que “habría razones” en ambos lados. Bajo el temor de ser señalado
como “cerrado”, la gente termina aceptando debatir cualquier cosa aunque su
sentido común, su elemental honestidad y hasta su vergüenza se vean ultrajadas
hasta la náusea. Ahí tenemos el nudo de la batalla cultural: el sentido común. Debemos
decir con todas letras que existen cosas
que no están sujetas a discusión. Cosas que no deben ser objeto de controversia
intelectual.
–“Cambiar el sentido común” es Gramsci puro.
–Así es. Hay que alterar la percepción que el hombre tiene
naturalmente de las cosas. Por eso es que, hoy por hoy, las ideologías han
convertido la mente humana en una arena de combate. El agresivo ariete de los
abortistas impacta en el intelecto antes que en el templo. Por eso no debe
sorprender a nadie que estos encuentros terminen con tal grado de violencia. La
violencia yace en la mente, antes que en la mano. La violencia se gesta primero
en la conciencia, antes que en el puño.
–¿Qué grado de aceptación tiene este tipo de
encuentros, definitivamente signados por la violencia?
–Gracias a
Dios, todavía queda mucha gente que advierte que el caos y la defensa del asesinato
no son el camino. Puedo contar por testimonios de amigos y conocidos que hubo
pueblos en donde las personas se negaban a colaborar con estas mujeres en
cuanto las identificaban. Tal cosa pasó en Tucumán, por ejemplo; remiseros que
no las trasladaban, confiterías que no las atendían, almacenes cerrados para no
abastecerles de nada, etc.
–¿Hubo alguna declaración, antes o después, por
parte del obispo de Mar del Plata o de algún jerarca de la Iglesia?
–Sí, hubo declaraciones. Pero las palabras pueden decirle
algo a quien no conoce la realidad más de cerca. Cuando sabés lo que ocurrió
dejás de atender a las palabras y discursos para concentrarte en los hechos. Y todo
se vuelve claro aunque también doloroso e indignante. Más allá de lo que puedan
haber dicho, la verdad es que la Catedral quedó absolutamente desprotegida, a
merced de los enemigos de la fe. Cero Policía, cero Prefectura y cero
Infantería. Y no sólo la Catedral sino principalmente el grupo de católicos
que, en un acto de testimonio de la fe, se apersonaron para no dejar solo el
Sagrario. Me consta por testimonio de uno de ellos que el Obispo les dijo en
una ocasión: “Si rompen el edificio, rompen el edificio. No me importa”.
–¿En qué sentido la actitud del obispo influye
en el comportamiento de los fieles?
–Los obispos son la jerarquía de la Iglesia. Con respecto
a estos temas, su comportamiento es determinante. Generalmente, la actitud
oscila entre el silencio y una suerte de pacifismo humanista y tolerante, el
cual termina desgastando a los fieles que sienten que deben defender el templo.
En España, a pesar de su gobierno laicista y de izquierda, realizar un atentado
similar a lo que hacen estas mujeres, es equivalente a años de cárcel; por eso
no ocurren estas cosas allá, a pesar de que crece el ambiente hostil al
catolicismo.
–¿Cómo
relataron los MMCC estas noticias?
–En general,
predominó la distorsión. Tal es el hilo conductor entre publicaciones tan
diversas como Clarín, La Nación y Página/12. El colmo de este engaño puede
leerse en la acusación que reproduce –con estudiado candor– el diario La Nación[2].
Es tramposo el retrato de la noticia. Leemos que el encuentro “culminó en enfrentamientos entre
manifestantes y la policía bonaerense”, razón por la cual la Comisión “acusó a las fuerzas de seguridad de
‘reprimir’”. ¿Se puede mentir tanto? La verdad es: estas hordas hicieron
todo el mal que pudieron –todo: insultar, golpear, escupir, arrojar materia
fecal, quemar, destruir propiedad privada, etcétera– y en un momento era tan
pero tan obsceno y absurdo permitirlo que la Policía reaccionó. Reaccionó
tarde, muy tarde. Y esas se quejan incluso de eso. ¿Por qué? Porque están tan
sumergidas en la ideología y en el resentimiento que no quieren verse a sí
mismas. Y es más fácil blandir la carta de la represión que reconocer lo
propio, ¿no es así? La mejor defensa es un buen ataque. Quien desee apreciar la
cantidad de mentiras que se dijeron, no tiene más que comparar los videos con
las notas periodísticas. Está todo al revés: los delincuentes
acusan a las fuerzas de orden.
–Decía Chesterton que “llegará el día en que se blandirán espadas por demostrar
que las hojas son verdes en verano”. Creo que hemos
llegado a ese día. ¿Qué conclusión podemos sacar de todo esto?
–Ante
nuestros ojos se despliegan ejércitos de sofistas, de manipuladores, de apologistas
de asesinos. Todos tienen en común una cosa: la tergiversación de la palabra. Y
por tanto de la verdad. Es exactamente ahí donde debe librarse la
batalla: en el terreno del lenguaje. Hablar bien. Decir verdad. Señalar
lo que es natural y lo que no. Afirmar la legitimidad de discernir, distinguir,
discriminar. Defender a capa y espada la vida del niño inocente. Atestiguar la
condición creatural del hombre: como soy creatura, no soy dueño absoluto de mí
mismo. Dar testimonio de la verdad, en el Nombre de Cristo. Esto es así. Hasta
que no tengamos el coraje de decir las cosas como son, las cosas nunca serán lo
que deben ser.
–Muchas
gracias, Juan Carlos.
–Gracias a
vos.
Fuente:
http://statveritasblog.blogspot.com.ar/2015/10/entrevista-la-ideologia-detras-de-las.html
[1]
Sobre la acción disociadora de
PlannedParenthood, cfr. http://infocatolica.com/?t=noticia&cod=24709; http://infocatolica.com/?t=noticia&cod=24684; http://infocatolica.com/?t=noticia&cod=24656.
[2]
http://www.lanacion.com.ar/1835891-la-policia-fue-a-buscar-a-las-mujeres-a-la-plaza-dice-la-organizacion-de-la-marcha-de-genero-en-mar-del-plata