La mentira peronista del 17 de octubre – Por Nicolás Márquez
Una vez más, nos acercamos al 17 de
octubre y la delincuencia peronista en sus más diversas metástasis se
prepara para celebrar una fecha talismánica con pretensiones
fundacionales, en la cual (según reza el mito popular) un postergado
Juan Perón salía airoso ante la “oligarquía y los poderosos” ante la
espontánea peregrinación de un “pueblo” que salió a la calle a
defenderlo y venerarlo.
Dejemos el relato difundido por tan innoble partido y vamos a los hechos reales.
Corría octubre de 1945, el clima
político y social se tornaba efervescente puesto que en los círculos
opositores a la dictadura capitaneada por el General Edelmiro Farrel y
el Coronel Juan Perón, se vivía una atmósfera de euforia ante la derrota
del Eje en la Segunda Guerra Mundial, lo cual animó a los dirigentes de
los demás partidos políticos (radicales, conservadores y socialistas
por igual) a presionar a las autoridades de facto (enroladas en favor
del nazifascismo derrotado) para que otorguen el poder a la Corte
Suprema de Justicia a fin de que el Poder Judicial administre la
transición hacia elecciones democráticas y limpias. Persiguiendo este
objetivo, el 19 de septiembre se llevó a cabo una histórica
manifestación callejera titulada “La Marcha de la Constitución y la Libertad”
que se inició en la Plaza del Congreso, en la cual se congregó cerca de
medio millón de opositores que desde allí circularon hasta Plaza
Francia.
El lema de los manifestantes consistente
en pedir el traspaso del gobierno a la Corte Suprema de Justicia fue
considerado por muchos observadores como un craso error político: “si
como consigna de lucha lo de ´el gobierno a la Corte´ no era mala, como
táctica política era pésima. Tratar de imponer esa solución era utópico.
Ni el Ejército podía aceptar esa vergonzosa confesión de su fracaso ni
la oposición disponía de poder para implantarla”[1] anotó Félix Luna.
Si bien la dictadura de Farrell y Perón
intentó minimizar los alcances de la nutrida concurrencia en cuestión,
sin dudas el gentío constituyó un llamado de atención para el régimen,
que reaccionó declarando el Estado de sitio, encarcelando masivamente
opositores y recrudeciendo la censura a la prensa. Días después, se
produjeron en las universidades múltiples rebeliones estudiantiles que
clamaban libertad y predicaban consignas contra el dúo gobernante,
quienes de inmediato ordenaron una represión brutal (en la misma murió
un niño de 10 años[2]) acompañada con arrestos generalizados que superaron los 1500 alumnos detenidos[3], episodios que consolidaron el clima de tensión y división existente.
En tanto, en el seno del gobierno, el
indefinido dictador Farrell debía lidiar entre las rencillas e
internismos que se presentaban entre su VicePresidente el coronel Perón y
el coronel Eduardo Ávalos[4],
otro hombre fuerte del régimen de gran predicamento entre la
oficialidad de Campo de Mayo, que le disputaba a Perón poder e
influencia política así como también encono ideológico, puesto que
Ávalos no le perdonaba a Perón haber convencido a Farrell de declararle
la guerra a Alemania (traicionando el espíritu de ese gobierno) a tan
solo horas de rendirse.
Ávalos contaba con alto consenso dentro
de las filas del Ejército (que en definitiva era la estructura
institucional que gobernaba el país), pero Perón contaba con el aval de
numerosos sectores sindicales que lo respaldaban con motivo de la
política condescendiente que él venía desplegando desde la Secretaría de
Trabajo y Previsión que él manejaba en consonancia con el Ministerio de
Guerra y la mismísima Vice-Dictadura.
Durante los últimos tiempos, Ávalos se
había movido con astucia en el seno del régimen militar y había logrado
presionar lo suficiente a Farrell para que se deshiciera de Perón. En
medio de la tensión, finalmente Perón fue forzado a renunciar
intempestivamente el 9 de octubre de 1945 a todos sus cargos.
El coronel caído en desgracia,
hábilmente le pidió a Farrell que le diera la oportunidad de dirigir
unas palabras de despedida por radio (que Farrell ingenuamente le
concedió). Perón convocó al día siguiente a los dirigentes sindicales
adictos, montó una escenografía con parlantes en la entrada de la
Secretaría de Trabajo, puso en duda que los beneficios sociales que él
había conseguido prosiguieran en su ausencia y entre otras de sus
trapisondas, como “última medida en funciones” anunció un decreto
mediante el cual se aumentaban los sueldos y salarios a la vez que se
implantaba el salario móvil, vital y básico[5].
Pero ocurre que para que este beneficio tuviera validez legal debía ser
firmado luego por Farrell, de modo que Perón se despidió de su cargo
anunciando la buena noticia salarial a su gente y encajándole el engorro
al dictador. Esta picardía final de Perón colmó la paciencia de sus
enemigos, que lograron convencer a Farrell de solicitar su inmediata
detención.
Sin embargo, Perón se trasladó rápida y
secretamente a una casa situada en una isla del Tigre, cuyo propietario
era un connotado agente alemán llamado Ludwig Freude (sindicado como el
representante de los capitales nacionalsocialistas en la Argentina), que
era un hombre de su más estrecha confianza. Pero finalmente, el mismo
régimen al que Perón había servido y pertenecido desde su inicio con
tanto protagonismo y ascendencia, el 12 de octubre lo detuvo allí en el
Tigre siendo arrestado en su refugio y trasladado a la cárcel de la Isla
Martín García.
Es evidente que en esta puja Ávalos
logró influir en Farrell a expensas de Perón, tanto es así que mientras
este último estaba detenido, Farrell nombró a Ávalos como Ministro de
guerra[6],
cargo que justamente ocupaba Perón antes de su destitución y posterior
encarcelamiento. Sostiene el historiador Robert Potash que a partir de
este nuevo nombramiento: “El general Ávalos, que asumió el cargo de
ministro de Guerra el 10 de octubre, se convirtió en la figura dominante
del nuevo orden; pero ni su temperamento ni su experiencia anterior lo
habían preparado para este papel”[7], algo que luego veremos confirmado por las vacilaciones y errores políticos que cometería durante su breve rol ministerial.
En definitiva, la detención efectuada a
fin de neutralizar definitivamente la figura e influencia de Perón en el
gobierno fue una maniobra torpe por parte de Ávalos y sus acólitos,
porque a partir de entonces una ebullición se generó entre varios
sindicalistas leales a Perón, quienes comenzaron a movilizar su gente
por las calles clamando por su libertad. En tanto, desde el encierro en
la isla y desorientado por la situación, muchos investigadores sostienen
que Perón creía estar ante el final de su carrera, al menos así lo pone
de manifiesto él mismo al escribirle una carta a su amante Eva Duarte,
la cual más allá de ser encabezada con una vulgar cursilería como “mi
tesoro adorado”, deja advertir a un Perón afectivo que le promete a su
pretendida que ni bien él obtuviera la libertad ambos vivirán juntos en
el marco de una vida despolitizada: “Hoy sé cuánto te quiero y que no
puedo vivir sin vos. Esta inmensa soledad está llena de tu recuerdo. Hoy
he escrito a Farrell pidiéndole que me acelere el retiro, en cuanto
salgo nos casamos y nos iremos a cualquier parte a vivir tranquilos”
anotó.
El tono de la carta confirmaría que Perón estuvo a punto de “tirar la toalla”[8]
y no estaba en su estrategia ni en sus planes redoblar la apuesta. Sin
embargo, otros observadores sostienen que Perón sospechaba que la carta
sería leída y es por eso que él le imprimió un tono pacifista y
cariñoso. Más aún, no faltaron quienes sostuvieron que todo esto se
trató de un perfectísimo plan diseñado y calculado estratégicamente por
Perón salido a la perfección, alegando que Perón habría forzado ex
profeso a Farrell y a sus enemigos a echarlo del gobierno y encarcelarlo
para promover luego una suerte de “operativo clamor” entre sus fieles y
finalmente retornar al poder fortalecido. Sin descartar que Perón haya
incurrido en alguna de sus habituales especulaciones, Juan José Sebreli
brinda una explicación menos complicada de lo ocurrido a la que
adherimos: “La historia no es, como pretenden los ideólogos del
bonapartismo, el producto de la acción extraordinaria del Gran Hombre,
el hombre del destino, el superhombre, el genio individual, la
personalidad creadora, el salvador supremo. Por el contrario, muy
frecuentemente los conductores de pueblos son personajes
insignificantes. La biografía de Perón lo muestra como un pequeño
burgués diletante, de vida sedentaria y mediocre hasta los cincuenta
años, de ideas simples y estereotipadas y de gustos vulgares, box, cine
de cowboys, televisión y pocas lecturas”[9].
No descartamos que Perón haya calculado por entonces algunos
movimientos, pero sin dudas fueron los hechos concomitantes y la
historia por su propio peso la que lo fue arrastrando a jugar los
distintos papeles protagónicos que él ocupó y ejerció.
Efectivamente,
con Perón neutralizado y encarcelado, del otro lado del riachuelo
bandas sindicalistas en franca rebeldía paralizaron los transportes y
provocaron el cierre de fábricas exhortando y obligando a los obreros a
engrosar el alcance de una movilización que clamaba la libertad del
coronel. Para elevar la presión, en el seno de la CGT un sector propuso
llamar a huelga general para el día 18 de octubre si la situación no se
solucionaba. Vale aclarar que no toda la CGT compartía simpatía hacia
Perón[10] sino que eran numerosísimos los gremios[11]
que desconfiaban de él (de hecho sobre 40 votos la postura huelguista
de la CGT ganó 21 contra 19), tal el caso de la Unión Obrera Local, que
denunció la prepotencia de la convocatoria comunicando formalmente que
“Bandas armadas del pistolero peroniano, que responden al execrable
sujeto Cipriano Reyes han atacado a mansalva a obreros del frigorífico
Wilson, del que resultaron numerosas víctimas”[12].
Autores como Hugo Gambini señalan que el ajustado margen de votos por
el que la CGT logró proclamar la huelga para el 18 de octubre no impulsó
tal medida de fuerza para liberar a Perón sino para que se garantizasen
sus demandas gremiales[13], independientemente de la suerte del coronel caído en desgracia.
Hasta donde la construcción de los
hechos pudo demostrar, Perón -detenido en la isla- desconocía por
completo la movilización en su favor que en las calles de Buenos Aires
estaban promoviendo determinados líderes sindicales afectos a su
persona, la cual era facilitada y auxiliada por la Policía (que le era
leal)[14]
que liberó las calles y facilitó los puentes para agilizar el paso de
los manifestantes. El dirigente metalúrgico Ángel Perelman, otro de los
artífices de la movilización recuerda que los policías “Nos miraban, ya
sea con una actitud confusa o con una vaga simpatía. La situación se
aclaró de repente cuando vimos, a eso de las 15 horas, atravesar a toda
velocidad, cruzando enfrente de nuestro taxi, a un camión de correos
cargado de vigilantes que gritaban ante nuestra sorpresa. ¡Viva Perón!”[15].
Una vez anoticiado Perón de las
auspiciosas novedades (no sólo de la movilización popular en ciernes
sino de que la CGT planificaba una huelga general prevista para el 18 de
octubre), simulando una supuesta dolencia pulmonar en connivencia con
su médico personal (el capitán Miguel Ángel Mazza quien le diagnosticó
falsamente “pleuresía”), el 16 de octubre el detenido solicitó “por
recomendación médica” ser trasladado bajo custodia al Hospital Militar.
Cuenta Perón que “Mazza me propuso falsear las radiografías que él tenía
y que mostraban una dolencia aguda de ´hemidiafragma derecho´, de
probable origen tumoral, y a continuación, elevarlas a la superioridad
aconsejando mi traslado al Hospital Militar para la atención prescripta y
porque la salud del enfermo en un clima tan húmedo como el de la isla
era contraproducente”[16]. Farrell cayó nuevamente en la trampa y la petición de traslado del preso fue candorosamente concedida.
En medio de las manifestaciones
callejeras, al enterarse de que Perón se hallaba ahora en el Hospital
Militar sus prosélitos se apersonaron en las inmediaciones reclamando la
presencia de su líder quien en ningún momento amagó a salir del
establecimiento médico: “Durante los días más difíciles de octubre del
´45 Perón estaba todo cagado, y el 17 no se animaba a salir del hospital
por temor a que lo liquidaran”[17]
recuerda el inclemente Cipriano Reyes, quien fuera uno de los
principales promotores y organizadores sindicales de la movilización.
Mientras tanto, el delegado político de Perón para negociar su situación con Farrell fue justamente el coronel Domingo Mercante[18]
-cuya posición en las tratativas se iba fortaleciendo a medida que la
muchedumbre proveniente de la zona sur del Gran Buenos Aires marchaba
invadiendo la Capital porteña-. La movilización despertaba un intenso
desconcierto en Farrell y Ávalos, quienes se sintieron dubitativos en
todo momento. Tanto es así que hasta el Partido Comunista le propuso a
sendos militares “terminar con la concentración en pocos minutos”[19]
lanzando militantes armados del PC sobre las columnas peronistas,
siempre que el gobierno garantizara la abstención de la policía y del
Ejército en la gresca; pero la propuesta comunista fue rechazada por
Farrell, quien temía que se desatase una matanza de proporciones.
¿Cuál era el papel de Eva Duarte en ese
trajinado contexto? Mucho menor al que le adjudicaron luego sus
hagiógrafos rentados: deambulaba por Buenos Aires con suma preocupación
buscando un abogado que redactara un hábeas corpus en favor de su amante[20].
Interesa esta aclaración porque recién a partir de mayo de 1948 el
aparato de propaganda de Perón fabricó el artificio incluyendo relatos
de la Primera Dama recorriendo los suburbios para organizar el respaldo
popular al líder preso, algo que no era cierto, pero que nadie osó
discutir y entonces esa leyenda quedó grabada en la mitología urbana[21].
El 17 de octubre, las columnas de
Cipriano Reyes y otros contingentes provenientes de Avellaneda, Lanús,
Berisso y Ensenada comenzaron al fin a poblar la plaza. Con el correr de
las horas un considerable gentío se había aunado en derredor de la Casa
Rosada clamando la presencia de Perón. La presión iba en aumento y
entrando la tarde, el flamante Ministro de Guerra Ávalos pretendió que
Mercante le hablara a la muchedumbre en nombre de Perón a fin de
tranquilizarla, pero ello fue imposible. Seguidamente, Ávalos intentó
también hablarle al gentío, pero ni bien este tomó el micrófono desde el
balcón de la Casa Rosada la multitud lo abucheó estruendosamente.
Siendo las ocho de la noche, el desconcertado Ávalos no tuvo más remedio
que acudir al Hospital Militar en donde mantuvo una reunión secreta con
Perón para negociar su libertad. En la conversación se arribó a un
compromiso para que Perón se dirigiera a sus acólitos desde el balcón en
mensaje que además sería transmitido por la red nacional de
radiodifusión. Perón había ganado definitivamente la pulseada.
Pasadas las 23hs, aparece por fin la
figura de Perón en el balcón de la Casa de Gobierno para júbilo de la
muchedumbre que fielmente se mantenía aunada desde muy temprano.
Primeramente habló Farrell, anunció la formación de un gobierno
provisorio conformado por gente leal a Perón y descartó categóricamente
la entrega del gobierno a la Corte Suprema de Justicia. Seguidamente le
pasó el micrófono al caudillo recién liberado, presentándolo como “el
hombre que supo ganar el corazón de todos”[22]
(horas antes acababa de encarcelarlo y ahora lo adulaba condicionado
por las circunstancias). En medio de la ovación, Perón entre otras cosas
dijo: “Hace casi dos años, desde estos mismos balcones, dije que tenía
tres honras en mi vida: la de ser soldado, la de ser patriota y la de
ser el primer trabajador argentino.
Hoy, a la tarde, el Poder Ejecutivo ha
firmado mi solicitud de retiro del servicio activo del Ejército. Con
ello he renunciado voluntariamente al más insigne honor a que puede
aspirar un soldado: llevar las palmas y laureles de general de la
nación. Lo he hecho porque quiero seguir siendo el coronel Perón y
ponerme con este nombre al servicio integral del auténtico pueblo
argentino”[23].
Perón salía fortalecido y convertido en el indiscutido hombre fuerte del régimen.
El mito peronista
¿Cuán grande fue la convocatoria del 17
de octubre? Todo indica que fue mucho más modesta que la que fabricó
posteriormente la propaganda peronista. ¿Con qué objetivo el peronismo
sobredimensionó luego los acontecimientos? Se reescribió el pasado a fin
de pretender inventar una fecha fundacional del peronismo a modo de
mito iniciático y así poder romper con la imagen de Perón como un
candidato continuista del régimen militar vigente y presentarlo así en
las elecciones venideras como la paradojal “alternativa” a un injusto
orden vigente del que curiosamente él formaba parte desde su
inauguración misma el 4 de junio de 1943.
Que con el tiempo Perón haya logrado
inventar su inicio político con “el 17 de octubre” y haya fabricado su
futura candidatura presidencial como alguien “transformador” y ajeno al
régimen militar fue una de sus tantas e innegables habilidades
personales al servicio del timo político e historiográfico, puesto que
su condición de candidato y garante de la continuidad de la dictadura
militar fue confesada por él mismo años después: “Llegado al salón, el
general Ávalos, en presencia del presidente y de todos los jefes, se
cuadró a mi frente y me dijo más o menos estas palabras. ´coronel Perón,
pensando en la continuidad de la revolución (…) hemos pedido al señor
presidente que se tomen las medidas para que usted pueda ser el
candidato de la futura presidencia´” a lo que Perón respondió de esta
sacrificada manera: “señores, me cargan ustedes con una enorme
responsabilidad, pero si ello es el sentir del Ejército, aceptaré una
vez más, porque como soldado me debo a la Patria y a la Institución”[24].
Que
por entonces el 17 de octubre no tuvo la resonancia ni la movilización
que el folklore peronista agigantó con posterioridad lo confirman, entre
otras cosas, el hecho de que no se registran tomas fílmicas ni
fotográficas que revelen la supuesta grandilocuencia de la convocatoria.
El cinematógrafo Leonardo Favio, conocido fundamentalista de Perón
confesó que las imágenes que aparecen respecto del 17 de octubre en su
filme “Perón, Sinfonía del Sentimiento” (saga suya de cinco documentales
plagada de sensiblerías y groseras falsedades destinada al vulgo en la
pretensión de exaltar la figura de Perón) provienen de manifestaciones
posteriores, puesto que no hay filmación alguna en el Archivo General de
la Nación sobre ese santificado día. Una de las muy pocas y pintorescas
postales que se han registrado de esa fecha, fue la toma de un puñado
de hombres en camisa con los pantalones arremangados refrescando sus
pies descalzos en una fuente de la Plaza de Mayo, imagen que fue
considerada un escándalo para una sociedad porteña que a la sazón vestía
traje y galera hasta para asistir a las canchas de fútbol.
Para los periódicos de la CGT aparecidos
la semana siguiente al 17 de octubre no había sido una jornada especial
ya que ni siquiera se publicaron fotos,[25]
y los tres diarios tradicionales en sus portadas sólo informaron al día
siguiente acerca del cambio de Gabinete dispuesto por Farrell y nada
decían de la concentración en Plaza de Mayo. El diario La Nación dispuso en su tapa: “Luego de inquieta jornada fue anunciado anoche que se formará un nuevo gabinete”; el diario La Prensa tituló: “El presidente de la Nación anunció anoche las renuncias de los ministros de Guerra y Marina” y Clarín, con tono sensacionalista encabezó: “Una jornada dramática vivió ayer Buenos Aires”[26].
En rigor, la más certera y oportuna
crónica respecto de lo sucedido supo brindarla el 18 de octubre (al día
siguiente de los hechos) la revista estadounidense The Times, al titular su publicación con una concisa y rotunda frase: “Todo el poder a Perón”.
Desafortunadamente le asistía toda la
razón a la citada publicación extranjera. Por entonces la Argentina era
la sexta potencia mundial y a partir del 17 de octubre de 1945 se entró
en un irrefrenable descenso del cual jamás pudo recuperarse…
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[1]
LUNA, FÉLIX: “El 45, Crónica de un año decisivo”; Bs.As, 1969, págs.
303-331. Citado en: Enrique Díaz Araujo, “La Conspiración del 43´. El
GOU, una experiencia militarista en la Argentina”. Ediciones La
Bastilla; Bs.As, 1969, pág. 299.
[2] PAGE, JOSEPH A: “Perón, una Biografía”. Sudamericana de Bolsillo; 1ª edición, 2005, pág.140.
[3]
Conforme Hugo Gambini, en “Historia del peronismo, el poder total
(1943-1951)”. Ediciones B, Argentina, Tomo 1, año 2007. Pág. 32.
[4] Eduardo Jorge Ávalos (nacido en Buenos Aires 22 de abril de 1892 y murió en Buenos Aires el 17 de mayo de 1971.) fue un militar argentino que desempeñó un papel importante en la Revolución del 43 (1943-1946). Teniendo grado de coronel se sumó como uno de los líderes del Grupo Obra Unificación o Grupo de Oficiales Unidos (GOU) reclutado por el entonces Coronel Juan D. Perón en julio de 1943. Se desempeñó como jefe de la guarnición de Campo de Mayo durante el gobierno del General Pedro Pablo Ramírez (1943-1944) y luego Ministro de Guerra hasta los hechos del 16 y 17 de octubre de 1945.
GAMBINI, HUGO: “Historia del peronismo, el poder total” (1943-1951). Ediciones B Argentina, Tomo 1, año 2007,pág. 34.
[6] PAGE, JOSEPH A: “Perón, una Biografía”. Sudamericana de Bolsillo; 1ª edición, 2005, pág. 147
[7]
POTASH, ROBERT A: “El Ejército y la Política en la Argentina (I) 1928 –
1945. De Yrigoyen a Perón”. Hyspamérica; Bs.As, 1985, pág.387.
[8] Expresión deportiva propia del mundo boxístico que simboliza abandonar la pelea.
[9] SEBRELI, JUAN JOSÉ: “Los deseos imaginarios del peronismo”. Ed. Legasa; Bs.As, 1983, pág. 29
[10]
Sólo apoyaban a Perón los dirigentes del comité confederal de la CGT
que habían colaborado con él, los cuales a su vez contaban con la
colaboración de la Federación de Empleados de Comercio que respondía a
Angel Borlenghi, de la Unión Tranviarios dirigida por Valentín Rubio y
del Sindicato de la Carne de Berisso que tenía en Cipriano Reyes a uno
de sus “activistas”.
[11]
A la sazón no apoyaban a Perón un sinfín de gremios tales como la Unión
de Empleados de Comercio e Industria, el gremio ferroviario La
Fraternidad, la federación Obrera de la Carne, Federación Gráfica
Bonaerense, la Unión Obrera local, la Unión Obrera Textil, Sindicato
autónomo de Luz y Fuerza, Federación Obrera Nacional de la Construcción,
Unión Obrera textil, Obreros de las Barracas de la Capital federal,
Lavaderos de Lanas y Anexos, sindicato de Choferes de Camiones y Afines y
muchísimas otras entidades más de similar envergadura. Esta
incompletísima nómina confirma que la disidencia a Perón no estaba
conformada por un sector marginal del sindicalismo sino por numerosos
gremios representativos.
[12]
ORONA, JUAN V: “La dictadura de Perón, Colección Ensayos Políticos
Militares”. Tomo IV. Talleres Gráficos Zlotopioro; Bs.As.1970, pág. 20.
[13] GAMBINI, HUGO: “Historia del peronismo, el poder total” (1943-1951). Ediciones B Argentina, Tomo 1, año 2007, pág. 69.
[14]
Años después fue el propio Perón quién le agradecerá a la mismísima
Policía Federal (creada en diciembre de 1943 por el gobierno del GOU)
por los servicios prestados ese histórico 17 de octubre: “Que sea esta
hora histórica cara a la República y cree un vínculo de unión que haga
indestructible la hermandad entre el Pueblo, el Ejército y la Policía”
dijo Perón desde los balcones del 17 de octubre. Citado en Juan José
Sebreli, los deseos imaginarios del peronismo” Ed. Legasa, BsA, 1983,
pág. 31.
[15]
Citado en Hugo Gambini, “Historia del peronismo, el poder total”
(1943-1951). Ediciones B, Argentina, Tomo 1, año 2007, pág. 66.
[16] PAVÓN PEREYRA, Enrique: “Yo Perón…” Editorial M.I.L.S.A. Argentina, 1993, pág.180
[17]
Citado en: Hugo Gambini, “Historia del peronismo, el poder total”
(1943-1951). Ediciones B, Argentina, Tomo 1, año 2007, pág 90.
[18]
“Mercante se había portado como un león” recordará Perón sobre esas
jornadas. Citado en:. Enrique Pavón Pereyra, “Yo Perón”. Editorial
M.I.L.S.A. Argentina, 1993. pág.181.
[19] GAMBINI, HUGO: “Historia del peronismo, el poder total” (1943-1951). Ediciones B Argentina, Tomo 1, año 2007, pág. 72.
[20]
Entre los abogados visitados por Eva Duarte se encontró Juan Bramuglia
(futuro Canciller de Perón), quien por razones políticas y de prudencia
se negó a interponer un hábeas corpus, gesto que Eva jamás le perdonó.
[21]
Ver: MERCADO, SILVIA: “El Inventor del Peronismo: Raúl Apold, el
cerebro oculto que cambió la política argentina”. Ed. Planeta; 2013,
pág. 140.
[22] PAGE, JOSEPH A: “Perón, una Biografía”. Sudamericana de Bolsillo; 1ª edición, 2005, pág164
[23]
Al culminar el evento con el discurso triunfal de Perón, tras la
dispersión de la concurrencia se produjo una gresca en las proximidades
del diario Crítica, en donde un grupo peronista pretendió destrozar a
piedrazos sus instalaciones. Se produjo entonces un tiroteo del cual
resultaron varios heridos y hubo un muerto de 17 años llamado Darwin
Pasaponti, que era un activista de la Alianza Libertadora Nacionalista.
[24]
Bill de Caledonia, ¿Dónde estuvo?, Buenos Aires, S/E S/F, pág 11 y 12.
Citado en Juan José Sebreli, “Los deseos imaginarios del peronismo” Ed.
Legasa, Bs.As, 1983, pág. 77
[25]
MERCADO, SILVIA: “El Inventor del Peronismo: Raúl Apold, el cerebro
oculto que cambió la política argentina”. Ed. Planeta; 2013, pág. 139
[26]
Citado en Hugo Gambini, “Historia del peronismo, el poder total”
(1943-1951). Ediciones B, Argentina, Tomo 1, año 2007, págs. 80 y 81.