Ganamos. Por Fernando Londoño
Si señor: ganamos.
Sin un peso en el bolsillo y contra la opulencia de los que pregonaban el SI con el presupuesto nacional a su disposición.
Sin un medio de comunicación, pues que todos navegaban en la pauta publicitaria más escandalosa de todos los tiempos.
Sin un Alcalde, sin un Gobernador, sin
un Inspector de Policía, que todos cumplían las consignas y órdenes
impartidas desde La Habana y retransmitidas desde la Casa de Nariño.
Sin nada. Salvo el coraje que iluminó
las conciencias y comprometió las voluntades de hombres sin coraza que
ganaron la victoria, como dice nuestro Himno.
Que nadie se tome la victoria que
pertenece al pueblo. A esa decisión honrada, valerosa hasta el heroísmo,
perfectamente sabia, que seis y medio millones de personas llevaron a
las urnas para decir que no se venden ni se acobardan
Fue un acto patriótico inmenso, conmovedor, glorioso.
Esos seis y medio millones de votos
fueron la avanzada de guerra de un triunfo más demoledor y
desconcertante. Porque se dice que el rechazo al plebiscito se ganó solo
por ese puñado de votos que no tuvo más remedio que reconocer la
Registraduría. Ese NO se ganó con el ochenta y tres por ciento de los
colombianos que no se dejaron manipular, seducir, acobardar por ese
impúdico aparato de poder que lo quiso arrollar.
El del Premio Nobel más lamentable de la
Historia tendrá que entender que todo lo que pudo movilizar a favor de
sus socios y amos de Cuba, de las FARC, del socialismo del Siglo XXI,
fue un miserable 17%, que coincide con la favorabilidad que los
encuestadores le marcan. No tiene más. No mueve más. No significa más.