No me cabe la menor duda, que cuanto toda maniobra tendiente al apoyo a trasgredir EL DERECHO NATURAL, conduce a enfrentar la LEY DE DIOS. El comentario realizado en este artículo copiado a un Grupo de Google me hace sumarlo al blog, por cuanto su comprensión y saber contradecirlo lo entiendo de NORMA básica y elemental para la VIDA DEL SER HUMANO. No solamente por haber sido, criado y educado dentro de lo que alguna vez se llamó cultura CATOLICA, APOSTOLICA Y ROMANA me hace inclinar a un enfrentamiento con todo "desparpajo" que hoy planean y conducen muchos pastores... (¿lo habrán sido alguna vez?), hoy provocando en el lugar en que actúen, únicamente una DECADENCIA GENERALIZADA. La nueva SODOMA Y GOMORRA, parecería establecerse como meta. Demás es mencionar a cada uno de los NUEVOS JUDAS, al arbitrio de los siempre PERFIDOS DEICIDAS.
LUIS MARIA RUDAZ
LUIS MARIA RUDAZ
DESENMASCARANDO A BERGOGLIO
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Desenmascarando
a Bergoglio. 1ª Parte
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Los argentinos
que hemos tenido la oportunidad de conocer al Papa Francisco mientras era
arzobispo de Buenos Aires tenemos, creo yo, el deber de revelar a los
cristianos de otros países el enorme estropicio que sufrió la Iglesia en
Argentina durante su mandato. Concretamente, hoy y mañana publicaré algunos
datos que dejan ver que Bergoglio siempre tuvo la "agenda gay" entre
sus planes. Si bien a nivel internacional todo comenzó con el fatídico
"¿Quién soy yo para juzgar?" y terminó -si es que terminó-, con el
escándalo sinodal, sus antecedentes sus numerosos. Es cuestión de preguntarle
al clero porteño acerca de la constante protección que prodigó a numerosos
sacerdotes homosexuales.
El Papa Francisco afirma que él no es “nadie para juzgar” a los sodomitas y considera que no hay que arrojarles el Evangelio por la cabeza a los adúlteros sino tener con ellos la “audacia de la misericordia”.
El Papa Francisco afirma que él no es “nadie para juzgar” a los sodomitas y considera que no hay que arrojarles el Evangelio por la cabeza a los adúlteros sino tener con ellos la “audacia de la misericordia”.
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Lo curioso es
estas modalidades de misericordia inclusiva están reñidas con el “modelo de
exclusión” que la Iglesia practicó durante veinte siglos. En este post
quiero recordar dos hechos ocurridos en Argentina durante el desempeño del
cardenal Bergoglio como Primado y presidente o miembro de la Comisión
Permanente de la Conferencia Episcopal Argentina, y contrastarlo las enseñanzas
y disciplinas que la Iglesia Católica ejerció a lo largo de su historia.
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Caso 1: Mons.
Juan Carlos Maccarone.
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El hecho
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Este arzobispo
era la “estrella” –o, mejor deberíamos decir, “la diva”- del Episcopado
argentino. El gran teólogo de consulta permanente, el abanderado de la causa de
los pobres y desvalidos, el campeón de la democracia y de la vida cívica y el
poseedor de un futuro promisorio que le aseguraba la púrpura a la vuelta de la
esquina. En el mismos clero tenía un ascendiente reverencial: los curas del
gran Buenos Aires, mientras era obispo de Lomas de Zamora, acudían en masa los
días lunes a escuchar las palabras de sabiduría de Macca, como le gustaba
hacerse llamar.
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Hasta que ocurrió
algo terrible: un día del mes de marzo de 2005, se difundió un video en el que aparecía el arzobispo
manteniendo juegos sexuales con un jovencito que resultó ser su chofer. Eran
los tiempos del papa Benedicto XVI y el obispo fue inmediatamente apartado de
su cargo y confinado al Cottolengo de Clypole.
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La reacción
de Bergoglio
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Por una carta que él mismo Maccarone dirigió en sus hermanos
obispos, puede deducirse fácilmente que toda la pandilla episcopal argentina
sabía de su debilidad por los efebos y por los choferes. De hecho, había tenido
denuncias previas aunque había quedado sobreseído. Y, a pesar de eso,
igualmente lo promovieron al cargo episcopal de la diócesis más antigua del
país y lo colocaron en el firmamento estelar.
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Cuando el caso
salió a luz, el cardenal Bergoglio junto con la Comisión Ejecutiva de la
Conferencia Episcopal emitió un comunicado en el que manifestaba su
“agradecimiento” al ex obispo de Santiago del Estero por la labor cumplida en
aquella diócesis “al servicio de los pobres y de quienes tienen la vida y la fe
amenazadas” y le expresaban su “afecto, comprensión y oración”.
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El vocero del
arzobipado porteño salió a decir, además, que el video difundido correspondía a
“la vida privada” de Mons. Maccarone.
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La
enseñanza y práctica de la Iglesia
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San Pedro Damián,
monje benedictino, cardenal del siglo XI y Doctor de la Iglesia, escribió una
carta (la nº 31) al papa León IX acerca de cómo comportarse con los clérigos y
obispos que tuvieran conductas similares a las de Mons. Maccarone. Esa misiva
es conocida también como Liber Gomorrianus cotra nefandum sodomiae crimen y
pueden leerla, en latín, en el tomo 145
de la Patrología Latina. Traduzco aquí un par de párrafos
significativos.
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Con respecto al
pecado de la sodomía, este santo Doctor de la Iglesia se consideraba apto para
juzgar:
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“Absolutamente,
no hay otro vicio que pueda ser razonablemente comparado con este, que
sobrepasa a todos en suciedad. Por este vicio es, de hecho, viene la muerte del
cuerpo y la destrucción del alma; mancha la carne, extingue la luz de la mente,
expulsa al Espíritu Santo del templo del interior del hombre, y lo reemplaza
con el demonio, provocador de la lujuria. Remueve completamente la verdad
de la mente y la orienta hacia la falsedad. La sodomía pone trampas en el
camino del hombre y, cuando cae en ellas, no lo deja escapar. Este vicio abre
las puertas del infierno y cierra las puertas del cielo, y convierte a los
ciudadanos de la Jerusalén celestial en los herederos de la Babilonia
infernal”. (Cap. 16; PL 145, 175)
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Y San Pedro
Damián determina también de qué modo hay que actuar en estos casos:
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“El clérigo o el
monje que acosa a los adolescente o a los jóvenes, o ha sido sorprendido
besándolos o en otros actos torpes con ellos, será azotado públicamente y
perderá su tonsura. Luego de haber sido rapado, será cubierto de escupidas y,
sujeto con cadenas de hierro, sea dejado podrirse en la angustia de la cárcel
por seis meses. Al anochecer, durante tres días a la semana, coma pan de
cebada. Después, durante otros seis meses, que viva bajo la custodia de un padre
espiritual, separado en un pequeño patio, y esté ocupado en trabajos manuales y
en la oración. Sea sometido a ayunos y camine siempre bajo la mirada de dos
hermanos espirituales, sin prenunciar ninguna frase perversa, y nunca se una a
reuniones con los más jóvenes. Que este sodomita considere si supo administrar
bien sus oficios eclesiásticos, porque es así cómo la sagrada autoridad
juzga estos ultrajes tan ignominiosos cuanto torpes”. (Cap. XVI)
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Caso 2: Mons.
Fernando Bargalló
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El hecho
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Se trata del
entonces obispo de Merlo y presidente de Cáritas Latinoamericana que fue descubierto, en junio de 2012, junto a una mujer, en un
exclusivo y lujoso resort de Puerto Vallarta (México) en actitudes más que de
explícito enamoramiento. Cuando fue interrogado al respecto, Mons.
Bargalló mintió al decir que desconocía lo que las fotos probaban; y mintió
después al decir que las fotos eran verdaderas pero que no implicaban dolo pues
la dama era una amiga de la infancia. El obispo fue depuesto de su cargo por el
Papa Benedicto.
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La reacción
de Bergoglio
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Conocida la
vacancia de la sede episcopal de Merlo, se dirigió a ella presuroso el cardenal
Bergoglio quien, el día domingo 29 de junio, pronunció una homilía en la
atestada catedral diocesana. Allí, entre otras cosas dijo, que el obispo amancebado
"Trabajó para los pobres y esto le valió la persecución. Trabajó también
por los ancianos y para escuchar a los chicos. Hoy tenemos a la Iglesia unida,
humanitaria y misionera y venimos a dar gracias por estos 15 años caminando
juntos". Mientras el concelebrante, Mons. Cassaretto, aseguraba: “"Ahora le toca a Fernando estar en un
tiempo de retiro, de penitencia y de oración. Mi misión es acompañar al hermano
Fernando en su camino de reflexión”.
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"¡Viva
Fernando María Bargalló!", gritó un hombre desde el fondo del templo y la
misa terminó con un fuerte y sostenido aplauso de todos, incluido el cardenal
Bergoglio.
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La
enseñanza y práctica de la Iglesia
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Para casos
semejantes, la Iglesia contemplaba la ceremonia de “degradación” del Obispo, la
cual figuraba en la Pontificale Romanum. Aquí pueden leer la descripción de la ceremonia. Y les copio
la traducción de algunos de sus pasos más importantes, tal como la leyera Mons.
Gustavo Podestá en la memorable homilía en su parroquia porteña Mater
Admirabilis:
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“Ceremonia
impresionante, que se realizaba en las escalinatas de las catedrales frente al
inmenso atrio donde se reunía el pueblo. Ese mismo pueblo que había sido herido
por el escándalo de un pecado público y, más, cuando se trataba de un clérigo.
Peor aún si constituido en dignidad. A los crímenes públicos la Iglesia
públicamente los castigaba, ya que, en verdadera caridad, restituía a los
fieles la confianza en la justicia y probidad de sus autoridades, mostraba la
gravedad del delito y, al mismo tiempo, estimulaba el propósito de enmienda y
la penitencia y conversión del reo.
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Allí, en las
escalinatas que subían hacia la puerta del templo, se colocaba un asiento bajo
y sin respaldo, tipo sillón frailuno, llamado 'faldistorio', en el cual se
sentaba el obispo oficiante. A su lado una pequeña mesa con un mantel, en
donde, en medio de cirios apagados, se colocaban las vestiduras sacerdotales
junto con un trozo rectangular de vidrio en forma de cuchillo.
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Traían al que,
después de juicio y sentencia, había sido hallado culpable y los clérigos lo
revestían, por última vez, c
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on sus hábitos
sacerdotales si era sacerdote, o pontificales si era obispo o arzobispo.
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En medio de un
silencio sepulcral el Obispo celebrante se ponía de pie y comenzaba:
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“En nombre del
Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Por cuanto yo (...) Obispo de tal lugar,
por gracia de Dios y de la Sede Apostólica, habiendo sido probado
fehacientemente de acuerdo a los sagrados cánones (o según propia
confesión) el crimen del Obispo o Presbítero tal (...) resultando evidente y
público el crimen cometido, y por lo tanto no solo grave y condenable, sino
dañoso a la salud de los fieles, y aún enorme por la dignidad del que lo
cometió, habiendo no sólo ofendido la divina Majestad sino inferido gravísima
conmoción a la ciudad, y por esto haberse hecho indigno de su oficio
eclesiástico, por ello, tanto por la autoridad de Dios Todopoderoso, Padre,
Hijo y Espíritu Santo, como por la de nuestro cargo pastoral, mediante estos
escritos lo privamos de todos su cargos y oficios y, por nuestra palabra, lo
deponemos, y, según la tradición de la Iglesia, lo sentenciamos a ser
degradado”.
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Luego, con
lágrimas en los ojos -según cuentan frecuentemente las crónicas- el oficiante
se ponía de pie y, si el reo era obispo, le sacaba la mitra de la cabeza,
diciendo: “Desnudamos tu cabeza de la mitra, ornato de dignidad pontifical
y que enlodaste en el ejercicio de tu autoridad”.
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A continuación,
un acólito traía un evangelio y se lo ponía al depuesto en las manos. El
oficiante entonces se lo retiraba diciendo: “Devuelve el Evangelio,
porque, habiendo despreciado la gracia de Dios, te hiciste indigno del oficio
de predicarlo”.
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Después le sacaba
el anillo: “Te arrancamos este anillo, signo de fidelidad a tu esposa la amada
Iglesia de Dios, a quien temerariamente traicionaste”.
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Otrosí: “Te
quitamos el báculo, para que no te atrevas más a ejercer el oficio de dirigir
que tan gravemente perturbaste”.
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Y, finalmente, la
parte más emotiva. Con el vidrio -sin filo, por supuesto- habiéndole quitado
los guantes ceremoniales -las 'quirotecas'- le raspaba los dedos y las manos
simbólicamente y decía: “En cuanto está en nuestro poder hacerlo, así te
privamos de tu bendición sacerdotal y de tu unción episcopal, para que pierdas
el honor y la gracia de santificar, bendecir y consagrar”.
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También pasaba el
vidrio por su frente: “Borramos de tu frente la consagración, la bendición
y la unción que se te confirió, y te deponemos del orden pontifical para el cual
te has hecho indigno”.
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Al final,
conmovido, lo exhortaba a la penitencia y al arrepentimiento y, si lo que había
cometido era un delito común, lo entregaba al fuero civil”.
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Desenmascarando
a Bergoglio. 2° parte
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https://www.youtube.com/watch?·
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Hace algunos
días, un lector del blog envió un comentario en el que decía que le parecía
divertido que diez o veinte sedevacantistas se entretuvieran criticando al papa
Francisco, a partir de lo cual un psicólogo freudiano encontraría un tendal de
actos fallidos que dejan traslucir nuestras más oscuros deseos y pensamientos.
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La cosa no es
así:
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- No somos
veinte. En los últimos días, según las estadísticas de Blogger, el blog ha
tenido cerca de las cuatro mil visitas diarias.
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- No somos
sedevacantistas. Reconozco que sería la solución más fácil, pero sería
incorrecta.
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- Me tiene sin
cuidado lo que puedan pensar los psicólogos que practican el psicoanálisis o su
pariente cercana, la psicoterapia simbólica, tan de moda por estos días en
ciertos medios neocones. Al hombre se lo conoce y se unifica por lo propiamente
humano, el logos, y no por la oscuridad del inconsciente.
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Sin embargo, el
comentario da pie para aclarar algo importante: el problema aquí no es la
homosexualidad dentro y fuera de la iglesia. Esa tendencia existió siempre
porque desde Adán y Eva el hombre carga con la caída original. Los textos de
San Pedro Damián que publicamos ayer son bastante claros al respecto. El
problema es el abordaje que está haciendo el papa Francisco sobre el problema.
Y lo grafico del siguiente modo: María Magdalena era una pecadora pública y
Jesús le dijo: “Mujer, levántate y no peques más”. Sin negar la particular
gravedad que tiene el sexo contranatura, Dios perdona al pecador que se
arrepiente y los cristianos tenemos el deber de recibirlo y acompañarlo. La
Magdalena fue recibida, a pesar de su vida escandalosa, por los discípulos y se
convirtió en unos de los personajes más importantes de la primera comunidad
cristiana.
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Pero la actitud
de Francisco sería decirle a Magdalena: “Dale Male, levántate y seguí con tu
vida, porque lo que hacés no es pecado”. No se pueden repartir grajeas de
misericordina a los pecadores que no se arrepienten y no tienen firme propósito
de cambiar de vida. Y esta enseñanza básica del catecismo es la que nos quieren
cambiar.
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El video de este
post es una recopilación de tres entrevistas realizadas por periodistas serios
–Ernesto Tenenbaum, CNN y Fox News- a tres epígonos de la reivindicación gay: Bruno Bimbi,
el pastor luterano Andrés Albertsen y el “teólogo” Marcelo
Márquez. Los testimonios son coincidentes entre sí y con lo que muchos
católicos argentinos sabíamos y no decíamos para evitar el escándalo: el doble
discurso del cardenal Bergoglio y su apoyo a la legislación progay. Causa
indignación y repugnancia escuchar el modo en el cardenal primado argentino
corría presuroso a pedir disculpas a los sodomitas por lo que, según él mismo,
se veía obligado a decir por presión de los sectores conservadores de la
Iglesia.
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A quienes les
interese conocer más profundamente el verdadero rostro de Bergoglio, pueden
bajar desde aquí algunos capítulos del libro La Iglesia traicionada,
del Dr. Antonio Caponnetto. (Para comprar el libro, aquí
están las coordenadas)
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Breaking news: Los medios de prensa de hoy nos informan que el papa Francisco le dijo ayer a un obispo:
“Rezá por mí; la derecha eclesial me está despellejando. Me acusan de
desacralizar el papado”. ¡Lo que nos faltaba! ¡Un nuevo San Bartolomé! Las
diferencias son de detalles: mientras que el apóstol fue desollado vivo por los
paganos armenios, Bergoglio lo es por los católicos tradicionalistas.
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- Santo Padre, si
usted estuviera desacralizando el papado, yo me preocuparía pero no gastaría
tiempo y energía en mantener este blog, y lo mismo ocurriría con los cientos de
sitios como este. El problema es que usted está desacralizando a la Iglesia y
traicionado el mensaje de Cristo. El Señor le ordenó al apóstol Pedro, de quien
usted es sucesor, que “confirmara a los hermanos en la fe”. Usted, en cambio,
pretende cambiar la fe que recibimos de nuestros padres.