Scalabrini Ortíz y el 17 de Octubre
"Es increíble y hasta admirable el poder de persuaden
y de ejecución de nuestra oligarquía. En el mes de octubre
de 1945, el coronel Perón fue destituido y encarcelado.
El país azorado se enteraba de que el asesor de la formación
del nuevo gabinete era el doctor Federico Pinedo, personaje
a quien no puede calificarse sino con la ignominia de
su propio nombre. El Ministerio de Obras Públicas había
sido ofrecido al ingeniero Atanasio Iturbe, director
de los Ferrocarriles británicos, que optó por esconderse
detrás de un personero. El Ministerio de Hacienda sería
ocupado por el doctor Alberto Hueyo, gestor del Banco
Central y presidente de la Cade, entidad financiera
que tiene una capacidad de corrupción de muchos kilovatios.

"Pasaban los días y la inacción aletargada y sin sobresaltos parecía justificar a los escépticos de siempre. El desaliento húmedo y rastrero caía sobre nosotros como un ahogo de pesadilla. Los incrédulos se jactaban de su acierto. Ellos habían dicho que la política de apoyo al humilde estaba destinada al fracaso, porque nuestro pueblo era de suyo cicatero, desagradecido y rutinario. La inconmovible confianza en las fuerzas espirituales del pueblo de mi tierra que me había sostenido en todo el transcurso de mi vida, se disgregaba ante el rudo empellón de la realidad.
"Pensaba con honda tristeza en esas cosas en esa tarde del 17 de octubre de 1945. El sol caía a plomo cuando las primeras columnas de obreros comenzaron a llegar. Venían con su traje de fajina, porque acudían directamente de sus fábricas y talleres. No era esa muchedumbre un poco envarada que los domingos invade los parques de diversiones con hábito de burgués barato. Frente a mis ojos desfilaban rostros atezados, brazos membrudos, torsos fornidos, con las greñas al aire y las vestiduras escasas cubiertas de pingües, de restos de breas, grasas y aceites. Llegaban cantando y vociferando, unidos en la impetración de un solo nombre: Perón. Era la muchedumbre más heteróclita que la imaginación puede concebir.
"Los rastros de sus orígenes se traslucían en sus fisonomías. El descendiente de meridionales europeos, iba junto al rubio de trazos nórdicos y el trigueño de pelo duro en que la sangre de un indio lejano sobrevivía aún. El río cuando crece bajo el empuje del sudeste disgrega su enorme masa de agua en finos hilos fluidos que van cubriendo los bajidos y cilancos con meandros improvisados sobre la arena en una acción tan minúscula que es ridícula y desdeñable para el no avezado que ignora que es el anticipo de la inundación. Así avanzaba aquella muchedumbre en hilos de entusiasmos que arribaban por la Avenida de Mayo, por Balcarce, por la Diagonal.

[Publicado en En Hechos e Ideas, febrero 1946, reproducido por la Revista Dinamis, 1972. Fuente: www.magicasruinas.com.ar]